EL ABISMO NEGRO
El pequeño
robot alargó uno de sus múltiples brazos para pulsar uno de los interruptores
del control de mandos. Aquella era una operación de rutina, repetida miles de
veces a lo largo de los dieciocho meses que la nave exploradora del espacio
profundo «Palomino» llevaba deambulando por los Iímites de la galaxia, en la
misíón de encontrar indicios de vida en cualquiera de los millones de planetas
desperdigados en el espacio.
Aquella
operación, sin embargo, puso en funcionamiento todo el complicadísimo sistema
de alarma de robot. Aun sabiendo que no había posibilidad de poder equivocarse
volvió a hacer la comprobación, antes de decidirse a llamar.
-Comandante Holland, tenga la bondad de acudir a la
sala de control - dijo con su caracteristica voz de tono ligeramente metálico-.
Hay algo que creo tendria que ver. Lo he puesto en el visor central.
Fue Charles
Pizer, el primer oficial, el primero en acudir a la llamada. Era un hombre
joven, de cabello negro y ensortijado, y con un agradable aspecto. Pese a su
juventud era un experto piloto curtido en las más peligrosas misiones, por cuya
causa había sido seleccionado para formar parte de la tripulación de
"Palomino"
-¿Que
ocurre, Vincent? -preguntó al pequeño robot con forma de barril, que estaba
ajustando la pantalla holográfica-. ¿Algo serio?
-Algo interesante, fascinante más bien.
Vincent se
hizo a un lado, dejando que el primer oficial pudiera exarninar la pantalla.
Lo que
Pizer vio le hizo soltar una exclamación que pudo ser escuchada en toda nave, a
través del sistema de intercomunicación.
-¿Qué pasa,
Charly? --preguntó la doctora Mac Crae, entrando en la sala a través del túnel
gravitatorio 4ue cornunicaba con el plano inferior.
Tras ella
llegaron apresuradamente el comandante Holland, Alex Durant y Harry Booth, el
único ocupante de la nave que no formaba parte de la tripulación.
Los ojos de
Alex Durant se clavaron en una de las pantallas laterales que mostraba
estrellas y otros fenómenos estelares no, según su emisión, de luz visible,
sino en una esquemâtica de ondas de gravedad. Una oscura mancha oval, rodeada
de líneas cada vez más estrechamente agrupadas, giraba lentamente sobre sí
misma. El científico adivinó inmediatamente de qué se trataba.
-¡Un abismo negro! - exclamó.
-Sí, señor.
Es el abismo negro más potente que haya encontrado nunca respondió Vincent-.
Mis bancos de datos no tienen memoria de nada mas fuerte.
La
intensidad de la fuerza gravitacional en el centro de la oscura forma elíptica
podía ser medida por las lineas de la pantalla. Una estrella "G 2” flotaba
cerca en el espacio y su sustancia iba siendo absorbida por la terrible fuerza
de atracción de la monstruosa espiral.
-Es
terrorífico... y maravilloso -exclam6 la doctora MaC Crae sin poder apartar los
ojos de la fantastica escena que podía verse en la proyección heliográfica-. La
fuerza más impresionante de todo el universo. Hay científicos que aseguran que
los abismos negros acabarán por tragarse a todas las galaxias.
- Es
corno sacado del “Infierno" de Dante. Hay quien asegura que el infierno es
hermoso, a mí no me lo parece -dijo Harry Booth -. Es mas, esta escena me
parece terriblemente repulsiva... y me da miedo. Preferiría estar a miles de
millas de aquí.
Durant dejo escapar un gruñido de protesta. Sus ojos
de científico estaban centra dos en la terrible y a la vez hermosa espiral que
continuaba tragándose cuanto entraba en su campo de atracción.
-Hay algo
más que me gustaría que vieran -dijo Vìncent, mientras ampliaba la proyección.
La imagen
del abismo negro dejo paso a una pequeña masa ínmóvil situada muy a la
izquierda de la zona de más intensa gravedad.
-¿Un
asteroide? --preguntó Pizer--. No veo que tenga nada de particular, Vincent.
Hay cientos de ellos que están siendo absorbidos por ese inmenso sumidero.
-No lo
creo, señor, y si es un asteroide, no responde a ninguna de las leyes físicas
conocidas. Lo he estado observando desde que detecté el abismo negro y no se ha
movido, ni en relación con el pozo de gravedad ni tampoco con la estrella, es
muy raro.
Su estabilidad parece indicar que hay a su alrededor
una zona de intensa fuerza antigravitacional que desafía todas las leyes.
Además, observen que tiene una forma asombrosamente regular.
-¿Una nave?
-preguntó Harry Booth, el periodista.
-Eso es lo
que se me ocurre, senor.
-¡Amplía la
imagen, Vincent! -pidió Holland, visiblemente emocionado.
La silueta
de la pequeña masa inmóvil llenó ahora toda la pantalla holográfica, dejando a
todos sin habla.
-- ¡Una nave espacial! --exclamó Booth-. ¡Y debe ser
enorme! ¿Seran extraterrestres?
-Los
extraterrestres son un mito -dijo Durant, con mayor dureza de la que hubiera
querido imprimir a sus palabras-. Son historias que se utilizan para tomarnos
el pelo. Este viaje lo ha demostrado de sobra.
-Superpone
las formas de las naves terrestres desaparecídas hasta la fecha, Vincent -pidió
Kate.
Un brazo
de metal se extendió desde el cuerpo del robot hasta ajustarse en un
receptáculo al lado de la pantalla. De
inmediato, una serie de líneas luminosas, correspondientes a las siluetas de
diversas naves, fueron acoplandose a la forma inmóvil de la nave misteriosa,
hasta que, finalmente, una de ellas se adaptó perfectarnente al contorno.
-Sonda de
espacio profundo número uno -dijo Vincent metódicamente-. Masa y forma se
correlaciona perfectamente.
-De
acuerdo, Vincent -dijo Holland-. Busca la historia de esta nave y programala en
la pantalla.
-No es
necesario -interrumpió Kate, que se había puesto intensamente palida-. Es la
nave del espacio profundo “Cygnus".
-¡Naturalmente! -exclamó Booth-. Es la nave que se
construyó bajo las órdenes del profesor Reinhardt. Ahora recuerdo perfectamente
la historia... Fue la nave más cara que se haya construido jamás en la Tierra.
Por cierto, ¿no viajaba en ella su padre, doctora Mac Crae?
-Sí.
Desaparecíó hace veinte años, con toda su tripulación. Dan, ¿tú crees que...?
Dejó la
frase sin concluir, aunque el comandante captó toda la angustia de la pregunta.
-Charly,
intenta comunicar con la “Cygnus" por los medios convencionales. Veamos si
obtenemos respuesta.
-Va a ser
endiabladamente difícil, con todo ese fondo de energía que tenemos ahí detrás.
-Activa los
sensores de largo alcance; es posible que tengan algún tipo de emision
prograrnada..., aunque no quede nadie a bordo para emitir un mensaje.
Un fuerte
crepitar fue lo único que pudieron captar a través del audio. La emisión de
energía del abismo negro era demasiado intensa, ahogando todo lo demas. Tanto
Durant corno el periodista observaban disimuladamente a Mac Crae, aunque por
razones bien distintas. El primero trataba de averiguar las emociones de la
doctora ante la posibilidad de encontrar a su padre perdido en la misión más
costosa y fantástica que se hubíera intentado nunca. La «Cygnus» había sido
duramente criticada por todos los economistas de la Tierra, aunque era el sueño
dorado de cualquier científico espacial. Para Booth aquello era la posibilidad
de una nueva historia para sus lectores. En estos momentos trataba de
reconstruir en su memoria los hechos, tal y como sucedieron, durante la
construcción y partida de la «Cygnus». Imaginaba la reacción de Hans Reinhardt,
cerebro y jefe de la expedición, cuando recibiera la orden de regresar a la
Tierra, tras considerar que la misión había sido un fracaso. Nunca más se habia
vuelto a saber de la supernave a partir de ese instante.
-¿Conociste
personalmente a Hans Reinhardt, Harry? -preguntó Durant, sincerarnente
interesado.
-Decir que
choqué con él sería una respuesta más exacta. Una cosa es verdad: era un genio
científico. "El primero entre los
primeros”, como decían entonces,
-Reinhardt
era una leyenda, aun antes de hacerse cargo de la dirección y supervisión de la
"Cygnus" -añadió Kate, interviniendo en la conversación, aunque
estaba pendiente dela posible respuesta del audio-. Mi padre sentía una
profunda admiración por él. Yo entonces era muy pequeña, pero recuerdo
perfectamente el profundo respeto con que hablaba de él y de sus conocimientos
científicos. En varias ocasiones le oi describirlo como un genio.
-!No
hay-nada que hacer: -interrumpió Pizer-. O no contestan desde la
"Cygnus" o las interferencias del abismo nos impiden oír cualquier
tipo de respuesta. ¿Qué hacemos, Dan? En mi opinión, podríamos acercarnos para
exarninarla más de cerca.
-La
imprudencia es la característica de la juventud -regañó Vincent.
-¡Cállate,
lata de sardinas! -respondió Pizer, haciendo un cómico gesto de pelea.
-Pizer tiene razón -exclamó el reportero, verdaderamente
excitado-, No tiene sentido encontrar a la "Cygnus” y no hacer nada por
intentar averiguar qué ocurrio. Mire, capitán: tengo más miedo que cualquiera
de ustedes a ese inmenso abismo negro que hay ahí delante, pero iría hasta el
mismisimo infierno por poder contar una historia así a mis lectores.
-Si nos
atrapa ese campo de gravedad, Harry, no habrá historia alguna que contar. Tan
sólo seremos una minúscula masa de materia superdensa,
-Y, sin
embargo, yo opino que no debe ser tan grande el riesgo -interrumpió Alex
Durant-. Fíjate en esa nave... No hay duda de que algo desconocido la está
protegiendo. Hay una masa antigravedad, no cabe duda, que impide que se
precipite en el abismo, pero debe haber algo más, algo que hace que no le
llegue la radiación de rayos gamma procedente de ahí dentro, de lo contrario,
ya debería haberse cocido.
-¡Está
bien! -admitió Holland, de mala gana-. Vamos a acercarnos, pero, os lo
advierto, al primer síntoma de peligro saldremos de ahi con toda la potencia de
nuestros motores. ¡Todo el mundo a sus puestos!
Los dedos
de Pizer bailaron sóbre el tablero de control y la "Palomino" empezó
a desplazarse silenciosamente hacia el abismo amenazador. Pasaron unos minutos
antes de que la terrible fuerza de atracción empezara a dejarse sentir,
agitando la nave como pedazos de hielo dentro de una cocktelera.
-¡Gravitación dos-coma-cuatro-siete y subiendo! -leyó Pizer-. No
comprendo cómo la "Cygnus" permanece inmóvil...
Los
movimientos convulsivos de la "Palomino" fueron haciéndose cada vez
más acusados según iban acercándose a los bordes del sumidero. Jamás nave
alguna había soportado presiones semejantes y la tripulación se preguntaba
cuánto tiempo aún podrian aguantar.
De pronto,
sin justificación alguna, la presión cedió hasta el punto cero.
-¿Qué ha
ocurrido? -preguntó Booth.
-No lo sé
-respondio Holland. Debemos estar bajo la misma capa neutra de gravedad que
protege a “Cygnus”. Vamos a dar una vuelta a su alrededor. Tú, Charly, continúa
tratando de comunicar por radio con esa nave; si no obtenemos respuesta, vamos
a salir de aqui a toda prisa.
La
"Palomino" se deslizó de abajo a arriba de la "Cygnus". Al
verla tan cerca es cuando se dieron cuenta de las verdaderas dimensiones de la
nave. Jamás en la Tierra se había construido nada semejante-, Y posiblemente
nunca se volvería a hacer. A su lado, la nave "Palomino". no era
mayor que una nuez comparada con una gigantesca calabaza. Holland sintió, un
escalofrio. Cualquier piloto hubiera dado un brazo a cambio de poder manejar
una nave como ésa.
Nuevamente
la fuerza gravitacional apareció. Surgió de golpe, haciendo que la
"Palomino” se encabritara en el espacio, atraida por el abismo negro.
-¡Motores a
toda potencia! -gritó HoIland.
Una luz de alerta empezó a encenderse y a apagarse a
la izquierda del cuadro.
-Ruptura de
aire en medio de la nave -habló el robot con calma . Perdemos presión en las
baterías... Fallo en el sistema de regeneración...
Hasta ellos
llegó claramente el lejano estampido de unas explosiones.
- ¡Kate,
Booth! -pidió Holland-. Id hacia allá a ver qué podeis hacer. Nosotros
trataremos de salir como podamos de este infierno. Charlie, dame la maxima
explosión en los motores de balance cuando cuente a cero. ¿Listo?
-Cuando quieras
-respondió, Pizer con voz tensa.
-¡Cinco,
cuatro, tres, dos, uno , cero!
La
"Palomino" dejó de caer, al menos tan violentamente, haciendo saltar
a Durant, Booth y Mac Crae a causa de la violencia sacudida. Sometidas a una
presión superior a lo proyectado, las conducciones de aire comenzaron a silbar
ruidosamente.
Vincent
hacía lo que podía por reparar las averias, aunque de inmediato comprendió que
eran demasiado graves para una rápida solución. Para agravar la situación, una
de las compuertas de emergencia no pudo soportar la presión Y saltó, haciendo
que toda la nave se agitara.
-Fractura
en el casco, capitán -comunicó Vlncent.
-¿ Grave ?
-No por el
momento. La cubierta de la compuerta número cuatro se ha desprendido y la
seccion ha sido sellada. -¿Qué hay en ese compartimiento?
-Suministros varios, señor. Algunos de ellos no regenerables, como los
medicamentos.
-¡No
podemos arriesgarnos a perderlos! -exclamó Holland, ahogando una maldicion-.
Sólo nos faltaría eso: poder salir de ésta y morir en el viaje de regreso por
no poder combatir una infección sin importancia.
-Opino
como usted, señor. Si me lo permite, voy a salir al exterior para hacer las
reparaciónes.
-No es que
me guste mucho, pero permiso concedido. Haz lo que puedas, Vincent.
El robot
se dirigió hacia la parte trasera de la nave a través de los corredores.
-¡Vincent!
-Ilamó Pizer.
-¿Sí,
señor?
-Ten mucho
cuidado, viejo montón de chatarra. No me gustaría tener que hacer la vuelta sin
tì.
-Lo tendré -respondió Vincent, con un tono muy
parecido al de la emoción.
-Al fin y
al cabo -bromeó Charlie-, ¿con quién iba a poder pelear?
-Descuide,
señor. Me tendrá de vuelta, aunque solo sea para que pueda seguir cuidando de
usted.
Pizer observó
al robot alejándose, mientras se preguntaba dónde empezaba la parte humana del
robot y dónde la máquina. Para él, Vincent era mucho más humano que otra cosa,
aun sabiendo que habia sido construido en un laboratorio con metal especial y
complicadísimos componentes electrónicos.
* *
Normalmente
Vincent no se hubiera molestado en asegurarse. Su sistema especial de vuelo era
lo suficiente seguro como para poder trabajar en espacio abierto sin
complicaciones; pero la actual situación era muy diferente, y tomó la
precaución de unirse al casco de la "Palornino" con un cable de alta
resistencia.
Mientras se
movía lentamente a lo largo de la nave, podía percibir el estruendo que emitía
el abismo negro. Era un estruendo que ningún humano hubiera podido percibir, un
estruendo totalmente electrónico, era el lamento de la materia que moría cuando
era aplastada por aquella increíble fuerza del espacio.
En el
interior de la nave las cosas no marchaban del todo bien. Pizer y Durant
estaban comprobando que el sistema principal regenerador de aire estaba
totalmente arruinado y tan sólo funcionaba a medias el secundario.
-¿Qué
podéis hacer? -preguntó HoIland por el intercomunicador.
-Practicamente nada, jefe. Nadie puede reparar estos enlaces microscópicos.
Habría que sustituirlos, y no tenemos repuestos.
Vincent
acababa de terminar la soldadura exterior y se disponía a volver a la nave
cuando Holland dio el último impulso a la "Palomino" para intentar
llegar a la zona de gravedad cero que protegía a la "Cygnus". La
sacudida rompió el cable, y durante unos segundos el robot floto libremente en
el espacio. Afortunadamente para él, en aquellos momentos era una maquina, no
un ser humano, y no se dejó ganar por el panico. Disparó un cable desde su cuerpo,
que se unio magnéticamente al casco de la nave, permitiéndole volver sin
novedad.
El ultimo
impulso consiguió los resultados apetecidos. En una fracción de segundo toda la
agitación exterior cesó y la “Palomino” se ha11ó de nuevo flotando en gravedad
cero.
-¡Lo
conseguimos! -suspiró Holland, dejándose caer hacia atrás en su asiento.
-¡Vaya
trago! -respondió Pizer, limpiándose el sudor de la frente-. Ha habido un
momento que pensé que no lo contaríamos. ¿Qué vamos a hacer ahora?
-Intentaremos
posarnos sobre la "Cygnus". No podemos continuar así el viaje de
vuelta. Si conseguimos meternos ahí dentro, es posible que encontremos los
repuestos que necesitamos.
Alex Durant
conectó un potente foco que iluminó la superficie de la "Cygnus",
buscando un lugar donde acoplarse. De repente, se encontraron moviéndose sobre
una gran ciudad, donde miles de luces briIlaban debajo suyo, ahogando el haz de
luz de la "Palornino". Lumbreras y cúpulas radiaban luminosidad,
deslumbrando a los observadores.
-¿Que
diablos ha pasado? -preguntó Pizer, dando un salto en su asiento.
-¡La nave
está viva! -exclamó Durant, pegando la cara a una de las claraboyas.
- Es como
un árbol de Navidad comentó Harry Booth preparando rápidamente sus grabadoras-.
No la recordaba así, pero ahora me parece hasta bonita.
-Bonita o
no, será mejor que pongamos nuestros proyectiles atómicos en posición de
disparo. No me gusta nada esto -dijo Holland secamente.
-Espera un
momento, Dan. Sea lo que sea, deben ser amistosos, si hay alguien ahí dentro.
He leído cosas de cómo iba armada. La prepararon para combatir con imaginarios
hordas extraterrestres y su potencia de fuego es mil veces superior a la
nuestra. De haberlo querido, nos habrían desintegrado en un abrir y cerrar los ojos.
-De acuerdo, vamos a aceptar que quién sea o lo que
sea que hay ahí, es amistoso, y como tienes razón que nos superan en fuerza de
forma apabullante, lo mejor será obrar un optimismo, Vamos, Alex, ayúdame a
buscar el muelle de atraque.
La “Palomino”
giro desplazandose hacia una gran forma cónica, cerca de la torre de mando. Al
pasar, vislumbraron un gran ventanal colocado en la parte superior de la
“Cygnus”
- ¡Hay
gente! -gritó, Kate-. Hay gente en la ·Cygnus. Holland se volvió, y creyó
adivinar ciertas formas moviéndose lentamente en el área señalada, Muy pronto
el ventanal salió de la zona visible cuando la “Palomino” se aproximo a la
plataforma de anclaje.
-No estoy
seguro de que fueran personas -dijo Holland, no queriendo aumentar las esperanzas
de Kate por encontrar a su padre, evitándole un posible desengaño--. De todos
modos, no tardaremos en averiguarlo .
Pizer
mantenía puesta toda su atención en la maniobra. A un lado y otro de la
plataforma los andenes extensibles, a modo de cordón umbilical, se tendían
listos a unirse con la "Palomino», tan pronto terminara la operación de
anclaje.
Vincent se
deslizó desde el lugar que ocupaba para situarse frente al brazo de conexión,
con los láser preparados para lo que pudiera ocurrir.
Cuando las
luces verdes se encendieron en el cuadro de control de la «Palomino»
indicando que el acople había concluido, Y que la
gravedad artificial en el interior del cordón umbilical estaba establecida,
Holland se incorporó de su asiento lanzando un profundo suspiro.
-Aquí
estamos,.. Y que venga lo que venga.
-Gravedad,
oxígeno y presión en el tubo de conexión, correctos -dijo Pizer tras leer el
tablero indicador.
-Escuchadme
bien -dijo Holland-, quiero que todos lleven su pistola al alcance de la mano.
Tú también, Booth, si es que sabes manejar una.
--Por lo menos sé cual de los lados es el que
dispara -respondió Booth un tanto nervioso.
La puerta
de comunicación se deslizó a un lado silenciosamente. Frente a ellos apareció
Vincent para recibirles. -Adelante, señores, el camino esta libre.
Avanzaron a
lo largo del pasillo de enlace. Frente a ellos se abrió una puerta, dejando ver
una amplia sala brillantemente iluminada, aunque con evidentes señales de no
haber sido utilizada durante mucho tiempo. Absolutamente nadie salió a
recibirles.
El grupo permaneció expectante durante algunos
segundos. Al fin, Holland gritó:
-¡Eh! Soy
Dan Holland, comandante de la nave espacial "Palomino". ¿Hay alguien
aquí?
Nadie
apareció, ni obtuvieron respuesta alguna.
-No acaba
de gustarme todo esto -comento Holland-. Charly, tú quédate a bordo de la
"Palomino". Utilizaremos el canal C para comunicarnos.
Pizer
empezó a discutir, aunque Dan cortó de inmediato toda protesta.
-Es una
orden, Charly. Ahora mismo puedes hacer más falta ahí dentro que viniendo en el
grupo. Si ocurriera algo, todos dependeremos de ti.
-Está bien
-dijo al fin Pizer, de mala gana-. No dejéis de informarme de lo que ocurra.
Se
adentraron en la sala y, apenas avanzados unos pasos, la puerta se cerró
silenciosamente a sus espaldas. Vincent se situó en cabeza del grupo, dispuesto
a defender a sus compañeros humanos de lo que pudiera ocurrir.
-Es curioso
-comentó Durant-. Tengo la sensación de que miles de ojos nos observan y, sin
embargo...
Unas diminutas compuertas se abrieron en las paredes
y en el techo, y las pistolas de Holland, así como las del resto del grupo, se
vaporizaron limpiamente, mientras que Vincent era lanzado violentamente hacia
atrás, con sus láser inutilizados.
-¡Vincent!
-gritó Kate, corriendo en su ayuda.
-Estoy
bien, doctora Mac Crae -dijo el robot incorporándose con cierto trabajo-. La
forma como nos arrebataron las armas, sin dañarnos, indican que hay por lo
menos un robot de clase superior o una mente humana funcionando a bordo de la
“Cygnus”
La puerta
del fondo opuesta a la que habían entrado se abrió, dejando ver un corredor que
se extendía a lo largo de casi un kilómetro . Ninguno de los visitantes trató
de simular la impresión que les hizo.
--¿Pasamos?
-preguntó Booth, inquieto.
-¿Qué otra
cosa podemos hacer? De momento no van a hacernos ningún daño... Si hubieran
querido deshacerse de nosotros podrían haberlo hecho hace un instante, en lugar
de limitarse a desarmarnos.
Una segunda
puerta más pequeña, SE desplazó a un lado a su derecha, dejando ver un vehículo
de transporte interior.
-Por lo
menos no tendremos que caminar -dijo Mac Crae encaminandose hacia el aerocoche
-. Sea quien sea el que maneja la "Cygnus", nos está diciendo adónde
tenemos que ir.
Se
instalaron en el vehículo, que inmediatamente se puso en marcha
silenciosamente, deslizándose a lo largo del pasaje cilíndrico.
Las paredes
eran casi en su mayoría transparentes, dándoles una espectacular perspectiva
del espacio exterior, con el terrorífico remolino girando a un lado.
Cuando
alcanzaban el final del tubo, el coche disminuyó Za velocidad para detenerse
poco después frente a la Unica salida del conducto.
Bajaron del coche mirando a su alrededor. Tras ellos
quedaba el largo conducto que acababan de atravesar, encontrándose en un corto
pasillo que conducía a una única puerta.
--Vamos
para allá -dijo Kate iniciando la marcha-. No hay otro sitio adonde dirigirse.
A pesar de lo inmenso que es esto, no podemos perdernos.
Holland se
apresuró a alcanzarla, esperando a los demás. Miraba fijamente hacia arriba, a
una cabina situada en lo alto en la base de la
torre de mando adonde habían
-Ya sé que
no debería alentar esperanzas, pero me
es muy difícil no hacerlo -dijo Kate.
-Lo comprendo, Kate... Todos estamos
contigo.
-¿Crees que
mi padre...?
-No hables
de ello ahora. Estamos a un paso de conocer la verdad. ¡Animo, Kate!
En el lugar
donde se encontraban había un grueso cilindro que se elevaba hacia el techo,
con una puerta en su base y una luz verde encendida.
-No hay
duda de adónde conduce esto -comentó Durant-. Creo que por fin vamos a conocer
a nuestros anfitriones.
La puerta
del ascensor se cerró tras ellos silenciosamente.
* *
El ascensor se detuvo poco después y la puerta se
abrió, permitiendo al grupo contemplar la sala de la torre de mando.
La cabina
de control de la ·Palomino· era una insignificancia comparada con ésta. La
inmensa sala circular mantenía alineados a su alrededor infinidad de paneles
electrónicos que parpadeaban ininterrumpidamente, en una altura de dos pisos.
Sobre sus cabezas, la bóveda transparente permitía ver el firmamento cuajado de
estrellas y el abismo negro girando amenazador. El espectáculo era
impresionante.
-¡Fabuloso!
¡Maravilloso! -repetía Durant, con unos ojos abiertos como platos-. Esos
telescopios... esos paneles electrónicos... Las Pantallas... ¡Es magnífico!
-Ya puede
serlo, con el dinero que les costó a los contribuyentes --comentó Booth.
- No hables
de dinero en estos momentos, Booth. Resulta tan mezquino ante una obra tan
inmensa.
Katherine Mac Crae había avanzado hasta el centro de la sala. Vagas figuras
se alineaban a lo largo de los paneles
con una apariencia casi humana.
-¡Hola!
-grito-. ¿Pueden oírnos?
Ninguna de
las figuras se movió. Vincent se
aproximó a la doctora para informar.
-Parecen
ser una especie de robots, aunque
carecen de sistema de comunicación. No entiendo la causa de por que los construyeron tan primitivos, aunque he oído hablar de algunos así. Para mí
resulta aterrador.
Las
desdibujadas figuras que continuaban trabajando en los cuadros de control
fascinaban a Kate. A aquella distancia la similitud a seres humanos era muy intensa,
y los hubiera tomado como atales a no ser por lo rígido de sus movimientos.
Empezó a caminar hacia ellos, pero se vio detenida por una mano sobre su
hombro.
-Quieta,
Kate, hay algo mas ahí -dijo Dan.
El propio Vincent se sobresalto ante el descubrimiento,
escondiendo sus ópticas bajo el casco protector en un movimiento reflejo.
Una masa
formidable se deslizaba hacia ellos, resultando más aterrador dado el silencio
con que se movía.
Era un
robot gigantesco, de un tamaño semejante a los que se utilizaban en la Tierra
para trabajos rudimentarios y que requerían gran potencia; pero por la forma en
que se dirigía hacia ellos, Holland dedujo que estaba dotado de alta capacidad
mental. Robots de tal fuerza y con libertad de
movimiento estaban totalmente prohibidos en la
Tierra, por el riesgo que ello implicaba. Que tal ley había sido ignorada en la
"Cygnus" era evidente.
Tenía una
sola óptica en forma de media luna que dividía en dos su cabeza cónica. El
visualizador brillaba ahora con un color rojo intenso, el mismo con el que
estaba revestido todo el poderoso cuerpo. Su actitud era tan amenazadora que el
grupo empezó, a retroceder hacia el ascensor.
Vincent se
situó entre sus compañeros y la amenazadora figura. Apenas a un metro de
distancia, la máquina roja se detuvo
como examinando a su oponente, calculando la fuerza
potencial que podría oponer.
Con los
laser estropeados, el pequeño robot ofrecía una magnifica lección de valor. No
retrocedió un milímetro, aguardando impasible lo que pudiera ocurrir.
-Es
inconcebible --murmuró Durant Una nave flotando en el espacio con esa cosa al
mando.
El monstruo
se detuvo a girar la cabeza para observar a quien había hablado.
-Una
suposición un tanto temeraria, doctor Durant, sobre todo ignorando qué es lo
que ha sucedido aquí.
-Vaya,
después de todo habla comentó, Booth.
- No
-respondio Holland mirando más allá del robot rojo-. Estoy seguro de que la voz
no surgió de aquí.
-Observación acertada -continuó la voz--. Maximillian y mis robots sólo
hacen lo que les ordeno, Y de la forma que me parece adecuada.
Holland
rodeó al monstruo y se dirigió al fondo de la sala de mandos sumida en la
penumbra.
Una figura
humana, se destacó entre las sombras.
-Bienvenidos a la "Cygnus", caballeros y
señora. Disculpen mis modales, tal vez un tanto exagerados al recibirles, pero
deben comprender que tenía que tomar mis precauciones ante su nave, modelo que
me es totalmente desconocido, antes de tomar una decisión. Incluso ignoraba si
eran humanos o no. Cuando lo averigué, tenia el deber de seguir mostrándome
receloso, ya que asimismo ignoro qué ha podido suceder en la Tierra desde que
yo partí. Al fin y al cabo esta nave sigue siendo responsabilidad mía.
La figura abandonó las sombras entrando en la zona
iluminada. Era alto, con barba, con el cabello casi totalmente gris. Hizo un
gesto al robot, que aún continuaba amenazante, y éste se retiró a un lado,
permitiendo que el misterioso personaje y sus visitantes se encontraran frente
a frente.
-¡Profesor
Hans Reinhardt! -exclamó Booth-. Veo que continua aficionado a sus apariciones
teatrales,
-Y usted a
mojar su pluma en veneno. Recuerdo haber leido alguno de sus artículos antes de
que la "Cygnus" abandonara la órbita de la Tierra. Para ser un individuo
que se gana la vida con lo que escribe, es demasiado poco piadoso. Pero, claro,
tan sólo los derrotistas, Y los que hieren a los demás, llaman la atención del
gran público.
-¿Cómo sabe
nuestros nombres? -preguntó Holland, deseando interrumpir las frases hirientes
entre ambos.
-Les
observé desde que se aproximaron. Aunque no esperaba visitas en un lugar como
este, no por ello dejo de estar prevenido para cualquier eventualidad.
La cara de
Kate estaba muy pálida, con la emoción asomando a sus ojos. Si Reinhardt estaba
vivo, era posible que su padre lo estuviera también.
-¿Doctor
Reinhardt? -dijo Mac Crae con la voz temblorosa por la tensión.
-Mi querida
niña, sé cuál va a ser su pregunta, y lamento profundamente causarle este
dolor: Sí, su padre ha muerto.
La doctora
acusó el golpe. Una cosa era considerar a su padre perdido en el espacio Y otra
muy distinta tener certeza de su muerte. La mano cálida de Holland se posó en
su hombro.
-Lo siento,
Kate -murmuró.
-Un hombre
de quien sentirse orgulloso -prosiguió Reinhardt-. Fue una dolorisima pérdida
para mí. Además de un magnífico colaborador, fue un extraordinario amigo, el
mejor de todos.
-¿Qué fue
del resto de la tripulación? -preguntó Holland sin diplomacia.
-¿De modo
que no consiguieron volver? -respondió Reinhardt con gesto dolido, como si
esperara las palabras de Dan, pero no hubiera querido oírlas.
-No. ¿Qué
quiere decir con "conseguir volver”?
-Cuando
recibimos la orden de regreso, unos querían retornar la orden de inmediato,
mientras que otros..., yo entre ellos, considerabamos totalmente absurda esa
decisión. ¿Qué sabían esos estúpidos políticos de la Tierra sobre ciencia? Tan
solo hablan de dinero, anteponiéndolo a cualquier otro asunto que no sea su
ambición. Un político cualesquiera tomó la decisión de suspender nuestra
misión, así, sin más consi-
deraciones. Fue entonces cuanto tomamos una
determinación: Los que quisieron regresar, lo hicieron en las naves auxiliares;
mientras que los que prefirieron quedarse en la "Cygnus" (su padre
entre ellos, señorita Mac Crae), permanecimos aquí. Fuimos muy pocos, tengo que
reconocerlo, tan sólo su padre, otro profesor y yo.
Se encogió de hombros, antes de añadir: -Y ahora soy
el único superviviente. La puerta del ascensor se abrió súbitamente,
apareciendo Pizer escoltado por varios robots armados. Al ver a sus compañeros,
su cara se alegró de repente.
--¡Hola, chicos! --Saludó-- ¿Habéis visto el agradable aspecto de mis acompañantes ?
-Lamento
que mis guardias no tengan mayor sentido de la amabilidad, Mr. Pizer -dijo
Reinhardt sonriendo-¿Tiene la bondad de unirse a nosotros?
Después dio
una orden seca a los robots que habían acompañado a Pizer para que se
retiraran, cosa que hicieron de inmediato, demostrando un a ciega obediencia,
Holland apuntó el dato mentalmente Para el
-No
queremos abusar de su hospitalidad, doctor Reinhardt, pero tenemos problemas
con el sistema de regeneración de Oxigeno de nuestra nave y necesitamos
algunos repuestos. ¿Podría usted
facilitárnoslos?
-Por
supuesto, comandante. Tienen a su disposición todo nuestro almacén, aunque no
sé si las Piezas que hay alli servirân para su nave. Al fin y al cabo es mucho
más moderna que la "Cygnus» e imagino que alguno de los sistemas habrá
cambiado.
-Puede ser, pero ya nos la arreglarernos.
-Estoy
seguro de ello. Maximilliam les acompañará a nuestro almacén.
El robot
inici6 la marcha hacia el ascensor sin que Vincent se apartará de su camino,
produciéndose un curiosos enfrentamiento. El coloso empujó a su pequeño rival
contra la pared con ánimo de aplastarlo.
- ¡Basta
ya, Vincent! -ordenó Pizer-. Señor Reinhardt, diga a su monstruo que se esté
quieto.
-No es el
tono adecuado para hablarme en mi propia nave -repuso duramente Reinhardt- Al cabo,
ordeno a Maximillian que cesara la lucha, para añadir en tono rnás arnistoso:
-A veces
pienso que Maximilliam no es más que un chiquillo grandote, que no mide bien
sus fuerzas. Imagino que desearan visitar la "Cygnus"...
- ¡Por supuesto! -dijo Durant apresuradamente-.
Estoy ansioso por conocer sus sisternas.
-¿A qué es
debido el campo antigravedad que hay en torno a la nave? -preguntó Mac Crae-.
Es el fenómeno más extraño que he visto nunca.
-No se
trata de un fenómeno, mi querida Kate. Desarrollé un complicado sistema para
producir ese campo antigravitacional capaz de resistir las fuerzas más grandes.
Le aseguro que me llevó muchos años de estudio y experimentación,
Booth
examinó, el curioso aspecto de los robots que manipulaban los tableros de
rnandos.
-¿También
"estos", son creación suya? Tienen una pinta muy rara, con esas
mãscaras de espejo delante de la cabeza.
-Así es,
señor Booth. Ya les dije que tras la muerte del doctor Mac Crae me quedé
absolutamente solo... y no soy tan inhumano como usted piensa. Yo también
necesito compañía, así es que procuré darles el aspecto más humano que fui
capaz.
Se acercó a
ellos poniendo la mano con gesto amistoso sobre el hombro del que tenía mas
cerca. El robot continuó su trabajo, sin dar la menor muestra de percibirlo.
-Si desean
acompañarme les mostraré lo rnás fundamental de mi nave. Pueden hacer cuantas
preguntas quieran.
Reinhardt
escoltó a sus invitados alrededor de la circunferencia de ia torre de mando,
explicándoles la función de cada uno de ellos, y respondiendo pacientemente a
cuantas preguntas le hacian, incluso aquellas que por su expresión consideraba
tontas.
-Mientras
muestra el resto de la nave a mis compañeros, nosotros preferiríamos ir primero
al almacén de repuestos -dijo HoIland-. ¿Puede ordenar a su robot que nos guíe?
-Por
supuesto, comandante -respondió el profesor, haciendo un gesto al monstruo rojo
que, inmediatamente, se puso en marcha hacia el ascensor.
Al cruzar
la puerta, empujó intencionadamente a Vincent, pero esta vez el pequeño robot
no respondió a la provocación. Holland y Pizer entraron tras ellos; las puertas
se cerraron, y el ascensor se puso en marcha silenciosamente.
Alex Durant
estaba realmente impresionado, y no sólo por la magnificencia y alta tecnologia
de la "Cygnus". Eran los descubrimientos del profesor Reinhardt lo
que dejaba sin habla. A bordo de aquella nave se había adelantado
científicamente, gracias a un solo hombre, más que en toda la Tierra con sus
miles y miles de cientificos. Era inútil que Booth tratara de quitar
importancia a estos hechos, preocupado tan sólo en atacar al profesor y su
conducta. De lo que no cabía la menor duda era de que Hans Reinhardt era un
genio.
Escuchaba
las explicaciones de las teorías del sabio con la rnisrna devoción de un
acolito que espera ser ordenado. Mac Crae se mostraba más reservada, aun
reconociendo la enorrne valía de su interlocutor.
Maximillian
había conducido a Holland, Pizer y Vincent por debajo del nivel del corredor de
aerocoches que cruzaba la nave. Ahora estaban en las profundidades de la enorme
nave-ciudad, viajando a pie por un pasadizo mucho mas estrecho, desde el que
podían ver a través de las bóvedas transparentes parte de la superestructura.
Maximilliam
se detuvo al fin junto a una puerta extendiendo el brazo. La cerradura chirrio
un poco, cosa insólita en comparación con el suave funcionarniento de todas las
restantes. La primera impresión que tuvo Holland cuando pasaron al otro lado
era de que se encontraban en una zona rararnente visitada. Hileras de
estanterías cargadas de mercancía llegaban hasta el techo .
-Te diré
lo que voy a hacer, Charlie
dijo
Holland-. Regresaré a la "Palomino” y empezaré a desmontar el generador.
Creo que aquí encontrarás todo lo necesario. Cuando lo tengas, te reunes con-
migo.
Inmediatamente, Maximillian se situó ante él para bloquearle la salida.
-No te preocupes por mi -dijo Holland, dando un
cachetito a la imponente máguina. Sabré encontrar el camino. Tú preocúpate de
buscar cuantas piezas necesitamos, ya sabes lo que dijo tu amo.
El robot
permaneci6 indeciso cuando Holland salió rápidamente, perdiendose pasillo
adelante. Se notaba que estaba confuso sin saber que decisión tomar. Pizer
intervino de inrnediato:
-Necesitamos valvulas de presión para aporte de oxígeno, primarias y
secundarias, con unidades microordenadas incorporadas, y un controlador de
fluidos con buena proporción de ECS.
De mala
gana, Maximillian se puso en movimiento para cumplir lo que le pedían.
* *
Holland llegó a una terminal de aerocoches,
eligiendo uno que lo llevara a la zona de enganche de la "Palomino".
El vehículo arrancó suavemente. Al llegar a la primera intersección hubo algo
que le impulsó a frenar bruscarnente: seis robots humanoides, de cada de
espejo, caminaban lentamente, llevando sobre sus hombros una forma que a
Holland se le antojó un ataud.
Descendió
apresuradamente del vehículo para seguirlos. Tuvo que descender hasta el giro
inferior, corriendo hacia el recodo del pasillo por donde los robots habían
desaparecido.
Se encontró en una larga galería llena de puertas
simétricas reconociendo por su aspecto la zona destinada a la antigua
tripulación humana de la "Cygnus”, deteniéndose en el acto.
- ¡Es
extraño! -pens6 tras penetrar en uno de los habitáculos-. El tripulante que
dormía aquí dejó casi todas SUS pertenencias antes de volver a la Tierra: fotos
de la familia, objetos personales... ¡y el vestuario...! Bien pudo ocurrir quel
al tener que embarcar en las naves auxilíares, no pudiera llevar consigo gran
cantidad de objetos por cuestión de espacio, pero una fotografía no abulta gran
cosa...
Alejó de sí
todos los pensamientos para continuarla persecución de los robots y su extrana
carga.
Cruzó la
puerta del otro extremo del pasillo y no pudo evitar una exclamación ante lo
que se presentó ante sus ojos: estaba en una cámara abovedada como una pequeña
catedral, totalmente vacía, a excepción de un dispositivo cilíndrico situado al
fondo de la nave. Los robots se habian alineado en dos filas frente a él,
situando su carga en el interior del tubo. Holland comprendio que comunicaba
con el espacio exterior y que el dispositivo servía para arrojar fuera de la
nave objetos inservibles. El sonido inconfundible del aire comprimido le confirmó
sus sospechas,
- ¡Que
extraño rito! -Se dijo en voz baja-. ¿Por qué efectuar esta ceremonia para
desprenderse de un robot inservible, en lugar de enviarlo a mantenimiento y
aprovechar las piezas que aun estén en buen uso?
Holland no
podía encontrar una explicación lógica a cuantas cosas había visto y su mente
empezó a ìmaginar, con resultados aterradores.
Confuso,
reemprendió el camino de regresó a la zona de amarre de la "Palomino"
* *
Entretando, en el almacén de repuestos Maximillian se
habia aproxìmado a un robot abandonado en uno de los extremos de la estancia, golpeándolo violentamente has¿a arrojarlo al suelo.
Las luces
del viejo robot parpadearon débilmente.
Su forma recordaba a Vincent, aunque
muy deteriorado. Se incorporó, len
tamente hasta mantener una inestable po
sición vertical en su único estabilizador Util, mientras observa a Maximilliam con evidelntes Ynuestras de ternor.
-Soy
Vincent -dijo con rapidez, inter
poniéndose entre el deteriorado robot y su descomunal oponente-. Vital Información Necesaria Centralizada. Interactivo con
los hurnanos.
La máquina
más vieja no respondió, dejando a su interlocutor confuso. Estaba seguro de que
el otro robot debia estar programado para el diálogo, no comprendiendo su
obstinado silencio.
Maximilliam
observó detenidamente a los dos robots, hasta que Pizcr le recordó lo que
habían venido a buscar. Conectó uno de sus miembros al panel de inventario y
varias luces en distintos compartimentos se encendieron.
El robot
deteriorado empezs a seleccionar las piezas necesarias para la reparación de
"Palornino"
Lejos de allí, al otro lado de la inmensa "Cygnus” Harry Booth habia
conseguido despistarse para curiosear
por su cuenta. Sus pasos le llevaron
hasta un inmenso invernadero lleno de
plantas en cultivo hidropónico, cuyo
control era supervisado por un robot de
aspecto humanoide.
-Buen
trabajo -comentó Booth acer cándose al jardinero-. Esto me recuerda las modernas granjas de cultivo de Arizona.
El robot
no respondió, sin que ello sor prendiera a Booth, Ya que hubiera supuesto un cambio de su programación En vez de ello, movió rígidamente uno de sus
brazos para ajustar un control.
Harry se
inclinó hacia adelante, escudri nando la cara del silencioso jardinero,
pero no pudo ver otra cosa que su propio
rostro reflejado en la mascara de
espejo.
Repentinamente, el robot dio la vuelta
para dirigirse hacia la salida, haciendo que el periodista soltara una exclamación mientras abría los ojos al máximo.
iEl robot
cojeaba!
-¡Eh...,
espera un momento! -gritó Booth
corriendo para rodear la consola de
rnandos.
Llegó unos
segundos tarde y la puerta se había
cerrado a espaldas del robot cojo.
Cuando consiguió abrirla de nuevo ya ha bía desaparecido.
-Te aseguro que era un funeral estaba diciendo Dan
Holland, con más vehemencia de la habitual en él-. Lo vi con mis propios ojos.
Pizer hizo
un gesto escéptico, mientras alargaba uno de los recambios a Vincent. Este
calibr6 opticamente el objeto y lo situó en la línea del regenerador
estropeado. Escuchaba en silencio, aunque sin meter baza en la conversación.
-Dan, nadie
entierra un robot. Si ya no pueden repararse, son desguazados para aprovechar
sus piezas. El unico motivo que podria haber es la falta de espacio, y eso no
ocurre en la "Cygnus".
-¿Y quién
dice que fuera un robot?
-preguntó Booth.
-¿Qué
podría ser entonces?
-No lo
sé... Todo esto es muy extrano. Tampoco he visto un robot cojo en mi vida. ¿No
creéis que Reinhardt ha podido engañarnos?
-Sí,
también cabe esa posibilidad. Dentro de un rato tenemos que reunirnos con él
para la cena. Veamos qué podemos sonsacarle.
-Sí, casi
es la hora. Dejemos las reparaciones por el momento y vamos a cambiarnos de ropa.
Poco después, Holland, Pizer, Boothy Vincent
caminaban a lo largo de unos de los pasillos. El robot iba, evidentemente,
disgustado.
-Insisto en
que deberia acompañarles al cornedor.
-No,
Vincent. Será mejor que no vengas. Ya hemos tenido bastantes problemas entre
Maximillian y tu, y no me gustaría que tuvierais una nueva pelea, si podemos
evitarla.
Unos
sonidos inesperados atrajeron la atención del grupo. Varios robots centinelas
estaban reunidos en lo que parecía una sala de recreo para robots.
-¿Por qué
no entras aquí y te distraes un poco? -pregunto Pizer-. Te vendrá bien un poco
de relax para tus circuitos. Ultimamente estás más irritable que de costurnbre
.
Vincent iba
a protestar, pero se abstuvo de hacerlo para no darle la razón al primer
oficial. Silenciosamente penetró, en la sala de recreo, mientras que el resto
de sus compañeros continuaba la marcha hacia el comedor de la
"Cygnus".
Un grupo de
centinelas se entretenía contemplando la demostracion de tiro láser que hacía
uno de ellos. A su lado, la vieja unidad que Vincent conociera en el almacén de
repuestos, trataba de competir sin demasiado éxito.
Al fondo de
la sala había una pantalla electrónica de blancos en movimiento. Surgían de
cualquier parte, zigzagueando a gran velocidad.
El robot
disparaba con gran certeza, apagándolos uno tras otro, y demostrando una
vanidad casi hurnana.
Cuando la
vieja unidad B.O.B. quiso disparar, despues de conseguir dos blancos
consecutivos, fue empujando a un lado por su oponente, haciéndole errar el
disparo. El fallo fue celebrado con gestos de burla por parte del grupo de
espectadores.
Tras hacer
una nueva dernostración de su extraordinaria habilidad con los láser, el robot
jefe de guardias (se diferenciaba del resto al llevar su revestimiento pintado
de negro, en lugar del rojo de todos los demas), se frotó la estrella que
pendia de su pecho con orgullo, en una cibernetica demostración de lo que una
máquina podía llegar a presumir por haber conseguido un trofeo en campeonatos
de tiro.
-Creo que
voy a tener que dar una leccion a ese presumido -dijo Vincent en voz alta,
seguro de que la unidad B.O.B. podía entenderle.
Pidió un
par de pistolas láser, ya que las que llevaba incorporadas a su sistema de
defensa habían sido anuladas al entrar en la ·"Cygnus", y cuando las
tuvo en su poder se dirigió a la línea de tíro a retar aljefe de guardias.
Los rnuebles del cornedor no eran verdaderamente
antiguos, aunque tenían el aspecto de serlo. Habían sido construidos en los
talleres de la "Cygnus" basándose en las cintas de historia de la
biblioteca de la nave, bajo la dirección personal de Reinhardt, y había que
reconocer que los resultados habían sido sorprendentes. Lámparas, cortinas y
alfombras acababan de dar el toque perfecto, así como la vajilla de plata y
cristalería magníficamente tallada. Lo unico que desentonaba era el cuadro en
el que estaba pintada la "Cygnus", pese a que el marco era también
antiguo y muy bien tallado.
Los
silenciosos robots humanoides sirvieron un excelente vino que no dudaron en
ponderar.
-Está hecho
de uvas auténticas -se apresuró a aclarar Reinhardt-. Desde que me quedé solo
verifiqué algunos cambios en las plantas hidropónicas de cultivo. Al fin y al
cabo, bien podía permitirme algunos caprichos en medio de esta soledad.
Se sentaron
a la mesa y, naturalmente, el sabio ocupó la cabecera.
Los
invitados fueron atendidos inmediatamente, los robots camareros sirvieron una
exquisita sopa de setas auténticas. Los tripulantes de "Palomino"
después de dieciocho meses de alimentos sintéticos o reciclados, casi habían
olvidado el sabor de la comida natural.
-Recuerdo
haber escrito sobre el campo de cultivo de la "Cygnus", lo bastante
grande para toda su tripulación -comentó Booth.
Reinhardt
sonrió antes de responder.
-Actualmente es diminuto; lo justo para cubrir mis necesidades
personales. Era una tontería seguir manteniéndolos todos a pleno trabajo.
Booth guardó silencio preguntándose por qué el
profesor mentia. El mismo había tenido ocasión de verlos cuando habló con el
robot jardinero.
-¿Cómo
marchan sus reparaciones? --preguntó Reinhardt cambiando de tema-. No es que me
molesten aquí, como es natural, no les estoy pidiendo que se rnarchen.
-Creemos
que en unas cuantas horas podremos poner a "Palomino" de nuevo en
marcha. Tan pronto lo hagamos, volverernos a la Tierra.
-Habla por
ti -dijo Alex Durant-. A mi me gustaría quedarme. Hay mucho que aprender en
este lugar, y si el profesor Reinhardt no opina lo contrario...
Antes de
que el comandante de la "Cygnus” pudiera expresar su opoinión, Holland
replic ó:
-Todos los
que salimos de la Tierra regresaremos a ella, Sin excepciones.
La entrada de Maximilliam en el comedor impidió que
nadie pudiera enzarzarse en una discusión. Se acercó a Reinhardt para
informarle de algo en el sistema de comunicaci6n que sólo el profesor podía
entender.
-
¡Magnífico! -exclamó Reinhardt más excitado. de lo que en él era frecuente-.
Felicítale en mi nombre. Dentro de unos minutos me reunire con vosotros.
-¿Ocurre
algo, profesor? -preguntó Durant.
-Sí. Algo
magnífico, sin duda alguna. Mi nave exploradora entró en el interior del abismo
negro hacia más allá del horizonte de convergencia... ¡y ha vuelto! Ahora,
señores, con su permiso, debo retirarme durante unos momentos. Les ruego que
continúen la comida sin mí. Me reuniré con ustedes en cuanto pueda.
* *
Los robots se habían agrupado tras los dos tiradores
mostrando una evidente toma de partido por su jefe. El tirador negro hacía gala
de una fanfarroneria como Vincent sólo recordaba haber visto en algunas gentes
de la Tierra.
La pantalla
electrónica se iluminó para dejar ver una luz zigzagueante que cruzó de lado a
lado a gran velocidad. Antes de que pudiera perderse en la zona neutra, un
disparo del robot negro la apago, entre la algarabía de los espectadores.
Vincent
repitio la hazaña, con la única variedad que utilizó seis décimas de segundo
menos.
Las
secuencias de disparo se sucedieron durante algunos minutos. La seguridad y
rapidez del pequeño robot dejaron pasmados a cuantos presenciaban el original
desafío, y era evidente que el presuntuoso campeón estaba empezando a perder
los nervios. Sus circuitos zumbaban amenazadoramente, sin que por ello Vincent
perdiera la calma. Por el contrario, le daba confianza, mostrándose cada vez
más insolente.
De un
blanco móvil pasaron a dos, después a tres y, finalmente, a cuatro. Era
necesario ser muy bueno para disparar certeramente con tanta velocidad, y el
robot negro estaba demostrando que había ganado su preciada medalla por algo.
Sin embargo, SU programación era excesivamente pobre comparada con la de
Vincent, orgullo de la cibernética terrestre, Y con unos circui¿os
sensores Incomparables con los rudimentarios de los
antiguos robots.
Por fin, el
robot negro falló dos tiros consecutivos.
Era el
momento que Vincent estaba esperando,
Se preparó
para disparar, sin dejar de observar que su antagonista había dado un paso
hacia é1, por lo que le pilló demasiado desprevenido cuando fue empujado en el
momento de soltar el primero de la sucesibn de cuatro disparos de Iáser y si
bien falló el primero, los otros tres dieron en el blanco.
Una de las
extensiones de Vincent pulsaron el tablero de control de la pantalla ordenando
diez blancos consecutivos, arrancando un murmullo de admiración entre la
concurrencia.
Nadie había
intentado jamás semejante hazana, y era seguro que nadie podría conseguirlo.
Vincent se
elevó flotando un par de metros por encima del tablero y empezó a disparar. Lo
hacía con una rapidez increíble, girando sobre si mismo, de lado o boca abajo.
Era lo mismo. Uno tras otro, las diez relampagueantes luces en la pantalla
fueron apagándose sin fallo.
Y aún tuvo
la humorada de hacer una ultima demostración. Disparó una vez más al borde de
la pantalla, allí donde eran recogidos los posibles tiros fallidos. El láser
rebotó de uno a otro lado por tres veces consecutivas para, al fin, ser
repelido hacia el lugar de origen. El robot negro vio asombrado cómo el tiro le
abrasaba la medalla que colgaba de su pecho, sin rozarle siquiera.
Fue
demasiado para él. Los circuitos empezaron a calentarsele provocandole un
fuerte ternblor. Diversos cortocicuitos se produjeron en su interior y el robot
se derrumbó en medio de una nube de humo y un fuerte olor a quemado.
La
confusión fue aprovechada por Vincent para abandonar la sala sin que nadie se
diera.cuenta.
El viejo
robot corrió balanceante a reunirse con él.
-Nli
nornbre es «Bob Veintiséis", Batallón Biosanitario -dijo presentándose.
-Estaba
seguro de que podías hablar -respondió Vincent-. Eres un moctelo de· masiado
moderno para no ser comunicador ¿A que se debe tu silencio?
-No podía hablar delante de los demás, y menos aun
de Maximillian. Las otras mãquinas, las que Reinhardt construyó o modificó,
hubieran hecho que me desmonta-
ran.
Sus
propulsores chirriaron cuando se dirigió al fondo del pasillo para averiguar si
venía alguien. Al ver el camino despejado, hizo una seña para que le siguiera,
entrando apresuradamente en el almacén de repuestos.
-Aquí
estaremos más seguros --dijo al fin, balanceándose sobre su único suspensor
útil-. Tengo un montón de cosas que contarte .
--¿ Tenéis Pistolas láser por aquí? -pre gunto
Vincent.
El viejo Bob
se acercó a un mostrador abriendo un
compartimiento. Vincent echó un vistazo
al interior Y apartó un par de ellas
para insertarlas en las extremidades de
sus brazos principales, en sustitución a
las deterioradas.
-Ahora me
siento mejor -dijo-. ¿Que tenías que
contarme?
-Tus
amigos corren un grave peligro. Ven
conmigo. Quiero que veas algo con tus
propias ópticas.
Se
deslizaron lo más silenciosamente que
pudieron fuera del almacén. Los pro pulsores de Old Bob tenían tendencia a chi
rriar de cuando en cuando, y no podía al canzar la velocidad que hubiera sido
de seable en caso de necesidad.
Al fin se
detuvieron frente a la puerta de una
sala y Bob advirtió a su amigo que
guardara silencio antes de abrirla. La
puerta se abrio sin ruido y Bob la cerró tras él.
Se encontraron en una sala circular iluminada tan
sólo en su centro, donde poderosos rayos laser de precisión actuaban sobre una
plataforma cilíndrica, La plataforma giraba lentamente y Vincent advirtió
alojamientos especiales para cuerpos humanos.
Era un
quirófano altamente tecnológico Y los alojamientos estaban ocupados por los
cuerpos de varios humanoides a los que se estaba dando tratamiento.
-Ahí tienes
a la antigua tripulación de la "Cygnus"... o lo que queda de ella.
Vincent
sintió algo muy parecido a un estremecimiento. Los tableros de mando del
quirófano eran manipulados por robots humanoides. Lo que se ocultaba tras las
mascaras de espejo, prefirió no imaginarlo. -¿Qué están haciendo? -preguntó.
-Los mantienen
con vida con una técnica de Reinhardt que prefiero no saber. Ahora son más
robots que humanos, pero...
-Luego
entonces, ¿toda la tripulación es ?
Bob parpadeó, varias luces en señal de asentimiento.
-Cuando se
recibió la orden de regresar a la Tierra, dando por cancelada la misión de la
"Cygnus", Reinhardt pareció volverse loco. Se negó rotundamente a
obedecer y empezaron a surgir problemas. Toda la tripulación se puso de acuerdo
en que no quedaba otro remedio que volver, de lo contrario la "Cygnus"
pasaría a ser una nave pirata. Reinhardt simuló acceder para ganar tiempo y, en
secreto, empezo a reprogramar a todos los robots con ayuda de Maximillian al
que había construido como si fuera un proyecto de investigación, al menos eso
es lo que hizo creer a los demás humanos. La nueva programación de todos los
robots comenzó en el momento que había elegido para la toma absoluta de poder,
cuando esa programacion fue activada mediante un impulso electrónico
determinado que tan solo Reinhardt conocía. El resto es facil de imaginar vt
hizo can tl control aLsoluto de la nave. Los hun?anos que sobrevivieron... ya
has vìsto en que se han convertido. De vez en cuando, alguno de elos muere por
causas naturales, aunque estoy
seguro de que otros experimentan un momento de
lucidez, y se matan.
-¿Sólo un
momento? ¿No podría ser que algunos retuvieran aún la suficiente como para ser
devueltos a su estado norrnal?
-Lo dudo.
Sus cerebros han sido alterados para realizar el trabajo que les ordena
Reinhardt, sin voluntad alguna para desobedecer. No reaccionan ante nada, a
excepción de la tarea que les ha sido encomendada. A veces, cuando he
conseguido quedarme a solas con algunos de ellos, he intentado comunicarme,
pero ninguno ha respondido.
-¿Cómo es
que no fuiste reprogramado por Reinhardt como los otros robots?
-Fue una
pura cuestión de azar. Soy el único modelo de mi tipo a bordo de la
"Cygnus". Al principio había más, pero por una causa u otra empezaron
a fallar y fueron desactivados. Yo ocupaba una zona al fondo de la base de
mantenimiento, y rni trabajo era originariamente realizado por humanos, por eso
puede que no estuviera en ninguna de sus listas que hicieron cuando los robots
fueron programados.
Fui reactivado varios días después de que Reinhardt
se hubiera hecho el dueno absoluto de la nave, cuando ya todos los humanos
habían muerto o habian sido convertidos en humanoides. Tuve buen cuidado en
parecer un sujeto inofensivo, sin capacidad de respuesta y aparentemente poco
inteligente. Si Maximillian hubiera descubierto mi auténtico poder potencial,
es seguro que me había mandado al taller de desguace.
La puerta se abrió tras ellos para dar paso a dos
robots centinelas. Varias luces se encendieron en rápida sucesión en sus
unidades monitoras exteriores cuando reaccionaron ante la presencia de los dos
intrusos en la zona prohibida.
- ¡Al
suelo, Bob!
Cortaron
sus propulsores, cayendo casi hasta el suelo, mientras las armas de los
centinelas empezaban a situarse en posición de tiro. Antes de que cualquiera de
los dos pudiera disparar, los láser de Vincent abrieron fuego varias veces y
los dos centinelas cayeron hacia atras, a la antesala, chisporroteando los
destrozados módulos internos, y arrojando gotas de metal líquido.
Indiferentes a cualquier cosa que no fuera la tarea que les había sido
asignada, los cirujanos humanoides continuaron operando.
- ¡Vámonos
de aquí! -dijo Vincent llevando a su compañero al otro lado de la puerta y
cerrandola tras ellos-. Tenemos que ocultar a estos robots antes de que nos
descubran.
Introdujeron los restos de los robots bajo un mostrador fuera de
servicio y se perdieron pasillo adelante.
* *
Reinhardt se reunió con sus invitados en el comedor. A simple vista podía
observarse el triunfal brillo de sus
ojos.
-¿Le
interesan a usted los abismos ne gros,
doctor Durant? -preguntó.
Por
supuesto, senor. Los he estado es
tudiando desde que me gradué como físico
astronórnico.
-Entonces, les propongo un brindis.
Esta noche, amigos mios, estamos en el
alba de una hazana sin paralelo en la exploración espacial. Si los
calculos de la nave sonda que acaba de
regresar coinciden con los datos del
ordenador, significará que puedo
proceder a hacer la prueba defínitiva
tanto de la nueva fuente de energía representada por el proceso
"Cygnus" como del generador
de gravedad cero que protege mi nave .
Viajaré allá donde ningún hornbre se
ha atrevido a ir.
Durant
clavó sus ojos en el profesor,
incrédulo. Tembló su voz antes de preguntar
-¿Dentro del
mismo abismo negro''
-Exactamente. Y no sólo dentro de él
pienso llegar al otro lado.
-Pero... ¡No hay otro lado! Cualquier cosa que
penetra dentro de un sumidero es convertido en nada por la fuerza de la gra-
vedad .
-Esa es una
teoría -admitió, Reinhardt-. Hay otras. Mis propias teorías.
-Aun
admitiendo esa posibilidad, admitiendo incluso que sus cálculos acerca de
energía impulsora que le permita llegar al otro lado... ¿Qué espera encontrar
allí? -preguntó Holland.
-Un nuevo
espacio. Un universo distinto, donde las leyes físicas del conocido no cuentan.
Allí el espacio y el tiempo son medidos de una forma totalmente distintas, y
donde se puede alcanzar la inmortalidad.
-
¡Fantástico! -exclamó Pizer fascinado.
--
¡Absurdo! --dijo a la vez Booth.
-Dan,
Vincent desea que te reunas con él en la "Palomino". Tambien quiere
que vaya Pizer -dijo Kate, como saliendo de un sueno.
-¿Cómo?
-Reinhardt quedo sorprendido por la interrupción de la profesora-. ¿Qué está
diciendo? ¿Cómo puede saber que su robot les llarna?
-¿No lo
sabía, profesor? Kate posee un sistema de intercomunicaci6n mental con Vincent,
en la Tierra lo llamamos "esplink".
Claro que este Sistema ha sido descubierto recientemente, bastante después de que
us ted la abandonara.
- ¡Facinante !
admitió el sabio. ¿ En qué
consiste ?
-Primero
hay que tener diversas dotes de
transmisión mental por telepatía; des
pués, esas dotes son aurnentadas rnediante la inserción de un artificio electrónico en
el cerebro -aclaró Durant.
-Veo que en
la Tierra no han abandonado los experimentos, y ello me alegra. De acuerdo,
señores reúnanse con su robot. Entre tanto, senorita Mac Crae Y doctor Durant,
si lo desean, pueden acompañarme a la sala de control. Creo que hay otras cosas
que puedo mostrarles Y que encontrarán fascinantes. Además, deseo entregarles
mis "Otros de estudios científicos antes de que inícien su regreso a la
Tierra. Por cierto, ¿que es lo que no va bien en la "Palomino” para
que sean reclamados en mitad de la
comida?
-Vincent no
lo ha especifîcado --aclaró Kate-. Seguro que tiene que ver con las
reparaciones, Cuando se trabaja con algo tan delicado como el sistema de
regeneración atmosférica, utilizando recambios adaptados, suele surgir casi
siempre algún problema.
-Esperemos que se resuelvan rápida mente -dijo Reinhardt-. Estamos casi lis tos para iniciar el más fascinante viaje
de exploración que haya hecho nunca el
gé nero hurnano.
-Nos
veremos más tarde. Hasta luego -dijo
Holland poniendose en pie.
Pizer y
Booth le imitaron, y salieron del
cornedor.
* *
-¿Sabéis
lo que opino? -dijo Booth mientras
tomaban el aerocoche que había de
llevarlos a la "Palomino"- Creo que
Reinhardt se ha vuelto loco. Nuestra obli gación sería tomar la "Cygnus",
reducir a ese maníaco por la fuerza, y
retornar a la Tierra con esta nave.
-¿Estas
seguro de que podríamos con- seguirlo? Yo no lo estoy tanto, después de haber
visto a todos esos guardianes y a Maximillian. Ya viste lo que nos pasó tan
pronto exhibimos las primeras armas...
-Sería
diferente esta vez -insistió el
periodista-.
Podriamos apoderarnos de - Reinhardt y obligarle a ordenar a todos sus condenados
robots que se rindieran.
Holland no contestO; estaban llegando a la antesala del muelle de atraque, y Pudo
ver a Vincent
aguardándoles en compañía de otro robot
parecido, aunque mucho mas deteriorado.
- ¡
Tenemos novedades sumamente gra ves que informan, comandante! -dijo Vin cent-.
Será mejor que Bob se lo cuente.
El robot
estuvo hablando durante una buen rato,
interruimpiendose tan s61o para aclarar
alguna pregunta de sus interlocuto res humanos, que escuchaban en un silen cio
horrorizado, que se acentuó cuando Bob
explicó lo que se había hecho con el resto de la tripulación superviviente.
Pizer
parecía tener ganas de vomitar. Holland
se volvió para hablar con el repor tero.
-Esto
explica el funeral con el que me tropecé
y el misterio de tu jardinero cojo. Me
parece que vamos a tener que seguir tu
consejo, Harry. No podemos despegar y de jar a esos desgraciados aquí.
Tenemos que estudiar algo para
apoderarnos de la "Cyg-
nus"
El
reportero había empezado a sudar de
golpe.
--¿Y
arriesgarnos a terrninar corno la
tripulación? Si ellos no lo consiguieron, igué posibilidades tenemos nosotros?
- ¡Qué rapidamente has cambiado de idea, Harry -dijo
Pizer sarcástico-. ¿Qué hay de tus ideales de convertirnos en héroes, regresando
a la Tierra con la "Cygnus” y Reinhardt prisionero?
-Capitán
-dijo Bob interrumpiendo-, no les causaria un favor devolviéndoles a Tierra.
Sus cerebros son irrecuperables y me consta que sufren... La muerte es su única
liberación.
-Decida lo
que decida, hágalo pronto, comandante -dijo Vincent-, antes de que los
acontecimientos se precipiten. Tuve que desembarazarme de un par de centinelas
que nos habían descubierto en el quirófano. Tan pronto lo descubrãn sabrán que
hemos sido nosotros y no querrán dejarnos marchar.
-Charly,
sube a bordo de la "Palomino" y prepara el despegue. Vincent, ponte
en contacto con kate y dile que la quiero a ella y a Alex aquí, a toda prisa.
Nos vamos.
Las luces
de Vincent centellearon en secuencia especial mientras ponía en funcionamiento
el sistema "esplink" de comunicación. El resto de sus compañeros se
apresuró a entrar en la "Palornino".
* *
En la
torre de mando Durant Y Mac Crae dialogaban mientras Reinhardt daba
instrucciones a los robots para efectuar trabajos preparatorios.
Estoy
decidido, Kate. Estuve ojeando el inforrne de las investigaciones del profesor
Reinhardt, Son tan magníficos, tan avanzados, que no tengo dudas de que su
experimento va a ser un autentico éxito. Aquí los tengo, sera mejor que te
hagas tú cargo de ellos. Yo me voy con ellos al otro lado.
Mac Crae iba a responder cuando se puso en funcionamiento su sistema "es
plink” .
--Alex...
El tono de
voz atrajo la atención de Reinhardt, que
se la quedó mirando fija rnente .
-Dan quiere que regresemos a bordo. Están listos para despegar.
El
profesor la miró, unos segundos y luego
se volvió a sus siervos humanoides.
-Preparad
las máquinas. Atentos a ac tivar la máxima expansión del campo de gravedad cero. Máquinas a toda potencia.
Ocho
enormes máquinas empezaron a zumbar
suavemente transmitiendo la vi bración a lo largo de toda la
"Cygnus". A bordo de la
"Palomino" no podian oír las
Qrdenes de Reinhardt, pero podían notar
que sus planes estaban precipitándose.
-
¡Vincent! -ordeno Holland-, Comu nicale a Kate que quiero que venga inme
diatamente, con o sin Alex. Si pone peros,
dile por qué quiero que venga.
Mac Crae
consigui0 dominar el horror que le causó
el informe de Vincent y se acercó a
Durant hablándole con decisión.
-Alex, tenemos que volver a la nave ahora. Están
preparados para despegar. Dan no puede esperarnos mucho más.
- ¡Me quedo!
- No lo
entiedes, Alex. Reinhardt es un asesino. Aquellas... criaturas que hay allí,
los robots con cara de espejo, no lo son. iSon humanos! Mejor dicho, lo fueron
hace tiempo.
Durant se
puso muy pálido. Tartamudeó al decir:
--No te
entiendo, Kate.
- ¡Claro
que me entiendes! Esas criaturas son lo que queda de la tripulación humana
original. Han sido alterados quirúrgicamente bajo las órdenes de Reinhardt para
que su voluntad quede destruida
hasta convertirse en esclavos.
Alex Durant
estaba petrificado debatiéndose entre dos dísyuntivas. Por una parte, la
adoración que sentía al que consideraba su insuperable maestro, casi un dios;
por otra, las terribles acusaciones de Kate. Reinhardt debio notar algo raro,
porque se dirigió hacia ellos con los ojos firmemente clavados en Mac Crae.
-¿Ocurre algo -pregunto.
- Kate está
disgustada porque he decidido partir con usted -contestó Durant, encubriéndola.
- Me temo
que ella también va a venir con nosotros -informó Reinhardt, sin perder la
calma.
- ¡No!
-gritó Mac Crae, dando un paso hacia
atrás.
- Tenernos unas condicionès optimas para penetrar en el abismo negro ahora,
Y su presencia en la «Cygnus» es para
mí fundamental. Su "esplink",
me permitirá comunicarme con los hombres de la "Pa lomino”, los cuales
podrán difundir mi hazaña a toda Tierra.
Querida, no lo dude, está usted
colaborando en la experiencia más grande
llevada a cabo por la humani dad.
Entretanto, Durant se había acercado a uno de los humanoides que operaba
en un tablero de control. Alargó, la mano hasta la protección reflectante de la
cara sin que el robot protestara. De un tirón, arrancó el espej o.
Una cara,
que había sido una vez humana, continuó su trabajo sin prestarle atención, pero
Alex sintió un violento extremecimiento al ver aquellos ojos que miraban sin
ver, reflejando un vacío interior que causaba pánico.
El ídolo
que Durant había levantado acababa de derrumbarse. Loco de ira se interpuso
entre el profesor y Kate gritando:
- ¡Déjela
marchar! ¡Bastante daño ha ocasionado usted ya a bordo de esta nave...!
Y
Maximillian se puso en movimiento. Extendió dos brazos, armados de poderosas
cuchillas giratorias capaces de cortar el más duro metal, avanzando inexorable
hacia Durant. Fue en vano que el científico tratara de interponer entre su
cuerpo y el arma el libro de notas que Reinhardt le ha bia entregado.
Fragmentos de papel saltaron en todas direcciones antes de que Durant se
desplomara al suelo con el cuerpo totalmente destrozado, mientras Kate dejaba
escapar un grito de terror.
-Lo siento -dijo Reinhardt con sincero acento-. Ha
sido una lastima... Durante un tiempo pensé que podría ser un buen colaborador,
ahora...
Volvió sus
ojos a Kate para anadir:
-Respecto a
usted, querida, lamento que no haya querido colaborar conmigo voluntariamente.
Tendrás que hacerlo de todos modos. Maximillian se ocupará de que reciba el tratamiento médico
correspondiente .
Dos robots
vigilantes hicieron su entrada en la torre de control para conducir a la
doctora Mac Crae al quirófano. La cogieron sin violencia, pero con energia,
llevandola hacia el ascensor.
Kate sabia
que nada podía hacer contra las máquinas y se dejó arrastrar sin oponer
reslstencia.
-En marcha
todas las máquinas -ordenó Reinhardt-. Lista la cuenta atrás para iniciar la
maniobra. Todo el mundo preparado en sus puestos.
La mano de
Holland se detuvo por encima de un control, cuando la voz de Reinhardt le llegó
a través del intercomunicador del panel.
-Todo listo para el despegue, capitãn Holland. Tiene
tiempo de sobra para salir fuera del campo de gravedad cero de la
"Cygnus", pero debe conseguir la máxima velocidad de escape para no
ser atrapados por la absorción del abismo negro.
Los
doctores Durant Y Mac Crae han elegido quedarse a borde de la
"Cygnus" para participar en mi experimento. Les desean a usted y a
sus amigos buena suerte.
-Te lo dije
-exclamó Booth-. Hemos estado perdiendo un tiempo lamentable, rnientras que
esos dos sabios se dejaban camelar por Reinhardt. Y, entretanto, hemos estado a
punto de que descubran esos robots destruidos y sepan que estamos enterados de
todo impidiéndonos salir. iVárnonos a todo gas, antes de que sea demasiado
tarde!
-No estoy
de acuerdo. Kate jamãs obraría asi.
-El doctor
Durant ya no cuenta -dijo Vincent atrayendo la atención de todos-. Maximillian
lo ha matado. En estos momentos se están llevando a la doctora Mac Crae al
hospital.
Holland se
puso en pie de un salto. Las intenciones de Reinhardt estaban tan cla-
ras corno un cristal.
-Vincent,
haz que el viejo Bob nos lleve al quirófano por el camino más corto. Harry, tú
te quedas aqui y vigilas la nave. Impide por todos los medios que nadie suba a
bordo.
-Booth
asintió. Parecia qeu iba a decir algo, pero prefirió guardar silencio después
de pensárselo un poco.
Pizer se
incorporó de su asiento para acompañarlos, pero se lo impidió Holland con un
gesto.
-Lo siento, Charlie. Tú también te que das.
-¿gué?
¿Estas loco? Vas a necesitar toda la
fuerza de disparo que puedas con seguir.
--Ya lo
sé. Puede que consigamos llegar hasta
Kate y puede que no. Tampoco es se-
guro que
consigamos regresar, y es impor tante que alguien regrese a la Tierra para informar de lo ocurrido aqui. Harry no puede pilotar la nave. De todos modos no esperes demasiado. Sácala del campo de gravedad de la "Cygnus" antes de
que sea demasiado tarde.
Bob abrió
la marcha seguido por Ho land. Antes de salir, Vincent se volvió a Pi zer:
-Les deseo
buen viaje de regreso. iQue tengan mucha
suerte!
-Cuídate
tú, barril de chatarra, y procu rad volver todos sanos y salvos.
Katherine
Mac Crae había entrado en el quirófano mirando a su alrededor, lleno
de angustia. Los cirujanos humanoides
esta ban preparados para realizar el cambio en
su cerebro sin sentir la rnenor ernoción.
-Por
favor, Vincent, daros prisa -su plicó Kate-. Tengo miedo.
Simultaneamente, una pareja de robots
guardianes acababan de encontrar los res tos destrozados de sus
compañeros, ocul tos bajo la consola. Uno de ellos se acercó a un comunicador situado en la pared y pulsó
un botón.
La alarma
irrit6 a Reinhardt que estaba
demasiado
ocupado en la maniobra de par tida. Escuchó unos instantes Y cortó la co
municación sin que un solo músculo de su
cara se
alterara.
-Ha
llegado el momento de liquidar a
nuestros invitados -dijo-. Excepto el ro bot y la doctora Mac Crae,
todos deben ser eliminados. Unicamente
si consiguieran llegar hasta ella,
deberían ser todos exterminados. Maximillian, ocúpate de ello.
El robot se dirigió a un panel de control y dio las
órdenes oportunas. De inmediato, todos los robots-guardias de la
"Cygnus" se pusieron en accion.
Bob condujo
a sus amigos a través de corredores pocos concurridos, evitando encontrarse con
las patrullas de guardia. La lentitud de los deteriorados impulsores del viejo
robot impacientaban a Holland, que hubiera deseado correr por los pasillos a
toda velocidad.
Kate había sido colocada en el quirófano rodante,
con sus órganos vitales protegidos por una capa de metal flexible, y dejado su
cuerpo únicamente al descubierto en aqueIlos puntos que debían ser tratados por
los láser.
Los
humanoides manipulaban los controles totalmente insensibles al dolor ajeno.
Kate reconocid diversos proyectores de laser de rayo corto y alta intensidad,
capaces de cortar carne y hueso hasta tolerancias microscópicas.
-Vincent, daos prisa, por favor suplicó a través del
sistema se comunicación «e splink»
-Estamos
llegando, doctora Mac Crae -respondió una voz familiar, confortable, dentro de
su cabeza.
Se
encendieron luces en la cúpula cargada de instrumentos encima de su cabeza.
-Anestesia
-pensó aterrada-. Dentro de poco todo habrá terminado para mí,
El intenso
crepitar de aparatos electrónicos fundiéndose llegó hasta ella, a la vez que
trocitos de rnetal y plástico fundido llovían a su alrededor. Como pudo giró la
cabeza hacia el otro lado y vio a Holland. Estaba en pie junto a la entrada,
flanqueado por dos máquinas que disparaban sus Iáser hacia los cuadros de
control del quirófano.
Los
sorprendidos centinelas que aún estaban en la sala intentaron en vano levantar
sus armas contra los intrusos. Antes de que lo consiguieran, los certeros
disparos de Holland y sus acompañantes los redujeron a un confuso montón de
chatarra.
Los Iáser
quirurgicos continuaban funcionando, mientras que el receptáculo que contenía a
Kate avanzaba inexorablernente para situarse bajo sus efectos. Holland echó a
correr hacia ella, olvidándose del peligro que suponían los tres guardianes que
acababan de irrumpir en la sala.
-,Detrás de
usted, Mr. Holland!
Un robot
saltó sobre el comandante atenazándole con sus brazos de hierro, cayendo ambos
sobre la plataforme giratoria. Las manos de Holland se aferraron al brazo
armado del robot tratando de impedir que
disparara. En un supremo esfuerzo consiguió
desplazarse hacia un lado, mientras
que su oponente, falto de apoyo, rodó en dirección
contraria, de modo que la cabeza quedó durante un segundo bajo el láser
quirúrgico. Se oyó un chisporroteo cuando los componentes electrónicos saltaron
en todas direcciones, totalmente abrasados.
Holland no
perdió, el tiempo. Tomó a Kate en brazos, sacandola de la plataforma, y se tiró
al suelo protegiéndola con su propio cuerpo de los disparos que cruzaban la
sala.
Los dos
cirujanos habían caído en el fragor de la lucha, arrastrando con ellos uno de
los paneles. Nuevamente, sin temor ya a herir a sus compañeros, Vincent y Old
Bob dispararon con celeridad contra el último grupo de guardianes que acudió.
Instantes después todo había terminado.
-¿ E
stás bien? -preguntó Holland abrazando a
Kate.
-Estaré mejor cuando estemos a bordo de la
"Palomino" -respondió consiguiendo sonreír.
Dan le entregó un arma, mientras Kate acababa de despojarse de la protección
de rnetal flexible.
-Gracias,
querido Vincent -dijo des pués.
-No tiene
por qué darlas, doctora. Le aseguro que
ha sido un verdadero placer. ¿Verdad,
Bob?
-Por
supuesto. Hacía anos que estaba
necesitando un poco de acción. iEsto le re juvenece a uno! No hay cosa
mejor que una buena pelea a tiempo.
A bordo de
la "Palomino" Pizer estaba
impaciente, consultando a cada momento
el reloj electrónico. Un panel zumbó a su lado.
-¿Eres
tú, Dan?
-Sí. Kate
está bien. Ya vamos para allá. -¿Os
siguen?
-No de
momento. Confio en que siga así. Corto.
--Pizer se
recostó en su asíento aliviado. Por su parte, Booth se encontraba cada vez más
nervioso.
-·Están
tardando demasiado. Reinhardt ;ra a ordenar acelerar de un rnornento a otro y
será demasiado tarde para nosotros.
- ¡Cállate, Booth! No nos rnoverernos de aquí hasta
que nuestros compañeros estén a bordo.
Varios
centinelas robots llegaron al quirófano, cruzándose con dos humanoides a los
que no prestaron atención, cuidando tan sólo de vigilar la puerta de entrada.
Volviendose de repente, los dos humanoides sacaron unas pistolas láser
que llevaban escondidas, disparando repetidas veces hasta derribarlos. Bob y
Vincent salieron del quirófano y se apresuraron a seguir a sus compañeros
disfrazados.
Sin
embargo, ninguno de ellos llegó a pensar que la sección por donde avanzaban
estaba vigilada por monitores ópticos de control remoto, y todo cuanto acababa
de suceder había sido presenciado por Reinhardt.
-Atención a
todos los vigilantes -dijo por el intercomunicador-. Disparen contra todo
humanoide que se encuentre entre el quirófano y la "Palomino".
Holland y
sus compañeros entraron en el corredor principal, donde varios guardianes
estaban apostados. Un rayo laser se estrelló a pocos centímetros de la cabeza
del comand ante, que tuv o que echarse hacia atrâs apresuradamente.
-Ya nos han descubierto -dijo despojándose de sus
ropajes.
-Bueno, por
lo menos nos han servido para poder llegar hasta aqw -respondió Kate quitándose
la cobertura facial y arrojándola al centro del pasillo.
Al
instante, varios disparos la dejaron destrozada; pero atrajo por tiempo
suficiente la atención de los robots, para que Vincent fotara hasta la parte
superior del pasillo, pudiendo derribar a dos guardianes, antes de tener que
volver a ponerse al resguardo de la pared.
-Senor
Holland -informó Bob-, vienen mas guardianes por detras.
-Hay que
evitar que nos cojan entre dos fuegos -dijo Holland disparando contra la nueva
amenaza-. Hacia el paso elevado. ¡Rápido!
Con Vincent
y Bob, que se elevaban obligando a los robots a mantener la lucha a diferentes
niveles, Holland y Mac Crae se abrieron paso disparando en todas direcciones
mientras corrían zigzagueando. Las
máquinas de Reinhardt eran lentas de reflejos y
Vincent lo sabía. El era capaz de disparar en cualquier postura, ya lo habia
demostrado en la galería de tiro, mientras que sus enemigos necesitaban tiempo
suficiente para localizar el blanco, apuntar y disparar. La lentitud de los
centinelas quedó demostrada cuando dos intentaron apuntar a la vez a Bob que se
lanzaba en picado. Pasó entre los dos como una centella y éstos dispararon
simultáneamente, destrozándose entre sí.
La lucha
fue decreciendo a medida que los robots centinelas fueron cayendo. Poco tiempo
pasó hasta que vieron que se habían quedado solos.
-Adelante, con los ojos bien abiertos. Esta
victoria no quiere decir que no vayamos a encontrar más enemigos delante.
En la torre
de mando, Reinhardt estaba furioso tras haber visto los resultados de la
confrontación de combate destrozada por un raquítico robot y esa antigualla del
almacén.
Maximillian se encendió en un brillante color
carnesi, la forma mas fuerte de mostrar su ira que podía permitirse.
-Lo siento
por Mac Crae --continuó Reinhardt-. Ahora no puedo permitir que ninguno de
ellos regrese a la Tierra para diafamarme. Si consiguen llegar a su nave les
bejaremos que se distancien un poco antes de destruirlos; no quiero arriesgar a
la " Cygnus".
Los
fugitivos marchaban hacia la estación de embarque. Apenas les quedaban unos
cuantos metros para llegar a su destino cuando se vieron detenidos por un grupo de centinelas parapetados tras una barricada que cortaba totalmente el paso.
-Imposible
volver atras -dijo Holland-; no tenemos tiempo para dar la vuelta. Nuestra única posibilidad es conti
nuar adelante, pero esos robots están muy
protegidos. Dios sabe el tiempo que nos lle varía desalojarlos de ahí.
A bordo de
la "Palomino" Booth se pa seaba impaciente sin dejar de consultar
el cronórnetro .
-¿Cuanto
tiempo mas van a tenernos aquí? -dijo
con rabia-. Si no consiguen llegar no es
nuestra culpa, y no tenemos por qué
morir también.
Como si
hubiera sido oído, se escuchó la voz de
Holland a través del intercornunica dor.
-¿Charlie,
me recibes?
-Fuerte y
claro, Dan. Adelante.
-Se acabó
el tiempo -dijo Holland con calma-. Saca
la nave de aquí.
-¿Dónde
estáis?
-En el
corredor lateral, cerca de la re
cepción. Tienen el paso bloqueado y no po demos pasar. iDespegue, senor Pizer! ¡Es una orden!
Charlie
se incorporó para buscar un arma.
Empezó a caminar hacia la salida,
cuando Booth le interceptó el paso.
- ¡Ya
oíste al comandante... Tienes que
despegar!
- ¡Basta
ya, Harry! Te has pasado la vida
hablando de heroicidad e informando de
heroicidades. Ya va siendo hora de que
aprendas un poco.
Soltó
una maldicibn y corrió tras Pizer, que
ya había cruzado la escotilla. Apenas
llegaron al pasillo de enlace llegó hasta ellos el ruido del combate que se
mantenía a corta distancia.
Había un
único guardia en la sala de re cepción.
Sorprendido, se giró levantando el
arma. Antes de que lo consiguiera, Pizer había saltado a un lado disparando y
al canzándole de lleno. La máquina se
partió en pedazos a la vez que Booth
se arrojaba de cabeza debajo de una
mesa.
Pizer íba a continuar la apresurada marcha hacia el
pasillo lateral cuando le llegaron los larnentos.
- ¡Harry!
¿Estas herido?
-La
pierna... -dijo Booth, sujetándosela con ambas manos. Se sentí, haciendo una
rnueca de dolor.
-¿Estas muy
mal?
-Creo que
me la he roto.
-¿Por el fuego láser? Me pareció que el centinela no
llegó a disparar.
-No, por
estupidez. Me la rompí al arrojarme al suelo. Creo que ya no soy tan flexible
como cuando era joven. Entonces hubiera rebotado.
El ruido de
los disparos al otro lado del pasillo se incrementó. Pizer miro hacia allá con
angustia. Se volvió a Harry.
-¿Crees que podrías caminar sólo hasta la nave? Me
parece que estoy haciendo falta allí.
Y señaló
con el dedo el lugar de ia pelea.
-Creo que
podré llegar solo -respondió el reportero, poniéndose en pie con ayuda de
Charlie . El dolor fuerte vendrá dentro de un rato, cuando la pierna se enfríe.
-De
acuerdo. Vuelve a la nave y asegúrate de que no suba ninguno de ellos a bordo.
Pizer
corrió hacia el lugar de la batalla. Asomó con precaución la cabeza por el
recodo del pasillo y pudo ver a los robots, de espaldas, disparando tras la
barricada.
··Confundelos. No les des tiempo para reaccionar-, se dijo para sus
adentros.
Saltando
al descubierto, Pizer empezó a disparar sus dos láser contra la apretada masa
de robots. Los efectos fuerÚn mayores de lo que él mismo hubiera esperado.
Varios de ellos saltaron destrozados, cayendo sobre el resto de los guardianes
que, confusos, no sabían a dónde atender.
Holland,
Kate y Vincent no perdieron un segundo. Saltando de su protección arremetieron
contra los que quedaban. Poco después vieron que la victoria había sido
completa.
La pierna
herida de Booth parecía haber experimentado una curación casi milagrosa.
Corriendo sin el menor síntoma de cojear se introdujo en la
"Palomino", y cerró la puerta tras él.
Se sentó
ante los controles, examinándolos con atención. Dieciocho meses a bordo de la
nave le habían enseñado lo suficiente como para conocer el significado de
cada control.
Pulsó uno
de ellos y sintió un ligero zumbido que le produjo una sonrisa de satisfacción,
¡Ya tenía energía! Ahora tan sólo le faltaba dirección, velocidad Y con ellas
su libertad .
Holland Y
los demás llegaron fatigados a la sala de recepción. Se detuvo de repente con
el ceño fruncido, escuchando con atención: un sonido familiar se destacaba
sobre el de los motores de la "Cygnus".
-¿Qué está
tratando de hacer ese idiota? -gritó Pizer, echando a correr hacia el pasaje.
-No te
esfuerces, Charlie, es demasiado tarde -dijo Holland, deteniendole-. La
pasarela ha sido retirada.
Instantes
después la "Palomino" se deslizaba alejándose de ellos, para casi
inmediatamente volver a acercarse tambaleante a la «Cygnus».
En el
asiento del piloto Booth luchaba con los controles, tratando de dominar la nave
que parecía haberse vuelto loca.
Sudoroso,
pulsaba aquí y allá, no consiguiendo otra cosa que aumentar el problerna.
Reinhardt
tarnbién se dio cuenta del problema de la nave, que se estaba acercando
demasiado a la "Cygnus".
- ¡Está
fuera de control! -gritó, perdiendo la calrna--. Hay que hacerla explotar antes
de que nos alcance. iFuego de las baterías de proa!
Dos cañones
giraron silenciosamente hasta enfocar la «Palomino» y dispararon. La nave se
desintegro en una lluvia de metal fundido y fragmentos de sí misma.
Uno de esos
grandes fragmentos fue a estrellarse contra una parte especialmente delicada de
la "Cignus", abriendo una gran brecha en la popa y destrozando la
estación de control del rnotor de babor. Fuerzas enorrnes fueron liberadas en
una fracción de segundo, produciendose una terribleexplosión. Automáticamente,
varias compuertas se cerraron para incomunicar esa sección del resto de la
"Cygnus", pero la gran herida de la popa era irreparable.
-¿Que vamos
a hacer ahora? -preguntó Kate, todavía estremecida por el trágico fin de Booth.
-Donde hay
vida hay esperanza -respondió Vincent-. Y no hay mejor defensa que un buen
ataque.
-¿Quieres decir ir en busca de Rein hardt y tratar
de obligarle a dar la vuelta? -preguntó
Holland-. No, una cosa es abrirse camino
por los pasillos a punta de pistola y
otra conseguir apoderarse del con trol de la "Cygnus". No tendríamos
la me nor oportunidad.
-No estaba
pensando en ello, senor. Hay otra
oportunidad: la nave sonda.
-
¡Vincent, eres un genio! -exclamó Pi zer-. Bob, ¿cuãl es el camino más
corto hasta allá?
Aerocoche
interior. Puedo programar uno para que
nos lleve directarnente al muelle de
embarque.
El grupo
echó a correr hacia el pasillo.
Con la
tremenda brecha en la popa, la
"Cygnus" acelerd a plena po¿encia para sumergirse en la vorágine del abismo negro. La torrnenta de radiación que fluía del hori
zonte de convergencia llenaba el espacio al rededor de la nave.
Reinhardt
estaba absorto exarninando los controles,be la nave. Era un inconveniente la
perdida de energía de los motores de babor, pero no significaba en absoluto que
el proyecto debiera darse por perdido. Un enjambre de objetos de forma
irregular seguía el mîsmo curso que la "Cignus" y unos rápidos
calculos indicaban que la alcanzarían.
-Meteoritos tras de nosotros. Acelera al máximo;
quizá logremos dejarlos atrás.
Perseguida
por inmensos residuos de materia, la "Cygnus" avanzó atronadora, pero
no consiguió, la suficiente velocidad. Un enorme fragmento de hierro-níquel
penetró en la parte superior de la nave, destruyendo lo que había sido zona de
recepción.
El aerocoche se estremeció por el impacto, pudiendo
oir el espantoso sonido del aire al escapar, antes de que las compuertas de
seguridad aislaran la zona afectada. Un nuevo meteorito se estrelló al fondo de
la galeria y Holland detuvo el vehículo.
-No podemos
continuar -dijo-. ¿Qué camino seguimos, Bob?
- A través
del invernadero, senor. Podemos cruzarlo y pasar al pasillo central de
proa.
-Adelante
pues. Tú nos guías.
Apenas
habían entrado en la estación hidropónica corriendo cuanto podian entre los
perfectamente alineados cuadros vegetales y árboles frutales, un grupo de
vigilantes lleg6 en su persecución disparando en todas dírecciones.
Tumbado
tras un manzano, Pizer disparaba una y otra vez contra sus perseguidores,
cuando escucho el potente silbido del aire escapando. Arriba, en la cúpula de
cristal, se había abierto un pequeño orificio que absorbía el aire en
cantidades considerables, produciendo un slibito en.friamiento de la
atrnósfera.
Muy prgnto
empezó a llenarse de hielo la sala. Se rompieron las placas a causa del pequeño
tornado causado por el escape de aire y trozos de planta helados fueron
absorbidos hacia arriba. Eran corno cuchillos helados que se disparaban en
remolinos sin direccibn, tan peligrosos como los disparos de los robots.
- ¡Hay que
salir de aquí! -gritó Holland para hacerse oír por encima del fragor de la
torrnenta. Si no nos darnos prisa podemos morir congelados.
Empezaron a
avanzar hacia la puerta, volviéndose de vez en cuando para disparar contra los
robots que les perseguían. Vincent quedó a retaguardia para proteger la
retirada de sus compañeros.
El orificio de la cúpula se ensanchó, aumentando su
poder de absorción. Las máguinas que les perseguían fueron atrapadas por el
pequeño huracán y proyectadas hacia arriba, a la vez que el viejo Bob empezaba
a tener problemas con sus propulsores. Completamente cubierto de hielo, no
podía avanzar y empezó a ser aspirado hacia la cúpula.
-Sigan sin
mí -pidió-. Yo no puedo rnás.
Lejos de
obedecerle, le cogieron por los suspensores, ayudándole a avanzar. La puerta
estaba ya demasiado próxima para rendirse.
Cruzaron al otro lado y Holland accionó el cierre
manual. Al instante la tortura del helado pabellón hidropónico no fue más que
un mal recuerdo.
Reinhardt
miro impotente la lluvia de meteoritos que poco a poco iban destrozando la
"Cygnus". Contando con la plena potencia de la nave estaba seguro de
que hubiera podido terminar con pleno éxito su
proyecto. Ahora veia con rabía cómo su nave era
destrozaba pedazo a pedazo.
Un
trernendo impacto estremeció la torre de control, enviando a varios de los
humanoides al piso inferior.
Varias
pantallas se apagaron al desprenderse de sus asideros, dejando a la principal
tambaleándose, colgando de la parte superior.
-Esto es el fin, Maximillian, programa la nave
sonda. Vamos a utilizarla.
Holland y
los demás habían llegado al fin al corredor principal, pudiendo observar que
había sufrido graves daIios. Habían empezado a cruzar una de las pasarelas que
corrían por encima de los conductores de energía cuando un violento choque les
obligó, a agarrarse para no caer. Procedente de algún oscuro rincón del
espacio, una bola de fuego había penetrado a través del techo. Frenada por el
campo de gravedad de la "Cygnus", no la atraveso de parte a parte,
sino que avanzo perezosamente a lo largo del corredor principal, abrasándolo
todo a su paso.
Los
fugitivos poco podían hacer ante el terrorífico fenómeno. Se dejaron caer a lo
largo de la pasarela, agarrándose con todas sus fuerzas a la barandilla· El
refulgente metal pasó por debajo de ellos, causando una tremenda destrucción a
su paso hasta perderse en el fondo de la nave.
Maximillian avanzo hacia el ascensor para dirigirse al muelle donde estaba la nave sonda. Antes de seguir tras el, Rei
nhardt se detuvo un momento para echar
una última mirada a lo que había sido el
corazón de su imperio.
Había
tardado muchos anos en conse guir que construyeran la “Cygnus”; otros veinte para llevarla hasta este rincón
del Universo. Ahora él tenía que seguir
solo. Su entrada al nuevo Universo iba a
ser de to dos modos.
El sonido
de algo que se rompe le hizo mirar hacia
arriba. La pantalla principal acababa de
soltarse de sus abrazaderas.
Empezo a
correr antes de sentir el enorme peso
oprimiéndole contra el suelo. Empujó el
visor con ambas manos, en un esfuerzo
supremo, aun sabiendo que jamás podría
moverlo.
-
¡Maximillian, ayudame!
Las
puertas del ascensor se habían ce rrado a espaldas del robot rojo antes de
que captara la llamada. Reinhardt se
retorció para buscar una ayuda, clavando
sus ojos en la hilera de hurnanoides.
- ¡Eh,
vosotros, ayudadme! ¡Ayúdame!
Los robots
estaban programados tan sólo para el trabajo que debían realizar y lo ignoraron. Incluso permanecieron indife
rentes cuando una parte de su secci0n se
partió destrozando a la mitad de ellos.
Y
Reinhardt, con los ojos despavoridos, se
quedó mirando la enorme espiral que se
los estaba tragando.
* *
Cuando se encontraron ante la última sección que los
separaba del muelle de la nave sonda, estaban casi al borde del agotamiento. El
viejo Bob se movía renqueante y era preciso que los demás se turnaran para
ayudarle a avanzar, pese a las protestas del robot que repetía una y otra vez
que lo dejarán atrás y no perdieran tiempo con él.
-Animo,
veterano -dijo Vincent ayudando a mantener la estabilidad de su compañero-.
Volvemos a casa después de todo... y tú hecho todo un héroe.
-Tenía que
defender el honor del viejo cuerpo, Vincent.
-Ya verás:
Te van a dejar como nuevo. Será cuestión de desabollar esa vieja carcasa y
renovarte algunos circuitos para que...
- ¡Vincent!
¡Bob! ¡Cuidado! -gritó Kate.
Maximillian
había aparecido al fondo del pasillo cerrándoles el paso. La doble descarga de
los láser del monstruo la recibió Bob de lleno, lanzándolo, rebotando a lo
largo de la galería.
Vincent
reaccionó primero y disparó sus láser. Los tiros fueron certeros, como siempre,
y destrozó la pistola de las manos de su enemigo.
Holland,
Kate y Pizer disparaban centrando el fuego contra Maximillian; pero ni siquiera
el fuego de todas las armas conseguían perforar la coraza del monstruo.
- ¡A la
nave! gritó Vincent lanzándose contra su oponente-. ¡Yo me encargo de esto!
Maximilian no estaba desarrnado. Extendió sus brazos
adicionales armados de cuchillas giratorias capaces de cortar el rnetal rnas
duro.
La "Cygnus" vibraba alarmantemente anunciando su inminente final. Aquí y
allá se oían explosiones que lanzaban al
espacio fragmentos enormes de la nave
que eran absorbidos de inmediato por el
abismo ne gro .
Vincent se
acercó para provocar a su enemigo y
centrar la atención de la lucha,
consiguiendo así dejar vía libre a sus com pañeros humanos. Como si de
un nuevo en frentamiento entre David y Goliat se tratara, las dos máquinas se
miraron desafiantes, antes de enzarzarse en la lucha.
Vincent
disparó sus láser en ráfagas in termitentes, cambiando constantemente de posición, buscando un resquicio en la co raza
de Maximilliam pero, una vez más,
se puso de manifiesto que Reinhardt
había construído una máquina formidable,
sin de fectos.
El filo de
un cuchillo rozó el arrnazón de Vincent
que salió despedido contra la pa red. El impacto parecía haber dañado el sistema de equilibrio de la pequeña má quina,
que permaneció unos instantes vaci lante, sintiendo el equivalente robótico
del rnareo.
Maximiliam
aprovechó la ocasión Para abalanzarse
sobre él, con el visor rojo cente lleante de triunfo.
Vincent pudo a duras penas esquivar los brazos
extendidos acabados en cuchillas, pero sOlo para encontrarse aprísionado entre
otros dos, más fuertes y poderosos, capaces de aplastar una columna de acero.
En la parte
frontal del cuerpo de Vincent, se abrió silenciosamente una pequeña puerta,
dejando al descubierto un pequeño pero eficacisimo taladro que empezó a
perforar la sección media del gigante, hasta alcanzar los delicados circuitos
internos.
Maximilliarm entero chsisporroteó antes de aflojar su brazo Y caer
pesadamente hacia atrás. Rodó unos instantes por la pasarela y se precipitó
hacia abajo, totalmente destrozado.
Vincent
apenas dedicó una mirada a su enemigo. Se volvió hacia Old Bob, que continuaba
tendido en el suelo, con la mayoría de sus luces apagadas.
-Maximillian se acabó -dijo Vincent.
-Buen
trabajo -respondio débilmente el viejo robot-. Ahora, daos prisa si queréis
salvaros.
-Voy a
llevarte a la nave.
-No, no voy
a ir con vosotros -dijo el robot mientras sus circuitos se iban apagando
lentamente-. Yo ya estoy acabado.
Adiós, amigo. Ha sido una suerte conocerte. Buen
viaje.
Las luces
de Old Bob se apagaron definitivamente. Ahora era un simple trozo de metal sin
vida, como lo sería la "Cygnus" muy pronto.
Vincent se
volvió y se lanzó, hacia la compuerta para reunirse con sus compañeros que ya
habían abordado la nave sonda. La nave, diseñada para acoger a dos personas,
estaba completamene ocupada por los cuatro .
Holland y
Pizer se situaron en los asientos delanteros, frente a los mandos, mientras que
Kate y Vincent se situaban detrás, bastante apretujados.
-Será mejor
que salgamos a todo gas comentó Pizer-. La "Cygnus" se está haciendo
pedazos.
Pulsó
diversos controles, accionó propulsión, y la nave sonda se separó de la
"Cygnus". Holland procuró alejarse cuanto antes de la nave mayor para
evitar ser alcanzados por cualquiera de sus fragmentos.
Con su
propio campo de proteccibn de gravedad cero, la nave sonda empezó a acelerar
más y más, describiendo un amplio arco hacia las profundidades del abismo
negro.
Extrañado
por aquella aceleración, HoIland comprobó diversos controles.
-No lo comprendo -murmuró.
-No hay
forma de dar la vuelta, señor Holland -dijo Vincent después de examinar
atentamente el cuadro de mandos-. Esta nave ha sido programada para ir al otro
lado del abismo negro o, por lo menos, intentarlo. No podemos cambiar el rumbo.
-¿Estamos
aquí encerrados entonces? -preguntó Kate.
Dan asintió en silencio, abandonando los controles
ya inútiles para él.
-Navegación
Sellada -dijo al fin-. Reinhardt tomó, todas las precauciones para que la nave
continuara su rumbo, aun en el caso de que el piloto quedara inconsciente.
Y de repente, luz. La LUZ no se debía dar en los
confines de un abismo negro, pero allí estaba.
- ¡Hemos
pasado! -exclamó Holland-. Después de todo, Reinhardt tenla razón
-¿Podremos
volver atrás -preguntO Kate .
-¿Volver?
Sí, creo que sí. Incluso sin Reinhardt podemos intentarlo. Pero no tiene por
qué ser ahora mismo, ¿verdad?
Tiene
razón, comandante -intervino Vincent-. Al fin y al cabo, ya que estamos aquí,
¿por qué no explorar este nuevo universo?
Un universo
donde no existe el tiempo y no es posible la muerte -dijo Kate pensativa.
-Claro que
sí, Vincent, tenemos derecho. Al fin y al cabo somos los primeros.
MAQUETAS Y EFECTOS ESPECIALES
Cuando los
estudios de Walt Disney Productions decidieron llevar a la pantalla la
película “El abismo negro”, en la que
los efectos especiales era la base primordial para la buena consecución del
filme no se les planteó ninguna duda sobre quién podría llevarlos a cabo con plena garantía de
éxito: Peter Ellenshaw.
Habia estado trabajando para Walt Disney durante
treinta Y dos años Y conocían bien su trabajo. Ahora que se había retirado a su
Inglaterra natal, con la firme decision de descansar, ya jubilado· Sin embargo,
cuando le Presentaron el guión Y se dijo lo que se deseaba de él, salió de su
retiro para realizar lo que el ha llamado "su última película"
Sólo la
técnica de Ellenshaw podia lograr la maravilla que ha conseguldo en cada
secuencia del filme. Desde la "gigan tesca "Cygnus" a los
perfectísimos robots, pasando por las impresionantes secuencias de la
destruccion de las naves.
Sin embargo, como vemos en las fotografías adjuntas,
la "Cygnus" no es una nave de un kilómetro. Es más bien una maqueta
de reducido tamano, minuciosamente trabajada. La técnica de la micrografía se
ha encargado de realizar el "milagro".
Siempre se
ha dicho que si alguien viera filmar los efectos especiales de una película,
quedaría desencantado. Ni las naves se acoplan, ni trabajan sus reactores, ni
los cañones disparan rayos láser.
Unicamente en el "truco" de los rayos
láser, Ellenshaw se ha permitido echar mano de los dibujos animados. Sin
embargo, es todo lo contrario; y resulta maravilloso admirar los efectos que la
técnica más depurada pueden conseguir al llevar la proyección a la pantalla.
Basta
observar el tamano real de las maquetas al compararlas con la regla situada a
su lado (las medidas están en pulgadas)y los planos detalladísimos para la
construcción de la nave "Palomino".
Los robots,
asimismo fueron construidos a escala reducida. El 'esto fue obra de técnica de
filmación y de montaje.
Armas,
vestuario Y ambientes fueron también cuidadosamente estudiados. ¿Por gué si en
una nave del futuro el ambiente, clima,
temperatura etc., eran tan avanzados, había que vestir a sus tripulantes con
rigidos trajes metálicos? La Iógica
indicaba que, por el contrario, deberían usar cómo dos uniformes funcionales, Y
así se hizo. El resto, lo dejamos para el filme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario