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miércoles, 24 de noviembre de 2010

LA ZORRA Y EL CABALLO -- ¡Hermanos Grimm)

LA ZORRA Y EL CABALLO

¡Hermanos Grimm)
Tenía un campesino un fiel caballo, ya viejo, qui­no podía prestarle ningún servicio. Su amo se de­cidió a no darle más de comer y le dijo:
Ya no me sirves de nada: mas para que veas que te tengo cariño, te guardaré si me demuestras que tienes aún la fuerza suficiente para traerme un león. Y ahora, fuera de la cuadra.
Y lo echó de su casa.
El animal se encaminó tristemente al bosque, en busca de un cobijo. Encontróse allí con la zorra, la cual le preguntó:
-¿Qué haces por aquí, tan cabizbajo y solitario?
¡Ay! - respondió el caballo–. La avaricia y la lealtad raramente moran en una misma casa. Mi amo ya no se acuerda de los servicios que le he ve­nido prestando durante tantos años, y porque ya no puedo arar como antes, se niega a darme pienso y me ha echado a la calle.
¿Así, a secas? ¿No puedes hacer nada para evi­tarlo? –preguntó la zorra.
El remedio es difícil. Me dijo que si era lo bas­tante fuerte para llevarle un león, me guardaría. Pero sabe muy bien que no puedo hacerlo.
Yo te ayudaré. Túmbate bien y no te muevas, como si estuvieses muerto.
Hizo e) caballo lo que le indicara la zorra, y ésta fue al encuentro del león, cuya guarida se hallaba a escasa distancia, y le dijo:
Ahí fuera hay un caballo muerto; si sales, podrás darte un buen banquete.
Salió el león con ella, y cuando ya estuvieron junto al caballo, dijo la zorra:
Aquí no podrás zampártelo cómodamente. ¿Sabes qué? Te ataré a su cola. Así te será fácil arrastrarlo hasta tu guarida, y allí te lo comes tranquilamente
Gustóle el consejo al león, y colocóse de manera que la zorra, con la cola del caballo, ató fuertemente
las patas del león, y le dio tantas vueltas y nudos que no había modo de soltarse. Cuando hubo termi­nado, golpeó el anca del caballo y dijo:
- ¡Vamos, jamelgo, andando!
Incorporóse el animal de un salto y salió al trote, arrastrando al león. Se puso éste a rugir con tanta fiereza que todas las aves del bosque echaron a volar asustadas: pero el caballo lo dejó rugir y, a campo traviesa, lo llevó arrastrando hasta la puerta de su amo.
Al verlo éste, cambió de propósito y dijo al animal:
Te quedarás a mi lado, y lo pasarás bien –y en adelante, no le faltaron al caballo sus buenos piensos, hasta que murió.

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