El colegio concertado Aire Libre de Alicante ha puesto en marcha una novedosa iniciativa enmarcada dentro del Plan de Fomento Lector desarrollado por este centro educativo. Se trata de un Club de Lectura que gira en torno a la literatura infantil y juvenil, pero cuyos integrantes no son niños, sino adultos. Una veintena de docentes, padres y madres de alumnos se reúnen una vez al mes en torno a una serie de títulos para debatir aspectos como el estilo, el mensaje, su calidad literaria o la edad más adecuada para su lectura.
«El amor a los libros surge en primer lugar en la familia, y luego en la escuela. ¿Por qué entonces no ir juntos en este tema? ¿Por qué no crear un grupo cuyo nexo de unión sean los libros que los niños van a leer durante un determinado periodo de su vida? Ese fue mi planteamiento, y el origen de este Club de Lectura», explica Javier Lillo, profesor de Lengua y Literatura Castellana e impulsor de la actividad.
El proyecto comenzó su andadura en el último trimestre del pasado curso escolar. La dinámica es sencilla. Se recomienda entre tres y cuatro lecturas infantiles por sesión y, de manera complementaria, un libro de literatura para adultos. El día de la reunión, cada miembro expone sus opiniones sobre lo leído. «Lo que más me ha llamado la atención es el entusiasmo con que se han implicado todos los miembros del grupo. En cada sesión se debate, se comparten sensaciones, y algo que es fundamental, se escucha a los otros. Contrastar tu visión sobre un libro puede llevarte a crear una idea nueva sobre él. La verdad es que es muy satisfactorio», afirma Javier Lillo.
El objetivo general de este club no es solo promover la lectura entre los niños y jóvenes, sino que los libros que lean sean de calidad. «En este sentido, yo soy partidario de orientarles durante unos años, y de intentar evitar un tipo de literatura excesivamente comercial y de consumo masivo».
Nada de género menor
La literatura infantil y juvenil, según Lillo, todavía es la gran desconocida. Quizás por esa razón, en determinados ámbitos, se la considera un género menor frente a la de adultos. «Es un gran error. Escribir para niños es mucho más complicado que hacerlo para mayores. Hay que buscar las palabras adecuadas y medirlas mucho para que sean concretas e impactantes a la vez», explica. De hecho, añade, ha habido grandes escritores que han errado en sus incursiones en el mundo de la literatura infantil y juvenil, entre ellos, por ejemplo, autores de la talla de José Saramago o Isabel Allende.
Otra particularidad que distingue un libro de un cuento son las ilustraciones. «Muchas veces la gente no es consciente de su importancia y de las sinergias que se dan entre el texto y el dibujo. Las ilustraciones tienen un lenguaje propio y complementario muy enriquecedor». El reconocimiento del papel del ilustrador es relativamente reciente. Empieza a producirse a partir de los años sesenta del siglo pasado a raíz de la publicación de tres títulos que, según explica Javier Lillo, revolucionaron el campo de la literatura infantil y juvenil : 'Donde viven los monstruos' de Maurice Sendak; ' Pequeño azul y pequeño amarillo' de Leo Lionni, y 'El globito rojo' de Iela Mari.
En España existen desde hace años diferentes asociaciones que reivindican la importancia de la literatura infantil y juvenil. En Alicante se encuentra, por ejemplo, el llamado 'Colectivo de Literatura Pep Sempere' , integrado por un grupo de profesores alicantinos y de Elche.
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