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lunes, 21 de marzo de 2011

UN SUEÑO EN UN IGLU



Una joven mujer fue arrastrada por su padre a un acantilado y arrojada al mar, por algo que había hecho y era reprobable (como Sedna). Allí abajo su esqueleto, despojado de carne por los peces, daba vueltas y vueltas en medio de las corrientes. Un día, un pescador que se había alejado mucho de la zona donde habitualmente pescaba y no conocía aquel lugar, hundió su anzuelo en el agua y pescó a la Mujer Esqueleto. El pescador pensó que había atrapado un pez muy gordo, mientras luchaba con el enorme peso que colgaba del anzuelo. Cuanto más él se esforzaba, más se enredaba la de abajo con el sedal, a pesar de que se resistía a éste. Así el pescador, que se había dado la vuelta para recoger la red, no vio como surgía la calva calavera de entre las olas. Cuando el joven se dio la vuelta, todo el cuerpo de la mujer estaba colgando de un extremo del kayak. 

El hombre gritó del susto. La golpeaba con el remo para desengancharla y remando como un desesperado huía de ella, pero como estaba enredada en el sedal no la podía dejar. Mucho se esforzó en dejarla atrás zigzagueando con el kayak hasta llegar a la orilla. Se bajó de su kayak con la caña de pescar y corrió, pero vio que la Mujer Esqueleto le perseguía, todavía prendida al sedal. El hombre corrió y corrió, pero ella lo segúia por todas partes, a pesar de los obstáculos. finalmente el hombre llegó a su casa de hielo (un iglú) y avanzó hacia el interior sollozando. Se acostó en la oscuridad mientras el corazón le latía en el pecho, pensando que estaba a salvo...por fin.

Pero al encender su lámpara de aceite de ballena la vio acurrucada en un rincón sobre el suelo de nieve de su casa, con un talón sobre el hombro y un pie sobre el codo. Más tarde, sin saber cómo explicarlo, se sintió invadido por una cierta compasión y hablándole con dulzura, la desenganchó de su sedal. Trabajó en ella hasta bien entrada la noche y la cubrió con unas pieles para que entrara en calor, acomodándole los huesos como debieran estar los de un ser humano. Se alejó un poco y mientras untaba con aceite la valiosa madera de su caña de pescar y enrollaba el sedal la veía. Ella no se atravía a decir ni una sola palabra, temiendo que el pescador la arrojara de allí, y rompiera todos sus huesos en pedazos.
El hombre sintió sueño y se deslizó debajo de su pieles. empezó a soñar y una lágrima escapó de sus ojos, como si soñara algo triste o nostálgico. La Mujer Esqueleto al ver el brillo de la lágrima bajo el resplandor del fuego sintió, de repente, mucha sed. Se acercó al hombre dormido y acercó la boca a la lágrima. La pequeña y solitaria lágrima fue como un río y ella bebió y bebió hasta saciar su sed de muchos años. Después se tendió a lado del hombre e introdujo su mano en el interior del pecho del hombre dormido y le sacó el corazón, que palpitaba tan fuerte como un tambor. Ella se incorporó y empezó a golpearlo por ambos lados y se puso a cantar. Y mientrás más cantaba más se llenaba su cuerpo con carne. Pidió cantando cabello, buenos ojos y unas manos rollizas. Pidió cantando la hendidura en la entrepierna y unos pechos grandes para dar calor y envolver y todas las cosas que necesita una mujer. Y cuando terminó, pidió cantando que desapareciera la ropa del hombre dormido y se deslizó a su lado en la cama, piel contra piel. Devolvió el gran tambor al cuerpo de su dueño y así ambos se despertaron, abrazados uno junto al otro, enredados el uno en el otro, después de pasar la noche juntos, de una manera buena y perdurable.
La gente que no recuerda la razón de su mala suerte dice que la mujer y el pescador se fueron y, a partir de entonces, las criaturas que ella había conocido durante su vida bajo el agua, se encargaron de proporcionarles siempre el alimento. La gente dice que es verdad y que eso es todo lo que se sabe...