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martes, 2 de julio de 2013

Aladino y la Lampara Maravillosa

Aladino y la Lampara Maravillosa





Erase una vez una viuda que vivía con su hijo, Aladino. Un día, un misterioso extranjero ofreció al muchacho una moneda de plata a cambio de un pequeño favor y como eran muy pobres aceptó.-¿Qué tengo que hacer? -preguntó.
-Sígueme - respondió el misterioso extranjero.
El extranjero y Aladino se alejaron de la aldea en dirección al bosque, donde este ultimo iba con frecuencia a jugar. Poco tiempo después se detuvieron delante de una estrecha entrada que conducía a una cueva que Aladino nunca antes había visto.
- ¡No recuerdo haber visto esta cueva! -exclamó el joven- ¿Siempre a estado ahí?
El extranjero sin responder a su pregunta, le dijo:
-Quiero que entres por esta abertura y me traigas mi vieja lampara de aceite. Lo haría yo mismo si la entrada no fuera demasiado estrecha para mí.
-De acuerdo- dijo Aladino-, iré a buscarla.
-Algo mas- agrego el extranjero-.
No toques nada mas, ¿me has entendido? Quiero únicamente que me traigas mi lampara de aceite.
El tono de voz con que el extranjero le dijo esto ultimo, alarmó a Aladino. Por un momento penso huir, pero cambio de idea al recordar la moneda de plata y toda la comida que su madre podía comprar con ella.
-No se preocupe, le traeré su lampara, - dijo Aladino mientras se deslizaba por la estrecha abertura.
Una vez en el interior, Aladino vio una vieja lampara de aceite que alumbraba débilmente la cueva. Cual no seria su sorpresa al descubrir un recinto cubierto de monedas de oro y piedras preciosas.
"Si el extranjero solo quiere su vieja lampara -pensó Aladino-, o esta loco o es un brujo. Mmm, ¡tengo la impresión de que no esta loco! ¡Entonces es un ... !"
-¡La lampara! ¡Tráemela inmediatamente!- grito el brujo impaciente.
-De acuerdo pero primero déjeme salir -repuso Aladino mientras comenzaba a deslizarse por la abertura.
¡No! ¡Primero dame la lampara! -exigió el brujo cerrándole el paso
-¡No! Grito Aladino.
-¡Peor para ti! Exclamo el brujo empujándolo nuevamente dentro de la cueva. Pero al hacerlo perdió el anillo que llevaba en el dedo el cual rodó hasta los pies de Aladino.
En ese momento se oyó un fuerte ruido. Era el brujo que hacia rodar una roca para bloquear la entrada de la cueva.
Una oscuridad profunda invadió el lugar, Aladino tuvo miedo. ¿Se quedaría atrapado allí para siempre? Sin pensarlo, recogió el anillo y se lo puso en el dedo. Mientras pensaba en la forma de escaparse, distraídamente le daba vueltas y vueltas.
De repente, la cueva se lleno de una intensa luz rosada y un genio sonriente apareció.
-Soy el genio del anillo. ¿Que deseas mi señor? Aladino aturdido ante la aparición, solo acertó a balbucear:
-Quiero regresar a casa.
Instantáneamente Aladino se encontró en su casa con la vieja lampara de aceite entre las manos.
Emocionado el joven narro a su madre lo sucedido y le entregó la lampara.
-Bueno no es una moneda de plata, pero voy a limpiarla y podremos usarla.
La esta frotando, cuando de improviso otro genio aun más grande que el primero apareció.
-Soy el genio de la lampara. ¿Que deseas? La madre de Aladino contemplando aquella extraña aparición sin atreverse a pronunciar una sola palabra.
Aladino sonriendo murmuró:
-¿Porque no una deliciosa comida acompañada de un gran postre?
Inmediatamente, aparecieron delante de ellos fuentes llenas de exquisitos manjares.
Aladino y su madre comieron muy bien ese día y a partir de entonces, todos los días durante muchos años.
Aladino creció y se convirtió en un joven apuesto, y su madre no tuvo necesidad de trabajar para otros. Se contentaban con muy poco y el genio se encargaba de suplir todas sus necesidades.
Un día cuando Aladino se dirigía al mercado, vio a la hija del Sultán que se paseaba en su litera. Una sola mirada le bastó para quedar locamente enamorado de ella. Inmediatamente corrió a su casa para contárselo a su madre:
-¡Madre, este es el día más feliz de mi vida! Acabo de ver a la mujer con la que quiero casarme.
-Iré a ver al Sultán y le pediré para ti la mano de su hija Halima dijo ella.
Como era costumbre llevar un presente al Sultán, pidieron al genio un cofre de hermosas joyas.
Aunque muy impresionado por el presente el Sultán preguntó:
-¿Cómo puedo saber si tu hijo es lo suficientemente rico como para velar por el bienestar de mi hija? Dile a Aladino que, para demostrar su riqueza debe enviarme cuarenta caballos de pura sangre cargados con cuarenta cofres llenos de piedras preciosas y cuarenta guerreros para escoltarlos.
La madre desconsolada, regreso a casa con el mensaje. -¿Dónde podemos encontrar todo lo que exige el Sultán? -preguntó a su hijo.
Tal vez el genio de la lampara pueda ayudarnos -contestó Aladino. Como de costumbre, el genio sonrió e inmediatamente obedeció las ordenes de Aladino.
Instantáneamente, aparecieron cuarenta briosos caballos cargados con cofres llenos de zafiros y esmeraldas. Esperando impacientes las ordenes de Aladino, cuarenta Jinetes ataviados con blancos turbantes y anchas cimitarras, montaban a caballo.
-¡Al palacio del Sultán!- ordenó Aladino.
El Sultán muy complacido con tan magnifico regalo, se dio cuenta de que el joven estaba determinado a obtener la mano de su hija. Poco tiempo después, Aladino y Halima se casaron y el joven hizo construir un hermoso palacio al lado de el del Sultán (con la ayuda del genio claro esta).
El Sultán se sentía orgulloso de su yerno y Halima estaba muy enamorada de su esposo que era atento y generoso.
Pero la felicidad de la pareja fue interrumpida el día en que el malvado brujo regreso a la ciudad disfrazado de mercader.
-¡Cambio lamparas viejas por nuevas! -pregonaba. Las mujeres cambiaban felices sus lamparas viejas.
-¡Aquí! -llamó Halima-. Tome la mía también entregándole la lampara del genio.
Aladino nunca había confiado a Halima el secreto de la lampara y ahora era demasiado tarde.
El brujo froto la lampara y dio una orden al genio. En una fracción de segundos, Halima y el palacio subieron muy alto por el aire y fueron llevados a la tierra lejana del brujo.
-¡Ahora serás mi mujer! -le dijo el brujo con una estruendosa carcajada. La pobre Halima, viéndose a la merced del brujo, lloraba amargamente.
Cuando Aladino regreso, vio que su palacio y todo lo que amaba habían desaparecido.
Entonces acordándose del anillo le dio tres vueltas. -Gran genio del anillo, ¿dime que sucedió con mi esposa y mi palacio? -preguntó.
-El brujo que te empujo al interior de la cueva hace algunos años regresó mi amo, y se llevó con él, tu palacio y esposa y la lampara -respondió el genio.
Tráemelos de regreso inmediatamente -pidió Aladino.
-Lo siento, amo, mi poder no es suficiente para traerlos. Pero puedo llevarte hasta donde se encuentran. Poco después, Aladino se encontraba entre los muros del palacio del brujo. Atravesó silenciosamente las habitaciones hasta encontrar a Halima. Al verla la estrechó entre sus brazos mientras ella trataba de explicarle todo lo que le había sucedido.
-¡Shhh! No digas una palabra hasta que encontremos una forma de escapar -susurró Aladino. Juntos trazaron un plan. Halima debía encontrar la manera de envenenar al brujo. El genio del anillo les proporciono el veneno.
Esa noche, Halima sirvió la cena y sirvió el veneno en una copa de vino que le ofreció al brujo.
Sin quitarle los ojos de encima, espero a que se tomara hasta la ultima gota. Casi inmediatamente este se desplomo inerte.
Aladino entró presuroso a la habitación, tomó la lampara que se encontraba en el bolsillo del brujo y la froto con fuerza.
-¡Cómo me alegro de verte, mi buen Amo! -dijo sonriendo-.
¿Podemos regresar ahora?
-¡Al instante!- respondió Aladino y el palacio se elevo por el aire y floto suavemente hasta el reino del Sultán.
El Sultán y la madre de Aladino estaban felices de ver de nuevo a sus hijos. Una gran fiesta fue organizada a la cual fueron invitados todos los súbditos del reino para festejar el regreso de la joven pareja.
Aladino y Halima vivieron felices y sus sonrisas aun se pueden ver cada vez que alguien brilla una vieja lampara de aceite.
FIN

Toy-A-Day, cada día un recortable nuevo

Toy-A-Day, cada día un recortable nuevo


En Toy-A-Day, a lo largo de 365 días, iran subiendo distintos recortables de los personajes de ficción más variopintos. Uno por día.

lunes, 1 de julio de 2013

Miles de recortables (Only-Paper)

Miles de recortables (Only-Paper)



En Only-Paper podrás encontrar “literalmente” miles de recortables (la gran mayoría comerciales) que poder imprimir y pegar este verano. Tienes avionestanques y carros blindadoslocomotorasbarcosvehículosarquitecturapersonajes de dibujos animados, videojuegos o películasnaves espacialesorigami/papiroflexia y casi cualquier cosa que puedas imaginarte con estos “juguetes de papel”. Su base de datos de noticias (lamentablemente en ruso) es casi inagotable.

EL ABISMO NEGRO

EL ABISMO NEGRO

   El pequeño robot alargó uno de sus múltiples brazos para pulsar uno de los interruptores del control de mandos. Aquella era una operación de rutina, repetida miles de veces a lo largo de los dieciocho meses que la nave exploradora del espacio profundo «Palomino» llevaba deambulando por los Iímites de la galaxia, en la misíón de encontrar indicios de vida en cualquiera de los millones de planetas desperdigados en el espacio.
   Aquella operación, sin embargo, puso en funcionamiento todo el complicadísimo sistema de alarma de robot. Aun sabiendo que no había posibilidad de poder equivocarse volvió a hacer la comprobación, antes de decidirse a llamar.
-Comandante Holland, tenga la bondad de acudir a la sala de control - dijo con su caracteristica voz de tono ligeramente metálico-. Hay algo que creo tendria que ver. Lo he puesto en el visor central.
   Fue Charles Pizer, el primer oficial, el primero en acudir a la llamada. Era un hombre joven, de cabello negro y ensortijado, y con un agradable aspecto. Pese a su juventud era un experto piloto curtido en las más peligrosas misiones, por cuya causa había sido seleccionado para formar parte de la tripulación de "Palomino"
   -¿Que ocurre, Vincent? -preguntó al pequeño robot con forma de barril, que estaba ajustando la pantalla holográfica-. ¿Algo serio?
-Algo interesante, fascinante más bien.
   Vincent se hizo a un lado, dejando que el primer oficial pudiera exarninar la pantalla.
   Lo que Pizer vio le hizo soltar una exclamación que pudo ser escuchada en toda nave, a través del sistema de intercomunicación.
   -¿Qué pasa, Charly? --preguntó la doctora Mac Crae, entrando en la sala a través del túnel gravitatorio 4ue cornunicaba con el plano inferior.
   Tras ella llegaron apresuradamente el comandante Holland, Alex Durant y Harry Booth, el único ocupante de la nave que no formaba parte de la tripulación.
   Los ojos de Alex Durant se clavaron en una de las pantallas laterales que mostraba estrellas y otros fenómenos estelares no, según su emisión, de luz visible, sino en una esquemâtica de ondas de gravedad. Una oscura mancha oval, rodeada de líneas cada vez más estrechamente agrupadas, giraba lentamente sobre sí misma. El científico adivinó inmediatamente de qué se trataba.
-¡Un abismo negro! - exclamó.
   -Sí, señor. Es el abismo negro más potente que haya encontrado nunca respondió Vincent-. Mis bancos de datos no tienen memoria de nada mas fuerte.
   La intensidad de la fuerza gravitacional en el centro de la oscura forma elíptica podía ser medida por las lineas de la pantalla. Una estrella "G 2” flotaba cerca en el espacio y su sustancia iba siendo absorbida por la terrible fuerza de atracción de la monstruosa espiral.
   -Es terrorífico... y maravilloso -exclam6 la doctora MaC Crae sin poder apartar los ojos de la fantastica escena que podía verse en la proyección heliográfica-. La fuerza más impresionante de todo el universo. Hay científicos que aseguran que los abismos negros acabarán por tragarse a todas las galaxias.
     - Es corno sacado del “Infierno" de Dante. Hay quien asegura que el infierno es hermoso, a mí no me lo parece -dijo Harry Booth -. Es mas, esta escena me parece terriblemente repulsiva... y me da miedo. Preferiría estar a miles de millas de aquí.
Durant dejo escapar un gruñido de protesta. Sus ojos de científico estaban centra dos en la terrible y a la vez hermosa espiral que continuaba tragándose cuanto entraba en su campo de atracción.
   -Hay algo más que me gustaría que vieran -dijo Vìncent, mientras ampliaba la proyección.
    La imagen del abismo negro dejo paso a una pequeña masa ínmóvil situada muy a la izquierda de la zona de más intensa gravedad.

  -¿Un asteroide? --preguntó Pizer--. No veo que tenga nada de particular, Vincent. Hay cientos de ellos que están siendo absorbidos por ese inmenso sumidero.
   -No lo creo, señor, y si es un asteroide, no responde a ninguna de las leyes físicas conocidas. Lo he estado observando desde que detecté el abismo negro y no se ha movido, ni en relación con el pozo de gravedad ni tampoco con la estrella, es muy raro.
Su estabilidad parece indicar que hay a su alrededor una zona de intensa fuerza antigravitacional que desafía todas las leyes. Además, observen que tiene una forma asombrosamente regular.
   -¿Una nave? -preguntó Harry Booth, el periodista.
   -Eso es lo que se me ocurre, senor.
   -¡Amplía la imagen, Vincent! -pidió Holland, visiblemente emocionado.
   La silueta de la pequeña masa inmóvil llenó ahora toda la pantalla holográfica, dejando a todos sin habla.
-- ¡Una nave espacial! --exclamó Booth-. ¡Y debe ser enorme! ¿Seran extraterrestres?
   -Los extraterrestres son un mito -dijo Durant, con mayor dureza de la que hubiera querido imprimir a sus palabras-. Son historias que se utilizan para tomarnos el pelo. Este viaje lo ha demostrado de sobra.
   -Superpone las formas de las naves terrestres desaparecídas hasta la fecha, Vincent -pidió Kate.
    Un brazo de metal se extendió desde el cuerpo del robot hasta ajustarse en un receptáculo  al lado de la pantalla. De inmediato, una serie de líneas luminosas, correspondientes a las siluetas de diversas naves, fueron acoplandose a la forma inmóvil de la nave misteriosa, hasta que, finalmente, una de ellas se adaptó perfectarnente al contorno.
   -Sonda de espacio profundo número uno -dijo Vincent metódicamente-. Masa y forma se correlaciona perfectamente.
   -De acuerdo, Vincent -dijo Holland-. Busca la historia de esta nave y programala en la pantalla.
   -No es necesario -interrumpió Kate, que se había puesto intensamente palida-. Es la nave del espacio profundo “Cygnus".
-¡Naturalmente! -exclamó Booth-. Es la nave que se construyó bajo las órdenes del profesor Reinhardt. Ahora recuerdo perfectamente la historia... Fue la nave más cara que se haya construido jamás en la Tierra. Por cierto, ¿no viajaba en ella su padre, doctora Mac Crae?
   -Sí. Desaparecíó hace veinte años, con toda su tripulación. Dan, ¿tú crees que...?
   Dejó la frase sin concluir, aunque el comandante captó toda la angustia de la pregunta.
   -Charly, intenta comunicar con la “Cygnus" por los medios convencionales. Veamos si obtenemos respuesta.
   -Va a ser endiabladamente difícil, con todo ese fondo de energía que tenemos ahí detrás.
   -Activa los sensores de largo alcance; es posible que tengan algún tipo de emision prograrnada..., aunque no quede nadie a bordo para emitir un mensaje.
   Un fuerte crepitar fue lo único que pudieron captar a través del audio. La emisión de energía del abismo negro era demasiado intensa, ahogando todo lo demas. Tanto Durant corno el periodista observaban disimuladamente a Mac Crae, aunque por razones bien distintas. El primero trataba de averiguar las emociones de la doctora ante la posibilidad de encontrar a su padre perdido en la misión más costosa y fantástica que se hubíera intentado nunca. La «Cygnus» había sido duramente criticada por todos los economistas de la Tierra, aunque era el sueño dorado de cualquier científico espacial. Para Booth aquello era la posibilidad de una nueva historia para sus lectores. En estos momentos trataba de reconstruir en su memoria los hechos, tal y como sucedieron, durante la construcción y partida de la «Cygnus». Imaginaba la reacción de Hans Reinhardt, cerebro y jefe de la expedición, cuando recibiera la orden de regresar a la Tierra, tras considerar que la misión había sido un fracaso. Nunca más se habia vuelto a saber de la supernave a partir de ese instante.
   -¿Conociste personalmente a Hans Reinhardt, Harry? -preguntó Durant, sincerarnente interesado.
   -Decir que choqué con él sería una respuesta más exacta. Una cosa es verdad: era un genio científico. "El  primero entre los primeros”, como decían entonces,
   -Reinhardt era una leyenda, aun antes de hacerse cargo de la dirección y supervisión de la "Cygnus" -añadió Kate, interviniendo en la conversación, aunque estaba pendiente dela posible respuesta del audio-. Mi padre sentía una profunda admiración por él. Yo entonces era muy pequeña, pero recuerdo perfectamente el profundo respeto con que hablaba de él y de sus conocimientos científicos. En varias ocasiones le oi describirlo como un genio.
   -!No hay-nada que hacer: -interrumpió Pizer-. O no contestan desde la "Cygnus" o las interferencias del abismo nos impiden oír cualquier tipo de respuesta. ¿Qué hacemos, Dan? En mi opinión, podríamos acercarnos para exarninarla más de cerca.
   -La imprudencia es la característica de la juventud -regañó Vincent.
   -¡Cállate, lata de sardinas! -respondió Pizer, haciendo un cómico gesto de pelea.
-Pizer tiene razón -exclamó el reportero, verdaderamente excitado-, No tiene sentido encontrar a la "Cygnus” y no hacer nada por intentar averiguar qué ocurrio. Mire, capitán: tengo más miedo que cualquiera de ustedes a ese inmenso abismo negro que hay ahí delante, pero iría hasta el mismisimo infierno por poder contar una historia así a mis lectores.
   -Si nos atrapa ese campo de gravedad, Harry, no habrá historia alguna que contar. Tan sólo seremos una minúscula masa de materia superdensa,
   -Y, sin embargo, yo opino que no debe ser tan grande el riesgo -interrumpió Alex Durant-. Fíjate en esa nave... No hay duda de que algo desconocido la está protegiendo. Hay una masa antigravedad, no cabe duda, que impide que se precipite en el abismo, pero debe haber algo más, algo que hace que no le llegue la radiación de rayos gamma procedente de ahí dentro, de lo contrario, ya debería haberse cocido.
   -¡Está bien! -admitió Holland, de mala gana-. Vamos a acercarnos, pero, os lo advierto, al primer síntoma de peligro saldremos de ahi con toda la potencia de nuestros motores. ¡Todo el mundo a sus puestos!
   Los dedos de Pizer bailaron sóbre el tablero de control y la "Palomino" empezó a desplazarse silenciosamente hacia el abismo amenazador. Pasaron unos minutos antes de que la terrible fuerza de atracción empezara a dejarse sentir, agitando la nave como pedazos de hielo dentro de una cocktelera.
   -¡Gravitación dos-coma-cuatro-siete y subiendo! -leyó Pizer-. No comprendo cómo la "Cygnus" permanece inmóvil...
   Los movimientos convulsivos de la "Palomino" fueron haciéndose cada vez más acusados según iban acercándose a los bordes del sumidero. Jamás nave alguna había soportado presiones semejantes y la tripulación se preguntaba cuánto tiempo aún podrian aguantar.
   De pronto, sin justificación alguna, la presión cedió hasta el punto cero.
    -¿Qué ha ocurrido? -preguntó Booth.
   -No lo sé -respondio Holland. Debemos estar bajo la misma capa neutra de gravedad que protege a “Cygnus”. Vamos a dar una vuelta a su alrededor. Tú, Charly, continúa tratando de comunicar por radio con esa nave; si no obtenemos respuesta, vamos a salir de aqui a toda prisa.
   La "Palomino" se deslizó de abajo a arriba de la "Cygnus". Al verla tan cerca es cuando se dieron cuenta de las verdaderas dimensiones de la nave. Jamás en la Tierra se había construido nada semejante-, Y posiblemente nunca se volvería a hacer. A su lado, la nave "Palomino". no era mayor que una nuez comparada con una gigantesca calabaza. Holland sintió, un escalofrio. Cualquier piloto hubiera dado un brazo a cambio de poder manejar una nave como ésa.
   Nuevamente la fuerza gravitacional apareció. Surgió de golpe, haciendo que la "Palomino” se encabritara en el espacio, atraida por el abismo negro.
   -¡Motores a toda potencia! -gritó HoIland.
Una luz de alerta empezó a encenderse y a apagarse a la izquierda del cuadro.
   -Ruptura de aire en medio de la nave -habló el robot con calma . Perdemos presión en las baterías... Fallo en el sistema de regeneración...
   Hasta ellos llegó claramente el lejano estampido de unas explosiones.
   - ¡Kate, Booth! -pidió Holland-. Id hacia allá a ver qué podeis hacer. Nosotros trataremos de salir como podamos de este infierno. Charlie, dame la maxima explosión en los motores de balance cuando cuente a cero. ¿Listo?
   -Cuando quieras -respondió, Pizer con voz tensa.
   -¡Cinco, cuatro, tres, dos, uno , cero!
   La "Palomino" dejó de caer, al menos tan violentamente, haciendo saltar a Durant, Booth y Mac Crae a causa de la violencia sacudida. Sometidas a una presión superior a lo proyectado, las conducciones de aire comenzaron a silbar ruidosamente.
   Vincent hacía lo que podía por reparar las averias, aunque de inmediato comprendió que eran demasiado graves para una rápida solución. Para agravar la situación, una de las compuertas de emergencia no pudo soportar la presión Y saltó, haciendo que toda la nave se agitara.
   -Fractura en el casco, capitán -comunicó Vlncent.
   -¿ Grave ?
   -No por el momento. La cubierta de la compuerta número cuatro se ha desprendido y la seccion ha sido sellada. -¿Qué hay en ese compartimiento?
   -Suministros varios, señor. Algunos de ellos no regenerables, como los medicamentos.
   -¡No podemos arriesgarnos a perderlos! -exclamó Holland, ahogando una maldicion-. Sólo nos faltaría eso: poder salir de ésta y morir en el viaje de regreso por no poder combatir una infección sin importancia.
    -Opino como usted, señor. Si me lo permite, voy a salir al exterior para hacer las reparaciónes.
   -No es que me guste mucho, pero permiso concedido. Haz lo que puedas, Vincent.
    El robot se dirigió hacia la parte trasera de la nave a través de los corredores.   
    -¡Vincent! -Ilamó Pizer.
    -¿Sí, señor?
   -Ten mucho cuidado, viejo montón de chatarra. No me gustaría tener que hacer la vuelta sin tì.
   -Lo tendré -respondió Vincent, con un tono muy parecido al de la emoción.
   -Al fin y al cabo -bromeó Charlie-, ¿con quién iba a poder pelear?
   -Descuide, señor. Me tendrá de vuelta, aunque solo sea para que pueda seguir cuidando de usted.
   Pizer observó al robot alejándose, mientras se preguntaba dónde empezaba la parte humana del robot y dónde la máquina. Para él, Vincent era mucho más humano que otra cosa, aun sabiendo que habia sido construido en un laboratorio con metal especial y complicadísimos componentes electrónicos.

*           *

   Normalmente Vincent no se hubiera molestado en asegurarse. Su sistema especial de vuelo era lo suficiente seguro como para poder trabajar en espacio abierto sin complicaciones; pero la actual situación era muy diferente, y tomó la precaución de unirse al casco de la "Palornino" con un cable de alta resistencia.
   Mientras se movía lentamente a lo largo de la nave, podía percibir el estruendo que emitía el abismo negro. Era un estruendo que ningún humano hubiera podido percibir, un estruendo totalmente electrónico, era el lamento de la materia que moría cuando era aplastada por aquella increíble fuerza del espacio.
   En el interior de la nave las cosas no marchaban del todo bien. Pizer y Durant estaban comprobando que el sistema principal regenerador de aire estaba totalmente arruinado y tan sólo funcionaba a medias el secundario.
   -¿Qué podéis hacer? -preguntó HoIland por el intercomunicador.
   -Practicamente nada, jefe. Nadie puede reparar estos enlaces microscópicos. Habría que sustituirlos, y no tenemos repuestos.
   Vincent acababa de terminar la soldadura exterior y se disponía a volver a la nave cuando Holland dio el último impulso a la "Palomino" para intentar llegar a la zona de gravedad cero que protegía a la "Cygnus". La sacudida rompió el cable, y durante unos segundos el robot floto libremente en el espacio. Afortunadamente para él, en aquellos momentos era una maquina, no un ser humano, y no se dejó ganar por el panico. Disparó un cable desde su cuerpo, que se unio magnéticamente al casco de la nave, permitiéndole volver sin novedad.
   El ultimo impulso consiguió los resultados apetecidos. En una fracción de segundo toda la agitación exterior cesó y la “Palomino” se ha11ó de nuevo flotando en gravedad cero.
   -¡Lo conseguimos! -suspiró Holland, dejándose caer hacia atrás en su asiento.
   -¡Vaya trago! -respondió Pizer, limpiándose el sudor de la frente-. Ha habido un momento que pensé que no lo contaríamos. ¿Qué vamos a hacer ahora?
   -Intentaremos posarnos sobre la "Cygnus". No podemos continuar así el viaje de vuelta. Si conseguimos meternos ahí dentro, es posible que encontremos los repuestos que necesitamos.
   Alex Durant conectó un potente foco que iluminó la superficie de la "Cygnus", buscando un lugar donde acoplarse. De repente, se encontraron moviéndose sobre una gran ciudad, donde miles de luces briIlaban debajo suyo, ahogando el haz de luz de la "Palornino". Lumbreras y cúpulas radiaban luminosidad, deslumbrando a los observadores.
   -¿Que diablos ha pasado? -preguntó Pizer, dando un salto en su asiento.
   -¡La nave está viva! -exclamó Durant, pegando la cara a una de las claraboyas.
   - Es como un árbol de Navidad comentó Harry Booth preparando rápidamente sus grabadoras-. No la recordaba así, pero ahora me parece hasta bonita.
   -Bonita o no, será mejor que pongamos nuestros proyectiles atómicos en posición de disparo. No me gusta nada esto -dijo Holland secamente.
   -Espera un momento, Dan. Sea lo que sea, deben ser amistosos, si hay alguien ahí dentro. He leído cosas de cómo iba armada. La prepararon para combatir con imaginarios hordas extraterrestres y su potencia de fuego es mil veces superior a la nuestra. De haberlo querido, nos habrían desintegrado en un abrir y cerrar los ojos.
-De acuerdo, vamos a aceptar que quién sea o lo que sea que hay ahí, es amistoso, y como tienes razón que nos superan en fuerza de forma apabullante, lo mejor será obrar un optimismo, Vamos, Alex, ayúdame a buscar el muelle de atraque.
   La “Palomino” giro desplazandose hacia una gran forma cónica, cerca de la torre de mando. Al pasar, vislumbraron un gran ventanal colocado en la parte superior de la “Cygnus”
   - ¡Hay gente! -gritó, Kate-. Hay gente en la ·Cygnus. Holland se volvió, y creyó adivinar ciertas formas moviéndose lentamente en el área señalada, Muy pronto el ventanal salió de la zona visible cuando la “Palomino” se aproximo a la plataforma de anclaje.
   -No estoy seguro de que fueran personas -dijo Holland, no queriendo aumentar las esperanzas de Kate por encontrar a su padre, evitándole un posible desengaño--. De todos modos, no tardaremos en averiguarlo .
    Pizer mantenía puesta toda su atención en la maniobra. A un lado y otro de la plataforma los andenes extensibles, a modo de cordón umbilical, se tendían listos a unirse con la "Palomino», tan pronto terminara la operación de anclaje.
   Vincent se deslizó desde el lugar que ocupaba para situarse frente al brazo de conexión, con los láser preparados para lo que pudiera ocurrir.
    Cuando las luces verdes se encendieron en el cuadro de control de la «Palomino»
indicando que el acople había concluido, Y que la gravedad artificial en el interior del cordón umbilical estaba establecida, Holland se incorporó de su asiento lanzando un profundo suspiro.
   -Aquí estamos,.. Y que venga lo que venga.
   -Gravedad, oxígeno y presión en el tubo de conexión, correctos -dijo Pizer tras leer el tablero indicador.
   -Escuchadme bien -dijo Holland-, quiero que todos lleven su pistola al alcance de la mano. Tú también, Booth, si es que sabes manejar una.
--Por lo menos sé cual de los lados es el que dispara -respondió Booth un tanto nervioso.
   La puerta de comunicación se deslizó a un lado silenciosamente. Frente a ellos apareció Vincent para recibirles. -Adelante, señores, el camino esta libre.
   Avanzaron a lo largo del pasillo de enlace. Frente a ellos se abrió una puerta, dejando ver una amplia sala brillantemente iluminada, aunque con evidentes señales de no haber sido utilizada durante mucho tiempo. Absolutamente nadie salió a recibirles.
El grupo permaneció expectante durante algunos segundos. Al fin, Holland gritó:
   -¡Eh! Soy Dan Holland, comandante de la nave espacial "Palomino". ¿Hay alguien aquí?
   Nadie apareció, ni obtuvieron respuesta alguna.
   -No acaba de gustarme todo esto -comento Holland-. Charly, tú quédate a bordo de la "Palomino". Utilizaremos el canal C para comunicarnos.
   Pizer empezó a discutir, aunque Dan cortó de inmediato toda protesta.
   -Es una orden, Charly. Ahora mismo puedes hacer más falta ahí dentro que viniendo en el grupo. Si ocurriera algo, todos dependeremos de ti.
   -Está bien -dijo al fin Pizer, de mala gana-. No dejéis de informarme de lo que ocurra.
   Se adentraron en la sala y, apenas avanzados unos pasos, la puerta se cerró silenciosamente a sus espaldas. Vincent se situó en cabeza del grupo, dispuesto a defender a sus compañeros humanos de lo que pudiera ocurrir.
   -Es curioso -comentó Durant-. Tengo la sensación de que miles de ojos nos observan y, sin embargo...
Unas diminutas compuertas se abrieron en las paredes y en el techo, y las pistolas de Holland, así como las del resto del grupo, se vaporizaron limpiamente, mientras que Vincent era lanzado violentamente hacia atrás, con sus láser inutilizados.
   -¡Vincent! -gritó Kate, corriendo en su ayuda.
   -Estoy bien, doctora Mac Crae -dijo el robot incorporándose con cierto trabajo-. La forma como nos arrebataron las armas, sin dañarnos, indican que hay por lo menos un robot de clase superior o una mente humana funcionando a bordo de la “Cygnus”
   La puerta del fondo opuesta a la que habían entrado se abrió, dejando ver un corredor que se extendía a lo largo de casi un kilómetro . Ninguno de los visitantes trató de simular la impresión que les hizo.
   --¿Pasamos? -preguntó Booth, inquieto.
   -¿Qué otra cosa podemos hacer? De momento no van a hacernos ningún daño... Si hubieran querido deshacerse de nosotros podrían haberlo hecho hace un instante, en lugar de limitarse a desarmarnos.
   Una segunda puerta más pequeña, SE desplazó a un lado a su derecha, dejando ver un vehículo de transporte interior.
   -Por lo menos no tendremos que caminar -dijo Mac Crae encaminandose hacia el aerocoche -. Sea quien sea el que maneja la "Cygnus", nos está diciendo adónde tenemos que ir.
   Se instalaron en el vehículo, que inmediatamente se puso en marcha silenciosamente, deslizándose a lo largo del pasaje cilíndrico.
   Las paredes eran casi en su mayoría transparentes, dándoles una espectacular perspectiva del espacio exterior, con el terrorífico remolino girando a un lado.
   Cuando alcanzaban el final del tubo, el coche disminuyó Za velocidad para detenerse poco después frente a la Unica salida del conducto.
Bajaron del coche mirando a su alrededor. Tras ellos quedaba el largo conducto que acababan de atravesar, encontrándose en un corto pasillo que conducía a una única puerta.
   --Vamos para allá -dijo Kate iniciando la marcha-. No hay otro sitio adonde dirigirse. A pesar de lo inmenso que es esto, no podemos perdernos.
   Holland se apresuró a alcanzarla, esperando a los demás. Miraba fijamente hacia arriba, a una cabina situada en lo alto en la base de la  torre de mando adonde habían

   -Ya sé que no debería alentar esperanzas, pero  me es muy difícil no hacerlo -dijo Kate.
-Lo comprendo, Kate... Todos estamos
contigo.
   -¿Crees que mi padre...?
   -No hables de ello ahora. Estamos a un paso de conocer la verdad. ¡Animo, Kate!
   En el lugar donde se encontraban había un grueso cilindro que se elevaba hacia el techo, con una puerta en su base y una luz verde encendida.
   -No hay duda de adónde conduce esto -comentó Durant-. Creo que por fin vamos a conocer a nuestros anfitriones.
   La puerta del ascensor se cerró tras ellos silenciosamente.

                        * *
El ascensor se detuvo poco después y la puerta se abrió, permitiendo al grupo contemplar la sala de la torre de mando.
   La cabina de control de la ·Palomino· era una insignificancia comparada con ésta. La inmensa sala circular mantenía alineados a su alrededor infinidad de paneles electrónicos que parpadeaban ininterrumpidamente, en una altura de dos pisos. Sobre sus cabezas, la bóveda transparente permitía ver el firmamento cuajado de estrellas y el abismo negro girando amenazador. El espectáculo era impresionante.
   -¡Fabuloso! ¡Maravilloso! -repetía Durant, con unos ojos abiertos como platos-. Esos telescopios... esos paneles electrónicos... Las Pantallas... ¡Es magnífico!
   -Ya puede serlo, con el dinero que les costó a los contribuyentes --comentó Booth.
   - No hables de dinero en estos momentos, Booth. Resulta tan mezquino ante una obra tan inmensa.
Katherine Mac Crae había avanzado  hasta el centro de la sala. Vagas figuras se  alineaban a lo largo de los paneles con una  apariencia casi humana.
     -¡Hola! -grito-. ¿Pueden oírnos?
    Ninguna de las figuras se movió. Vincent  se aproximó a la doctora para informar.
    -Parecen ser una especie de robots,  aunque carecen de sistema de comunicación. No entiendo la causa de por que los  construyeron tan primitivos, aunque he  oído hablar de algunos así. Para mí resulta  aterrador.
   Las desdibujadas figuras que continuaban trabajando en los cuadros de control fascinaban a Kate. A aquella distancia la similitud a seres humanos era muy intensa, y los hubiera tomado como atales a no ser por lo rígido de sus movimientos. Empezó a caminar hacia ellos, pero se vio detenida por una mano sobre su hombro.
   -Quieta, Kate, hay algo mas ahí -dijo Dan.
El propio Vincent se sobresalto ante el descubrimiento, escondiendo sus ópticas bajo el casco protector en un movimiento reflejo.
   Una masa formidable se deslizaba hacia ellos, resultando más aterrador dado el silencio con que se movía.
   Era un robot gigantesco, de un tamaño semejante a los que se utilizaban en la Tierra para trabajos rudimentarios y que requerían gran potencia; pero por la forma en que se dirigía hacia ellos, Holland dedujo que estaba dotado de alta capacidad mental. Robots de tal fuerza y con libertad de
movimiento estaban totalmente prohibidos en la Tierra, por el riesgo que ello implicaba. Que tal ley había sido ignorada en la "Cygnus" era evidente.
   Tenía una sola óptica en forma de media luna que dividía en dos su cabeza cónica. El visualizador brillaba ahora con un color rojo intenso, el mismo con el que estaba revestido todo el poderoso cuerpo. Su actitud era tan amenazadora que el grupo empezó, a retroceder hacia el ascensor.
   Vincent se situó entre sus compañeros y la amenazadora figura. Apenas a un metro de distancia, la máquina roja se detuvo
como examinando a su oponente, calculando la fuerza potencial que podría oponer.
   Con los laser estropeados, el pequeño robot ofrecía una magnifica lección de valor. No retrocedió un milímetro, aguardando impasible lo que pudiera ocurrir.
   -Es inconcebible --murmuró Durant Una nave flotando en el espacio con esa cosa al mando.
   El monstruo se detuvo a girar la cabeza para observar a quien había hablado.
   -Una suposición un tanto temeraria, doctor Durant, sobre todo ignorando qué es lo que ha sucedido aquí.
   -Vaya, después de todo habla comentó, Booth.
   - No -respondio Holland mirando más allá del robot rojo-. Estoy seguro de que la voz no surgió de aquí.
   -Observación acertada -continuó la voz--. Maximillian y mis robots sólo hacen lo que les ordeno, Y de la forma que me parece adecuada.
   Holland rodeó al monstruo y se dirigió al fondo de la sala de mandos sumida en la penumbra.
   Una figura humana, se destacó entre las sombras.
-Bienvenidos a la "Cygnus", caballeros y señora. Disculpen mis modales, tal vez un tanto exagerados al recibirles, pero deben comprender que tenía que tomar mis precauciones ante su nave, modelo que me es totalmente desconocido, antes de tomar una decisión. Incluso ignoraba si eran humanos o no. Cuando lo averigué, tenia el deber de seguir mostrándome receloso, ya que asimismo ignoro qué ha podido suceder en la Tierra desde que yo partí. Al fin y al cabo esta nave sigue siendo responsabilidad mía.
La figura abandonó las sombras entrando en la zona iluminada. Era alto, con barba, con el cabello casi totalmente gris. Hizo un gesto al robot, que aún continuaba amenazante, y éste se retiró a un lado, permitiendo que el misterioso personaje y sus visitantes se encontraran frente a frente.
   -¡Profesor Hans Reinhardt! -exclamó Booth-. Veo que continua aficionado a sus apariciones teatrales,
   -Y usted a mojar su pluma en veneno. Recuerdo haber leido alguno de sus artículos antes de que la "Cygnus" abandonara la órbita de la Tierra. Para ser un individuo que se gana la vida con lo que escribe, es demasiado poco piadoso. Pero, claro, tan sólo los derrotistas, Y los que hieren a los demás, llaman la atención del gran público.
   -¿Cómo sabe nuestros nombres? -preguntó Holland, deseando interrumpir las frases hirientes entre ambos.
   -Les observé desde que se aproximaron. Aunque no esperaba visitas en un lugar como este, no por ello dejo de estar prevenido para cualquier eventualidad.
   La cara de Kate estaba muy pálida, con la emoción asomando a sus ojos. Si Reinhardt estaba vivo, era posible que su padre lo estuviera también.
   -¿Doctor Reinhardt? -dijo Mac Crae con la voz temblorosa por la tensión.
   -Mi querida niña, sé cuál va a ser su pregunta, y lamento profundamente causarle este dolor: Sí, su padre ha muerto.
   La doctora acusó el golpe. Una cosa era considerar a su padre perdido en el espacio Y otra muy distinta tener certeza de su muerte. La mano cálida de Holland se posó en su hombro.
   -Lo siento, Kate -murmuró.
   -Un hombre de quien sentirse orgulloso -prosiguió Reinhardt-. Fue una dolorisima pérdida para mí. Además de un magnífico colaborador, fue un extraordinario amigo, el mejor de todos.
   -¿Qué fue del resto de la tripulación? -preguntó Holland sin diplomacia.
   -¿De modo que no consiguieron volver? -respondió Reinhardt con gesto dolido, como si esperara las palabras de Dan, pero no hubiera querido oírlas.
-No.  ¿Qué quiere decir con "conseguir volver”?

   -Cuando recibimos la orden de regreso, unos querían retornar la orden de inmediato, mientras que otros..., yo entre ellos, considerabamos totalmente absurda esa decisión. ¿Qué sabían esos estúpidos políticos de la Tierra sobre ciencia? Tan solo hablan de dinero, anteponiéndolo a cualquier otro asunto que no sea su ambición. Un político cualesquiera tomó la decisión de suspender nuestra misión, así, sin más consi-
deraciones. Fue entonces cuanto tomamos una determinación: Los que quisieron regresar, lo hicieron en las naves auxiliares; mientras que los que prefirieron quedarse en la "Cygnus" (su padre entre ellos, señorita Mac Crae), permanecimos aquí. Fuimos muy pocos, tengo que reconocerlo, tan sólo su padre, otro profesor y yo.
Se encogió de hombros, antes de añadir: -Y ahora soy el único superviviente. La puerta del ascensor se abrió súbitamente, apareciendo Pizer escoltado por varios robots armados. Al ver a sus compañeros, su cara se alegró de repente.
--¡Hola, chicos! --Saludó-- ¿Habéis visto el  agradable aspecto de mis acompañantes ?

   -Lamento que mis guardias no tengan mayor sentido de la amabilidad, Mr. Pizer -dijo Reinhardt sonriendo-¿Tiene la bondad de unirse a nosotros?
   Después dio una orden seca a los robots que habían acompañado a Pizer para que se retiraran, cosa que hicieron de inmediato, demostrando un a ciega obediencia, Holland apuntó el dato mentalmente Para el

   -No queremos abusar de su hospitalidad, doctor Reinhardt, pero tenemos problemas con el sistema de regeneración de Oxigeno de nuestra nave y necesitamos algunos  repuestos. ¿Podría usted facilitárnoslos?

   -Por supuesto, comandante. Tienen a su disposición todo nuestro almacén, aunque no sé si las Piezas que hay alli servirân para su nave. Al fin y al cabo es mucho más moderna que la "Cygnus» e imagino que alguno de los sistemas habrá cambiado.
   -Puede ser, pero ya nos la arreglarernos.
   -Estoy seguro de ello. Maximilliam les acompañará a nuestro almacén.
   El robot inici6 la marcha hacia el ascensor sin que Vincent se apartará de su camino, produciéndose un curiosos enfrentamiento. El coloso empujó a su pequeño rival contra la pared con ánimo de aplastarlo.
   - ¡Basta ya, Vincent! -ordenó Pizer-. Señor Reinhardt, diga a su monstruo que se esté quieto.
   -No es el tono adecuado para hablarme en mi propia nave -repuso duramente Reinhardt- Al cabo, ordeno a Maximillian que cesara la lucha, para añadir en tono rnás arnistoso:
   -A veces pienso que Maximilliam no es más que un chiquillo grandote, que no mide bien sus fuerzas. Imagino que desearan visitar la "Cygnus"...
- ¡Por supuesto! -dijo Durant apresuradamente-. Estoy ansioso por conocer sus sisternas.
   -¿A qué es debido el campo antigravedad que hay en torno a la nave? -preguntó Mac Crae-. Es el fenómeno más extraño que he visto nunca.
   -No se trata de un fenómeno, mi querida Kate. Desarrollé un complicado sistema para producir ese campo antigravitacional capaz de resistir las fuerzas más grandes. Le aseguro que me llevó muchos años de estudio y experimentación,
   Booth examinó, el curioso aspecto de los robots que manipulaban los tableros de rnandos.
   -¿También "estos", son creación suya? Tienen una pinta muy rara, con esas mãscaras de espejo delante de la cabeza.
   -Así es, señor Booth. Ya les dije que tras la muerte del doctor Mac Crae me quedé absolutamente solo... y no soy tan inhumano como usted piensa. Yo también necesito compañía, así es que procuré darles el aspecto más humano que fui capaz.
   Se acercó a ellos poniendo la mano con gesto amistoso sobre el hombro del que tenía mas cerca. El robot continuó su trabajo, sin dar la menor muestra de percibirlo.
   -Si desean acompañarme les mostraré lo rnás fundamental de mi nave. Pueden hacer cuantas preguntas quieran.
   Reinhardt escoltó a sus invitados alrededor de la circunferencia de ia torre de mando, explicándoles la función de cada uno de ellos, y respondiendo pacientemente a cuantas preguntas le hacian, incluso aquellas que por su expresión consideraba tontas.
   -Mientras muestra el resto de la nave a mis compañeros, nosotros preferiríamos ir primero al almacén de repuestos -dijo HoIland-. ¿Puede ordenar a su robot que nos guíe?
   -Por supuesto, comandante -respondió el profesor, haciendo un gesto al monstruo rojo que, inmediatamente, se puso en marcha hacia el ascensor.
   Al cruzar la puerta, empujó intencionadamente a Vincent, pero esta vez el pequeño robot no respondió a la provocación. Holland y Pizer entraron tras ellos; las puertas se cerraron, y el ascensor se puso en marcha silenciosamente.
   Alex Durant estaba realmente impresionado, y no sólo por la magnificencia y alta tecnologia de la "Cygnus". Eran los descubrimientos del profesor Reinhardt lo que dejaba sin habla. A bordo de aquella nave se había adelantado científicamente, gracias a un solo hombre, más que en toda la Tierra con sus miles y miles de cientificos. Era inútil que Booth tratara de quitar importancia a estos hechos, preocupado tan sólo en atacar al profesor y su conducta. De lo que no cabía la menor duda era de que Hans Reinhardt era un genio.
   Escuchaba las explicaciones de las teorías del sabio con la rnisrna devoción de un acolito que espera ser ordenado. Mac Crae se mostraba más reservada, aun reconociendo la enorrne valía de su interlocutor.
   Maximillian había conducido a Holland, Pizer y Vincent por debajo del nivel del corredor de aerocoches que cruzaba la nave. Ahora estaban en las profundidades de la enorme nave-ciudad, viajando a pie por un pasadizo mucho mas estrecho, desde el que podían ver a través de las bóvedas transparentes parte de la superestructura.
   Maximilliam se detuvo al fin junto a una puerta extendiendo el brazo. La cerradura chirrio un poco, cosa insólita en comparación con el suave funcionarniento de todas las restantes. La primera impresión que tuvo Holland cuando pasaron al otro lado era de que se encontraban en una zona rararnente visitada. Hileras de estanterías cargadas de mercancía llegaban hasta el techo .
    -Te diré lo que voy a hacer, Charlie
  dijo Holland-. Regresaré a la "Palomino” y empezaré a desmontar el generador. Creo que aquí encontrarás todo lo necesario. Cuando lo tengas, te reunes con-
migo.
    Inmediatamente, Maximillian se situó ante él para bloquearle la salida.
-No te preocupes por mi -dijo Holland, dando un cachetito a la imponente máguina. Sabré encontrar el camino. Tú preocúpate de buscar cuantas piezas necesitamos, ya sabes lo que dijo tu amo.
   El robot permaneci6 indeciso cuando Holland salió rápidamente, perdiendose pasillo adelante. Se notaba que estaba confuso sin saber que decisión tomar. Pizer intervino de inrnediato:
   -Necesitamos valvulas de presión para aporte de oxígeno, primarias y secundarias, con unidades microordenadas incorporadas, y un controlador de fluidos con buena proporción de ECS.
   De mala gana, Maximillian se puso en movimiento para cumplir lo que le pedían.

* *

Holland llegó a una terminal de aerocoches, eligiendo uno que lo llevara a la zona de enganche de la "Palomino". El vehículo arrancó suavemente. Al llegar a la primera intersección hubo algo que le impulsó a frenar bruscarnente: seis robots humanoides, de cada de espejo, caminaban lentamente, llevando sobre sus hombros una forma que a Holland se le antojó un ataud.
   Descendió apresuradamente del vehículo para seguirlos. Tuvo que descender hasta el giro inferior, corriendo hacia el recodo del pasillo por donde los robots habían desaparecido.
Se encontró en una larga galería llena de puertas simétricas reconociendo por su aspecto la zona destinada a la antigua tripulación humana de la "Cygnus”, deteniéndose en el acto.
   - ¡Es extraño! -pens6 tras penetrar en uno de los habitáculos-. El tripulante que dormía aquí dejó casi todas SUS pertenencias antes de volver a la Tierra: fotos de la familia, objetos personales... ¡y el vestuario...! Bien pudo ocurrir quel al tener que embarcar en las naves auxilíares, no pudiera llevar consigo gran cantidad de objetos por cuestión de espacio, pero una fotografía no abulta gran cosa...
   Alejó de sí todos los pensamientos para continuarla persecución de los robots y su extrana carga.
   Cruzó la puerta del otro extremo del pasillo y no pudo evitar una exclamación ante lo que se presentó ante sus ojos: estaba en una cámara abovedada como una pequeña catedral, totalmente vacía, a excepción de un dispositivo cilíndrico situado al fondo de la nave. Los robots se habian alineado en dos filas frente a él, situando su carga en el interior del tubo. Holland comprendio que comunicaba con el espacio exterior y que el dispositivo servía para arrojar fuera de la nave objetos inservibles. El sonido inconfundible del aire comprimido le confirmó sus sospechas,
   - ¡Que extraño rito! -Se dijo en voz baja-. ¿Por qué efectuar esta ceremonia para desprenderse de un robot inservible, en lugar de enviarlo a mantenimiento y aprovechar las piezas que aun estén en buen uso?
    Holland no podía encontrar una explicación lógica a cuantas cosas había visto y su mente empezó a ìmaginar, con resultados aterradores.
   Confuso, reemprendió el camino de regresó a la zona de amarre de la "Palomino"

*  *

Entretando, en el almacén de repuestos Maximillian se habia aproxìmado a un robot abandonado en uno de los extremos de   la estancia, golpeándolo violentamente   has¿a arrojarlo al suelo.
     Las luces del viejo robot parpadearon   débilmente. Su forma recordaba a Vincent,   aunque muy deteriorado. Se incorporó, len  tamente hasta mantener una inestable po  sición vertical en su único estabilizador   Util, mientras observa a Maximilliam con   evidelntes Ynuestras de ternor.
     -Soy Vincent -dijo con rapidez, inter  poniéndose entre el deteriorado robot y su   descomunal oponente-. Vital Información   Necesaria Centralizada. Interactivo con los   hurnanos.
    La máquina más vieja no respondió, dejando a su interlocutor confuso. Estaba seguro de que el otro robot debia estar programado para el diálogo, no comprendiendo su obstinado silencio.
   Maximilliam observó detenidamente a los dos robots, hasta que Pizcr le recordó lo que habían venido a buscar. Conectó uno de sus miembros al panel de inventario y varias luces en distintos compartimentos se encendieron.
   El robot deteriorado empezs a seleccionar las piezas necesarias para la reparación de "Palornino"
Lejos de allí, al otro lado de la inmensa  "Cygnus” Harry Booth habia conseguido  despistarse para curiosear por su cuenta.  Sus pasos le llevaron hasta un inmenso  invernadero lleno de plantas en cultivo  hidropónico, cuyo control era supervisado  por un robot de aspecto humanoide.
    -Buen trabajo -comentó Booth acer cándose al jardinero-. Esto me recuerda  las modernas granjas de cultivo de Arizona.
     El robot no respondió, sin que ello sor prendiera a Booth, Ya que hubiera supuesto  un cambio de su programación En vez de  ello, movió rígidamente uno de sus brazos  para ajustar un control.
    Harry se inclinó hacia adelante, escudri nando la cara del silencioso jardinero, pero  no pudo ver otra cosa que su propio rostro  reflejado en la mascara de espejo.
    Repentinamente, el robot dio la vuelta  para dirigirse hacia la salida, haciendo que  el periodista soltara una exclamación  mientras abría los ojos al máximo.
    iEl robot cojeaba!
    -¡Eh..., espera un momento! -gritó  Booth corriendo para rodear la consola de  rnandos.
    Llegó unos segundos tarde y la puerta se  había cerrado a espaldas del robot cojo.  Cuando consiguió abrirla de nuevo ya ha bía desaparecido.
-Te aseguro que era un funeral estaba diciendo Dan Holland, con más vehemencia de la habitual en él-. Lo vi con mis propios ojos.
   Pizer hizo un gesto escéptico, mientras alargaba uno de los recambios a Vincent. Este calibr6 opticamente el objeto y lo situó en la línea del regenerador estropeado. Escuchaba en silencio, aunque sin meter baza en la conversación.
   -Dan, nadie entierra un robot. Si ya no pueden repararse, son desguazados para aprovechar sus piezas. El unico motivo que podria haber es la falta de espacio, y eso no ocurre en la "Cygnus".
    -¿Y quién dice que fuera un robot?
-preguntó Booth.
    -¿Qué podría ser entonces?
   -No lo sé... Todo esto es muy extrano. Tampoco he visto un robot cojo en mi vida. ¿No creéis que Reinhardt ha podido engañarnos?
   -Sí, también cabe esa posibilidad. Dentro de un rato tenemos que reunirnos con él para la cena. Veamos qué podemos sonsacarle.
   -Sí, casi es la hora. Dejemos las reparaciones por el momento y vamos a cambiarnos de ropa.
Poco después, Holland, Pizer, Boothy Vincent caminaban a lo largo de unos de los pasillos. El robot iba, evidentemente, disgustado.
   -Insisto en que deberia acompañarles al cornedor.
   -No, Vincent. Será mejor que no vengas. Ya hemos tenido bastantes problemas entre Maximillian y tu, y no me gustaría que tuvierais una nueva pelea, si podemos evitarla.
   Unos sonidos inesperados atrajeron la atención del grupo. Varios robots centinelas estaban reunidos en lo que parecía una sala de recreo para robots.
   -¿Por qué no entras aquí y te distraes un poco? -pregunto Pizer-. Te vendrá bien un poco de relax para tus circuitos. Ultimamente estás más irritable que de costurnbre .
   Vincent iba a protestar, pero se abstuvo de hacerlo para no darle la razón al primer oficial. Silenciosamente penetró, en la sala de recreo, mientras que el resto de sus compañeros continuaba la marcha hacia el comedor de la "Cygnus".
   Un grupo de centinelas se entretenía contemplando la demostracion de tiro láser que hacía uno de ellos. A su lado, la vieja unidad que Vincent conociera en el almacén de repuestos, trataba de competir sin demasiado éxito.
   Al fondo de la sala había una pantalla electrónica de blancos en movimiento. Surgían de cualquier parte, zigzagueando a gran velocidad.
   El robot disparaba con gran certeza, apagándolos uno tras otro, y demostrando una vanidad casi hurnana.
   Cuando la vieja unidad B.O.B. quiso disparar, despues de conseguir dos blancos consecutivos, fue empujando a un lado por su oponente, haciéndole errar el disparo. El fallo fue celebrado con gestos de burla por parte del grupo de espectadores.
   Tras hacer una nueva dernostración de su extraordinaria habilidad con los láser, el robot jefe de guardias (se diferenciaba del resto al llevar su revestimiento pintado de negro, en lugar del rojo de todos los demas), se frotó la estrella que pendia de su pecho con orgullo, en una cibernetica demostración de lo que una máquina podía llegar a presumir por haber conseguido un trofeo en campeonatos de tiro.
   -Creo que voy a tener que dar una leccion a ese presumido -dijo Vincent en voz alta, seguro de que la unidad B.O.B. podía entenderle.
   Pidió un par de pistolas láser, ya que las que llevaba incorporadas a su sistema de defensa habían sido anuladas al entrar en la ·"Cygnus", y cuando las tuvo en su poder se dirigió a la línea de tíro a retar aljefe de guardias.
Los rnuebles del cornedor no eran verdaderamente antiguos, aunque tenían el aspecto de serlo. Habían sido construidos en los talleres de la "Cygnus" basándose en las cintas de historia de la biblioteca de la nave, bajo la dirección personal de Reinhardt, y había que reconocer que los resultados habían sido sorprendentes. Lámparas, cortinas y alfombras acababan de dar el toque perfecto, así como la vajilla de plata y cristalería magníficamente tallada. Lo unico que desentonaba era el cuadro en el que estaba pintada la "Cygnus", pese a que el marco era también antiguo y muy bien tallado.
   Los silenciosos robots humanoides sirvieron un excelente vino que no dudaron en ponderar.
   -Está hecho de uvas auténticas -se apresuró a aclarar Reinhardt-. Desde que me quedé solo verifiqué algunos cambios en las plantas hidropónicas de cultivo. Al fin y al cabo, bien podía permitirme algunos caprichos en medio de esta soledad.
   Se sentaron a la mesa y, naturalmente, el sabio ocupó la cabecera.
   Los invitados fueron atendidos inmediatamente, los robots camareros sirvieron una exquisita sopa de setas auténticas. Los tripulantes de "Palomino" después de dieciocho meses de alimentos sintéticos o reciclados, casi habían olvidado el sabor de la comida natural.
   -Recuerdo haber escrito sobre el campo de cultivo de la "Cygnus", lo bastante grande para toda su tripulación -comentó Booth.
    Reinhardt sonrió antes de responder.
   -Actualmente es diminuto; lo justo para cubrir mis necesidades personales. Era una tontería seguir manteniéndolos todos a pleno trabajo.
Booth guardó silencio preguntándose por qué el profesor mentia. El mismo había tenido ocasión de verlos cuando habló con el robot jardinero.
   -¿Cómo marchan sus reparaciones? --preguntó Reinhardt cambiando de tema-. No es que me molesten aquí, como es natural, no les estoy pidiendo que se rnarchen.
   -Creemos que en unas cuantas horas podremos poner a "Palomino" de nuevo en marcha. Tan pronto lo hagamos, volverernos a la Tierra.
   -Habla por ti -dijo Alex Durant-. A mi me gustaría quedarme. Hay mucho que aprender en este lugar, y si el profesor Reinhardt no opina lo contrario...
   Antes de que el comandante de la "Cygnus” pudiera expresar su opoinión, Holland replic ó:
   -Todos los que salimos de la Tierra regresaremos a ella, Sin excepciones.
La entrada de Maximilliam en el comedor impidió que nadie pudiera enzarzarse en una discusión. Se acercó a Reinhardt para informarle de algo en el sistema de comunicaci6n que sólo el profesor podía entender.
   - ¡Magnífico! -exclamó Reinhardt más excitado. de lo que en él era frecuente-. Felicítale en mi nombre. Dentro de unos minutos me reunire con vosotros.
   -¿Ocurre algo, profesor? -preguntó Durant.
   -Sí. Algo magnífico, sin duda alguna. Mi nave exploradora entró en el interior del abismo negro hacia más allá del horizonte de convergencia... ¡y ha vuelto! Ahora, señores, con su permiso, debo retirarme durante unos momentos. Les ruego que continúen la comida sin mí. Me reuniré con ustedes en cuanto pueda.

                       * *
Los robots se habían agrupado tras los dos tiradores mostrando una evidente toma de partido por su jefe. El tirador negro hacía gala de una fanfarroneria como Vincent sólo recordaba haber visto en algunas gentes de la Tierra.
   La pantalla electrónica se iluminó para dejar ver una luz zigzagueante que cruzó de lado a lado a gran velocidad. Antes de que pudiera perderse en la zona neutra, un disparo del robot negro la apago, entre la algarabía de los espectadores.
   Vincent repitio la hazaña, con la única variedad que utilizó seis décimas de segundo menos.
   Las secuencias de disparo se sucedieron durante algunos minutos. La seguridad y rapidez del pequeño robot dejaron pasmados a cuantos presenciaban el original desafío, y era evidente que el presuntuoso campeón estaba empezando a perder los nervios. Sus circuitos zumbaban amenazadoramente, sin que por ello Vincent perdiera la calma. Por el contrario, le daba confianza, mostrándose cada vez más insolente.
   De un blanco móvil pasaron a dos, después a tres y, finalmente, a cuatro. Era necesario ser muy bueno para disparar certeramente con tanta velocidad, y el robot negro estaba demostrando que había ganado su preciada medalla por algo. Sin embargo, SU programación era excesivamente pobre comparada con la de Vincent, orgullo de la cibernética terrestre, Y con unos circui¿os
sensores Incomparables con los rudimentarios de los antiguos robots.

   Por fin, el robot negro falló dos tiros consecutivos.
   Era el momento que Vincent estaba esperando,
    Se preparó para disparar, sin dejar de observar que su antagonista había dado un paso hacia é1, por lo que le pilló demasiado desprevenido cuando fue empujado en el momento de soltar el primero de la sucesibn de cuatro disparos de Iáser y si bien falló el primero, los otros tres dieron en el blanco.
   Una de las extensiones de Vincent pulsaron el tablero de control de la pantalla ordenando diez blancos consecutivos, arrancando un murmullo de admiración entre la concurrencia.
   Nadie había intentado jamás semejante hazana, y era seguro que nadie podría conseguirlo.
   Vincent se elevó flotando un par de metros por encima del tablero y empezó a disparar. Lo hacía con una rapidez increíble, girando sobre si mismo, de lado o boca abajo. Era lo mismo. Uno tras otro, las diez relampagueantes luces en la pantalla fueron apagándose sin fallo.
   Y aún tuvo la humorada de hacer una ultima demostración. Disparó una vez más al borde de la pantalla, allí donde eran recogidos los posibles tiros fallidos. El láser rebotó de uno a otro lado por tres veces consecutivas para, al fin, ser repelido hacia el lugar de origen. El robot negro vio asombrado cómo el tiro le abrasaba la medalla que colgaba de su pecho, sin rozarle siquiera.
   Fue demasiado para él. Los circuitos empezaron a calentarsele provocandole un fuerte ternblor. Diversos cortocicuitos se produjeron en su interior y el robot se derrumbó en medio de una nube de humo y un fuerte olor a quemado.
   La confusión fue aprovechada por Vincent para abandonar la sala sin que nadie se diera.cuenta.
   El viejo robot corrió balanceante a reunirse con él.
     -Nli nornbre es «Bob Veintiséis", Batallón Biosanitario -dijo presentándose.
     -Estaba seguro de que podías hablar -respondió Vincent-. Eres un moctelo de· masiado moderno para no ser comunicador ¿A que se debe tu silencio?
-No podía hablar delante de los demás, y menos aun de Maximillian. Las otras mãquinas, las que Reinhardt construyó o modificó, hubieran hecho que me desmonta-
ran.
   Sus propulsores chirriaron cuando se dirigió al fondo del pasillo para averiguar si venía alguien. Al ver el camino despejado, hizo una seña para que le siguiera, entrando apresuradamente en el almacén de repuestos.
   -Aquí estaremos más seguros --dijo al fin, balanceándose sobre su único suspensor útil-. Tengo un montón de cosas que contarte .
--¿ Tenéis Pistolas láser por aquí? -pre gunto Vincent.
    El viejo Bob se acercó a un mostrador  abriendo un compartimiento. Vincent echó  un vistazo al interior Y apartó un par de  ellas para insertarlas en las extremidades  de sus brazos principales, en sustitución a  las deterioradas.
    -Ahora me siento mejor -dijo-. ¿Que  tenías que contarme?
    -Tus amigos corren un grave peligro.  Ven conmigo. Quiero que veas algo con tus  propias ópticas.
    Se deslizaron lo más silenciosamente  que pudieron fuera del almacén. Los pro pulsores de Old Bob tenían tendencia a chi rriar de cuando en cuando, y no podía al canzar la velocidad que hubiera sido de seable en caso de necesidad.
    Al fin se detuvieron frente a la puerta de  una sala y Bob advirtió a su amigo que  guardara silencio antes de abrirla. La  puerta se abrio sin ruido y Bob la cerró tras  él.
Se encontraron en una sala circular iluminada tan sólo en su centro, donde poderosos rayos laser de precisión actuaban sobre una plataforma cilíndrica, La plataforma giraba lentamente y Vincent advirtió alojamientos especiales para cuerpos humanos.
   Era un quirófano altamente tecnológico Y los alojamientos estaban ocupados por los cuerpos de varios humanoides a los que se estaba dando tratamiento.
   -Ahí tienes a la antigua tripulación de la "Cygnus"... o lo que queda de ella.
   Vincent sintió algo muy parecido a un estremecimiento. Los tableros de mando del quirófano eran manipulados por robots humanoides. Lo que se ocultaba tras las mascaras de espejo, prefirió no imaginarlo. -¿Qué están haciendo? -preguntó.
   -Los mantienen con vida con una técnica de Reinhardt que prefiero no saber. Ahora son más robots que humanos, pero...
   -Luego entonces, ¿toda la tripulación es ?
Bob parpadeó, varias luces en señal de asentimiento.
   -Cuando se recibió la orden de regresar a la Tierra, dando por cancelada la misión de la "Cygnus", Reinhardt pareció volverse loco. Se negó rotundamente a obedecer y empezaron a surgir problemas. Toda la tripulación se puso de acuerdo en que no quedaba otro remedio que volver, de lo contrario la "Cygnus" pasaría a ser una nave pirata. Reinhardt simuló acceder para ganar tiempo y, en secreto, empezo a reprogramar a todos los robots con ayuda de Maximillian al que había construido como si fuera un proyecto de investigación, al menos eso es lo que hizo creer a los demás humanos. La nueva programación de todos los robots comenzó en el momento que había elegido para la toma absoluta de poder, cuando esa programacion fue activada mediante un impulso electrónico determinado que tan solo Reinhardt conocía. El resto es facil de imaginar vt hizo can tl control aLsoluto de la nave. Los hun?anos que sobrevivieron... ya has vìsto en que se han convertido. De vez en cuando, alguno de elos muere por causas naturales, aunque estoy
seguro de que otros experimentan un momento de lucidez, y se matan.
   -¿Sólo un momento? ¿No podría ser que algunos retuvieran aún la suficiente como para ser devueltos a su estado norrnal?
   -Lo dudo. Sus cerebros han sido alterados para realizar el trabajo que les ordena Reinhardt, sin voluntad alguna para desobedecer. No reaccionan ante nada, a excepción de la tarea que les ha sido encomendada. A veces, cuando he conseguido quedarme a solas con algunos de ellos, he intentado comunicarme, pero ninguno ha respondido.
   -¿Cómo es que no fuiste reprogramado por Reinhardt como los otros robots?
   -Fue una pura cuestión de azar. Soy el único modelo de mi tipo a bordo de la "Cygnus". Al principio había más, pero por una causa u otra empezaron a fallar y fueron desactivados. Yo ocupaba una zona al fondo de la base de mantenimiento, y rni trabajo era originariamente realizado por humanos, por eso puede que no estuviera en ninguna de sus listas que hicieron cuando los robots fueron programados.
Fui reactivado varios días después de que Reinhardt se hubiera hecho el dueno absoluto de la nave, cuando ya todos los humanos habían muerto o habian sido convertidos en humanoides. Tuve buen cuidado en parecer un sujeto inofensivo, sin capacidad de respuesta y aparentemente poco inteligente. Si Maximillian hubiera descubierto mi auténtico poder potencial, es seguro que me había mandado al taller de desguace.
La puerta se abrió tras ellos para dar paso a dos robots centinelas. Varias luces se encendieron en rápida sucesión en sus unidades monitoras exteriores cuando reaccionaron ante la presencia de los dos intrusos en la zona prohibida.
   - ¡Al suelo, Bob!
   Cortaron sus propulsores, cayendo casi hasta el suelo, mientras las armas de los centinelas empezaban a situarse en posición de tiro. Antes de que cualquiera de los dos pudiera disparar, los láser de Vincent abrieron fuego varias veces y los dos centinelas cayeron hacia atras, a la antesala, chisporroteando los destrozados módulos internos, y arrojando gotas de metal líquido.
   Indiferentes a cualquier cosa que no fuera la tarea que les había sido asignada, los cirujanos humanoides continuaron operando.
   - ¡Vámonos de aquí! -dijo Vincent llevando a su compañero al otro lado de la puerta y cerrandola tras ellos-. Tenemos que ocultar a estos robots antes de que nos descubran.
   Introdujeron los restos de los robots bajo un mostrador fuera de servicio y se perdieron pasillo adelante.

*   *

      Reinhardt se reunió con sus invitados en    el comedor. A simple vista podía observarse    el triunfal brillo de sus ojos.
      -¿Le interesan a usted los abismos ne   gros, doctor Durant? -preguntó.

         Por supuesto, senor. Los he estado es   tudiando desde que me gradué como físico

   astronórnico.
      -Entonces, les propongo un brindis.    Esta noche, amigos mios, estamos en el    alba de una hazana sin paralelo en la exploración espacial. Si los calculos de la nave   sonda que acaba de regresar coinciden con    los datos del ordenador, significará que  puedo proceder a hacer la prueba defínitiva    tanto de la nueva fuente de energía representada por el proceso "Cygnus" como del    generador de gravedad cero que protege mi  nave . Viajaré allá donde ningún hornbre se    ha atrevido a ir.

      Durant clavó sus  ojos en el profesor, incrédulo. Tembló su voz antes de preguntar  
 -¿Dentro del mismo abismo negro''
         -Exactamente. Y no sólo dentro de él  pienso llegar al otro lado.
-Pero... ¡No hay otro lado! Cualquier cosa que penetra dentro de un sumidero es convertido en nada por la fuerza de la gra-
vedad .
   -Esa es una teoría -admitió, Reinhardt-. Hay otras. Mis propias teorías.
   -Aun admitiendo esa posibilidad, admitiendo incluso que sus cálculos acerca de energía impulsora que le permita llegar al otro lado... ¿Qué espera encontrar allí? -preguntó Holland.
   -Un nuevo espacio. Un universo distinto, donde las leyes físicas del conocido no cuentan. Allí el espacio y el tiempo son medidos de una forma totalmente distintas, y donde se puede alcanzar la inmortalidad.
    - ¡Fantástico! -exclamó Pizer fascinado.
    -- ¡Absurdo! --dijo a la vez Booth.
   -Dan, Vincent desea que te reunas con él en la "Palomino". Tambien quiere que vaya Pizer -dijo Kate, como saliendo de un sueno.
   -¿Cómo? -Reinhardt quedo sorprendido por la interrupción de la profesora-. ¿Qué está diciendo? ¿Cómo puede saber que su robot les llarna?
   -¿No lo sabía, profesor? Kate posee un sistema de intercomunicaci6n mental con Vincent, en la Tierra lo llamamos "esplink".
Claro que este Sistema ha sido descubierto   recientemente, bastante después de que us  ted la abandonara.
- ¡Facinante !  admitió el sabio. ¿ En  qué consiste ?

     -Primero hay que tener diversas dotes   de transmisión mental por telepatía; des  pués, esas dotes son aurnentadas rnediante   la inserción de un artificio electrónico en el   cerebro -aclaró Durant.
   -Veo que en la Tierra no han abandonado los experimentos, y ello me alegra. De acuerdo, señores reúnanse con su robot. Entre tanto, senorita Mac Crae Y doctor Durant, si lo desean, pueden acompañarme a la sala de control. Creo que hay otras cosas que puedo mostrarles Y que encontrarán fascinantes. Además, deseo entregarles mis "Otros de estudios científicos antes de que inícien su regreso a la Tierra. Por cierto, ¿que es lo que no va bien en la "Palomino” para que  sean reclamados en mitad de la comida?

   -Vincent no lo ha especifîcado --aclaró Kate-. Seguro que tiene que ver con las reparaciones, Cuando se trabaja con algo tan delicado como el sistema de regeneración atmosférica, utilizando recambios adaptados, suele surgir casi siempre algún problema.
-Esperemos que se resuelvan rápida  mente -dijo Reinhardt-. Estamos casi lis  tos para iniciar el más fascinante viaje de   exploración que haya hecho nunca el gé  nero hurnano.
     -Nos veremos más tarde. Hasta luego   -dijo Holland poniendose en pie.
     Pizer y Booth le imitaron, y salieron del   cornedor.


                        * *


     -¿Sabéis lo que opino? -dijo Booth   mientras tomaban el aerocoche que había   de llevarlos a la "Palomino"- Creo que   Reinhardt se ha vuelto loco. Nuestra obli  gación sería tomar la "Cygnus", reducir a   ese maníaco por la fuerza, y retornar a la   Tierra con esta nave.
    -¿Estas seguro de que podríamos con- seguirlo? Yo no lo estoy tanto, después de haber visto a todos esos guardianes y a Maximillian. Ya viste lo que nos pasó tan pronto exhibimos las primeras armas...
     -Sería diferente esta vez -insistió el
 periodista-. Podriamos apoderarnos de - Reinhardt y obligarle a ordenar a todos sus condenados robots que se rindieran.
Holland no contestO; estaban llegando a  la antesala del muelle de atraque, y Pudo
 ver a Vincent aguardándoles en compañía  de otro robot parecido, aunque mucho mas  deteriorado.
    - ¡ Tenemos novedades sumamente gra ves que informan, comandante! -dijo Vin cent-. Será mejor que Bob se lo cuente.
    El robot estuvo hablando durante una  buen rato, interruimpiendose tan s61o para  aclarar alguna pregunta de sus interlocuto res humanos, que escuchaban en un silen cio horrorizado, que se acentuó cuando Bob  explicó lo que se había hecho con el resto  de la tripulación superviviente.
    Pizer parecía tener ganas de vomitar.  Holland se volvió para hablar con el repor tero.
    -Esto explica el funeral con el que me  tropecé y el misterio de tu jardinero cojo.  Me parece que vamos a tener que seguir tu  consejo, Harry. No podemos despegar y de jar a esos desgraciados aquí. Tenemos que  estudiar algo para apoderarnos de la "Cyg-
 nus"
    El reportero había empezado a sudar de  golpe.
    --¿Y arriesgarnos a terrninar corno la  tripulación? Si ellos no lo consiguieron,  igué posibilidades tenemos nosotros?
- ¡Qué rapidamente has cambiado de idea, Harry -dijo Pizer sarcástico-. ¿Qué hay de tus ideales de convertirnos en héroes, regresando a la Tierra con la "Cygnus” y Reinhardt prisionero?
   -Capitán -dijo Bob interrumpiendo-, no les causaria un favor devolviéndoles a Tierra. Sus cerebros son irrecuperables y me consta que sufren... La muerte es su única liberación.
   -Decida lo que decida, hágalo pronto, comandante -dijo Vincent-, antes de que los acontecimientos se precipiten. Tuve que desembarazarme de un par de centinelas que nos habían descubierto en el quirófano. Tan pronto lo descubrãn sabrán que hemos sido nosotros y no querrán dejarnos marchar.
   -Charly, sube a bordo de la "Palomino" y prepara el despegue. Vincent, ponte en contacto con kate y dile que la quiero a ella y a Alex aquí, a toda prisa. Nos vamos.
   Las luces de Vincent centellearon en secuencia especial mientras ponía en funcionamiento el sistema "esplink" de comunicación. El resto de sus compañeros se apresuró a entrar en la "Palornino".

*  *

    En la torre de mando Durant Y Mac Crae dialogaban mientras Reinhardt daba instrucciones a los robots para efectuar trabajos preparatorios.
    Estoy decidido, Kate. Estuve ojeando el inforrne de las investigaciones del profesor Reinhardt, Son tan magníficos, tan avanzados, que no tengo dudas de que su experimento va a ser un autentico éxito. Aquí los tengo, sera mejor que te hagas tú cargo de ellos. Yo me voy con ellos al otro lado.
Mac Crae iba a responder cuando se  puso en funcionamiento su sistema "es plink” .
     --Alex...
    El tono de voz atrajo la atención de  Reinhardt, que se la quedó mirando fija rnente .
    -Dan quiere que regresemos a bordo.  Están listos para despegar.
    El profesor la miró, unos segundos y  luego se volvió a sus siervos humanoides.
    -Preparad las máquinas. Atentos a ac tivar la máxima expansión del campo de  gravedad cero. Máquinas a toda potencia.
     Ocho enormes máquinas empezaron a  zumbar suavemente transmitiendo la vi bración a lo largo de toda la "Cygnus". A  bordo de la "Palomino" no podian oír las  Qrdenes de Reinhardt, pero podían notar  que sus planes estaban precipitándose.
    - ¡Vincent! -ordeno Holland-, Comu nicale a Kate que quiero que venga inme diatamente, con o sin Alex. Si pone peros,  dile por qué quiero que venga.
    Mac Crae consigui0 dominar el horror  que le causó el informe de Vincent y se  acercó a Durant hablándole con decisión.
-Alex, tenemos que volver a la nave ahora. Están preparados para despegar. Dan no puede esperarnos mucho más.
- ¡Me quedo!
-   No lo entiedes, Alex. Reinhardt es un asesino. Aquellas... criaturas que hay allí, los robots con cara de espejo, no lo son. iSon humanos! Mejor dicho, lo fueron hace tiempo.
   Durant se puso muy pálido. Tartamudeó al decir:
   --No te entiendo, Kate.
   - ¡Claro que me entiendes! Esas criaturas son lo que queda de la tripulación humana original. Han sido alterados quirúrgicamente bajo las órdenes de Reinhardt para que su voluntad quede destruida
hasta convertirse en esclavos.
   Alex Durant estaba petrificado debatiéndose entre dos dísyuntivas. Por una parte, la adoración que sentía al que consideraba su insuperable maestro, casi un dios; por otra, las terribles acusaciones de Kate. Reinhardt debio notar algo raro, porque se dirigió hacia ellos con los ojos firmemente clavados en Mac Crae. -¿Ocurre algo -pregunto.
   - Kate está disgustada porque he decidido partir con usted -contestó Durant, encubriéndola.
   - Me temo que ella también va a venir con nosotros -informó Reinhardt, sin perder la calma.
   - ¡No! -gritó Mac Crae, dando un paso  hacia atrás.
   -  Tenernos unas condicionès optimas  para penetrar en el abismo negro ahora, Y  su presencia en la «Cygnus» es para mí  fundamental. Su "esplink", me permitirá comunicarme con los hombres de la "Pa lomino”, los cuales podrán difundir mi hazaña  a toda Tierra. Querida, no lo dude,  está usted colaborando en la experiencia  más grande llevada a cabo por la humani dad.
           
     Entretanto, Durant se había acercado a uno de los humanoides que operaba en un tablero de control. Alargó, la mano hasta la protección reflectante de la cara sin que el robot protestara. De un tirón, arrancó el espej o.
    Una cara, que había sido una vez humana, continuó su trabajo sin prestarle atención, pero Alex sintió un violento extremecimiento al ver aquellos ojos que miraban sin ver, reflejando un vacío interior que causaba pánico.
   El ídolo que Durant había levantado acababa de derrumbarse. Loco de ira se interpuso entre el profesor y Kate gritando:
   - ¡Déjela marchar! ¡Bastante daño ha ocasionado usted ya a bordo de esta nave...!
   Y Maximillian se puso en movimiento. Extendió dos brazos, armados de poderosas cuchillas giratorias capaces de cortar el más duro metal, avanzando inexorable hacia Durant. Fue en vano que el científico tratara de interponer entre su cuerpo y el arma el libro de notas que Reinhardt le ha bia entregado. Fragmentos de papel saltaron en todas direcciones antes de que Durant se desplomara al suelo con el cuerpo totalmente destrozado, mientras Kate dejaba escapar un grito de terror.
-Lo siento -dijo Reinhardt con sincero acento-. Ha sido una lastima... Durante un tiempo pensé que podría ser un buen colaborador, ahora...
    Volvió sus ojos a Kate para anadir:
   -Respecto a usted, querida, lamento que no haya querido colaborar conmigo voluntariamente. Tendrás que hacerlo de todos modos. Maximillian se ocupará  de que reciba el tratamiento médico correspondiente .
   Dos robots vigilantes hicieron su entrada en la torre de control para conducir a la doctora Mac Crae al quirófano. La cogieron sin violencia, pero con energia, llevandola hacia el ascensor.
   Kate sabia que nada podía hacer contra las máquinas y se dejó arrastrar sin oponer reslstencia.
   -En marcha todas las máquinas -ordenó Reinhardt-. Lista la cuenta atrás para iniciar la maniobra. Todo el mundo preparado en sus puestos.
   La mano de Holland se detuvo por encima de un control, cuando la voz de Reinhardt le llegó a través del intercomunicador del panel.
-Todo listo para el despegue, capitãn Holland. Tiene tiempo de sobra para salir fuera del campo de gravedad cero de la "Cygnus", pero debe conseguir la máxima velocidad de escape para no ser atrapados por la absorción del abismo negro.
   Los doctores Durant Y Mac Crae han elegido quedarse a borde de la "Cygnus" para participar en mi experimento. Les desean a usted y a sus amigos buena suerte.
   -Te lo dije -exclamó Booth-. Hemos estado perdiendo un tiempo lamentable, rnientras que esos dos sabios se dejaban camelar por Reinhardt. Y, entretanto, hemos estado a punto de que descubran esos robots destruidos y sepan que estamos enterados de todo impidiéndonos salir. iVárnonos a todo gas, antes de que sea demasiado tarde!
   -No estoy de acuerdo. Kate jamãs obraría asi.
   -El doctor Durant ya no cuenta -dijo Vincent atrayendo la atención de todos-. Maximillian lo ha matado. En estos momentos se están llevando a la doctora Mac Crae al hospital.
   Holland se puso en pie de un salto. Las intenciones de Reinhardt estaban tan cla-
ras corno un cristal.
   -Vincent, haz que el viejo Bob nos lleve al quirófano por el camino más corto. Harry, tú te quedas aqui y vigilas la nave. Impide por todos los medios que nadie suba a bordo.
   -Booth asintió. Parecia qeu iba a decir algo, pero prefirió guardar silencio después de pensárselo un poco.
   Pizer se incorporó de su asiento para acompañarlos, pero se lo impidió Holland con un gesto.
-Lo siento, Charlie. Tú también te que das.
    -¿gué? ¿Estas loco? Vas a necesitar  toda la fuerza de disparo que puedas con seguir.
    --Ya lo sé. Puede que consigamos llegar  hasta Kate y puede que no. Tampoco es se-
 guro que consigamos regresar, y es impor tante que alguien regrese a la Tierra para  informar de lo ocurrido aqui. Harry no  puede pilotar la nave. De todos modos no  esperes demasiado. Sácala del campo de  gravedad de la "Cygnus" antes de que sea  demasiado tarde.
    Bob abrió la marcha seguido por Ho land. Antes de salir, Vincent se volvió a Pi zer:
    -Les deseo buen viaje de regreso. iQue  tengan mucha suerte!
    -Cuídate tú, barril de chatarra, y procu rad volver todos sanos y salvos.
    Katherine Mac  Crae había entrado en el  quirófano mirando a su alrededor, lleno de  angustia. Los cirujanos humanoides esta ban preparados para realizar el cambio en  su cerebro sin sentir la rnenor ernoción.
    -Por favor, Vincent, daros prisa -su plicó Kate-. Tengo miedo.
    Simultaneamente, una pareja de robots  guardianes acababan de encontrar los res tos destrozados de sus compañeros, ocul tos bajo la consola. Uno de ellos se acercó a  un comunicador situado en la pared y pulsó
 un botón.
    La alarma irrit6 a Reinhardt que estaba
 demasiado ocupado en la maniobra de par tida. Escuchó unos instantes Y cortó la co municación sin que un solo músculo de su
 cara se alterara.
    -Ha llegado el momento de liquidar a  nuestros invitados -dijo-. Excepto el ro bot y la doctora Mac Crae, todos deben ser  eliminados. Unicamente si consiguieran  llegar hasta ella, deberían ser todos exterminados. Maximillian, ocúpate de ello.
El robot se dirigió a un panel de control y dio las órdenes oportunas. De inmediato, todos los robots-guardias de la "Cygnus" se pusieron en accion.
   Bob condujo a sus amigos a través de corredores pocos concurridos, evitando encontrarse con las patrullas de guardia. La lentitud de los deteriorados impulsores del viejo robot impacientaban a Holland, que hubiera deseado correr por los pasillos a toda velocidad.
Kate había sido colocada en el quirófano rodante, con sus órganos vitales protegidos por una capa de metal flexible, y dejado su cuerpo únicamente al descubierto en aqueIlos puntos que debían ser tratados por los láser.
   Los humanoides manipulaban los controles totalmente insensibles al dolor ajeno. Kate reconocid diversos proyectores de laser de rayo corto y alta intensidad, capaces de cortar carne y hueso hasta tolerancias microscópicas.
-Vincent, daos prisa, por favor suplicó a través del sistema se comunicación «e splink»
   -Estamos llegando, doctora Mac Crae -respondió una voz familiar, confortable, dentro de su cabeza.
   Se encendieron luces en la cúpula cargada de instrumentos encima de su cabeza.
   -Anestesia -pensó aterrada-. Dentro de poco todo habrá terminado para mí,
   El intenso crepitar de aparatos electrónicos fundiéndose llegó hasta ella, a la vez que trocitos de rnetal y plástico fundido llovían a su alrededor. Como pudo giró la cabeza hacia el otro lado y vio a Holland. Estaba en pie junto a la entrada, flanqueado por dos máquinas que disparaban sus Iáser hacia los cuadros de control del quirófano.
   Los sorprendidos centinelas que aún estaban en la sala intentaron en vano levantar sus armas contra los intrusos. Antes de que lo consiguieran, los certeros disparos de Holland y sus acompañantes los redujeron a un confuso montón de chatarra.
   Los Iáser quirurgicos continuaban funcionando, mientras que el receptáculo que contenía a Kate avanzaba inexorablernente para situarse bajo sus efectos. Holland echó a correr hacia ella, olvidándose del peligro que suponían los tres guardianes que acababan de irrumpir en la sala.
   -,Detrás de usted, Mr. Holland!
   Un robot saltó sobre el comandante atenazándole con sus brazos de hierro, cayendo ambos sobre la plataforme giratoria. Las manos de Holland se aferraron al brazo armado del robot tratando de impedir que
disparara. En un supremo esfuerzo consiguió desplazarse hacia un lado, mientras
que su oponente, falto de apoyo, rodó en dirección contraria, de modo que la cabeza quedó durante un segundo bajo el láser quirúrgico. Se oyó un chisporroteo cuando los componentes electrónicos saltaron en todas direcciones, totalmente abrasados.
   Holland no perdió, el tiempo. Tomó a Kate en brazos, sacandola de la plataforma, y se tiró al suelo protegiéndola con su propio cuerpo de los disparos que cruzaban la sala.
   Los dos cirujanos habían caído en el fragor de la lucha, arrastrando con ellos uno de los paneles. Nuevamente, sin temor ya a herir a sus compañeros, Vincent y Old Bob dispararon con celeridad contra el último grupo de guardianes que acudió. Instantes después todo había terminado.
   -¿ E stás  bien? -preguntó Holland abrazando a Kate.
   -Estaré mejor cuando estemos a bordo de la "Palomino" -respondió consiguiendo sonreír.
Dan le entregó un arma, mientras Kate  acababa de despojarse de la protección de  rnetal flexible.
    -Gracias, querido Vincent -dijo des pués.
    -No tiene por qué darlas, doctora. Le  aseguro que ha sido un verdadero placer.  ¿Verdad, Bob?
    -Por supuesto. Hacía anos que estaba  necesitando un poco de acción. iEsto le re juvenece a uno! No hay cosa mejor que una  buena pelea a tiempo.
    A bordo de la "Palomino" Pizer estaba  impaciente, consultando a cada momento  el reloj electrónico. Un panel zumbó a su  lado.
     -¿Eres tú, Dan?
     -Sí. Kate está bien. Ya vamos para allá.      -¿Os siguen?
    -No de momento. Confio en que siga  así. Corto.
    --Pizer se recostó en su asíento aliviado. Por su parte, Booth se encontraba cada vez más nervioso.
   -·Están tardando demasiado. Reinhardt ;ra a ordenar acelerar de un rnornento a otro y será demasiado tarde para nosotros.
- ¡Cállate, Booth! No nos rnoverernos de aquí hasta que nuestros compañeros estén a bordo.
   Varios centinelas robots llegaron al quirófano, cruzándose con dos humanoides a los que no prestaron atención, cuidando tan sólo de vigilar la puerta de entrada.
    Volviendose de repente, los dos humanoides sacaron unas pistolas láser que llevaban escondidas, disparando repetidas veces hasta derribarlos. Bob y Vincent salieron del quirófano y se apresuraron a seguir a sus compañeros disfrazados.
   Sin embargo, ninguno de ellos llegó a pensar que la sección por donde avanzaban estaba vigilada por monitores ópticos de control remoto, y todo cuanto acababa de suceder había sido presenciado por Reinhardt.
   -Atención a todos los vigilantes -dijo por el intercomunicador-. Disparen contra todo humanoide que se encuentre entre el quirófano y la "Palomino".
   Holland y sus compañeros entraron en el corredor principal, donde varios guardianes estaban apostados. Un rayo laser se estrelló a pocos centímetros de la cabeza del comand ante, que tuv o que echarse hacia atrâs apresuradamente.
-Ya nos han descubierto -dijo despojándose de sus ropajes.
   -Bueno, por lo menos nos han servido para poder llegar hasta aqw -respondió Kate quitándose la cobertura facial y arrojándola al centro del pasillo.
   Al instante, varios disparos la dejaron destrozada; pero atrajo por tiempo suficiente la atención de los robots, para que Vincent fotara hasta la parte superior del pasillo, pudiendo derribar a dos guardianes, antes de tener que volver a ponerse al resguardo de la pared.
   -Senor Holland -informó Bob-, vienen mas guardianes por detras.
   -Hay que evitar que nos cojan entre dos fuegos -dijo Holland disparando contra la nueva amenaza-. Hacia el paso elevado. ¡Rápido!
   Con Vincent y Bob, que se elevaban obligando a los robots a mantener la lucha a diferentes niveles, Holland y Mac Crae se abrieron paso disparando en todas direcciones mientras corrían zigzagueando. Las
máquinas de Reinhardt eran lentas de reflejos y Vincent lo sabía. El era capaz de disparar en cualquier postura, ya lo habia demostrado en la galería de tiro, mientras que sus enemigos necesitaban tiempo suficiente para localizar el blanco, apuntar y disparar. La lentitud de los centinelas quedó demostrada cuando dos intentaron apuntar a la vez a Bob que se lanzaba en picado. Pasó entre los dos como una centella y éstos dispararon simultáneamente, destrozándose entre sí.
   La lucha fue decreciendo a medida que los robots centinelas fueron cayendo. Poco tiempo pasó hasta que vieron que se habían quedado solos.

   -Adelante, con los ojos bien abiertos. Esta victoria no quiere decir que no vayamos a encontrar más enemigos delante.
   En la torre de mando, Reinhardt estaba furioso tras haber visto los resultados de la confrontación de combate destrozada por un raquítico robot y esa antigualla del almacén.
Maximillian se encendió en un brillante color carnesi, la forma mas fuerte de mostrar su ira que podía permitirse.
   -Lo siento por Mac Crae --continuó Reinhardt-. Ahora no puedo permitir que ninguno de ellos regrese a la Tierra para diafamarme. Si consiguen llegar a su nave les bejaremos que se distancien un poco antes de destruirlos; no quiero arriesgar a la " Cygnus".
   Los fugitivos marchaban hacia la estación de embarque. Apenas les quedaban unos cuantos metros para llegar a su destino cuando se vieron detenidos por un  grupo de centinelas parapetados tras una  barricada que cortaba totalmente el paso.
    -Imposible volver atras -dijo Holland-; no tenemos tiempo para dar la  vuelta. Nuestra única posibilidad es conti nuar adelante, pero esos robots están muy  protegidos. Dios sabe el tiempo que nos lle varía desalojarlos de ahí.
    A bordo de la "Palomino" Booth se pa seaba impaciente sin dejar de consultar el  cronórnetro .
    -¿Cuanto tiempo mas van a tenernos  aquí? -dijo con rabia-. Si no consiguen  llegar no es nuestra culpa, y no tenemos por  qué morir también.
    Como si hubiera sido oído, se escuchó la  voz de Holland a través del intercornunica dor.
   -¿Charlie, me recibes?
   -Fuerte y claro, Dan. Adelante.
    -Se acabó el tiempo -dijo Holland con  calma-. Saca la nave de aquí.
   -¿Dónde estáis?
     -En el corredor lateral, cerca de la re   cepción. Tienen el paso bloqueado y no po   demos pasar. iDespegue, senor Pizer! ¡Es    una orden!
      Charlie se incorporó para buscar un    arma. Empezó a caminar hacia la salida,    cuando Booth le interceptó el paso.
      - ¡Ya oíste al comandante... Tienes que    despegar!
      - ¡Basta ya, Harry! Te has pasado la    vida hablando de heroicidad e informando    de heroicidades. Ya va siendo hora de que    aprendas un poco.
      Soltó una maldicibn y corrió tras Pizer,    que ya había cruzado la escotilla. Apenas    llegaron al pasillo de enlace llegó hasta    ellos el ruido del combate que se mantenía    a corta distancia.
      Había un único guardia en la sala de re   cepción. Sorprendido, se giró levantando el    arma. Antes de que lo consiguiera, Pizer    había saltado a un lado disparando y al   canzándole de lleno. La máquina se partió    en pedazos a la vez que Booth se arrojaba    de cabeza debajo de una mesa.

Pizer íba a continuar la apresurada marcha hacia el pasillo lateral cuando le llegaron los larnentos.
   - ¡Harry! ¿Estas herido?
   -La pierna... -dijo Booth, sujetándosela con ambas manos. Se sentí, haciendo una rnueca de dolor.
   -¿Estas muy mal?
   -Creo que me la he roto.
-¿Por el fuego láser? Me pareció que el centinela no llegó a disparar.
    -No, por estupidez. Me la rompí al arrojarme al suelo. Creo que ya no soy tan flexible como cuando era joven. Entonces hubiera rebotado.
   El ruido de los disparos al otro lado del pasillo se incrementó. Pizer miro hacia allá con angustia. Se volvió a Harry.
-¿Crees que podrías caminar sólo hasta la nave? Me parece que estoy haciendo falta allí.
    Y señaló con el dedo el lugar de ia pelea.
   -Creo que podré llegar solo -respondió el reportero, poniéndose en pie con ayuda de Charlie . El dolor fuerte vendrá dentro de un rato, cuando la pierna se enfríe.
   -De acuerdo. Vuelve a la nave y asegúrate de que no suba ninguno de ellos a bordo.
   Pizer corrió hacia el lugar de la batalla. Asomó con precaución la cabeza por el recodo del pasillo y pudo ver a los robots, de espaldas, disparando tras la barricada.
   ··Confundelos. No les des tiempo para reaccionar-, se dijo para sus adentros.
    Saltando al descubierto, Pizer empezó a disparar sus dos láser contra la apretada masa de robots. Los efectos fuerÚn mayores de lo que él mismo hubiera esperado. Varios de ellos saltaron destrozados, cayendo sobre el resto de los guardianes que, confusos, no sabían a dónde atender.
   Holland, Kate y Vincent no perdieron un segundo. Saltando de su protección arremetieron contra los que quedaban. Poco después vieron que la victoria había sido completa.
   La pierna herida de Booth parecía haber experimentado una curación casi milagrosa. Corriendo sin el menor síntoma de cojear se introdujo en la "Palomino", y cerró la puerta tras él.
   Se sentó ante los controles, examinándolos con atención. Dieciocho meses a bordo de la nave le habían enseñado lo suficiente como para conocer el significado de
cada control.
   Pulsó uno de ellos y sintió un ligero zumbido que le produjo una sonrisa de satisfacción, ¡Ya tenía energía! Ahora tan sólo le faltaba dirección, velocidad Y con ellas su libertad .
    Holland Y los demás llegaron fatigados a la sala de recepción. Se detuvo de repente con el ceño fruncido, escuchando con atención: un sonido familiar se destacaba sobre el de los motores de la "Cygnus".  
 -¿Qué está tratando de hacer ese idiota? -gritó Pizer, echando a correr hacia el pasaje.
    -No te esfuerces, Charlie, es demasiado tarde -dijo Holland, deteniendole-. La pasarela ha sido retirada.
   Instantes después la "Palomino" se deslizaba alejándose de ellos, para casi inmediatamente volver a acercarse tambaleante a la «Cygnus».
   En el asiento del piloto Booth luchaba con los controles, tratando de dominar la nave que parecía haberse vuelto loca.
 Sudoroso, pulsaba aquí y allá, no consiguiendo otra cosa que aumentar el problerna.
    Reinhardt tarnbién se dio cuenta del problema de la nave, que se estaba acercando demasiado a la "Cygnus".
   - ¡Está fuera de control! -gritó, perdiendo la calrna--. Hay que hacerla explotar antes de que nos alcance. iFuego de las baterías de proa!
   Dos cañones giraron silenciosamente hasta enfocar la «Palomino» y dispararon. La nave se desintegro en una lluvia de metal fundido y fragmentos de sí misma.
   Uno de esos grandes fragmentos fue a estrellarse contra una parte especialmente delicada de la "Cignus", abriendo una gran brecha en la popa y destrozando la estación de control del rnotor de babor. Fuerzas enorrnes fueron liberadas en una fracción de segundo, produciendose una terribleexplosión. Automáticamente, varias compuertas se cerraron para incomunicar esa sección del resto de la "Cygnus", pero la gran herida de la popa era irreparable.
   -¿Que vamos a hacer ahora? -preguntó Kate, todavía estremecida por el trágico fin de Booth.
   -Donde hay vida hay esperanza -respondió Vincent-. Y no hay mejor defensa que un buen ataque.
-¿Quieres decir ir en busca de Rein hardt y tratar de obligarle a dar la vuelta?  -preguntó Holland-. No, una cosa es  abrirse camino por los pasillos a punta de  pistola y otra conseguir apoderarse del con trol de la "Cygnus". No tendríamos la me nor oportunidad.
    -No estaba pensando en ello, senor.  Hay otra oportunidad: la nave sonda.
    - ¡Vincent, eres un genio! -exclamó Pi zer-. Bob, ¿cuãl es el camino más corto  hasta allá?
    Aerocoche interior. Puedo programar  uno para que nos lleve directarnente al  muelle de embarque.
     El grupo echó a correr hacia el pasillo.
    Con la tremenda brecha en la popa, la  "Cygnus" acelerd a plena po¿encia para  sumergirse en la vorágine del abismo negro.  La torrnenta de radiación que fluía del hori zonte de convergencia llenaba el espacio al rededor de la nave.
    Reinhardt estaba absorto exarninando los controles,be la nave. Era un inconveniente la perdida de energía de los motores de babor, pero no significaba en absoluto que el proyecto debiera darse por perdido. Un enjambre de objetos de forma irregular seguía el mîsmo curso que la "Cignus" y unos rápidos calculos indicaban que la alcanzarían.
-Meteoritos tras de nosotros. Acelera al máximo; quizá logremos dejarlos atrás.
   Perseguida por inmensos residuos de materia, la "Cygnus" avanzó atronadora, pero no consiguió, la suficiente velocidad. Un enorme fragmento de hierro-níquel penetró en la parte superior de la nave, destruyendo lo que había sido zona de recepción.
El aerocoche se estremeció por el impacto, pudiendo oir el espantoso sonido del aire al escapar, antes de que las compuertas de seguridad aislaran la zona afectada. Un nuevo meteorito se estrelló al fondo de la galeria y Holland detuvo el vehículo.
   -No podemos continuar -dijo-. ¿Qué camino seguimos, Bob?
   - A través del invernadero, senor. Podemos cruzarlo y pasar al pasillo central de
proa.
    -Adelante pues. Tú nos guías.
   Apenas habían entrado en la estación hidropónica corriendo cuanto podian entre los perfectamente alineados cuadros vegetales y árboles frutales, un grupo de vigilantes lleg6 en su persecución disparando en todas dírecciones.
   Tumbado tras un manzano, Pizer disparaba una y otra vez contra sus perseguidores, cuando escucho el potente silbido del aire escapando. Arriba, en la cúpula de cristal, se había abierto un pequeño orificio que absorbía el aire en cantidades considerables, produciendo un slibito en.friamiento de la atrnósfera.
    Muy prgnto empezó a llenarse de hielo la sala. Se rompieron las placas a causa del pequeño tornado causado por el escape de aire y trozos de planta helados fueron absorbidos hacia arriba. Eran corno cuchillos helados que se disparaban en remolinos sin direccibn, tan peligrosos como los disparos de los robots.
   - ¡Hay que salir de aquí! -gritó Holland para hacerse oír por encima del fragor de la torrnenta. Si no nos darnos prisa podemos morir congelados.
   Empezaron a avanzar hacia la puerta, volviéndose de vez en cuando para disparar contra los robots que les perseguían. Vincent quedó a retaguardia para proteger la retirada de sus compañeros.
El orificio de la cúpula se ensanchó, aumentando su poder de absorción. Las máguinas que les perseguían fueron atrapadas por el pequeño huracán y proyectadas hacia arriba, a la vez que el viejo Bob empezaba a tener problemas con sus propulsores. Completamente cubierto de hielo, no podía avanzar y empezó a ser aspirado hacia la cúpula.
   -Sigan sin mí -pidió-. Yo no puedo rnás.
   Lejos de obedecerle, le cogieron por los suspensores, ayudándole a avanzar. La puerta estaba ya demasiado próxima para rendirse.
Cruzaron al otro lado y Holland accionó el cierre manual. Al instante la tortura del helado pabellón hidropónico no fue más que un mal recuerdo.
   Reinhardt miro impotente la lluvia de meteoritos que poco a poco iban destrozando la "Cygnus". Contando con la plena potencia de la nave estaba seguro de que hubiera podido terminar con pleno éxito su
proyecto. Ahora veia con rabía cómo su nave era destrozaba pedazo a pedazo.
   Un trernendo impacto estremeció la torre de control, enviando a varios de los humanoides al piso inferior.
   Varias pantallas se apagaron al desprenderse de sus asideros, dejando a la principal tambaleándose, colgando de la parte superior.
-Esto es el fin, Maximillian, programa la nave sonda. Vamos a utilizarla.
   Holland y los demás habían llegado al fin al corredor principal, pudiendo observar que había sufrido graves daIios. Habían empezado a cruzar una de las pasarelas que corrían por encima de los conductores de energía cuando un violento choque les obligó, a agarrarse para no caer. Procedente de algún oscuro rincón del espacio, una bola de fuego había penetrado a través del techo. Frenada por el campo de gravedad de la "Cygnus", no la atraveso de parte a parte, sino que avanzo perezosamente a lo largo del corredor principal, abrasándolo todo a su paso.
   Los fugitivos poco podían hacer ante el terrorífico fenómeno. Se dejaron caer a lo largo de la pasarela, agarrándose con todas sus fuerzas a la barandilla· El refulgente metal pasó por debajo de ellos, causando una tremenda destrucción a su paso hasta perderse en el fondo de la nave.
Maximillian avanzo hacia el ascensor  para dirigirse al muelle donde estaba la  nave sonda. Antes de seguir tras el, Rei nhardt se detuvo un momento para echar  una última mirada a lo que había sido el  corazón de su imperio.
    Había tardado muchos anos en conse guir que construyeran la “Cygnus”; otros  veinte para llevarla hasta este rincón del  Universo. Ahora él tenía que seguir solo. Su  entrada al nuevo Universo iba a ser de to dos modos.
    El sonido de algo que se rompe le hizo  mirar hacia arriba. La pantalla principal  acababa de soltarse de sus abrazaderas.
    Empezo a correr antes de sentir el  enorme peso oprimiéndole contra el suelo.  Empujó el visor con ambas manos, en un  esfuerzo supremo, aun sabiendo que jamás  podría moverlo.
    - ¡Maximillian, ayudame!
    Las puertas del ascensor se habían ce rrado a espaldas del robot rojo antes de que  captara la llamada. Reinhardt se retorció  para buscar una ayuda, clavando sus ojos  en la hilera de hurnanoides.
    - ¡Eh, vosotros, ayudadme! ¡Ayúdame!
    Los robots estaban programados tan  sólo  para el trabajo que debían realizar y lo  ignoraron. Incluso permanecieron indife rentes cuando una parte de su secci0n se  partió destrozando a la mitad de ellos.
    Y Reinhardt, con los ojos despavoridos,  se quedó mirando la enorme espiral que se  los estaba tragando.
*   *
Cuando se encontraron ante la última sección que los separaba del muelle de la nave sonda, estaban casi al borde del agotamiento. El viejo Bob se movía renqueante y era preciso que los demás se turnaran para ayudarle a avanzar, pese a las protestas del robot que repetía una y otra vez que lo dejarán atrás y no perdieran tiempo con él.
   -Animo, veterano -dijo Vincent ayudando a mantener la estabilidad de su compañero-. Volvemos a casa después de todo... y tú hecho todo un héroe.
   -Tenía que defender el honor del viejo cuerpo, Vincent.
   -Ya verás: Te van a dejar como nuevo. Será cuestión de desabollar esa vieja carcasa y renovarte algunos circuitos para que...
   - ¡Vincent! ¡Bob! ¡Cuidado! -gritó Kate.
   Maximillian había aparecido al fondo del pasillo cerrándoles el paso. La doble descarga de los láser del monstruo la recibió Bob de lleno, lanzándolo, rebotando a lo largo de la galería.
   Vincent reaccionó primero y disparó sus láser. Los tiros fueron certeros, como siempre, y destrozó la pistola de las manos de su enemigo.
   Holland, Kate y Pizer disparaban centrando el fuego contra Maximillian; pero ni siquiera el fuego de todas las armas conseguían perforar la coraza del monstruo.
   - ¡A la nave! gritó Vincent lanzándose contra su oponente-. ¡Yo me encargo de esto!
Maximilian no estaba desarrnado. Extendió sus brazos adicionales armados de cuchillas giratorias capaces de cortar el rnetal rnas duro.
La "Cygnus" vibraba alarmantemente  anunciando su inminente final. Aquí y allá  se oían explosiones que lanzaban al espacio  fragmentos enormes de la nave que eran  absorbidos de inmediato por el abismo  ne gro .
    Vincent se acercó para provocar a su  enemigo y centrar la atención de la lucha,  consiguiendo así dejar vía libre a sus com pañeros humanos. Como si de un nuevo en frentamiento entre David y Goliat se tratara, las dos máquinas se miraron desafiantes, antes de enzarzarse en la lucha.
    Vincent disparó sus láser en ráfagas in termitentes, cambiando constantemente de  posición, buscando un resquicio en la co raza de Maximilliam  pero, una vez más, se  puso de manifiesto que Reinhardt había  construído una máquina formidable, sin de fectos.
    El filo de un cuchillo rozó el arrnazón de  Vincent que salió despedido contra la pa red. El impacto parecía haber dañado el  sistema de equilibrio de la pequeña má quina, que permaneció unos instantes vaci lante, sintiendo el equivalente robótico del  rnareo.
    Maximiliam aprovechó la ocasión Para  abalanzarse sobre él, con el visor rojo cente lleante de triunfo.
Vincent pudo a duras penas esquivar los brazos extendidos acabados en cuchillas, pero sOlo para encontrarse aprísionado entre otros dos, más fuertes y poderosos, capaces de aplastar una columna de acero.
   En la parte frontal del cuerpo de Vincent, se abrió silenciosamente una pequeña puerta, dejando al descubierto un pequeño pero eficacisimo taladro que empezó a perforar la sección media del gigante, hasta alcanzar los delicados circuitos internos.
    Maximilliarm entero chsisporroteó antes de aflojar su brazo Y caer pesadamente hacia atrás. Rodó unos instantes por la pasarela y se precipitó hacia abajo, totalmente destrozado.
   Vincent apenas dedicó una mirada a su enemigo. Se volvió hacia Old Bob, que continuaba tendido en el suelo, con la mayoría de sus luces apagadas.
   -Maximillian se acabó -dijo Vincent.
   -Buen trabajo -respondio débilmente el viejo robot-. Ahora, daos prisa si queréis salvaros.
   -Voy a llevarte a la nave.
   -No, no voy a ir con vosotros -dijo el robot mientras sus circuitos se iban apagando lentamente-. Yo ya estoy acabado.
Adiós, amigo. Ha sido una suerte conocerte. Buen viaje.
   Las luces de Old Bob se apagaron definitivamente. Ahora era un simple trozo de metal sin vida, como lo sería la "Cygnus" muy pronto.
   Vincent se volvió y se lanzó, hacia la compuerta para reunirse con sus compañeros que ya habían abordado la nave sonda. La nave, diseñada para acoger a dos personas, estaba completamene ocupada por los cuatro .
   Holland y Pizer se situaron en los asientos delanteros, frente a los mandos, mientras que Kate y Vincent se situaban detrás, bastante apretujados.
   -Será mejor que salgamos a todo gas comentó Pizer-. La "Cygnus" se está haciendo pedazos.
   Pulsó diversos controles, accionó propulsión, y la nave sonda se separó de la "Cygnus". Holland procuró alejarse cuanto antes de la nave mayor para evitar ser alcanzados por cualquiera de sus fragmentos.
   Con su propio campo de proteccibn de gravedad cero, la nave sonda empezó a acelerar más y más, describiendo un amplio arco hacia las profundidades del abismo negro.
    Extrañado por aquella aceleración, HoIland comprobó diversos controles.
    -No  lo comprendo -murmuró.
   -No hay forma de dar la vuelta, señor Holland -dijo Vincent después de examinar atentamente el cuadro de mandos-. Esta nave ha sido programada para ir al otro lado del abismo negro o, por lo menos, intentarlo. No podemos cambiar el rumbo.
   -¿Estamos aquí encerrados entonces? -preguntó Kate.
Dan asintió en silencio, abandonando los controles ya inútiles para él.
   -Navegación Sellada -dijo al fin-. Reinhardt tomó, todas las precauciones para que la nave continuara su  rumbo, aun en el caso  de que el piloto quedara inconsciente.
Y de repente, luz. La LUZ no se debía dar en los confines de un abismo negro, pero allí estaba.
   - ¡Hemos pasado! -exclamó Holland-. Después de todo, Reinhardt tenla razón
   -¿Podremos volver atrás -preguntO Kate .
   -¿Volver? Sí, creo que sí. Incluso sin Reinhardt podemos intentarlo. Pero no tiene por qué ser ahora mismo, ¿verdad?
   Tiene razón, comandante -intervino Vincent-. Al fin y al cabo, ya que estamos aquí, ¿por qué no explorar este nuevo universo?
   Un universo donde no existe el tiempo y no es posible la muerte -dijo Kate pensativa.
   -Claro que sí, Vincent, tenemos derecho. Al fin y al cabo somos los primeros.


MAQUETAS Y EFECTOS ESPECIALES


   Cuando los estudios de Walt Disney Productions decidieron llevar a la pantalla la película  “El abismo negro”, en la que los efectos especiales era la base primordial para la buena consecución del filme no se les planteó ninguna duda sobre quién  podría llevarlos a cabo con plena garantía de éxito: Peter Ellenshaw.
Habia estado trabajando para Walt Disney durante treinta Y dos años Y conocían bien su trabajo. Ahora que se había retirado a su Inglaterra natal, con la firme decision de descansar, ya jubilado· Sin embargo, cuando le Presentaron el guión Y se dijo lo que se deseaba de él, salió de su retiro para realizar lo que el ha llamado "su última película"

   Sólo la técnica de Ellenshaw podia lograr la maravilla que ha conseguldo en cada secuencia del filme. Desde la "gigan tesca "Cygnus" a los perfectísimos robots, pasando por las impresionantes secuencias de la destruccion de las naves.
Sin embargo, como vemos en las fotografías adjuntas, la "Cygnus" no es una nave de un kilómetro. Es más bien una maqueta de reducido tamano, minuciosamente trabajada. La técnica de la micrografía se ha encargado de realizar el "milagro".

   Siempre se ha dicho que si alguien viera filmar los efectos especiales de una película, quedaría desencantado. Ni las naves se acoplan, ni trabajan sus reactores, ni los cañones disparan rayos láser.
Unicamente en el "truco" de los rayos láser, Ellenshaw se ha permitido echar mano de los dibujos animados. Sin embargo, es todo lo contrario; y resulta maravilloso admirar los efectos que la técnica más depurada pueden conseguir al llevar la proyección a la pantalla.
   Basta observar el tamano real de las maquetas al compararlas con la regla situada a su lado (las medidas están en pulgadas)y los planos detalladísimos para la construcción de la nave "Palomino".
   Los robots, asimismo fueron construidos a escala reducida. El 'esto fue obra de técnica de filmación y de montaje.
   Armas, vestuario Y ambientes fueron también cuidadosamente estudiados. ¿Por gué si en una nave del futuro el  ambiente, clima, temperatura etc., eran tan avanzados, había que vestir a sus tripulantes con rigidos trajes metálicos? La  Iógica indicaba que, por el contrario, deberían usar cómo dos uniformes funcionales, Y así se hizo. El resto, lo dejamos para el filme.

FIN