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jueves, 16 de abril de 2009

PETER PAN HA VUELTO ADOLFO PEREZ AGUSTI

PETER PAN HA VUELTO
Adolfo Pérez Agustí



CAPÍTULO UNO


EL COMIENZO DE UN DIA INCREÍBLE


Hace ya muchos años, tantos que la mayoría de nosotros pensamos que nunca ocurrió, llegó hasta una educada familia londinense un niño que poseía el maravilloso don de no tener que crecer nunca. Ese pequeño, a quien alguien puso el nombre de Peter, se convirtió en poco tiempo en el símbolo de todos los soñadores, de aquellos que nunca quieren perder la magia que tiene ser niño. Poco a poco su presencia invadió todos los hogares en donde había niños, les hizo soñar, y les recordó que la infancia es la época más maravillosa de nuestra existencia, especialmente si pueden realizar algún viaje al País de Nunca Jamás, esa estrella que es la segunda a la derecha.

Y aquel día quizá hubiese sido como todos los demás para Miguel si no hubieran coincidido dos circunstancias: una, sus padres habían salido al cine por primera vez en diez años dejándole sólo en casa; y dos, al ser un fin de semana nuestro amiguito no tenía ninguna prisa en acostarse temprano. Las serias advertencias sobre, "no abras la puerta a nadie", "cómete toda la cena", "recoge los platos" y "acuéstate temprano", fueron pronto olvidadas en favor de su ilusión por estar a solas con sus maravillosos personajes

Aprovechó desde los primeros minutos su tiempo libre, el primero desde que nació, y se puso a repasar su enorme colección de cromos y cómics, entre los que se encontraban todos los que se habían editado en los tres últimos años y muchos más que su padre le había regalado. Allí se podían ver revueltos a Bola de Dragón junto al Guerrero del Antifaz, a El Hombre Enmascarado con Las Tortugas Ninja, a Superman con los cuentos de Walt Disney, y hasta a unas reliquias de El Príncipe Valiente compartiendo carpeta con los Powers Rangers y Pokémon. Todos constituían para Miguel su más preciado tesoro, su mundo particular que no cambiaba por nada ni nadie.

Tal era de intensa su imaginación que se podía pasar horas enteras viviendo aventuras increíbles, peleando contra guerreros interestelares portando la espada de Luke Skywalker o pegando impresionantes patadas voladoras en busca del malvado mutante. Pero, no obstante, de entre todos estos personajes había uno que era su héroe preferido: Peter Pan.

Su padre también había sido un fan entusiasta de las aventuras de Peter Pan y él le introdujo en el mundo de este pequeño personaje que no quería crecer Ahora ya sabía que Peter se había refugiado en el País de Nunca Jamás para no ser nunca adulto y poder así vivir eternamente su vida infantil, plagada de aventuras y compañeros maravillosos. Miguel, en su imaginación, había viajado también numerosas veces a Nunca Jamás, esa estrella tan brillante que las personas de poca imaginación confundían siempre con la Estrella Polar. Pero él sabía que allí estaba el mundo de ilusión que se describía en el cuento y que para llegar solamente necesitaba soñar intensamente, puesto que todos los sueños se convierten en realidad si los deseas con el corazón.

Cada noche, al menos desde que recordaba, esa intensa luz le iluminaba sus sueños y le permitía aceptar de buen grado toda la rutina de su vida cotidiana. Poco amante de compartir las travesuras de sus compañeros de colegio, y deseoso de viajar en su mente por mundos más apasionantes, se refugiaba cada tarde en su cuarto y allí era inmensamente feliz, con su mundo creado especialmente por él y para él

Sin embargo, esa noche iba a ser diferente.


CAPÍTULO DOS


EL ENCUENTRO


Miguel estaba recordando, una vez más, la visita que Peter Pan había hecho a la familia Darling y sentía cierta envidia hacia ellos porque Wendy y sus hermanos habían conseguido ir a Nunca Jamás, aunque solamente hubiera sido por una noche. Le habían dicho muchas veces que en la vida todo se consigue si verdaderamente uno lo desea con el corazón y no acababa de comprender porqué él tenía que crecer y no podía ser uno más de la pandilla de Los Niños Perdidos, para así luchar contra los piratas del capitán Garfio.

De improviso, alguien se sentó a los pies de su cama. Atemorizado por lo repentino de esa aparición, Miguel se escondió entre las sábanas.

-¿Es así cómo te alegras de verme?. Esperaba un recibimiento más alegre.

La voz del intruso tenía algo especial. Era infantil y sonaba suavemente. Algo le decía en su interior que no debía tener miedo y que esa voz tan melodiosa ya la había oído muchas veces, al menos en su imaginación. Por eso, sacó la cabeza lentamente por debajo de las sábanas y casi se desmaya cuando vio a quién tenía delante de él. Iluminado ahora por la luz de la Luna, el misterioso personaje se le hizo tremendamente familiar.

-¡Peter Pan! ,gritó Miguel.

-¡Pues claro! ¿A quién esperabas ver a estas horas de la noche?. Hay poca gente que sea capaz de entrar volando por una ventana...

Como demostración, realizó un corto vuelo hasta la farola de la esquina de su calle, entrando de nuevo en la habitación y posándose suavemente en la cama.

-Pero, esto no es posible. Mi padre me dice que solamente vives en la imaginación de los niños como yo -replicó sin atreverse aún a acercarse al intruso-.

-Eso es porque tu padre ya no es un niño y yo solamente puedo aparecerme a los niños. Cuando la gente crece dejo de existir en su imaginación y nunca más me pueden ver.

(Ahora, ya más tranquilo) -¿Vienes a quedarte conmigo?.

(Peter sigue hablando, mientras revuelve todos los cajones de la habitación) -Vengo a pedirte tu ayuda, ya que algo grave está ocurriendo en Nunca Jamás.

(Convencido) -Ya lo sé: has perdido de nuevo tu sombra.

(Riendo) -No, no; mi sombra está bien cosida a mis pies -le replica mostrándola-.

Miguel intenta pisar la sombra de Peter, comenzando entre los dos un divertido juego, uno tratando de pisarla y otro escondiéndose y volando para impedirlo. Pronto la fogosidad de Miguel se agotó y nuevamente tumbado en su cama, miró al techo mientras comentaba:

-Cuando se lo cuente a mis amigos del colegio no se lo van a creer. Nada menos que Peter Pan en mi casa...

Peter se acercó hasta él y poniendo su nariz casi pegada a la de Miguel le dijo, ahora un poco más serio:

-Pues ahí está el problema. Durante muchos años los niños de todo el mundo me tenían como su amigo más querido y soñaban conmigo frecuentemente. Fui interpretado en todos los teatros del mundo y hasta en las funciones de los colegios (simula ser un actor de teatro), aunque algunas veces con poca fortuna, la verdad. Después vino esa película de dibujos animados que me hizo más famoso aún y así muchos niños vinieron conmigo todas las noches al País de Nunca Jamás. Yo les sacaba de sus sueños por la noche y los devolvía al amanecer sin que sus padres se enterasen.

-¿Cómo hiciste con Wendy, verdad?.

-Sí y así conseguí tener muchísimos amigos con los cuales viví aventuras maravillosas.

Peter se acercó a la ventana y miró nostálgico la segunda estrella a la derecha. Cuando el silencio invadió la habitación cada niño se dedicó a pensar en sus propias fantasías, aunque, de nuevo, es Miguel quien retornó bruscamente a la realidad.

-¿Y qué ha sido del Capitán Garfio?.

-Sigue allí peleando con el cocodrilo y tratando de hacer un buen marino del Sr. Smee. De vez en cuando intenta cortarme la cabeza con su oxidada espada, pero acaba agotado enseguida. Ya no es tan joven como antes.

-Pero si todo sigue igual, ¿cuál es ese problema tan grave que tienes?

-Pues que los niños ya no creen en mí y piensan que soy solamente un producto de la imaginación de un escritor. Es más, la mayoría de vosotros ni siquiera habéis oído hablar nunca de mí. Ahora ya nadie cuenta cuentos.

-Pero yo sí creo en ti...

-Un niño solo no basta. Mi razón de ser sois vosotros, los niños. Vuestra ilusión de viajar al País de Nunca Jamás me mantiene vivo en vuestras mentes, pero si nadie cree en mí dejaré de existir. Me aburriré pronto en mi estrella, dejaré de pelear con Garfio, los Niños Perdidos se pondrán gordos de no hacer ejercicio y al final tendré que volver a La Tierra para crecer.

- ¡Pero eso sería horrible!

-Bueno, no tanto. Todos los niños crecéis algún día.

-Pero eso sería como matarte. No lo puedo permitir.

-Pues la única solución es que me ayudes a que los niños vuelvan a creer en mí, así todas las noches me podré llevar algún niño al País de Nunca Jamás y vivir juntos grandes aventuras.

-Bueno, pues eso es fácil. El lunes te vienes conmigo al colegio y allí todos mis compañeros te reconocerán enseguida y volverán a soñar contigo todas las noches. También puedes esperar a que lleguen mis padres y te ayuden.

-No pidas ayuda a tus padres. Mi existencia se debe solamente a la imaginación de los niños. Los adultos no admiten que pueda existir.

-Mientras esperamos que se haga de día ¿podemos volar como hiciste con Wendy y sus hermanos?.

-Bueno, eso es fácil. Siempre llevo conmigo un poco de polvo de hada para los humanos. Ya sabes como se hace el resto.

-Sí, sí. Debo pensar en algo bello y hermoso, algo encantador como las vacaciones, la Navidad o las caricias de mamá. ¡ Venga, venga! No perdamos tiempo.

-¡A volaar!



CAPÍTULO TRES


LLEGADA A NUNCA JAMÁS


Y así, como tantas veces le habían contado, Miguel salió por la ventana al lado de Peter Pan, surcando los cielos de su ciudad. Allí, a lo lejos, estaba la estrella más maravillosa de todas; justo la segunda a la derecha.

-¿Vamos a ir ahora a Nunca Jamás?.

-No sé, tenemos poco tiempo. Está algo lejos y llegaríamos al amanecer. Nuestra misión es muy importante y la debemos resolver en solamente un día. Si paso más de un día seguido en La Tierra empezaré a crecer y no podré volver a Nunca Jamás.

-¿Solamente tenemos un día para convencer a los niños que existes? Eso es muy difícil.

-Pues si no lo conseguimos, pasado mañana todo se habrá acabado. Ya no podré volar nunca más y quizá pronto sea un niño gordo y bravucón que suspende todas las asignaturas.

-Pero es que mañana es domingo y no hay colegio. Podíamos aprovechar entonces y que hoy me llevases a jugar contigo a Nunca jamás.

-No sé. Si tenemos algún problema allí quizá no regresemos a tiempo. Pero bueno, ya que me vas a ayudar será mejor que conozcas de verdad aquello que se van a perder los niños del mundo si dejan de creer en mí.

Cual si de dos pájaros se tratase, nuestros dos amigos surcaron velozmente los cielos de su ciudad, muy por encima de las nubes, rumbo a la segunda estrella de la derecha; la más brillante de todas.

Y así, mientras iban cantando las canciones que tantas veces habían sonado en las voces de las mamás, fueron pasando las horas y con ellas llegó el amanecer, justo cuando aterrizaron sin problemas en un frondoso bosque.

-¿Vamos a ver a los Niños Perdidos?.

-No. Creo que es mejor que conozcas algunos lugares mucho más interesantes y que aún no he mostrado a ningún niño. Iremos al Bosque de las Brujas.

-¿Son malas?

-Pues como todas las brujas. Les gusta comer a los niños o convertirles en animales asquerosos. Una vez, a uno de los niños perdidos le convirtieron en un sapo verde y le tuvieron así dos semanas.

-¿Y a ti nunca te hicieron nada?.

-Es que no me dejo engañar por ellas. Como escucho tantos cuentos cada vez que voy a La Tierra, conozco todos sus trucos y disfraces. Hay una manera segura de saber si estás hablando con una bruja o no y es dándola un beso. No lo pueden soportar y se ponen a dar gritos enseguida. Ven, te llevaré a verlas, aunque procura que no te oigan.



CAPÍTULO CUATRO


LAS BRUJAS DEL BOSQUE


Adentrándose cada vez más en la espesura de un bosque sumamente oscuro, Peter Pan y Miguel llegaron a un pequeño claro en el cual había una hoguera y numerosas y horrendas brujas bailando alrededor. A partir de entonces nuestros amigos tenían que hablar muy bajito para no ser oídos.

-¿Para qué bailan alrededor de la hoguera?.

-Eso les da fuerza y así con sus cantos logran, además, atraer a inocentes animales. Las ardillas y los búhos son sus presas preferidas, además de los niños. ¡Mira!. Ya han cogido a una ardilla.

-Pobrecita. ¿Y qué van a hacer con ella?.

-Comérsela, aunque a veces cuando no tienen hambre se la dan a comer a las culebras. Esa infeliz ardilla acabará en la boca de la más fea de todas.

-¡No la dejare!.

El grito desesperado de Miguel fue tan grande que las brujas dejaron de bailar inmediatamente, mientras miraban alrededor.

-Aquí hay un niño escondido -dijeron-. Vamos a buscarle y tendremos una cena especial esta noche.

Con gran rapidez cogieron sus escobas y surcaron los alrededores. Sus amigos los murciélagos las ayudaron en la búsqueda y enseguida rodearon a Peter Pan y a Miguel.

-Vaya, vaya -dijo la que parecía ser la jefa- ya tenemos aquí de nuevo a ese guapito niño volador. ¿Y que nos trae con él?. Un precioso y bien alimentado niño que nos servirá de postre esta noche. ¡Cogerles!.

La rapidez de las brujas fue tal que Miguel apenas consiguió dar unos pasos antes de caer en sus garras. Sin embargo, Peter Pan emprendió el vuelo y consiguió evitar ser cogido. Realizando acrobacias en el aire y utilizando ramas de los árboles, se libró de todas las brujas que querían alcanzarle, al mismo tiempo que se burlaba de ellas.

-Sois más feas que una cucaracha aplastada, las decía para provocarlas. Y ahora soltar a mi amigo si no queréis que me enfade.

Pero su amigo había sido puesto ya a buen recaudo por las otras brujas y permanecía encerrado y amordazado en una oscura y camuflada cueva. Por más que Peter le buscó, no encontró rastro ni de él ni de las brujas. La noche cerrada le impedía ver nada.

Los árboles de los alrededores se empezaron a mover amenazantes y su afiladas ramas arañaban las piernas de Peter. Al mismo tiempo, bandadas de murciélagos le intentaban morder y una espesa niebla le impedía ver por dónde debía ir. Por fortuna, una débil luz oculta entre las ramas de un árbol le sirvió de guía y velozmente se fue hacia ella. Seguramente sería un hada oculta. Cuando llegó al árbol, efectivamente vio a una hermosa hada que le llamaba.

-Ven, Peter. Escóndete aquí.

Velozmente, se introdujo Peter Pan en el árbol, mientras el hada le abrazaba fuertemente Pero tan fuertemente lo hacía que le empezó a hacer daño.

-¡Estate quieta, no aprietes tanto!.

-Es que me gustas mucho. Déjame que te abrace con más fuerza.

El abrazo amoroso fue haciéndose cada vez más intenso, hasta el punto en que Peter apenas podía respirar. En ese instante miró la boca de la hermosa hada y pudo ver dentro de ella al mismísimo infierno.

- ¡Eres una bruja! gritó aterrorizado, mientras intentaba librarse de ella.

Forcejeando ambos, ella para comerle y él para librase del abrazo mortal, recordó que a las brujas no les gustaba ser besadas y venciendo su miedo la dio un enorme beso en la mejilla. Al recibirlo, la bruja dio un espantoso grito, mientras perdía al mismo tiempo su condición de bella mujer, transformándose de nuevo en una fea, vieja y verrugosa bruja. Eso le permitió a Peter librarse del abrazo y haciéndola cosquillas en todo el cuerpo logró que se fuera volando con su escoba, chocando con todos los árboles del bosque.

-¡Uf!. De la que me he librado. Ahora debo ir rápidamente a buscar a Miguel, antes que se lo coman de postre.

Mientras esto ocurría, Miguel estaba viviendo el momento más angustioso de su vida. Tres pequeñas y feas brujas se empeñaban en quedarse con él, mientras la madre les decía que no lo estropeasen mucho porque sería la cena de esa noche.

-¡El niño es mío! -decían las pequeñas arpías, mientras tiraban con fuerza de sus brazos y piernas­

-Basta ya de jugar con el humano, niñas. Ya sé lo que podéis a hacer. Vais a practicar con él las artes de la brujería.

-¿Qué debemos hacer?.

-Escuchar: para ser unas buenas brujas tenéis que saber dos cosas muy importantes: una, volar con la escoba sin caeros; y otra, convertir a los humanos en cualquier bicho que queráis. Así que empezar una por una a convertir en algún horrible animal a este niño. La que mejor lo haga le daré de postre su cabeza.

La cabeza de Miguel fue lo que más tembló al oír estas palabras y gritando con fuerza llamó a Peter Pan pidiendo auxilio

Al oírle, la mamá bruja le señaló con sus afilados dedos mientras decía: "Para aquí, para allá, sin habla te quedarás".

Como si le hubiesen puesto un fuerte pañuelo en la boca, la voz de Miguel enmudeció inmediatamente y por más esfuerzos que hacía para aclararse la voz y gritar, apenas salía de sus labios un débil ¡ay! pero tan débil que nadie, ni siquiera él, lo podía escuchar.

-Bueno, niñas, empezar ya con los sortilegios.

Una de las niñas señaló al aterrorizado Miguel con sus dedos, al mismo tiempo que decía:

-"Para aquí, para allá, en un cordero te convertirás".

Dando una espectacular voltereta en el aire, el pobrecito Miguel vio asombrado cómo sus dos piernas se transformaban en dos patas, pero no de cordero precisamente, sino de avestruz. Era obvio que la pequeña bruja se había equivocado.

-¡Pero mira que eres tonta, niña! -gritó la madre- ni siquiera eres capaz de hacer bien un pequeño sortilegio. Inténtalo tú ahora.

Deshecho el encantamiento por la experta madre y de nuevo Miguel con su figura humana, intentó echar a correr hacia la puerta, mientras la segunda niña decía:

- "Para aquí, para allá, en sapo te convertirás".

Como si hubiera encontrado un muro invisible, Miguel vio detenida en seco su veloz carrera, mientras notaba que se empezaba a elevar del suelo. Dos grandes alas le habían salido en la espalda, mientras la nariz se le afilaba poco a poco.

-¡Un águila!. Eres más tonta todavía que tu hermana. Como sigáis así no os dejaré jugar nunca más con ningún humano. Tenéis que concentraros cuando hacéis el sortilegio y pensar en algo horrible, como por ejemplo en lavaros la cara con jabón o en cambiaros de ropa de vez en cuando.

-Pero mamá, es que pensar en lavarnos es algo horroroso...

-Pues la que no sea capaz de hacer un buen sortilegio que deje de jugar con el niño.

Mientras hablaban, Miguel había intentado volar hasta la ventana y escapar por allí, pero un rayo lanzado por la bruja madre le interrumpió su huida, al mismo tiempo que le advertía:

-Si vuelves a intentar escapar seré yo la que te haga el encantamiento y entonces te convertiré en un moco verde y te meteré para toda la vida en mi nariz. ¡A ver!. ¿A quién le toca ahora intentar el encantamiento?.

-¡A mí! -dijo la última niña- Y esta vez estoy segura de no equivocarme. Pero no os voy a decir en que animal le voy a convertir, aunque seguro que os gustará.

Con gran sigilo se acercó a Miguel y mientras le señalaba con sus dedos le dijo:

-Esta vez no fallaré, pequeño humano. Me concentraré bien, pensaré en algo tan asqueroso como es un día de sol en la playa y diré: "Por aquí, por allí, en elefante te convertí".

Pues algo debió resultar bien esta vez, ya que un enorme elefante, de más de cinco metros de altura, suplantó al pequeño Miguel.

-¡Hurra, lo conseguí! -gritó la pequeña bruja-

Apenas hubo terminado de pronunciar estas palabras y una de las patas del elefante la espachurró contra el suelo. Sus asombradas hermanas aún no habían salido de su asombro, cuando el tremendo culo del elefante se sentó encima de ellas, convirtiéndolas en poco más que una hamburguesa. La cólera de la madre fue ganando en intensidad a medida en que estas cosas ocurrían y rugiendo con voz estruendosa le gritó a Miguel, o sea, al elefante:

-Niño asqueroso, me has matado a mis tres hermosas niñas. Te voy hacer tantos sortilegios juntos que lamentarás haber nacido. "Por aquí, por allí, en niño te convertí".

El enorme elefante desapareció instantáneamente y un aterrorizado Miguel se escondió debajo de la mesa. La mamá bruja se acercó a él roja de ira, mientras parecía mayor que nunca. Extendiendo sus manos hacia el niño y mientras la cueva entera era sacudida por un terremoto, la bruja gritó:

-¡Fuerzas del Averno, demonios de todo el mundo, Satanás y Belcebú, culebras, sapos y serpientes, dadme todo el poder que podáis para transformar a este niño en el ser más repulsivo de todos los tiempos!.

La mano de la bruja empezó a crecer, se iluminó totalmente, mientras un rayo partía hacia el pobrecito niño. De repente y sin que nadie lo notase, la veloz figura de Peter Pan entró en la cueva y cogiendo al niño entre sus brazos lo sacó volando de allí, mientras el terrible rayo de la bruja se estrellaba contra la pared de la cueva. Tan grande era su poder que se escuchó una fuerte explosión y la cueva entera explotó, mientras nuestros dos amigos emprendían el vuelo hacia un lugar más seguro.

-¡Uf!. Por poco no lo cuentas -dijo Peter Pan-.

-Creo que ahora necesito algo de descanso –asistió suspirando el niño-

-Tengo una idea. Te llevaré al País de las Hadas. Allí fue donde conocí a Campanilla y siempre que necesito un poco de descanso acudo a ellas. Al igual que las sirenas, son guapísimas y saben muchos juegos. ¡Ven!, sígueme.



CAPÍTULO CINCO


LAS HADAS DEL BOSQUE


Y de nuevo Miguel surcó los aires velozmente, aunque ahora procuraba no perder de vista a Peter, ya que la luz del amanecer era aún muy tenue y temía perderse. Y así, las tenebrosas tinieblas de la morada de las brujas dio paso a los colores más extraordinarios y hasta los árboles parecían más verdes y grandes.

Descendiendo ambos en dirección a una zona donde la luz brillaba con más esplendor, llegaron a un pequeño claro en el bosque en el que las flores más hermosas les rodeaban.

-Parece como si quisieran hablarme. Hasta creo que me acarician al pasar –comentó entusiasmado Miguel-

-Es que estás en el País de las Hadas y aquí todo es posible. Solamente debes pedir un deseo a cualquiera de las hadas y se hará realidad. Así de sencillo.

-¿Y dónde están ahora?.

La pregunta sorprendió también a Peter, el cual miró a su alrededor extrañado.

-Es cierto. Normalmente a estas horas estarían revoloteando entre los árboles y jugando. Seguro que se han escondido para gastarnos alguna broma.

Pero los minutos pasaban y el silencio era total. Allí nada parecía denotar la presencia de tan alegres seres. La soledad del lugar comenzaba a ser sobrecogedora y Peter y Miguel asustados se fueron escondiendo poco a poco entre los árboles.

-Algo malo las tiene que haber ocurrido, quizá una enfermedad grave. Vamos a la casa de la reina.

No tuvo tiempo de empezar a volar, cuando una voz infantil la sobresaltó.

-¡Cuidado, Peter!, casi me pisas.

Detrás de él, justo a la altura de su zapato, una diminuta hada le sujetaba el pie que casi estaba a punto de aplastarla.

-¿Pero que haces aquí?. ¿Por qué te escondes?.

-¡Ay, Peter¡ por que tenemos miedo de que vuelva y nos coma a todas.

-¿Quién os va a comer?.

-El cocodrilo que comió la mano de Garfio. Ya no tiene apenas comida en su guarida y espera que estemos desprevenidas para caer sobre nosotras y comernos. Ha sido horrible. Llevamos ya siete días escondidas, sin que apenas podamos salir a comer y muchas de nosotras han muerto ya en su enorme boca.

-Pero vosotras podéis volar...

-Es inútil. Aprovecha que estamos comiendo el polen de las flores, cuando no le podemos ver, y nos atrapa. La reina fue pisada por una de sus patas y está muy enferma. Necesitaríamos algunas raíces que tenemos dentro del árbol que nos sirve de despensa, pero es allí donde ha montado guardia el cocodrilo.

-¿Y vuestros poderes?. ¿Por qué no le convertís en una mariposa inofensiva?.

-Pero es que nuestros poderes solamente surten efecto en las personas que creen en las hadas, como los humanos.

-No te preocupes, yo os ayudaré.

Elevándose por encima de la copa de los árboles, Peter se fue hacia el árbol mayor de todos, donde estaba escondido el hambriento cocodrilo. Llegó por detrás y una vez en el suelo fue sigilosamente hacia la puerta. Allí no parecía haber ningún cocodrilo y el silencio más absoluto dominaba el ambiente.

Entró dentro del árbol, bajó las escaleras que conducían a los dormitorios y después de mirar por todos los rincones llegó a la conclusión de que el cocodrilo ya no estaba. Contento con ello, salió de nuevo y gritando dijo:

-¡Venir, el cocodrilo ya...!.

No pudo acabar la frase ya que una enorme boca se lo tragó entero. El cocodrilo le había estado acechando desde que llegó y ahora Peter se encontraba dentro de su oscura y enorme barriga. Antes de que tuviera tiempo de reaccionar, el animal emprendió veloz el camino hasta el mar y se sumergió en las oscuras aguas hasta que llegó a su guarida, una húmeda y sucia cueva llena de huesos de todo tipo.

Allí y satisfecho con la comida tan sabrosa que acababa de ingerir, se sumió en una plácida siesta dispuesto a hacer la digestión, no sin antes rascarse con deleite la barriga y relamerse de gusto.

Peter, entre tanto, seguía buscando la manera más rápida de salir de esa trampa mortal, pero todos sus intentos de escapar a través de los afilados dientes eran inútiles. El cocodrilo cerraba con más fuerza sus mandíbulas y en uno de sus intentos de huida hasta perdió parte de su traje y sufrió un corte en un pie.

-Este animal me ha confundido con un estofado de cordero y si no salgo pronto de aquí moriré ahogado en este pestilente líquido.

Una idea le vino rápidamente a su mente y revolviendo entre sus ropas encontró su saquito de polvo de hada. Puso un poco en su mano y soplando con fuerza consiguió que saliera a través de la nariz del cocodrilo. Y cual si fuera polvo de rapé, las cosquillas y el picor que sintió el animal fueron tan intensas que estornudó estrepitosamente y con el moco salió al exterior un sucio y mojado Peter Pan.

Furioso el cocodrilo porque su presa se le escapaba, corrió rápido a engullirle de nuevo, pero ahora Peter ya estaba preparado y saltó a un lado, justo cuando las mandíbulas del cocodrilo se cerraban con fuerza. Tal fue el impacto en su boca, que todos los dientes se le rompieron y se esparcieron por el suelo. Ahora, el temible cocodrilo era poco más que un enorme lagarto sin capacidad de hacer daño.

Y así, mientras Peter Pan se reía sin parar por el aspecto tan lastimoso que ofrecía el cocodrilo, el animal se marchó de nuevo, sumergiéndose en las aguas y perdiéndose en la lejanía.

Regresó Peter al País de las Hadas y allí fue besuqueado mil veces por sus diminutas habitantes, mientras Miguel le decía que ya era hora de regresar a La Tierra. Las horas pasaban sin cesar y los primeros rayos del sol le indicaban que no podían perder tiempo con fiestas.



CAPÍTULO SEIS


EL RETORNO


De nuevo, pues, surcaron los cielos y llegaron a casa de Miguel justo cuando su madre entraba en la habitación para despertarle.

-¿Ya estás levantado?. Bueno, baja a desayunar que se nos hace tarde.

Esta vez el desayuno desapareció con bastante más rapidez en la boca de Miguel que lo habitual y pronto estaban ya de camino al colegio, siendo seguidos a corta distancia por Peter Pan. Se despidieron madre e hijo y al poco tiempo se encontraban ya ambos niños en la clase, sentados en el mismo pupitre. La idea de ambos era presentarle como un amigo que había venido desde fuera a pasar unos días a su ciudad.

Aunque algunos compañeros de Miguel miraban a Peter con interés, ninguno le reconoció ni se extrañó de su vestimenta, salvo uno que le confundió con Robin Hood. Esto molestó sobremanera a Peter, el cual se levantó para marcharse de allí si no hubiera llegado la profesora en ese mismo momento.

-¿Tú eres nuevo aquí, verdad?.

-Sí, señorita -dijo Miguel- es mi amigo Peter Pan.

-Estupendo, no alborotéis mucho.

Estaba claro que la profesora no había oído hablar nunca de Peter Pan, lo que provocó nuevas iras en el muchacho, el cual interrumpió la clase sin cesar haciendo toda clase de preguntas, algunas tan increíbles que motivaron la risa de todos sus compañeros. Aún así, nadie parecía reconocerle y pronto el alboroto fue tal que Peter fue expulsado de la clase y tuvo que salir al pasillo

Llegó el recreo y como su popularidad iba en aumento, muchos niños llegaron hasta él y le hicieron mil preguntas, pidiéndole que si en verdad era ese personaje llamado Peter Pan, poseedor del don de volar, hiciera una demostración ante ellos.

Para desgracia de Peter, ni siquiera el polvo de hada le sirvió de nada y todos los intentos que hizo para volar fueron inútiles, acabando una y otra vez en el suelo. La causa era bien sencilla: si nadie creía en él sus poderes tampoco existían. Magullado por las caídas y sumamente triste, Peter se incorporó a la clase de nuevo, ahora en absoluto silencio esperando pacientemente a que finalizara.

Después, ambos amigos se fueron a casa de Miguel y allí las cosas no mejoraron. La madre dijo que ese niño debía regresar a casa de sus padres porque le estarían esperando y a pesar de las protestas de Miguel, Peter se encontró enseguida en la calle, solo, sentado en la acera sin saber qué hacer. Si volvía a Nunca Jamás el final de su bello sueño llegaría pronto y si se quedaba aquí sin conseguir su propósito de ser popular, ni siquiera tenía casa donde vivir.

En ese momento pasó por su lado un coche de policía, cuyos agentes se quedaron extrañados de ver a un niño solo, llorando y vistiendo tan extrañas ropas. Se bajaron del coche y le preguntaron si le pasaba algo. Una luz brilló en la cara de Peter, el cual se dio cuenta que esa era su gran oportunidad. Les explicó quién era y lo que pretendía, pero por toda respuesta le metieron en el coche patrulla y le llevaron a la comisaría. Allí le hicieron mil preguntas sobre cuál era su verdadero nombre, quiénes eran sus padres, donde vivía, pero ante las respuestas tan extraordinarias que oían optaron por indagar por otros medios.



CAPÍTULO SIETE


LA TELEVISIÓN


Y allí estaba de nuevo Peter Pan, meditabundo, desalentado y sin saber qué hacer, cuando un periodista se fijó en él y enseguida puso un interés especial en saber cuál era la verdadera historia de ese niño que tenía respuestas increíbles para todo lo que le preguntaban. Peter le contó toda su historia y la necesidad imperiosa que tenía para que la gente creyera de nuevo en él. Si no lo lograba debería abandonar Nunca Jamás, volver a la Tierra y crecer como un niño más, desapareciendo así el país de Nunca Jamás con todos sus habitantes.

Algo debió ver en él este periodista, ya que habló con la policía y les convenció de que la mejor manera de saber todo sobre el niño era llevarle ante las cámaras de la televisión para que alguien le pudiera reconocer.

Rápidamente Peter fue presentado en un programa para niños marginales, con problemas, con un éxito tal que pronto tuvo a todo el país interesado en ese peculiar y maravilloso niño.

El locutor, una vez que le presentó, continuó así su entrevista:

-¿En verdad te llamas Peter Pan y vienes de un lugar llamado Nunca Jamás?.

-Sí y es el sitio más maravilloso del mundo, en donde los niños nunca crecen y solamente juegan, comen lo que quieren y no tienen que obedecer a los adultos.

-¿No vais al colegio?.

-Allí no hay colegio. ¿Para qué queremos estudiar?.

-Bueno, sino estudiáis ahora cuando seáis mayores no podréis trabajar en ningún sitio y pasaréis hambre.

-Es que en Nunca Jamás no se crece nunca y el único trabajo que hacemos en divertirnos.

-¿Y como conseguís comida todos los días?.

-Pues nos sentamos a la mesa y cada uno se imagina lo que quiere comer y enseguida aparece un enorme plato delante de él. Es muy divertido porque cada uno pone la comida del color que quiere y la adorna de muchas maneras. A mí, por ejemplo, me gusta mucho los pasteles de crema de color rojo y con mucha salsa de lagartija.

-¿Pero no os duele la tripa con esas comidas tan raras?.

-A veces, pero entonces las hadas nos curan contándonos cuentos y cantándonos bonitas canciones.

-¿Pero toda la vida la pasáis así?.

-Es estupenda, ¿verdad?.

-¿No te gusta cómo viven los niños aquí en la Tierra?.

-Me gusta cuando juegan con sus papás, cuando sus mamás les acarician o cuando van al campo. Pero también he visto muchos niños tristes que ni siquiera tienen bonitos sueños.

-¿Los sueños son importantes en los niños?.

-Son lo más importante. Cuando un niño sueña vive en el mundo que desea y es totalmente feliz en ese momento. Si sueña por la noche se levantará feliz por haber vivido alguna aventura maravillosa.

-Pero al despertarse todo sigue igual y quizá le cause aún más pena.

-Los mayores también buscáis olvidaros de vuestra aburrida vida continuamente. Veis películas que no son reales y durante ese tiempo os olvidáis del mundo de fuera pues habéis sido felices viviendo una aventura imaginaria. Otros se olvidan de sus problemas acudiendo al fútbol, al baile o paseando por el bosque. Si no lo hicierais así y os alejaseis durante algún tiempo de la vida real, estaríais siempre tristes.

-¿Crees que soñar es la mejor manera de ser feliz?.

-Los niños que vienen todas las noches al País de Nunca Jamás conmigo son muy felices y cuando regresan no saben si ha sido un sueño o realidad, pero han vivido unas horas totalmente llenas de alegría, sin dolor y preocupaciones.

-¿No crees que es mejor vivir la realidad, aunque no sea bonita?.

-Es que así la gente puede estar siempre triste. No hay nada de malo imaginarse de vez en cuando el mundo que nos gustaría vivir, la comida que nos agradaría comer o los amigos que quisiéramos tener. Eso hace que durante el tiempo que pasemos soñando o imaginando seamos felices. No hay razón para estar todo el día renegando de la vida tan aburrida que tenemos.

-Pero al no tener fantasías quizá luchemos más por mejorar nuestra vida aburrida.

-Es que los sueños no duran todo el día. Hay tiempo para todo, para trabajar, estudiar, comer y divertirse. La imaginación hace que las personas y especialmente los niños, logren en su interior vivir como realmente les gustaría y eso les hace mejores y más sanos. Un niño que sea un soñador será un niño sensible, tranquilo y con deseos de lograr que su mundo real se aproxime al soñado.

-¿Y tú puedes ayudar a todos los niños a crecer más felices?.

-Yo he sido durante muchos años el personaje más querido por los niños y miles de ellos han disfrutado mucho conmigo en Nunca Jamás por las noches. Sus sueños han sido maravillosos y a la mañana siguiente acudían contentos al colegio porque habían vivido esa noche una aventura increíble. Si yo y mi estrella desaparecemos, acabará para siempre el más bello sueño.



CAPÍTULO OCHO


EL REGRESO A NUNCA JAMÁS


Peter Pan siguió hablando y lo que parecía más increíble estaba sucediendo. Todo el mundo en el estudio empezó a recordar las fantasías de su niñez y que en ellas hubo en muchas ocasiones espacio para ese niño que no quería crecer. De todo el país se recibieron llamadas telefónicas de adultos enternecidos por ese bello cuento y muchos aseguraron que habían viajado en una ocasión a Nunca Jamás gracias a Peter Pan.

Aunque los recuerdos de la niñez estaban quizá lejos, la llegada de Peter a la televisión les sacudió en sus más antiguos pensamientos y pronto el estudio se llenó de lágrimas de adulto. Recordaron sus años infantiles, al Capitán Garfio, a Campanilla y a la feliz familia Darling que viajó con Peter Pan por los aires de Londres gracias al polvo de hada y a un bello pensamiento.

La gente salió a las librerías a comprar cuánto hubiera publicado sobre tan bella historia y aunque no creían que ese inteligente muchacho fuera realmente quien decía que era, la historia de Peter Pan volvió a la mente de todos, especialmente de los niños.

Y en ese momento, cuando el estudio de televisión era preso de un alboroto total, Peter Pan comenzó a volar de nuevo, gracias a que la gente volvía a creer en él. Ante la mirada atónita de todos, se elevó por los aires y sin darles tiempo a reaccionar salió por la ventana y emprendió veloz y feliz el regreso a Nunca jamás. Abajo, en la Tierra, miles de personas lloraban de alegría y se prometían que jamás dejarían de soñar.