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miércoles, 30 de abril de 2008

EL DIOS DE LA POBREZA -- CUENTO JAPONES


"El dios de la pobreza"


Hace mucho, mucho tiempo, en algún lugar vivía una pareja que tenía muchos hijos.

Ellos a pesar de trabajar mucho vivían en la miseria y un día decidieron dejar de trabajar, cansados de ver que su situación no mejoraba en nada.

En el invierno ya no había ni arroz ni verdura.

Sus hijos dijeron: "Papá tenemos mucha hambre. Queremos comer algo."

El les dijo: "Perdón. Yo y mamá hemos trabajado mucho pero no sé por qué somos pobres. Hablé con mamá y decidimos dejar el pueblo mañana por la mañana."

Los hijos dijeron: "Sí. Vamos a irnos de aquí."

Esa noche el padre vió a un hombre en la casa y se sorprendió mucho. "¿Quién eres?", preguntó.

El hombre le contestó: "Soy el dios de la pobreza."

- "¿Eres el dios de la pobreza?"

- "Sí. He vivido mucho tiempo en esta casa."

- "¿Y qué estás haciendo?"

- "Mañana por la mañana van a salir ¿verdad?. Yo también voy con ustedes. Por eso estoy haciendo unas sandalias de paja.

El padre preguntó: "¿Tú también vas a ir?"

El dios de la pobreza le contestó: "Sí. También viviremos en armonía en la nueva casa."

El padre se sorprendió mucho y exclamó: "¡Vas a venir con nosotros!"

En la noche contó atolondradamente a su esposa lo ocurrido y le dijo: "Por eso somos pobres. Si él viene con nosotros se repetirá lo mismo. Mejor ya no nos vamos."

Al amanecer el dios de la pobreza estaba esperándolos.

- "Tardan mucho en venir. Voy a hacer más sandalias de paja mientras espero."

El dios de la pobreza esperó durante unos días e hizo muchas sandalias de paja. Disfrutaba mucho en hacerlas.

Al ver eso, se juntaron algunos aldeanos en torno al dios de la pobreza a quienes les gustaron mucho las sandalias. Este al recibir tantos halagos empezó a regalarlas.

El padre vió lo ocurrido y pensó en venderlas. Se llevó muchas sandalias al pueblo, las cuales se vendieron como "pan caliente". Recibió mucho dinero pero su situación no cambió - seguía tan pobre como siempre.

En ese momento se dió cuenta que seguiría siendo pobre mientras el dios de la pobreza viviese en su casa, así que decidió librarse de él.

Para ello llamó al dios y le dijo: "Con la venta de las sandalias he recibido mucho dinero y por eso te vamos a hacer una comida".

Esa noche la pasaron muy bien, comieron y bebieron mucho. El dios de la pobreza al ver todo eso dijo: "Como ustedes ya tienen mucho dinero yo no puedo seguir aquí en esta casa, así que esta noche me iré."

Esa noche el dios salió de la casa y los esposos se pusieron muy contentos.

Antes de dormir, el padre decidió ir al baño, y en esoc "¿Aún estás aquí?."

El dios de la pobreza dijo: "Me fui a otra casa pero, en ésta me siento muy bien por eso decidí regresar."

Los esposos se miraron y pensaron - ¡Qué vamos a hacer! ¡Tendremos que vivir siempre con este dios!.

Este se la pasaba todo el día haciendo sandalias y para que continue, los esposos decidieron sembrar arroz, pues del arroz se obtenía la paja con la que las elaboraba.

Pasado un tiempo, los esposos se dieron cuenta que al menos no les faltaba arroz para comer.

Al final, nunca pudieron llegar a ser ricos, pero, vivieron felices para siempre.

¡Y colorín colorado
este cuento se ha acabado!.

BRUJA PIRUJA

CUENTAME UN CUENTO Y VERAS QUE CONTENT@, ME VOY A LA CAMA Y TENGO LINDOS SUEÑOS ... :
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BRUJA PIRUJA


Era una bruja piruja, biruja, maruja, de cabello rojo enrulado que los días de humedad se volvían traviesos y le caían en rulos sobre su frente, sus ojos eran negros y saltones, su nariz grande, aunque no tenía ni un lunar o verruga y su piel blanca como la leche a pesar que siempre vestía de negro.

Todas las noches preparaba en su caldero pociones con patas de ciempiés, ojos de caracol y cola de babosa.

La gente del pueblo venía a pedirle que les cure un cayo del dedo gordo del pie o una verruga de la panza o una uña encarnada y ella siempre dispuesta les regalaba sus pociones.

A veces todo salía bien, pero otras ¡se metía en cada lío!

Un día la visitó Doña Eduviges, que era la chismosa del pueblo, para pedirle que cure a su loro que se había quedado mudo y por más que ella le hablara, el loro no decía ni una palabra.

Nuestra bruja piruja, biruja, maruja, decidió ayudarla y preparó esa noche una sopa con lengua de mosquito y patas de gusano. El loro tomó la sopa...pero no habló.

Doña Eduviges muy furiosa visitó nuevamente a la bruja chiruja, miruja, para decirle que su loro seguía mudo. Fue entonces cuando la bruja firuja, fruja, decidió usar todo su poder y realizó un hechizo a la luz de la luna, lástima que esa noche hubo muchas nubes, para que el loro de doña Eduviges hable.

No sabemos si fue eso o que fue, pero el lorito comenzó a hablar, pero no para pedir la comidita sino para contar los chismes que decía Doña Eduviges y aunque ésta trato por todos los medios de callarlo, el loro hablaba y hablaba sin parar.

Así fue como la bruja piruja, maruja, liruja, biruja, chiruja,...decidió dejar de hacer hechizos y dedicarse al cultivo de rabanitos que siempre le habían gustado en la ensalada.
Y colorin, colorado, este cuento ha acabado....