Fábulas Clásicas - 300 Fábulas de Esopo
01 – El águila, el cuervo y el pastor.
Lanzándose desde una cima,
un águila arrebató a un corderito.
un águila arrebató a un corderito.
La vio un cuervo y tratando de imitar al águila,
se lanzó sobre un carnero, pero con tan mal
conocimiento en el arte que sus garras se
enredaron en la lana, y batiendo al máximo
sus alas no logró soltarse.
se lanzó sobre un carnero, pero con tan mal
conocimiento en el arte que sus garras se
enredaron en la lana, y batiendo al máximo
sus alas no logró soltarse.
Viendo el pastor lo que sucedía, cogió al cuervo, y
cortando las puntas de sus alas, se lo llevó a sus niños.
Le preguntaron sus hijos acerca de que clase
de ave era aquella, y él les dijo:
- Para mí, sólo es un cuervo; pero él, se cree águila.
de ave era aquella, y él les dijo:
- Para mí, sólo es un cuervo; pero él, se cree águila.
Pon tu esfuerzo y dedicación en lo que realmente estás preparado, no
en lo que no te corresponde.
02 - El águila, la liebre y el escarabajo.
Estaba una
liebre siendo perseguida por un águila,
y viéndose perdida pidió ayuda a un escarabajo,
suplicándole que le ayudara.
y viéndose perdida pidió ayuda a un escarabajo,
suplicándole que le ayudara.
Le pidió el escarabajo al águila que
perdonara
a su amiga. Pero el águila, despreciando
la insignificancia del escarabajo,
devoró a la liebre en su presencia.
a su amiga. Pero el águila, despreciando
la insignificancia del escarabajo,
devoró a la liebre en su presencia.
Desde
entonces, buscando vengarse, el escarabajo observaba los lugares donde el
águila ponía sus huevos, y haciéndolos rodar, los tiraba a tierra. Viéndose el águila echada del lugar a donde
quiera que fuera, recurrió a Zeus pidiéndole un lugar seguro para depositar sus
huevos.
Le
ofreció Zeus colocarlos en su regazo, pero el escarabajo,
viendo la táctica escapatoria, hizo una bolita de estiércol,
voló y la dejó caer sobre el regazo de Zeus.
viendo la táctica escapatoria, hizo una bolita de estiércol,
voló y la dejó caer sobre el regazo de Zeus.
Se levantó entonces Zeus para sacudirse
aquella suciedad, y tiró por tierra los huevos sin darse cuenta. Por eso desde
entonces, las águilas no ponen huevos en la época en que salen a volar los
escarabajos.
Nunca desprecies lo que parece
insignificante,
pues no hay ser tan débil que no pueda alcanzarte.
pues no hay ser tan débil que no pueda alcanzarte.
03 - El águila de ala cortada y la zorra.
Cierto día un hombre capturó a un águila,
le cortó sus alas y la soltó en el corral junto
con todas sus gallinas. Apenada, el águila,
quien fuera poderosa, bajaba la
cabeza y pasaba sin comer: se sentía
como una reina encarcelada.
le cortó sus alas y la soltó en el corral junto
con todas sus gallinas. Apenada, el águila,
quien fuera poderosa, bajaba la
cabeza y pasaba sin comer: se sentía
como una reina encarcelada.
Pasó otro hombre que la vio, le gustó y
decidió comprarla.
Le arrancó las plumas cortadas y se las hizo crecer de nuevo. Repuesta el águila de sus alas, alzó vuelo, apresó
a una liebre para llevársela en agradecimiento a su liberador.
Le arrancó las plumas cortadas y se las hizo crecer de nuevo. Repuesta el águila de sus alas, alzó vuelo, apresó
a una liebre para llevársela en agradecimiento a su liberador.
La vio una zorra y maliciosamente la mal
aconsejaba diciéndole:
--No le lleves la liebre al que te liberó,
sino al que te capturó; pues el que te liberó
ya es bueno sin más estímulo.
Procura más bien ablandar al otro,
no vaya a atraparte de nuevo y te
arranque completamente las alas.
aconsejaba diciéndole:
--No le lleves la liebre al que te liberó,
sino al que te capturó; pues el que te liberó
ya es bueno sin más estímulo.
Procura más bien ablandar al otro,
no vaya a atraparte de nuevo y te
arranque completamente las alas.
Siempre corresponde generosamente con tus
bienhechores, y por prudencia mantente alejado de los malvados que insinúan
hacer lo incorrecto.
04 - El águila y la zorra.
Un águila y una zorra que eran muy
amigas decidieron
vivir juntas con la idea de que eso afianzaría su amistad.
vivir juntas con la idea de que eso afianzaría su amistad.
El águila escogió un árbol muy elevado
para poner allí sus huevos, mientras que la zorra soltó a sus hijos bajo unas
zarzas sobre la tierra al pie del mismo árbol.
Un día que la zorra salió a buscar su comida, el
águila, que estaba hambrienta cayó sobre las zarzas, se llevó a los zorruelos,
y entonces ella y sus crías se regocijaron con un banquete.
Regresó la zorra y más le dolió el no
poder vengarse, que saber de la muerte de sus pequeños; ¿Cómo podría ella,
siendo un animal terrestre, sin poder volar, perseguir a uno que vuela? Tuvo
que conformarse con el usual consuelo de los débiles e impotentes: maldecir
desde lo lejos a su enemigo.
Mas no pasó
mucho tiempo para que el águila recibiera el pago de su traición contra la
amistad. Se encontraban en el campo unos pastores
sacrificando una cabra; cayó el águila sobre ella y se llevó una víscera que
aún conservaba fuego, colocándola en su nido.
Vino un fuerte viento y transmitió el fuego a las
pajas, ardiendo también sus pequeños aguiluchos, que por pequeños
aún no sabían volar, los cuales se vinieron al suelo.
Corrió entonces la zorra, y tranquilamente devoró a todos los aguiluchos ante los ojos de su enemiga.
aún no sabían volar, los cuales se vinieron al suelo.
Corrió entonces la zorra, y tranquilamente devoró a todos los aguiluchos ante los ojos de su enemiga.
Nunca
traiciones la amistad sincera, pues si lo hicieras, tarde o temprano del cielo
llegará el castigo.
05 - El águila y la flecha.
Estaba
asentada un águila en el pico de un peñasco esperando por la llegada de las
liebres.
Mas
la vio un cazador, y lanzándole una flecha le atravesó su cuerpo.
Viendo el águila entonces que la flecha estaba
construida con plumas de su propia especie exclamó:
-¡Qué tristeza, terminar mis días por causa
de las plumas de mi especie!
de las plumas de mi especie!
Más
profundo es nuestro dolor cuando nos vencen con nuestras propias armas.
06 - El águila y los gallos.
Dos gallos reñían por la preferencia de las gallinas;
y al fin uno puso en fuga al otro.
y al fin uno puso en fuga al otro.
Resignadamente se retiró el vencido a un matorral,
ocultándose allí. En cambio el vencedor orgulloso se subió a una tapia alta dándose a cantar con gran estruendo.
ocultándose allí. En cambio el vencedor orgulloso se subió a una tapia alta dándose a cantar con gran estruendo.
Mas
no tardó un águila en caerle y raptarlo. Desde entonces el gallo que había
perdido la riña se quedó con todo el gallinero.
A
quien hace alarde de sus propios éxitos, no tarda en aparecerle quien se los
arrebate.
07 - Las zorras a orillas del río Meandro.
Se reunieron un día las zorras a orillas
del río Meandro con el fin de calmar su sed; pero el río estaba muy turbulento,
y aunque se estimulaban unas a otras, ninguna se atrevía a ingresar al río de
primera.
Al fin una de ellas habló, y queriendo
humillar a las demás, se burlaba de su cobardía presumiendo ser ella la más
valiente. Así que saltó al agua atrevida e imprudentemente. Pero la fuerte
corriente la arrastró al centro del río, y las compañeras, siguiéndola desde la
orilla le gritaban:
- ¡ No nos dejes compañera, vuelve y dinos cómo
podremos beber agua sin peligro!
podremos beber agua sin peligro!
Pero la imprudente, arrastrada sin
remedio alguno,
y tratando de ocultar su cercana muerte, contestó:
y tratando de ocultar su cercana muerte, contestó:
- Ahora llevo
un mensaje para Mileto; cuando vuelva les enseñaré cómo pueden hacerlo.
Por
lo general, los fanfarrones siempre están al alcance del peligro.
08 - La zorra a la que se le llenó su vientre.
Una zorra hambrienta encontró en el
tronco de una encina unos pedazos de carne y de pan que unos pastores habían
dejado escondidos en una cavidad. Y entrando en dicha cavidad, se los comió
todos.
Pero tanto comió y se le agrandó tanto el
vientre que no pudo salir. Empezó a gemir y a lamentarse del problema en que
había caído.
Por casualidad pasó por allí otra zorra, y oyendo sus
quejidos se le acercó y le preguntó que le ocurría. Cuando se enteró de lo
acaecido, le dijo:
-¡ Pues quédate tranquila hermana hasta que vuelvas
a tener la forma en que estabas, entonces de seguro
podrás salir fácilmente sin problema!
a tener la forma en que estabas, entonces de seguro
podrás salir fácilmente sin problema!
Con
paciencia se resuelven muchas dificultades.
09 - La zorra y el espino
Una zorra saltaba sobre unos montículos, y estuvo de
pronto a punto de caerse. Y para evitar la caída,
se agarró a un espino, pero sus púas le hirieron
las patas, y sintiendo el dolor que ellas le producían,
le dijo al espino
pronto a punto de caerse. Y para evitar la caída,
se agarró a un espino, pero sus púas le hirieron
las patas, y sintiendo el dolor que ellas le producían,
le dijo al espino
-- ¡ Acudí a ti por tu ayuda, y más bien me has
herido. !
A
lo que respondió el espino:
--
¡Tú tienes la culpa, amiga, por agarrarte a mí, bien sabes lo bueno que soy
para enganchar y herir a todo el mundo, y tú no eres la excepción!
Nunca pidas ayuda a quien acostumbra a hacer el daño.
10 - La zorra y el leñador.
Una
zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando llegó al sitio de un
leñador y le suplicó que la escondiera. El hombre le aconsejó que ingresara a
su cabaña.
Casi
de inmediato llegaron los cazadores, y le preguntaron al leñador si había visto
a la zorra.
El leñador, con la voz les dijo que no,
pero con su mano disimuladamente señalaba la cabaña donde se había escondido.
Los
cazadores no comprendieron las señas de la mano y se confiaron únicamente en lo
dicho con la palabra.
La
zorra al verlos marcharse, salió silenciosa, sin decirle
nada al leñador.
nada al leñador.
Le
reprochó el leñador por qué a pesar de haberla salvado, no le daba las gracias,
a lo que la zorra respondió:
--Te
hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca
hubieran dicho lo mismo.
hubieran dicho lo mismo.
No niegues con tus actos, lo que pregonas
con tus palabras.
11 – La zorra y la serpiente.
Se encontraba una higuera a la orilla de
un camino,
y una zorra vio junto a ella una serpiente dormida.
y una zorra vio junto a ella una serpiente dormida.
Envidiando aquel cuerpo tan largo, y pensando
en que podría igualarlo, se echó la zorra a tierra
al lado de la serpiente e intentó estirarse cuanto pudo.
Tanto esfuerzo hizo, hasta que al fin, por vanidosa, se reventó.
en que podría igualarlo, se echó la zorra a tierra
al lado de la serpiente e intentó estirarse cuanto pudo.
Tanto esfuerzo hizo, hasta que al fin, por vanidosa, se reventó.
No
imites a los más grandes, si aún no tienes las condiciones para hacerlo.
12 – La zorra y los racimos de uvas.
Estaba una zorra con mucha hambre, y al
ver colgando de
una parra unos deliciosos racimos de uvas, quiso
atraparlos con su boca.
una parra unos deliciosos racimos de uvas, quiso
atraparlos con su boca.
Mas no pudiendo alcanzarlos, a pesar de sus
esfuerzos, se alejó diciéndose:
esfuerzos, se alejó diciéndose:
-- ¡Ni me agradan, están tan verdes!
Nunca
traslades la culpa a los demás de lo que no eres capaz de alcanzar.
13 – La zorra y el cocodrilo.
Discutían un día la zorra y el cocodrilo sobre la
nobleza de sus antepasados.
Por largo rato habló el cocodrilo acerca
de la alcurnia de sus ancestros, y terminó por decir que sus padres habían
llegado a ser los guardianes del gimnasio.
-- No es necesario que me lo digas --
replicó la zorra --;
las cualidades de tu piel demuestran muy bien que desde hace muchos años te dedicas a los ejercicios de gimnasia.
las cualidades de tu piel demuestran muy bien que desde hace muchos años te dedicas a los ejercicios de gimnasia.
Recuerda
siempre que lo que bien se ve, no se puede ocultar con la mentira.
14 – La zorra y la pantera.
Disputaban otro día la zorra y la pantera
acerca de su belleza.
La pantera alababa muy especialmente los
especiales pintados de su piel.
Replicó entonces la zorra diciendo:especiales pintados de su piel.
-- ¡Mucho más hermosa me considero yo, no por las
apariencias de mi cuerpo, sino más bien por mi espíritu!
apariencias de mi cuerpo, sino más bien por mi espíritu!
Las cualidades del espíritu son preferibles
a las del cuerpo.
15 – La zorra y el mono coronado rey
En una junta de animales, bailó tan bonito
el mono,
que ganándose la simpatía de los espectadores,
fue elegido rey.
que ganándose la simpatía de los espectadores,
fue elegido rey.
Celosa la zorra por no haber sido ella
la elegida, vio un trozo de comida en un cepo y llevó allí al mono, diciéndole
que había encontrado un tesoro digno de reyes, pero que en lugar de tomarlo
para llevárselo a él, lo había guardado para que fuera él personalmente quien
lo cogiera, ya que era una prerrogativa real.
El mono se acercó sin más reflexión,
y quedó prensado en el cepo.
y quedó prensado en el cepo.
Entonces
la zorra, a quien el mono acusaba de
tenderle aquella trampa, repuso:
tenderle aquella trampa, repuso:
-- ¡Eres muy tonto, mono, y todavía
pretendes reinar
entre todos los animales!
entre todos los animales!
No
te lances a una empresa, si antes no has reflexionado sobre sus posibles éxitos
o peligros.
16 – La zorra y el perro.
Penetró una zorra en un rebaño de corderos, y
arrimando a su pecho a un pequeño corderillo, fingió acariciarle.
Llegó un perro de los que cuidaban el
rebaño y le preguntó:
-- ¿Qué estás haciendo?
-- Le acaricio y juego con él -- contestó
con cara de inocencia.
-- ¡ Pues suéltalo enseguida, si no quieres
conocer mis mejores caricias!
conocer mis mejores caricias!
Al
impreparado lo delatan sus actos.
Estudia y aprende con gusto y tendrás éxito en tu vida.
Estudia y aprende con gusto y tendrás éxito en tu vida.
17 – La zorra y el mono discuten sobre su
nobleza.
Viajaban juntos por esta tierra una zorra y un mono,
comentando a la vez cada uno sobre su nobleza.
Mientras
cada cual detallaba ampliamente sus títulos,
llegaron a cierto lugar. Volvió el mono su mirada hacia un cementerio y rompió a llorar.
llegaron a cierto lugar. Volvió el mono su mirada hacia un cementerio y rompió a llorar.
Preguntó
la zorra que le ocurría, y el mono, mostrándoles unas tumbas le dijo:
-- ¡ Oh, cómo no voy a llorar cuando veo las lápidas
funerarias de esos grandes héroes, mis antepasados!
funerarias de esos grandes héroes, mis antepasados!
--
¡Puedes mentir cuanto quieras -- contestó la zorra --; pues ninguno de ellos se
levantará para contradecirte!
Sé
siempre honesto en tu vida. Nunca sabrás si el vecino que te escucha sabe la
verdad y corroborará o desmentirá tus palabras.
18 – La zorra y el chivo en el pozo.
Cayó una zorra en un profundo pozo,
viéndose obligada
a quedar adentro por no poder alcanzar la orilla.
a quedar adentro por no poder alcanzar la orilla.
Llegó más tarde al mismo pozo un chivo
sediento, y viendo a la zorra le preguntó si el agua era buena. Ella, ocultando
su verdadero problema, se deshizo en elogios para el agua, afirmando que era
excelente, e invitó al chivo a descender y probarla donde ella estaba.
Sin más pensarlo saltó el chivo al pozo,
y después de saciar su sed, le preguntó a la zorra cómo harían para salir allí
Dijo entonces la zorra:
-- Hay un modo, que sin duda es nuestra mutua salvación.
Apoya tus patas delanteras contra la pared y alza bien arriba tus cuernos; luego yo subiré por tu cuerpo y una vez afuera, tiraré de ti.
-- Hay un modo, que sin duda es nuestra mutua salvación.
Apoya tus patas delanteras contra la pared y alza bien arriba tus cuernos; luego yo subiré por tu cuerpo y una vez afuera, tiraré de ti.
Le creyó el chivo y así lo hizo con buen
gusto, y la zorra trepando hábilmente por la espalda y los cuernos de su
compañero, alcanzó a salir del pozo, alejándose de la orilla al instante, sin
cumplir con lo prometido.
Cuando
el chivo le reclamó la violación de su convenio,
se volvió la zorra y le dijo:
-- ¡ Oye socio, si tuvieras tanta inteligencia como pelos en tu barba, no hubieras bajado sin pensar antes en cómo salir después!
se volvió la zorra y le dijo:
-- ¡ Oye socio, si tuvieras tanta inteligencia como pelos en tu barba, no hubieras bajado sin pensar antes en cómo salir después!
Antes
de comprometerte en algo, piensa primero si podrías salir de aquello, sin tomar
en cuenta lo que te ofrezcan tus vecinos.
19 – La zorra con el rabo cortado.
Una zorra a la cual un cepo le había
cortado la cola, estaba tan avergonzada, que consideraba su vida horrorosa y
humillante, por lo cual decidió que la solución sería aconsejar a las demás
hermanas cortarse también la cola, para así disimular con la igualdad general,
su defecto personal.
Reunió
entonces a todas sus compañeras, diciéndoles
que la cola no sólo era un feo agregado, sino
además una carga sin razón.
que la cola no sólo era un feo agregado, sino
además una carga sin razón.
-- Oye hermana, si no fuera por tu conveniencia de
ahora,
¿ nos darías en realidad este consejo?
¿ nos darías en realidad este consejo?
Cuídate
de los que dan consejo en busca de su propio beneficio, y no por hacer
realmente un bien.
20 – La zorra que nunca había visto un león.
Había una zorra que nunca había visto un
león.
La puso el destino un día delante de la real fiera. Y
como era la primera vez que le veía, sintió un miedo espantoso y se alejó
tan rápido como pudo.
tan rápido como pudo.
Al
encontrar al león por segunda vez, aún sintió miedo, pero menos que antes, y lo
observó con calma por un rato.
En fin, al verlo por tercera vez, se envalentonó lo
suficiente
hasta llegar a acercarse a él para entablar conversación.
hasta llegar a acercarse a él para entablar conversación.
En la
medida que vayas conociendo algo, así le irás perdiendo el temor. Pero mantén
siempre la distancia y prudencia adecuada.
21 – La zorra y la careta vacía.
Entró un día una zorra en la casa de un actor, y
después de revisar sus utensilios, encontró entre muchas otras cosas una
máscara artísticamente trabajada.
La tomó entre sus patas, la observó y se
dijo:
-- ¡ Hermosa cabeza! Pero qué lástima que
no tiene sesos.
No
te llenes de apariencias vacías.
Llénate mejor siempre de buen juicio.
Llénate mejor siempre de buen juicio.
22 – La zorra y el hombre
labrador.
Había un hombre que odiaba a una zorra porque le ocasionaba algunos
daños ocasionalmente.
Después de mucho intentarlo, pudo al fin cogerla, y
buscando vengarse de ella, le ató a la cola una mecha empapada en aceite y le
prendió fuego.
Pero
un dios llevó a la zorra a los campos que cultivaba aquel hombre.
Era la época en que ya se estaba listo para la
recolección del producto y el labrador siguiendo a la raposa, contempló
llorando, cómo al pasar ella por sus campos, se quemaba toda su producción.
Procura
ser comprensivo e indulgente, pues siempre sucede que el mal que generamos,
tarde o temprano se regresa en contra nuestra.
23 – La zorra y el cangrejo de
mar.
Queriendo mantener su vida solitaria, pero
un poco diferente a la ya acostumbrada, salió un cangrejo del mar y se fue a
vivir a la playa.
Lo vio una zorra hambrienta, y como no encontraba
nada mejor para comer, corrió hacia él y lo capturó.
nada mejor para comer, corrió hacia él y lo capturó.
Entonces el cangrejo, ya listo para ser
devorado exclamó:
-- ¡Merezco todo esto, porque siendo yo
animal del mar,
he querido comportarme como si fuera de la tierra!
he querido comportarme como si fuera de la tierra!
Si intentas entrar a terrenos desconocidos,
toma primero las precauciones debidas, no vayas a ser derrotado por lo que no
conoces.
24 – La zorra y el cuervo
hambriento.
Un flaco y hambriento cuervo se posó en una higuera,
y viendo que los higos aún estaban verdes, se
quedó en el sitio a esperar a que maduraran.
y viendo que los higos aún estaban verdes, se
quedó en el sitio a esperar a que maduraran.
Vio una zorra al hambriento cuervo
eternizado en la higuera, y le preguntó qué hacía. Una vez que lo supo, le
dijo:
-- Haces muy mal perdiendo el tiempo confiado a
una lejana esperanza; la esperanza se llena de bellas
ilusiones, mas no de comida.
una lejana esperanza; la esperanza se llena de bellas
ilusiones, mas no de comida.
Si
tienes una necesidad inmediata, de nada te servirá pensar satisfacerla con
cosas inalcanzables.
25 – La zorra y el cuervo gritón.
Un cuervo robó a unos pastores un pedazo de carne
y se retiró a un árbol.
y se retiró a un árbol.
Lo
vio una zorra, y deseando apoderarse de aquella carne empezó a halagar al
cuervo, elogiando sus elegantes proporciones y su gran belleza, agregando
además que no había encontrado a nadie mejor dotado que él para ser el rey de
las aves, pero que lo afectaba el hecho de que no tuviera voz.
El cuervo, para demostrarle a la zorra que no
le faltaba la voz, soltó la carne para lanzar
con orgullo fuertes gritos.
le faltaba la voz, soltó la carne para lanzar
con orgullo fuertes gritos.
La
zorra, sin perder tiempo, rápidamente cogió la carne y le dijo:
--
Amigo cuervo, si además de vanidad tuvieras entendimiento, nada más te faltaría
realmente para ser el rey de las aves.
Cuando
te adulen, es cuando con más razón debes cuidar de tus bienes.
26 – Las zorras, las águilas y las liebres.
Cierto día las águilas se declararon en
guerra contra las liebres.
Fueron entonces éstas a pedirle ayuda a
las zorras.
Pero ellas les contestaron:
Pero ellas les contestaron:
-- Las hubiéramos ayudado si no
supiéramos
quienes son ustedes y si tampoco
supiéramos contra quienes luchan.
quienes son ustedes y si tampoco
supiéramos contra quienes luchan.
Antes
de decidir unirte a una campaña, mide primero la capacidad de los posibles
adversarios.
27 – La zorra y la liebre.
Dijo un día una liebre a una zorra:
--
¿Podrías decirme si realmente es cierto que tienes muchas ganancias, y por qué
te llaman la "ganadora"?
--
Si quieres saberlo -- contestó la zorra --,
te invito a cenar conmigo.
te invito a cenar conmigo.
Aceptó la
liebre y la siguió; pero al llegar a
casa de doña zorra vio que no había
más cena que la misma liebre.
Entonces dijo la liebre:
casa de doña zorra vio que no había
más cena que la misma liebre.
Entonces dijo la liebre:
-- ¡Al fin comprendo para mi desgracia de donde viene
tu nombre:
no es de tus trabajos, sino de tus engaños!
no es de tus trabajos, sino de tus engaños!
Nunca
le pidas lecciones a los tramposos, pues tú mismo serás el tema de la lección.
28 – La zorra y la leona.
Reprochaba una zorra a una leona el hecho
de que siempre sólo pariese a un pequeñuelo.
Y le contestó la leona:
-- Sí, uno solo, tienes razón, ¡ pero un
señor león!
No
midas el valor de las cosas por su cantidad, sino por su virtud.
29 – La zorra y el león anciano.
Un anciano león, incapaz ya de obtener
por su propia fuerza la comida, decidió hacerlo usando la astucia. Para ello se
dirigió a una cueva y se tendió en el suelo, gimiendo y fingiendo que estaba
enfermo. De este modo, cuando los otros animales pasaban para visitarle, los
atrapaba inmediatamente para su comida.
Habían llegado y perecido ya bastantes
animales,
cuando la zorra, adivinando cuál era su ardid, se
presentó también, y deteniéndose a prudente distancia de la caverna, preguntó al león cómo le iba con su salud.
cuando la zorra, adivinando cuál era su ardid, se
presentó también, y deteniéndose a prudente distancia de la caverna, preguntó al león cómo le iba con su salud.
-- Claro que hubiera entrado -- le dijo
la zorra --
si no viera que todas las huellas entran,
pero no hay ninguna que llegara a salir.
si no viera que todas las huellas entran,
pero no hay ninguna que llegara a salir.
Siempre
advierte a tiempo los indicios del peligro, y así evitarás que te dañe.
30 – La zorra, el oso y el león.
Habiendo
encontrado un león y un oso al mismo tiempo a un cervatillo, se retaron en
combate a ver cual de los dos se quedaba con la presa.
Una zorra que por allí pasaba, viéndolos extenuados
por la lucha y con el cervatillo al medio, se apoderó de éste y corrió pasando
tranquilamente entre ellos.
Y tanto el oso como el león, agotados y
sin fuerzas para levantarse, murmuraron:
sin fuerzas para levantarse, murmuraron:
--
¡Desdichados nosotros! ¡Tanto esfuerzo y tanta lucha hicimos para que todo
quedara para la zorra!
Por
empeñarnos en no querer compartir, podemos perderlo todo
31 – Las ranas y el pantano seco.
Vivían
dos ranas en un bello pantano, pero llegó el verano y se secó, por lo cual lo
abandonaron para buscar otro con agua. Hallaron en su camino un profundo pozo
repleto de agua, y al verlo, dijo una rana a la otra:
-- Amiga, bajemos las dos a este pozo.
-- Pero, y si también se secara el agua de este pozo,
-- repuso la compañera --, ¿Cómo crees que subiremos entonces?
Al
tratar de emprender una acción, analiza primero las consecuencias de ella.
32 – La rana del pantano y la rana del camino.
Vivía una rana felizmente en un pantano
profundo,
alejado del camino, mientras su vecina vivía muy orgullosa
en una charca al centro del camino.
alejado del camino, mientras su vecina vivía muy orgullosa
en una charca al centro del camino.
La del pantano le insistía a su amiga
que se fuera
a vivir al lado de ella, alejada del camino; que allí
estaría mejor y más segura.
a vivir al lado de ella, alejada del camino; que allí
estaría mejor y más segura.
Pero no se dejó convencer, diciendo que
le era muy difícil abandonar una morada donde
ya estaba establecida y satisfecha.
le era muy difícil abandonar una morada donde
ya estaba establecida y satisfecha.
Y sucedió que un día pasó por el camino,
sobre la charca, un carretón, y aplastó a la pobre rana que no quiso aceptar el
mudarse.
Si
tienes la oportunidad de mejorar tu posición, no la rechaces.
33 – Las ranas pidiendo rey
Cansadas las ranas del propio desorden y
anarquía en que vivían, mandaron una delegación a Zeus para que les enviara un
rey.
Zeus, atendiendo su petición,
les envió un grueso leño a su charca.
les envió un grueso leño a su charca.
Espantadas las ranas por el ruido que
hizo el leño al caer, se escondieron donde mejor pudieron. Por fin, viendo que
el leño no se movía más, fueron saliendo a la superficie y dada la quietud que
predominaba, empezaron a sentir tan grande desprecio por el nuevo rey, que
brincaban sobre él y se le sentaban encima, burlándose sin descanso.
Y así, sintiéndose humilladas por tener
de monarca
a un simple madero, volvieron donde Zeus,
pidiéndole que les cambiara al rey,
pues éste era demasiado tranquilo.
a un simple madero, volvieron donde Zeus,
pidiéndole que les cambiara al rey,
pues éste era demasiado tranquilo.
Indignado Zeus, les mandó una activa
serpiente de agua que, una a una, las atrapó y devoró a todas sin compasión.
A
la hora de elegir los gobernantes, es mejor escoger a uno sencillo y honesto,
en vez de a uno muy emprendedor pero malvado o corrupto.
34 – La rana que decía ser médico y la zorra.
Gritaba
un día una rana desde su pantano a los demás animales:
-- ¡Soy médico y conozco muy bien todos
los remedios para todos los males!
los remedios para todos los males!
La
oyó una zorra y le reclamó:
-- ¿Cómo te atreves a anunciar ayudar a los demás,
cuando tú misma cojeas y no te sabes curar?
Nunca
proclames ser lo que no puedes demostrar con el ejemplo.
35 – La rana gritona y el león.
Oyó una vez un león el croar de una rana,
y se volvió hacia donde venía el sonido,
pensando que era de algún animal muy importante.
y se volvió hacia donde venía el sonido,
pensando que era de algún animal muy importante.
Esperó
y observó con atención un tiempo, y cuando vio a la rana que salía del pantano,
se le acercó y la aplastó diciendo:
-- ¡Tú, tan pequeña y lanzando esos tremendos gritos!
Quien
mucho habla, poco es lo que dice.
36 – El león y el boyero.
Un boyero que apacentaba un hato de bueyes
perdió un ternero. Lo buscó, recorriendo los alrededores sin encontrarlo.
Entonces prometió a Zeus sacrificarle un cabrito si descrubría quien se lo
había robado.
Entró de inmediato al bosque y vio a un
león
comiéndose al ternero.
Levantó aterrado las manos al cielo gritando:
comiéndose al ternero.
Levantó aterrado las manos al cielo gritando:
--
¡Oh grandioso Zeus, antes te prometí inmolarte
un cabrito si encontraba al ladrón; pero
ahora te prometo sacrificar un toro si
consigo no caer en las garras del ladrón!
un cabrito si encontraba al ladrón; pero
ahora te prometo sacrificar un toro si
consigo no caer en las garras del ladrón!
Cuando
busques una solución, ten presente que al encontrarla, ésta a su vez puede
convertirse en el siguiente problema.
37 – El león y los tres bueyes.
Pastaban juntos siempre tres bueyes.
Un león quería devorarlos, pero el estar
juntos los tres bueyes le impedía hacerlo, pues el luchar contra los tres a la
vez lo ponía en desventaja.
Entonces
con astucia recurrió a enojarlos entre sí con pérfidas patrañas, separándolos a
unos de los otros.
Y así, al no estar ya unidos, los devoró
tranquilamente, uno a uno.
Si
permites que deshagan tu unidad con los tuyos, más fácil será que te dañen.
38 – El león y el mosquito volador.
Un mosquito se acercó a un león y le dijo:
-- No te temo, y además, no eres más fuerte que yo.
Si crees lo contrario, demuéstramelo.
¿Que arañas con tus garras y
muerdes con tus dientes?
Si crees lo contrario, demuéstramelo.
¿Que arañas con tus garras y
muerdes con tus dientes?
¡Eso también lo hace una mujer defendiéndose de un
ladrón!
Yo soy más fuerte que tú, y si quieres, ahora mismo te desafío a combate.
Yo soy más fuerte que tú, y si quieres, ahora mismo te desafío a combate.
Y
haciendo sonar su zumbido, cayó el mosquito sobre el león, picándole
repetidamente alrededor de la nariz, donde no tiene pelo.
El león empezó a arañarse con sus propias garras,
hasta que renunció al combate. El mosquito victorioso
hizo sonar de nuevo su zumbido; y sin darse cuenta, de tanta alegría, fue a enredarse en una tela de araña.
hasta que renunció al combate. El mosquito victorioso
hizo sonar de nuevo su zumbido; y sin darse cuenta, de tanta alegría, fue a enredarse en una tela de araña.
Al
tiempo que era devorado por la araña,
se lamentaba que él, que luchaba contra los
más poderosos venciéndolos, fuese a perecer a
manos de un insignificante animal, la araña.
se lamentaba que él, que luchaba contra los
más poderosos venciéndolos, fuese a perecer a
manos de un insignificante animal, la araña.
No
importa que tan grandes sean los éxitos en tu vida, cuida siempre que la dicha
por haber obtenido uno de ellos, no lo arruine todo.
39 – El buen rey león.
Había un león que no era enojoso, ni
cruel, ni violento, sino tratable y justo como una buena criatura, que llegó a
ser el rey.
La tímida liebre dijo entonces:
-- He anhelado ardorosamente ver llegar
este día, a fin de que los débiles seamos respetados con justicia por los más
fuertes.
E inmediatamente corrió lo mejor que
pudo.
Cuando
en un Estado se practica la justicia, los humildes pueden vivir tranquilos...,
pero no deben atenerse.
40 – El león apresado por el labrador.
Entró
un león en la cuadra de un labrador, y éste, queriendo cogerlo, cerró la
puerta. El león, al ver que no podía salir, empezó a devorar primero a los
carneros, y luego a los bueyes.
Entonces el labrador, temiendo por su
propia vida, abrió la puerta.
propia vida, abrió la puerta.
Se
fue el león, y la esposa del labrador, al oírlo quejarse le dijo:
-- Tienes lo que buscaste, pues ¿por qué has tratado
de encerrar a una fiera que más bien
debías de mantener alejada?
de encerrar a una fiera que más bien
debías de mantener alejada?
Si
te metes a competir con los más poderosos, prepárate antes muy bien. De lo
contrario saldrás malherido de la contienda.
41 – El león enamorado de la hija del labrador.
Se había enamorado un león de la hija de un labrador y
la pidió en matrimonio.
la pidió en matrimonio.
Y no podía el labrador decidirse a dar su hija a tan
feroz animal, ni negársela por el temor que
le inspiraba.
feroz animal, ni negársela por el temor que
le inspiraba.
Entonces ideó lo siguiente: como el león no dejaba
de insistirle, le dijo que le parecía digno para ser
esposo de su hija, pero que al menos debería cumplir con la siguiente condición:
de insistirle, le dijo que le parecía digno para ser
esposo de su hija, pero que al menos debería cumplir con la siguiente condición:
que se arrancara los dientes y se cortara sus uñas,
porque eso era lo que atemorizaba a su hija.
porque eso era lo que atemorizaba a su hija.
El león aceptó los sacrificios porque en verdad la
amaba.
Una vez que el león cumplió lo solicitado, cuando
volvió a presentarse ya sin sus poderes,
el labrador lleno de desprecio por él,
lo despidió sin piedad a golpes.
volvió a presentarse ya sin sus poderes,
el labrador lleno de desprecio por él,
lo despidió sin piedad a golpes.
Nunca
te fíes demasiado como para despojarte de tus propias defensas, pues fácilmente
serás vencido por los que antes te respetaban.
42 – El león, la zorra y el ciervo.
Habiéndose enfermado el león, se tumbó en una cueva,
diciéndole a la zorra, a la que estimaba mucho y con quien tenía muy buena
amistad:
--
Si quieres ayudarme a curarme y que siga vivo,
seduce con tu astucia al ciervo y tráelo acá, pues
estoy antojado de sus carnes.
seduce con tu astucia al ciervo y tráelo acá, pues
estoy antojado de sus carnes.
-- Vengo a darte una excelente noticia. Como sabes, el
león, nuestro rey, es mi vecino; pero resulta que ha enfermado y está muy
grave. Me preguntaba qué animal podría sustituirlo como rey después de su
muerte.
Y me comentaba: "el jabalí no, pues no es muy
inteligente;
el oso es muy torpe; la pantera muy temperamental;
el tigre es un fanfarrón; creo que el ciervo es el más
digno de reinar, pues es esbelto, de larga vida,
y temido por las serpientes por sus cuernos."
Pero para qué te cuento más, está
decidido que serás el rey.
el oso es muy torpe; la pantera muy temperamental;
el tigre es un fanfarrón; creo que el ciervo es el más
digno de reinar, pues es esbelto, de larga vida,
y temido por las serpientes por sus cuernos."
Pero para qué te cuento más, está
decidido que serás el rey.
¿Y que me darás por habértelo anunciado de primero?
Contéstame, que tengo prisa y temo que me llame,
pues yo soy su consejero. Pero si quieres oír a un
experimentado, te aconsejo que me sigas y acompañes
fielmente al león hasta su muerte.
Contéstame, que tengo prisa y temo que me llame,
pues yo soy su consejero. Pero si quieres oír a un
experimentado, te aconsejo que me sigas y acompañes
fielmente al león hasta su muerte.
Terminó
de hablar la zorra, y el ciervo, lleno de vanidad con aquellas palabras, caminó
decidido a la cueva sin sospechar lo que ocurriría.
Al verlo, el león se le abalanzó, pero
sólo logró rasparle las orejas. El ciervo, asustado, huyó velozmente hacia el
bosque.
La zorra se golpeaba sus patas al ver
perdida su partida. Y el león lanzaba fuertes gritos, estimulado por su hambre
y la pena. Suplicó a la zorra que lo intentara de nuevo. Y dijo la zorra:
-- Es algo penoso y difícil, pero lo
intentaré.
Salió de la cueva y siguió las huellas del
ciervo hasta encontrarlo reponiendo sus fuerzas.
Viéndola el ciervo, encolerizado y listo
para atacarla, le dijo:
¡Zorra miserable, no vengas a engañarme!
¡Si das un paso más, cuéntate como muerta! Busca a otros que no sepan de ti,
háblales bonito y súbeles los humos prometiéndoles el trono, pero ya no más a
mí.
Mas la astuta zorra le replicó:
-- Pero señor ciervo, no seas tan flojo
y cobarde. No desconfíes de nosotros que somos tus amigos. El león, al tomar tu
oreja, sólo quería decirte en secreto sus consejos e instrucciones de cómo
gobernar, y tú ni siquiera tienes paciencia para un simple arañazo de un viejo
enfermo. Ahora está furioso contra ti y está pensando en hacer rey al intrépido
lobo. ¡Pobre!, ¡todo lo que sufre por ser el amo! Ven conmigo, que nada tienes
que temer, pero eso sí, sé humilde como un cordero. Te juro por toda esta selva
que no debes temer nada del león. Y en cuanto a mí, sólo pretendo servirte.
Y engañado de nuevo, salió el ciervo hacia
la cueva. No había más
que entrado, cuando ya el león vio plenamente saciado su antojo,
procurando no dejar ni recuerdo del ciervo. Sin embargo cayó el corazón al suelo, y lo tomó la zorra a escondidas, como
pago a sus gestiones. Y el león buscando el faltante
corazón preguntó a la zorra por él. Le contestó la zorra:
que entrado, cuando ya el león vio plenamente saciado su antojo,
procurando no dejar ni recuerdo del ciervo. Sin embargo cayó el corazón al suelo, y lo tomó la zorra a escondidas, como
pago a sus gestiones. Y el león buscando el faltante
corazón preguntó a la zorra por él. Le contestó la zorra:
-- Ese ciervo ingenuo no tenía corazón, ni
lo busques. ¿Qué clase de corazón podría tener un ciervo que vino dos veces a
la casa y a las garras del león?
Nunca
permitas que el ansia de honores perturbe tu buen juicio, para que no seas
atrapado por el peligro.
43 – El león y la liebre.
Sorprendió un león a una liebre que
dormía tranquilamente. Pero cuando estaba a punto de devorarla, vio pasar a un
ciervo. Dejó entonces a la liebre por perseguir al ciervo.
Despertó la liebre ante los ruidos de la
persecución, y no esperando más, emprendió su huída.
Mientras tanto el león, que no pudo dar
alcance al ciervo,
ya cansado, regresó a tomar la liebre y se encontró con que
también había buscado su camino a salvo.
ya cansado, regresó a tomar la liebre y se encontró con que
también había buscado su camino a salvo.
Entonces se dijo el león:
-- Bien me lo merezco, pues teniendo ya
una presa en mis manos, la dejé para ir tras la esperanza de obtener una mayor.
Si
tienes en tus manos un pequeño beneficio, cuando busques uno mayor, no abandones
el pequeño que ya tienes, hasta tanto no tengas realmente en tus manos el
mayor.
44 – El león y el jabalí.
Durante el verano, cuando con el calor
aumenta la sed,
acudieron a beber a una misma fuente un león y un jabalí.
acudieron a beber a una misma fuente un león y un jabalí.
Discutieron sobre quien debería sería el
primero en beber,
y de la discusión pasaron a una feroz lucha a muerte.
y de la discusión pasaron a una feroz lucha a muerte.
Pero, en un momento de descanso, vieron
una
nube de aves rapaces en espera de algún
vencido para devorarlo.
nube de aves rapaces en espera de algún
vencido para devorarlo.
Entonces, recapacitando, se dijeron:
-- ¡Más vale que seamos amigos y
no pasto de los buitres y cuervos!
no pasto de los buitres y cuervos!
Las
luchas inútiles sólo sirven para enriquecer y alimentar a sus espectadores.
45 – El león y el delfín
Paseaba
un león por una playa y vio a un delfín
asomar su cabeza fuera del agua.
Le propuso entonces una alianza:
asomar su cabeza fuera del agua.
Le propuso entonces una alianza:
-- Nos conviene unirnos a ambos, siendo tú el rey de
los animales del mar y yo el de los terrestres-- le dijo.
los animales del mar y yo el de los terrestres-- le dijo.
Aceptó
gustoso el delfín. Y el león, quien desde
hacía tiempo se hallaba en guerra contra un loro salvaje,
llamó al delfín a que le ayudara. Intentó el delfín salir del agua,
mas no lo consiguió, por lo que el león lo acusó de traidor.
hacía tiempo se hallaba en guerra contra un loro salvaje,
llamó al delfín a que le ayudara. Intentó el delfín salir del agua,
mas no lo consiguió, por lo que el león lo acusó de traidor.
-- ¡No soy yo el culpable ni a quien debes
acusar, sino a la Naturaleza -- respondió el delfín --,
porque ella es quien me hizo acuático
y no me permite pasar a la tierra!
acusar, sino a la Naturaleza -- respondió el delfín --,
porque ella es quien me hizo acuático
y no me permite pasar a la tierra!
Cuando
busques alianzas, fíjate que tus aliados estén en verdad capacitados de unirte
a ti en lo pactado.
46 – El león, la zorra y el lobo.
Cansado y viejo el rey león, se quedó
enfermo en su cueva, y los demás animales, excepto la zorra, lo fueron a
visitar.
Aprovechando la ocasión de la visita,
acusó el lobo
a la zorra expresando lo siguiente:
-- Ella no tiene por nuestra alteza ningún respeto, y por eso ni siquiera se ha acercado a saludar o preguntar por su salud.
a la zorra expresando lo siguiente:
-- Ella no tiene por nuestra alteza ningún respeto, y por eso ni siquiera se ha acercado a saludar o preguntar por su salud.
En ese preciso instante llegó la zorra,
justo a tiempo
para oír lo dicho por el lobo. Entonces el león,
furioso al verla, lanzó un feroz grito contra la zorra
; pero ella, pidió la palabra para justificarse, y dijo:
para oír lo dicho por el lobo. Entonces el león,
furioso al verla, lanzó un feroz grito contra la zorra
; pero ella, pidió la palabra para justificarse, y dijo:
-- Dime, de entre todas las visitas que
aquí tenéis, ¿quién te ha dado tan especial servicio como el que he hecho yo,
que busqué por todas partes médicos que con su sabiduría te recetaran un
remedio ideal para curarte, encontrándolo por fin?
-- ¿Y cuál es ese remedio?, dímelo
inmediatamente. --
Ordenó el león.
Ordenó el león.
--
Debes sacrificar a un lobo y ponerte su
piel como abrigo -- respondió la zorra.
piel como abrigo -- respondió la zorra.
Inmediatamente el lobo fue condenado a
muerte,
y la zorra, riéndose exclamó:
y la zorra, riéndose exclamó:
-- Al patrón no hay que llevarlo hacia el
rencor, sino hacia la benevolencia.
Quien
tiende trampas para los inocentes, es el primero en caer en ellas.
47 – El león y el asno ingenuo.
Se juntaron el león y el asno
para cazar animales salvajes. El león utilizaba su fuerza y el asno las coses
de sus pies. Una vez que acumularon cierto número de piezas, el león las
dividió en tres partes y le dijo al asno:
-- La primera me pertenece por ser el rey; la segunda
también es mía por ser tu socio, y sobre la tercera, mejor
te vas largando si no quieres que te vaya como a las presas.
también es mía por ser tu socio, y sobre la tercera, mejor
te vas largando si no quieres que te vaya como a las presas.
Para
que no te pase las del asno, cuando te asocies, hazlo con socios de igual poder
que tú, no con otros todopoderosos.
48 – El león y el asno presuntuoso.
De nuevo se hicieron amigos el ingenuo
asno
y el león para salir de caza. Llegaron a una cueva
donde se refugiaban unas cabras monteses,
y el león se quedó a guardar la salida, mientras
el asno ingresaba a la cueva coceando y rebuznando,
para hacer salir a las cabras.
y el león para salir de caza. Llegaron a una cueva
donde se refugiaban unas cabras monteses,
y el león se quedó a guardar la salida, mientras
el asno ingresaba a la cueva coceando y rebuznando,
para hacer salir a las cabras.
Una vez terminada la acción, salió el asno
de la cueva y le preguntó si no le había parecido excelente su actuación al
haber luchado con tanta bravura para expulsar a las cabras.
-- ¡Oh sí, soberbia -- repuso el león,
que hasta yo mismo
me hubiera asustado si no supiera de quien se trataba!
me hubiera asustado si no supiera de quien se trataba!
Si te
alabas a ti mismo, serás simplemente objeto de la burla, sobre todo de los que
mejor te conocen.
49 – El león y el ratón.
Dormía tranquilamente un león, cuando un
ratón empezó a juguetear encima de su cuerpo. Despertó el león y rápidamente
atrapó al ratón; y a punto de ser devorado, le pidió éste que le
perdonara, prometiéndole pagarle cumplidamente llegado el
momento oportuno. El león echó a reír y lo dejó marchar.
atrapó al ratón; y a punto de ser devorado, le pidió éste que le
perdonara, prometiéndole pagarle cumplidamente llegado el
momento oportuno. El león echó a reír y lo dejó marchar.
Pocos días después unos cazadores
apresaron al rey
de la selva y le ataron con una cuerda a un frondoso
árbol. Pasó por ahí el ratoncillo, quien al oír
los lamentos del león, corrió al lugar
y royó la cuerda, dejándolo libre.
de la selva y le ataron con una cuerda a un frondoso
árbol. Pasó por ahí el ratoncillo, quien al oír
los lamentos del león, corrió al lugar
y royó la cuerda, dejándolo libre.
-- Días atrás -- le dijo --, te burlaste
de mí pensando
que nada podría hacer por ti en agradecimiento.
Ahora es bueno que sepas que los pequeños
ratones somos agradecidos y cumplidos.
que nada podría hacer por ti en agradecimiento.
Ahora es bueno que sepas que los pequeños
ratones somos agradecidos y cumplidos.
Nunca
desprecies las promesas de los pequeños honestos. Cuando llegue el momento las
cumplirán.
50 – El león, la zorra y el asno.
El
león, la zorra y el siempre ingenuo asno se
asociaron para ir de caza.
asociaron para ir de caza.
Cuando ya tuvieron bastante, dijo el león al asno que
repartiera entre los tres el botín. Hizo el asno tres partes iguales y le pidió
al león que escogiera la suya. Indignado por haber hecho las tres partes
iguales, saltó sobre él y lo devoró.
Entonces pidió a la zorra que fuera ella quien
repartiera.
La
zorra hizo un montón de casi todo, dejando en el otro grupo sólo unas
piltrafas. Llamó al león para que escogiera de nuevo.
Al ver aquello, le preguntó el león que quien
le había enseñado a repartir tan bien.
le había enseñado a repartir tan bien.
--
¡Pues el asno, señor, el asno!
Siempre
es bueno no despreciar el error ajeno y más bien aprender de él.
51 – El león, Prometeo y el elefante
No dejaba un león de quejarse ante
Prometeo diciéndole:
-- Tu me hiciste bien fuerte y hermoso, dotado de mandíbulas con buenos colmillos y poderosas garras en las patas, y soy el más dominante de los animales. Sin embargo le tengo un gran temor al gallo.
-- Tu me hiciste bien fuerte y hermoso, dotado de mandíbulas con buenos colmillos y poderosas garras en las patas, y soy el más dominante de los animales. Sin embargo le tengo un gran temor al gallo.
-- ¿ Por qué me acusas tan a la ligera?
¿ No estás satisfecho con todas las ventajas físicas que te he dado?
Lo que flaquea es tu espíritu.
Replicó Prometeo.
Lo que flaquea es tu espíritu.
Replicó Prometeo.
Siguió el león deplorando su situación,
juzgándose de pusilánime. Decidió entonces poner fin a su vida.
Se encontraba en esta situación cuando
llegó el elefante,
se saludaron y comenzaron a charlar. Observó el león que el elefante movía constantemente sus orejas,
por lo que le preguntó la causa.
se saludaron y comenzaron a charlar. Observó el león que el elefante movía constantemente sus orejas,
por lo que le preguntó la causa.
-- ¿Ves ese minúsculo insecto que zumba
a mi alrededor?--respondió el elefante --,
pues si logra ingresar dentro de mi oído, estoy perdido.
pues si logra ingresar dentro de mi oído, estoy perdido.
Entonces se dijo el león: ¿No sería
insensato dejarme morir, siendo yo mucho más fuerte y poderoso que el elefante,
así como mucho más fuerte y poderoso es el gallo con el mosquito?
Muchas
veces, muy pequeñas molestias nos hacen olvidar las grandezas que poseemos.
52 – El león y el toro.
Pensando el león como capturar un
toro muy corpulento, decidió utilizar la astucia. Le dijo al toro que había
sacrificado un carnero y que lo invitaba a compartirlo. Su plan era atacarlo
cuando se hubiera echado junto a la mesa.
Llegó al sitio el toro, pero viendo sólo grandes
fuentes y asadores, y ni asomo de carnero,
se largó sin decir una palabra.
fuentes y asadores, y ni asomo de carnero,
se largó sin decir una palabra.
Le reclamó el león que por qué se marchaba así,
pues nada le había hecho.
pues nada le había hecho.
--
Sí que hay motivo -- respondió el toro --, pues todos los preparativos que has
hecho no son para el cuerpo de un carnero, sino para el de un toro.
Observa
y analiza siempre con cuidado tu alrededor, y así estarás mejor protegido de
los peligros.
53 – El león y el ciervo.
Estaba un león muy furioso, rugiendo y
gritando sin ninguna razón.
Lo
vio un ciervo a prudente distancia y exclamó:
-- ¡ Desdichados de nosotros, los demás
animales del bosque, si cuando el león estaba sosegado nos era tan
insoportable,
¿ de qué no será capaz estando en la forma que está ahora?
¿ de qué no será capaz estando en la forma que está ahora?
Cuidémonos
de no dar nunca poder a los irascibles y dañinos, pues si ya sin motivo nos
dañan, más lo harán si por cualquier causa se sienten inconformes.
54 – El león, la zorra y el ratón.
Dormía tranquilamente un león, cuando un
ratoncillo se puso a correr sobre su cuerpo.
Se despertó el león, y se movió en todas
direcciones
buscando a ver quien era el intruso que le molestaba.
buscando a ver quien era el intruso que le molestaba.
Lo observaba una zorra, y le criticó por
creer que
tenía miedo de un simple ratoncillo, siendo él todo un señor león.
tenía miedo de un simple ratoncillo, siendo él todo un señor león.
-- No es miedo del ratoncillo -- dijo el
león--,
sino que me sorprendió que hubiera un
animal que tuviera el valor de pisotear
el cuerpo de un león dormido.
sino que me sorprendió que hubiera un
animal que tuviera el valor de pisotear
el cuerpo de un león dormido.
Nunca
dejes de cuidarte ni aún de las más pequeñas cosas, por ínfimas que sean.
55 – Los lobos y los perros alistándose a
luchar.
Se alistaban los lobos y los perros a luchar.
Eligieron
los perros como general a un perro griego. Pero éste
parecía no tener prisa en iniciar la batalla y por
ello le reclamaron.
los perros como general a un perro griego. Pero éste
parecía no tener prisa en iniciar la batalla y por
ello le reclamaron.
¿ Saben -- contestó -- por qué doy tiempo? Porque
antes
de actuar siempre es bueno deliberar. Los lobos todos son
de la misma raza, talla y color, pero nosotros somos de
costumbres muy diferentes, y procedemos de diversas
regiones de las cuales cada uno está orgulloso. Nuestros
uniformes no son parejos como los de ellos, tenemos rubios,
negros, blancos y cenicientos.
de actuar siempre es bueno deliberar. Los lobos todos son
de la misma raza, talla y color, pero nosotros somos de
costumbres muy diferentes, y procedemos de diversas
regiones de las cuales cada uno está orgulloso. Nuestros
uniformes no son parejos como los de ellos, tenemos rubios,
negros, blancos y cenicientos.
¿
Cómo voy a empezar una guerra con soldados tan disparejos? Primero debo idear
cómo nivelar a mi gente.
Cuando
de asociarse se trata, entre más equilibrada sea la unidad de voluntad y de
pensamiento entre los miembros, mayor garantía habrá de éxito.
56 – Los lobos reconciliándose con los perros.
Llamaron
los lobos a los perros y les dijeron:
-- Oigan, siendo ustedes y nosotros tan semejantes,
¿por qué no nos entendemos como hermanos, en vez de pelearnos? Lo único que
tenemos diferente es cómo vivimos. Nosotros somos libres; en cambio ustedes
sumisos y sometidos en todo a los hombres: aguantan sus golpes, soportan los
collares y les guardan los rebaños. Cuando sus amos comen, a ustedes sólo les
dejan los huesos. Les proponemos lo siguiente: dennos los rebaños y los
pondremos en común para hartarnos.
Creyeron los perros las palabras de los lobos
traicionando
a sus amos, y los lobos, ingresando en los corrales,
lo primero que hicieron fue matar a los perros.
a sus amos, y los lobos, ingresando en los corrales,
lo primero que hicieron fue matar a los perros.
Nunca
des la espalda o traiciones a quien verdaderamente te brinda ayuda y confía en
ti.
57 – Los lobos y los carneros.
Intentaban los lobos sorprender a un
rebaño de carneros. Pero gracias a los perros guardianes, no podían
conseguirlo. Entonces decidieron emplear su astucia. Enviaron unos delegados a
los carneros para pedirles que les entregaran a sus perros diciéndoles:
-- Los perros son los causantes de que
haya enemistad entre ustedes y nosotros. Sólo tienen que entregárnoslos y la
paz reinará entre nosotros.
Y
los ingenuos carneros, sin sospechar lo que sucedería, les entregaron los
perros, y los lobos, ya libres de los perros, se apoderaron sin problemas del
rebaño.
Nunca
le entregues a los enemigos, a los que te dan el apoyo y protección.
58 – Los lobos, los carneros y el carnero
mayor.
Enviaron
los lobos una representación a un rebaño de carneros, prometiéndoles hacer una
paz permanente si les entregaban a los perros. Los carneros aceptaron hacerlo,
exceptuando a un viejo carnero padre que les reclamó a los lobos:
-- ¿ Cómo les voy a creer y vivir con
ustedes, si ahora mismo, aún con el cuido de los perros no puedo pacer con
tranquilidad?
Nunca
te desprendas de lo que es primordial para tu propia seguridad.
59 – El lobo orgulloso de su sombra, y el león.
Vagaba
cierto día un lobo por lugares solitarios, a la hora en que el sol se ponía en
el horizonte. Y viendo su sombra bellamente alargada exclamó:
-- ¿Cómo me va a asustar el león con semejante talla
que tengo? ¡Con treinta metros de largo, bien fácil me será
convertirme en rey de los animales!
convertirme en rey de los animales!
Y
mientras soñaba con su orgullo, un poderoso león
le cayó encima y empezó a devorarlo. Entonces el lobo,
cambiando de opinión se dijo:
le cayó encima y empezó a devorarlo. Entonces el lobo,
cambiando de opinión se dijo:
-- La presunción es causa de mi desgracia.
Nunca
valores tus virtudes por la apariencia con que las ven tus ojos, pues
fácilmente te engañarás.
60 – El lobo y el cordero en el arroyo.
Miraba un lobo a un cordero que bebía en un arroyo, e
imaginó un simple pretexto a fin de devorarlo. Así, aún estando él más arriba
en el curso del arroyo, le acusó de enturbiarle el agua, impidiéndole beber. Y
le respondió el cordero:
--
Pero si sólo bebo con la punta de los labios,
y además estoy más abajo y por eso no te puedo
enturbiar el agua que tienes allá arriba.
y además estoy más abajo y por eso no te puedo
enturbiar el agua que tienes allá arriba.
Viéndose el lobo burlado, insistió:
-- El año pasado injuriaste a mis padres.
-- El año pasado injuriaste a mis padres.
--
¡Pero en ese entonces ni siquiera había nacido yo! --
contestó el cordero.
contestó el cordero.
-- Ya veo que te justificas muy bien, mas no por
eso te dejaré ir, y siempre serás mi cena.
eso te dejaré ir, y siempre serás mi cena.
Para
quien hacer el mal es su profesión, de nada valen argumentos para no hacerlo.
No te acerques nunca donde los malvados.
No te acerques nunca donde los malvados.
61 – El lobo y el cordero en el templo.
Dándose cuenta de que era perseguido por
un lobo, un pequeño corderito decidió refugiarse en un templo cercano.
Lo llamó el lobo y le dijo que si el
sacrificador
lo encontraba allí dentro, lo inmolaría a su dios.
lo encontraba allí dentro, lo inmolaría a su dios.
-- ¡Mejor así! -- replicó el cordero --
prefiero ser
víctima para un dios a tener que perecer en tus colmillos.
víctima para un dios a tener que perecer en tus colmillos.
Si
sin remedio vamos a ser sacrificados, más nos vale que sea con el mayor honor.
62 – El lobo y la cabra.
Encontró un lobo a una cabra que pastaba a
la orilla de un precipicio. Como no podía llegar a donde estaba ella le dijo:
-- Oye amiga, mejor baja pues ahí te
puedes caer. Además, mira este prado donde estoy yo, está bien verde y crecido.
Pero la cabra le dijo:
--
Bien sé que no me invitas a comer a mí,
sino a ti mismo, siendo yo tu plato.
sino a ti mismo, siendo yo tu plato.
Conoce
siempre a los malvados, para que no te atrapen con sus engaños.
63 – El lobo, la nana y el niño.
Se hallaba hambriento un lobo, y
vagaba en busca de su comida. Llegó a una choza y oyó a un niño que lloraba y a
su nana que le decía:
-- No llores, mi niño, porque te llevo donde el lobo.
Creyendo el lobo aquellas palabras, se quedo esperando
por mucho tiempo. Y llegada la noche, la nana, cuando arrullaba al niño le
cantaba:
-- Si viene el lobo, lo mataremos.
Al
oír el lobo las nuevas palabras, siguió su camino meditando:
-- En esta casa dicen primero una cosa, y después
quieren hacer otra muy diferente.
quieren hacer otra muy diferente.
Más
importante que las palabras, son los actos de amor verdadero.
64 – El lobo y la grulla.
A un lobo que comía un hueso, se le
atragantó el hueso en la garganta, y corría por todas partes en busca de
auxilio.
Encontró en su correr a una grulla y le
pidió que
le salvara de aquella situación, y que enseguida
le pagaría por ello. Aceptó la grulla e introdujo su
cabeza en la boca del lobo, sacando de la
garganta el hueso atravesado. Pidió entonces la
cancelación de la paga convenida.
le salvara de aquella situación, y que enseguida
le pagaría por ello. Aceptó la grulla e introdujo su
cabeza en la boca del lobo, sacando de la
garganta el hueso atravesado. Pidió entonces la
cancelación de la paga convenida.
-- Oye amiga -- dijo el lobo -- ¿No crees
que es suficiente paga con haber sacado tu cabeza sana y salva de mi boca?
Nunca
hagas favores a malvados, traficantes o corruptos, pues mucha paga tendrías si
te dejan sano y salvo.
65 – El lobo y el caballo.
Pasaba
un lobo por un sembrado de cebada, pero como no era comida de su gusto, la dejó
y siguió su camino. Encontró al rato a un caballo y le llevó al campo,
comentándole la gran cantidad de cebada que había hallado, pero que en vez de
comérsela él, mejor se la había dejado porque le agradaba más oír el ruido de
sus dientes al masticarla. Pero el caballo le repuso:
-- ¡Amigo, si los lobos comieran cebada, no hubieras
preferido complacer a tus oídos sino a tu estómago!
A
todo malvado, aunque parezca actuar como bueno, no debe de creérsele.
66 – El lobo y el asno.
Un lobo fue elegido rey entre sus
congéneres y decretó una ley ordenando que lo que cada uno capturase en la
caza, lo pusiera en común y lo repartiese por partes iguales entre todos; de
esta manera ya no tendrían los lobos que devorarse unos a otros en épocas de
hambre.
Pero en eso lo escuchó un asno que estaba
por ahí cerca, y moviendo sus orejas le dijo:
-- Magnífica idea ha brotado de tu
corazón, pero ¿Por qué has escondido todo tu botín en tu cueva? Llévalo a tu
comunidad y repártelo también, como lo has decretado.
El
lobo, descubierto y confundido, derogó su ley.
Si
alguna vez llegas a tener poder de legislar, sé el primero en cumplir tus
propias leyes.
67 – El lobo y el león.
Cierta vez un lobo, después de capturar a un carnero
en un rebaño, lo arrastraba a su guarida.
en un rebaño, lo arrastraba a su guarida.
Pero un león que lo observaba, salió a su paso y se lo
arrebató.
Molesto el lobo, y guardando prudente distancia le
reclamó:
--
¡Injustamente me arrebatas lo que es mío!
El león, riéndose, le dijo:
-- Ajá; me vas a decir seguro que tú lo recibiste
buenamente de un amigo.
buenamente de un amigo.
Lo
que ha sido mal habido, de alguna forma llegará a ser perdido.
68 – El lobo y el perro.
Se
encontró un lobo con un corpulento perro
sujeto por un collar, y le preguntó:
sujeto por un collar, y le preguntó:
-- ¿Quién te ha encadenado y quién te ha
alimentado de esa forma?
-- Mi
amo, el cazador -- respondió el perro.
--
¡Que los dioses nos libren a los lobos de semejante destino! Prefiero morir de
hambre a tener que cargar tan pesado collar.
Vale
más el duro trabajo en libertad, que el placer en esclavitud.
69 – El lobo y el pastor.
Acompañaba un lobo a un rebaño de ovejas
pero sin hacerles daño. Al principio el pastor lo observaba y tenía cuidado de
él como un enemigo. Pero como el lobo le seguía y en ningún momento intentó
robo alguno, llegó a pensar el pastor que más bien tenía un guardián de aliado.
Cierto día, teniendo el pastor necesidad
de ir al pueblo,
dejó sus ovejas confiadamente junto al lobo y se marchó.
dejó sus ovejas confiadamente junto al lobo y se marchó.
El
lobo, al ver llegado el momento oportuno, se
lanzó sobre el rebaño y devoró casi todo.
lanzó sobre el rebaño y devoró casi todo.
Cuando regresó el pastor y vio todo lo
sucedido exclamó:
--
Bien merecido lo tengo; porque ¿De dónde saqué confiar las ovejas a un lobo?
Nunca
dejes tus valores al alcance de los codiciosos, no importa su inocente
apariencia.
70 – El lobo harto y la oveja.
Un
lobo hartado de comida y ya sin hambre, vio a una oveja tendida en el suelo.
Dándose cuenta que se había desplomado simplemente de terror, se le acercó, y
tranquilizándola le prometió dejarla ir si le decía tres verdades.
Le dijo entonces la oveja que la primera es que
preferiría no haberle encontrado; la segunda, que
como ya lo encontró, hubiera querido encontrarlo
ciego; y por tercera verdad le dijo:
preferiría no haberle encontrado; la segunda, que
como ya lo encontró, hubiera querido encontrarlo
ciego; y por tercera verdad le dijo:
--
¡Ojalá, todos los lobos malvados, murieran de mala muerte,
ya que, sin haber recibido mal alguno de nosotras, nos dan una guerra cruel!
ya que, sin haber recibido mal alguno de nosotras, nos dan una guerra cruel!
Reconoció el lobo la realidad de aquellas
verdades y dejó marchar a la oveja.
verdades y dejó marchar a la oveja.
Camina
siempre soportado en la verdad, y ella te abrirá los caminos del éxito, aún
entre adversarios.
71 – El lobo herido y la oveja.
Un lobo que había sido mordido por unos
perros, yacía en el suelo todo malherido. Viendo la imposibilidad de procurarse
comida en esa situación, pidió a una oveja que pasaba por allí que le llevara
un poco de agua del cercano río.
-- Si me traes agua para beber -- le dijo
--,
yo mismo me encargaré de mi comida.
yo mismo me encargaré de mi comida.
-- Si te llevo agua para beber --
respondió la oveja --,
yo misma asistiré a tu cena.
yo misma asistiré a tu cena.
Prevé
siempre el verdadero fondo de las aparentemente inocentes propuestas de los
malhechores.
72 – El lobo y el labrador.
Llevó un labrador su yunta de
bueyes al abrevadero.
Caminaba por ahí cerca un lobo hambriento en busca de
comida.
Encontró el lobo el arado y empezó a lamer los
bordes del yugo, y enseguida y sin darse cuenta terminó
por meter su cabeza adentro. Agitándose como mejor
podía para soltarse, arrastraba el arado a lo largo del surco.
bordes del yugo, y enseguida y sin darse cuenta terminó
por meter su cabeza adentro. Agitándose como mejor
podía para soltarse, arrastraba el arado a lo largo del surco.
Al
regresar el labrador, y viéndolo en esta actividad le dijo:
--
¡Ah, lobo ladrón, que felicidad si fuera cierto que renunciaste a tu oficio y
te has unido a trabajar honradamente la tierra!
A
veces, por casualidad o no, los malvados parecieran actuar bien, mas su
naturaleza siempre los delata.
73 – El lobo y el perro dormido.
Dormía plácidamente un perro en el
portal de una casa.
Un lobo se abalanzó sobre él, dispuesto a darse un banquete, cuando en eso el perro le rogó que no lo sacrificara todavía.
Un lobo se abalanzó sobre él, dispuesto a darse un banquete, cuando en eso el perro le rogó que no lo sacrificara todavía.
-- Mírame, ahora estoy en los huesos -- le
dijo --; espera un
poco de tiempo, ya que mis amos pronto van a celebrar sus
bodas y como yo también me daré mis buenos atracones,
me engordaré y de seguro seré un mucho mejor manjar
para tu gusto.
poco de tiempo, ya que mis amos pronto van a celebrar sus
bodas y como yo también me daré mis buenos atracones,
me engordaré y de seguro seré un mucho mejor manjar
para tu gusto.
Le creyó el lobo y se marchó. Al cabo de
algún
tiempo volvió. Pero esta vez encontró al perro
durmiendo en una pieza elevada de la casa. Se
detuvo al frente y le recordó al perro lo que
habían convenido. Entonces el perro repuso:
tiempo volvió. Pero esta vez encontró al perro
durmiendo en una pieza elevada de la casa. Se
detuvo al frente y le recordó al perro lo que
habían convenido. Entonces el perro repuso:
-- ¡Ah lobo, si otro día de nuevo me ves
dormir en el portal de la casa, no te preocupes por esperar las bodas!
Si
una acción te lleva a caer en un peligro, y luego te logras salvar de él,
recuerda cual fue esa acción y evita repetirla para no volver a ser su víctima.
74 – El lobo y el cabrito encerrado.
Protegido por la seguridad del corral de
una casa,
un cabrito vio pasar a un lobo y comenzó a insultarle,
burlándose ampliamente de él. El lobo, serenamente le replicó:
un cabrito vio pasar a un lobo y comenzó a insultarle,
burlándose ampliamente de él. El lobo, serenamente le replicó:
-- ¡Infeliz! Sé que no eres tú quien me
está insultando,
sino el sitio en que te encuentras.
sino el sitio en que te encuentras.
Muy
a menudo, no es el valor, sino la ocasión y el lugar, quienes proveen el
enfrentamiento arrogante ante los poderosos.
75 – El lobo flautista y el cabrito.
Un cabrito se rezagó en el rebaño y fue alcanzado por
un
lobo que lo perseguía. Se volvió hacia éste y le dijo:
lobo que lo perseguía. Se volvió hacia éste y le dijo:
--
Ya sé, señor lobo, que estoy condenado a ser tu almuerzo. Pero para no morir
sin honor, toca la flauta y yo bailaré por última vez.
Y así lo hicieron, pero los perros, que no
estaban lejos, oyeron el ruido y salieron a
perseguir al lobo. Viendo la mala pasada, se dijo el lobo:
estaban lejos, oyeron el ruido y salieron a
perseguir al lobo. Viendo la mala pasada, se dijo el lobo:
--
Con sobrada razón me ha sucedido esto, porque siendo yo cazador, no debí
meterme a flautista.
Cuando
vayas a efectuar una nueva actividad, antes ten en cuenta tus capacidades y las
circunstancias, para valorar si puedes salir adelante.
76 – Los dos perros.
Un hombre tenía dos perros. Uno era para
la caza y otro para el cuido. Cuando salía de cacería iba con el de caza, y si
cogía alguna presa, al regresar, el amo le regalaba un pedazo al perro
guardián. Descontento por esto el perro de caza, lanzó a su compañero algunos
reproches: que sólo era él quien salía y sufría en todo momento, mientras que
el otro perro, el cuidador, sin hacer nada, disfrutaba de su trabajo de caza.
El
perro guardián le contestó:
-- ¡ No es a mí a quien debes de
reclamar, sino a nuestro amo, ya que en lugar de enseñarme a trabajar como a
ti, me ha enseñado a vivir tranquilamente del trabajo ajeno!
Pide
siempre a tus mayores que te enseñen una preparación y trabajo digno para
afrontar tu futuro, y esfuérzate en aprenderlo correctamente.
77 – Los perros hambrientos.
Vieron
unos perros hambrientos en el fondo de un arroyo unas pieles que estaban
puestas para limpiarlas; pero como debido al agua que se interponía no podían
alcanzarlas decidieron beberse primero el agua para así llegar fácilmente a las
pieles.
Pero sucedió que de tanto beber y beber, reventaron
antes de llegar a las pieles.
Ten
siempre cuidado con los caminos rápidos, pues no siempre son los más seguros.
78 – El hombre al que mordió un perro.
Un perro mordió a un hombre, y éste corría por todo
lado buscando quien le curara.
lado buscando quien le curara.
Un vecino le dijo que mojara un pedazo de
pan con la sangre de su herida y se lo
arrojase al perro que lo mordió.
Pero el hombre herido respondió:
pan con la sangre de su herida y se lo
arrojase al perro que lo mordió.
Pero el hombre herido respondió:
--¡Si así premiara al perro, todos los perros del
pueblo vendrían a morderme!
pueblo vendrían a morderme!
Grave
error es alagar la maldad, pues la incitas a hacer más daño todavía.
79 – El perro y el cocinero.
Preparó un hombre una cena en honor de uno
de sus amigos y de sus familiares. Y su perro invitó también a otro perro
amigo.
-- Ven a cenar a mi casa conmigo -- le
dijo.
Y llegó el perro invitado lleno de
alegría. Se detuvo a contemplar el gran festín, diciéndose a sí mismo:
--¡Qué suerte tan inesperada! Tendré
comida para hartarme y no pasaré hambre por varios días.
Estando en estos pensamientos, meneaba
el rabo
como gran viejo amigo de confianza.
Pero al verlo el cocinero moviéndose alegremente
de allá para acá, lo cogió de las patas y sin
pensarlo más, lo arrojó por la ventana.
El perro se volvió lanzando grandes alaridos,
y encontrándose en el camino con otros perros, estos le preguntaron:
como gran viejo amigo de confianza.
Pero al verlo el cocinero moviéndose alegremente
de allá para acá, lo cogió de las patas y sin
pensarlo más, lo arrojó por la ventana.
El perro se volvió lanzando grandes alaridos,
y encontrándose en el camino con otros perros, estos le preguntaron:
-- ¿Cuánto has comido en la fiesta, amigo?
-- De tanto beber, -- contestó -- tanto
me he embriagado,
que ya ni siquiera sé por donde he salido.
que ya ni siquiera sé por donde he salido.
No
te confíes de la generosidad que otros prodigan con lo que no les pertenece
80 – El perro de pelea y los perros sencillos.
Un
perro había sido muy bien alimentado en una casa y fue adiestrado para luchar
contra las fieras.
Un día, al ver un gran número de ellas colocadas en
fila, rompió el collar que le sujetaba y rápidamente echó a correr por las
calles del pueblo. Lo vieron pasar otros perros, y viendo que era fuerte como
un toro, le preguntaron:
-- ¿ Por qué corres de esa manera?
-- Sé que vivo en la abundancia, sin hambres, con mi
estómago siempre satisfecho, pero también siempre estoy cerca de la muerte
combatiendo a esos osos y leones -- respondió.
Entonces
los otros perros comentaron:
-- Nuestra vida es en verdad pobre, pero más bella,
sin tener que pensar en combatir con leones ni osos.
sin tener que pensar en combatir con leones ni osos.
Las
grandes ganancias, siempre van acompañadas de grandes riesgos.
81 – El perro, el gallo y la zorra.
Cierta
vez un perro y un gallo se unieron en sociedad para recorrer el mundo. Llegada
una noche, el gallo subió a un árbol y el perro se recostó al pie del tronco.
Y como era su costumbre, cantó el gallo antes del
amanecer.
Oyó
su canto una zorra y corrió hacia el sitio, parándose al pie del árbol. Le rogó
que descendiera, pues deseaba besar a un animal que tenía tan exquisita voz.
Le replicó entonces el gallo que por favor, primero
despertara al portero que estaba durmiendo al pie del árbol.
Y
entonces el perro, cuando la zorra buscaba como establecer conversación con el
portero, le saltó encima descuartizándola.
Es
inteligente actitud, cuando encontramos un enemigo poderoso, encaminarlo a que
busque a otros más fuertes que nosotros.
82 – El perro y la almeja.
Un
perro de esos acostumbrados a comer huevos,
al ver una almeja, no lo pensó dos veces,
y creyendo que se trataba de un huevo, se la tragó
inmediatamente. Desgarradas luego sus entrañas,
se sintió muy mal y se dijo:
al ver una almeja, no lo pensó dos veces,
y creyendo que se trataba de un huevo, se la tragó
inmediatamente. Desgarradas luego sus entrañas,
se sintió muy mal y se dijo:
-- Bien merecido lo tengo, por creer que
todo
lo que veo redondo son huevos.
lo que veo redondo son huevos.
Nunca
tomes un asunto sin antes reflexionar, para no entrar luego en extrañas
dificultades.
83 – El perro y la liebre.
Un perro de caza atrapó un día a una
liebre, y a ratos la mordía y a ratos le lamía el hocico. Cansada la liebre de
esa cambiante actitud le dijo:
-- ¡Deja ya de morderme o de besarme,
para saber yo si eres mi amigo o si eres mi enemigo!
Sé
siempre consistente en tus principios.
84 – El perro y su reflejo en el río.
Vadeaba un perro un río llevando en su hocico un
sabroso pedazo de carne. Vio su propio reflejo en el agua del río y creyó que
aquel reflejo era en realidad otro perro que llevaba un trozo de carne mayor
que el suyo.
Y deseando adueñarse del
pedazo ajeno, soltó el suyo para
arrebatar el trozo a su supuesto compadre.
pedazo ajeno, soltó el suyo para
arrebatar el trozo a su supuesto compadre.
Pero
el resultado fue que se quedó sin el propio y sin el ajeno:
éste porque no existía, sólo era un reflejo, y el otro, el verdadero, porque se lo llevó la corriente.
éste porque no existía, sólo era un reflejo, y el otro, el verdadero, porque se lo llevó la corriente.
Nunca
codicies el bien ajeno, pues puedes perder lo que ya has adquirido con tu
esfuerzo.
85 – El perro y el carnicero.
Penetró un perro en una carnicería, y notando
que el carnicero estaba muy ocupado con sus clientes, cogió un trozo de carne y salió corriendo. Se volvió el carnicero, y viéndole huir, y sin poder hacer ya nada, exclamó:
que el carnicero estaba muy ocupado con sus clientes, cogió un trozo de carne y salió corriendo. Se volvió el carnicero, y viéndole huir, y sin poder hacer ya nada, exclamó:
--
¡ Oye amigo! allí donde te encuentre, no dejaré de mirarte!
No
esperes a que suceda un accidente para pensar en cómo evitarlo.
Había un perro que acostumbraba morder sin
razón.
Le puso su amo una campanilla para
advertirle a la gente de su presencia cercana. Y el can, sonando la campanilla,
se fue a la plaza pública a presumir. Mas una sabia perra, ya avanzada de años
le dijo:
-- ¿ De qué presumes tanto, amigo? Sé
que no llevas esa campanilla por tus grandes virtudes, sino para anunciar
tu maldad oculta.
tu maldad oculta.
Los
halagos que se hacen a sí mismos los fanfarrones, sólo delatan sus mayores
defectos.
87 – El perro que perseguía al león.
Un perro de caza se encontró con un león y
partió en su persecución. Pero el león se volvió rugiendo, y el perro, todo
atemorizado, retrocedió rápidamente por el mismo camino. Le vio una zorra y le
dijo:
-- ¡ Perro infeliz! ¡ Primero perseguías
al león y ya ni siquiera soportas sus rugidos!
Cuando
entres a una empresa, mantente siempre listo a afrontar imprevistos que no te
imaginabas.
88 – El perro y la corneja.
Una corneja que ofrecía en
sacrificio una víctima a Atenea invitó a un perro al banquete.
Le dijo el perro:
-- ¿Por qué dilapidas tus bienes en inútiles sacrificios? Pues deberías de saber que la diosa te desprecia hasta el punto de quitar todo crédito a tus presagios.
-- ¿Por qué dilapidas tus bienes en inútiles sacrificios? Pues deberías de saber que la diosa te desprecia hasta el punto de quitar todo crédito a tus presagios.
Entonces replicó la corneja:
-- Es por eso que le hago estos sacrificios, porque sé muy bien
su indisposición conmigo y deseo su reconciliación.
-- Es por eso que le hago estos sacrificios, porque sé muy bien
su indisposición conmigo y deseo su reconciliación.
Si
deseas que los más alejados te escuchen, debes llamarlos con mayor intensidad.
89 – La corneja y el cuervo.
Sentía una corneja celos contra los
cuervos porque éstos dan presagios a los hombres, prediciéndoles el futuro,
y por esta razón los toman como testigos. Quiso la
corneja poseer las mismas cualidades.
y por esta razón los toman como testigos. Quiso la
corneja poseer las mismas cualidades.
Viendo pasar a unos viajeros se posó en un
árbol, lanzándoles espantosos gritos. Al oír aquel estruendo, los viajeros
retrocedieron espantados, excepto uno de ellos, que dijo a los demás:
-- Eh, amigos, tranquilos; esa ave es
solamente una corneja.
Sus gritos no son de presagios.
Sus gritos no son de presagios.
Cuando
vanidosamente y sin tener capacidades, se quiere rivalizar con los más
preparados, no sólo no se les iguala, sino que además se queda en ridículo.
90 – La corneja con los cuervos.
Una
corneja que por esas cosas del destino era más grande que sus compañeras,
despreciando y burlándose de sus congéneres, se fue a vivir entre los cuervos
pidiéndoles que aceptaran compartir su vida.
Pero los cuervos, a quienes su figura y voz les eran
desconocidas, sin pensarlo mucho la golpearon y la arrojaron de su grupo.
Y la corneja, expulsada por los cuervos, volvió de
nuevo donde
las demás cornejas. Pero éstas, heridas por el ultraje que
les había hecho, se negaron a recibirla otra vez.
Así, quedó esta corneja excluida de la sociedad
de unos y de otros.
las demás cornejas. Pero éstas, heridas por el ultraje que
les había hecho, se negaron a recibirla otra vez.
Así, quedó esta corneja excluida de la sociedad
de unos y de otros.
Cuando
pienses cambiar de sociedad, domicilio o amistades, no lo hagas nunca
despreciando a la anterior, no sea que más tarde tengas que regresar allá.
91 – La corneja y las aves.
Quería una vez Zeus proclamar un rey entre
las aves, y les señaló un día para que comparecieran delante de él, pues iba a
elegir a la que encontrara más hermosa para que reinara entre ellas.
Todas las aves se dirigieron a la orilla de un río
para limpiarse.
Entonces la corneja, viéndose más fea que
las demás, se dedicó a recoger las plumas que abandonaban los otros pájaros,
ajustándolas a su cuerpo. Así, compuesta con ropajes ajenos, resultó la más
hermosa de las aves.
Llegó el momento de la selección, y
todos los pájaros se presentaron ante Zeus, sin faltar por supuesto, la corneja
con su esplendoroso plumaje.
Y cuando ya estaba Zeus a punto de
concederle la realeza a causa de tanta hermosura, los demás pájaros, indignados
por el engaño, le arrancaron cada uno la pluma que le correspondía. Al fin,
desplumada de lo ajeno, la corneja, simplemente corneja se quedó.
Nunca
hagas alarde de los bienes ajenos como si fueran propios, pues tarde o temprano
se descubre el engaño.
92 – La corneja y los pichones.
Conoció una corneja un palomar que habitaban unos
pichones muy bien alimentados, y queriendo disfrutar de tan buena comida
blanqueó sus plumas y se unió a ellos.
Mientras la corneja estuvo en silencio, los pichones,
creyéndola como uno de los suyos, la admitieron sin
reclamo. Pero olvidándose de su actuación,
en un descuido la corneja lanzó un grito. Entonces los
pichones, que no le reconocieron su voz,
la echaron de su nido.
creyéndola como uno de los suyos, la admitieron sin
reclamo. Pero olvidándose de su actuación,
en un descuido la corneja lanzó un grito. Entonces los
pichones, que no le reconocieron su voz,
la echaron de su nido.
Y la corneja, viendo que se le escapaba la
comida de los pichones, volvió a buscar a sus semejantes.
comida de los pichones, volvió a buscar a sus semejantes.
Mas
por haber perdido su color original, las otras
cornejas tampoco la recibieron en su sociedad;
de manera que por haber querido disfrutar de
dos comidas, se quedó sin ninguna.
cornejas tampoco la recibieron en su sociedad;
de manera que por haber querido disfrutar de
dos comidas, se quedó sin ninguna.
Contentémonos
con nuestros bienes, pues tratar de tomar sin derecho los ajenos, sólo nos
conduce a perderlo todo.
93 – La corneja fugitiva.
Un
hombre cazó a una corneja, le ató un hilo a
una pata y se la entregó a su hijo.
una pata y se la entregó a su hijo.
Mas la corneja, no pudiendo resignarse a
vivir prisionera en aquel hogar, aprovechó un instante de libertad en un
descuido
para huir y tratar de volver a su nido.
para huir y tratar de volver a su nido.
Pero
el hilo se le enredó en las ramas de un árbol y
el ave no pudo volar más, quedando apresada.
Viendo cercana su muerte, se dijo:
el ave no pudo volar más, quedando apresada.
Viendo cercana su muerte, se dijo:
--¡Hecho está! Por no haber sabido
soportar la esclavitud
entre los hombres, ahora me veo privada de la vida.
entre los hombres, ahora me veo privada de la vida.
En
cuanto mayor son los valores que se buscan, mayores son los riesgos.
94 – El cuervo y la culebra.
Andaba un cuervo escaso de comida y vio
en el prado a una culebra dormida al sol; cayó veloz sobre ella y la raptó. Mas
la culebra, despertando de su sueño, se volvió y la mordió.
El cuervo viéndose morir dijo:
-- ¡Desdichado de mí, que encontré un tesoro pero a costa de mi vida!
-- ¡Desdichado de mí, que encontré un tesoro pero a costa de mi vida!
Antes
de querer poseer algún bien, primero hay que valorar si su costo vale la pena.
95 – El cuervo y Hermes.
Un
cuervo que había caído en un cepo prometió a Apolo que le quemaría incienso si
lo salvaba; pero una vez liberado
de la trampa olvidó su promesa.
de la trampa olvidó su promesa.
Capturado de nuevo en otro cepo, dejó a Apolo para
dirigirse a Hermes, prometiéndole también un sacrificio.
Mas el dios le dijo:
dirigirse a Hermes, prometiéndole también un sacrificio.
Mas el dios le dijo:
Si
por nuestra voluntad faltamos a nuestra primera promesa, no tendremos
oportunidad de que nos crean una segunda.
96 – El cuervo enfermo.
Un cuervo que se encontraba muy enfermo
dijo a su madre:
-- Madre, ruega a los dioses por mí y ya
no llores más.
La madre contestó:
-- ¿ Y cuál de todos, hijo mío, tendrá
piedad de ti?
¿ Quedará alguno a quien aún no le hayas robado la carne?
¿ Quedará alguno a quien aún no le hayas robado la carne?
No
te llenes innecesariamente de enemigos, pues en momentos de necesidad no
encontrarás un solo amigo.
97 – El ruiseñor y el gavilán.
Subido en un alto roble, un
ruiseñor cantaba como de costumbre. Lo vio un gavilán hambriento, y lanzándose
inmediatamente sobre él,
lo apresó en sus garras.
lo apresó en sus garras.
Seguro de su próxima muerte, el ruiseñor le rogó
que le soltara, diciéndole que con sólo él no bastaría
para llenar su vientre, y que si en verdad tenía hambre,
debería de apresar a otros más grandes. El gavilán le repuso:
que le soltara, diciéndole que con sólo él no bastaría
para llenar su vientre, y que si en verdad tenía hambre,
debería de apresar a otros más grandes. El gavilán le repuso:
-- Necio sería si te oyera y dejara escapar la presa
que tengo,
por ir a buscar a la que ni siquiera he visto.
por ir a buscar a la que ni siquiera he visto.
No
dejemos los bienes que ya tenemos, por ilusiones que ni siquiera divisamos.
98 – El ruiseñor y la golondrina.
Invitó la golondrina a un ruiseñor a
construir su nido
como lo hacía ella, bajo el techo de las casas de los hombres,
y a vivir con ellos como ya lo hacía ella. Pero el ruiseñor repuso:
como lo hacía ella, bajo el techo de las casas de los hombres,
y a vivir con ellos como ya lo hacía ella. Pero el ruiseñor repuso:
-- No quiero revivir el recuerdo de mis
antiguos males, y por eso prefiero alojarme en lugares apartados.
Los
bienes y los males recibidos, siempre quedan atados a las circunstancias que
los rodearon.
99 – El gallo y la comadreja.
Una comadreja atrapó a un gallo y quiso
tener una
razón plausible para comérselo.
razón plausible para comérselo.
La primera acusación fue la de importunar
a los hombres y de impedirles dormir con sus molestos cantos por la noche. Se
defendió el gallo diciendo que lo hacía para servirles, pues despertándolos,
les recordaba que debían comenzar sus trabajos diarios.
Entonces la comadreja buscó una segunda
acusación: que maltrataba a la Naturaleza por buscar como novias incluso a su
madre y a sus hermanas. Repuso el gallo que con ello también favorecía a sus
dueños, porque así las gallinas ponían más huevos.
Para
el malvado decidido a agredir, no lo para ninguna clase de razones.
100 – Los gallos y la perdiz.
Un hombre que tenía dos gallos, compró una perdiz
doméstica y la llevo al corral junto con ellos para alimentarla.
Pero estos la atacaban y la perseguían, y la perdiz, pensando
que lo hacían por ser de distinta especie, se sentía humillada.
doméstica y la llevo al corral junto con ellos para alimentarla.
Pero estos la atacaban y la perseguían, y la perdiz, pensando
que lo hacían por ser de distinta especie, se sentía humillada.
Pero días más tarde vio cómo los gallos se peleaban
entre ellos, y que cada vez que se separaban, estaban cubiertos de sangre.
Entonces se dijo a sí misma:
--
Ya no me quejo de que los gallos me maltraten, pues he visto que ni aun entre
ellos mismos están en paz.
Si
llegas a una comunidad donde los vecinos no viven en paz, ten por seguro que
tampoco te dejaran vivir en paz a ti.
101 – El ciervo, el manantial y el león.
Agobiado por la sed, llegó un ciervo a un
manantial. Después de beber, vio su reflejo en el agua. Al contemplar su
hermosa cornamenta, sintióse orgulloso, pero quedó descontento por sus piernas
débiles y finas. Sumido aún en estos pensamientos, apareció un león que comenzó
a perseguirle. Echó a correr y le ganó una gran distancia, pues la fuerza de
los ciervos está en sus piernas y la del león en su corazón.
Mientras el campo fue llano, el ciervo
guardó la distancia que le salvaba; pero al entrar en el bosque sus cuernos se
engancharon a las ramas y, no pudiendo escapar, fue atrapado por el león.
A punto de morir, exclamó para sí mismo:
A punto de morir, exclamó para sí mismo:
-- ¡Desdichado soy! Mis pies, que pensaba que me traicionaban,
eran los que me salvaban, y mis cuernos, en los que ponía
toda mi confianza, son los que me pierden.
eran los que me salvaban, y mis cuernos, en los que ponía
toda mi confianza, son los que me pierden.
Muchas
veces, a quienes creemos más indiferentes, son quienes nos dan la mano en las
congojas, mientras que los que nos adulan, ni siquiera se asoman.
102 – La cierva y la viña.
Una
cierva era perseguida por unos cazadores y se refugio bajo una viña. Pasaron
cerca los cazadores, y la cierva, creyéndose muy bien escondida, empezó a
saborear las hojas de la viña que la cubría.
Viendo
los cazadores que las hojas se movían, pensaron muy acertadamente, que allí
adentro había un animal oculto, y disparando sus flechas hirieron mortalmente a
la cierva. Ésta, viéndose morir, pronunció estas palabras:
-- ¡Me lo he merecido, pues no debí haber maltratado a
quien me estaba salvando¡
quien me estaba salvando¡
Sé
siempre agradecido con quien generosamente te da la ayuda para salir adelante.
103 – La cierva en la gruta del león.
Una cierva que huía de unos cazadores,
llegó a una
gruta donde no sabía que moraba un león.
Entrando en ella para esconderse,
cayó en las garras del león.
gruta donde no sabía que moraba un león.
Entrando en ella para esconderse,
cayó en las garras del león.
Viéndose sin remedio perdida, exclamó:
-- ¡Desdichada de mí! Huyendo de los
hombres,
caí en las garras de un feroz animal.
caí en las garras de un feroz animal.
Si
tratas de salir de un problema, busca que la salida no sea caer en otro peor.
104 – La cierva tuerta.
Una cierva a la que le faltaba un ojo
pacía a orillas del mar, volviendo su ojo intacto hacia la tierra para observar
la posible llegada de cazadores, y dando al mar el lado que carecía del ojo,
pues de allí no esperaba ningún peligro.
Pero resulta que una gente navegaba por
este lugar, y al ver a la cierva la abatieron con sus dardos. Y la cierva
agonizando,
se dijo para sí:
se dijo para sí:
--
¡Pobre de mí! Vigilaba la tierra, que creía llena de peligros,
y el mar, al que consideraba un refugio,
me ha sido mucho más funesto.
y el mar, al que consideraba un refugio,
me ha sido mucho más funesto.
Nunca
excedas la valoración de las cosas. Procura ver siempre sus ventajas y
desventajas en forma balanceada.
105 – El ciervo y el cervatillo.
Díjole un día un cervatillo al ciervo:
--
Padre: eres mayor y más veloz que los perros y tienes además unos cuernos
magníficos para defenderte; ¿por qué huyes delante de ellos?
El ciervo respondió riendo:
--
Justo es lo que me dices, hijo mío; mas no sé lo que me sucede, pero cuando
oigo el ladrido de un perro, inmediatamente me doy a la fuga.
Cuando
se tiene un ánimo temeroso, no hay razón que pueda cambiarlo.
106 – El caballo viejo.
Un
caballo viejo fue vendido para darle vueltas a la piedra de un molino. Al verse
atado a la piedra, exclamó sollozando:
-- ¡Después de las vueltas de las carreras,
he aquí a que vueltas me he reducido!
he aquí a que vueltas me he reducido!
No
presumas de la fortaleza de la juventud. Para muchos, la vejez es un trabajo
muy penoso.
107 – El caballo, el buey, el perro y el
hombre.
Cuando Zeus creó al hombre, sólo le concedió
unos pocos años de vida. Pero el hombre, poniendo a funcionar su inteligencia,
al llegar el invierno edificó una casa y habitó en ella.
Cierto día en que el frío era muy crudo, y
la lluvia empezó a caer, no pudiendo el caballo aguantarse más, llegó corriendo
a donde el hombre y le pidió que le diera abrigo.
Le dijo el hombre que sólo lo haría con una condición:
que le cediera una parte de los años que le correspondían.
El caballo aceptó.
que le cediera una parte de los años que le correspondían.
El caballo aceptó.
Poco después se presentó el buey que
tampoco podía sufrir
el mal tiempo. Le contestó el hombre lo mismo: que lo admitiría
si le daba cierto número de sus años. El buey cedió una
parte y quedó admitido.
el mal tiempo. Le contestó el hombre lo mismo: que lo admitiría
si le daba cierto número de sus años. El buey cedió una
parte y quedó admitido.
Por fin, llegó el perro, también
muriéndose de frío, y cediendo una parte de su tiempo de vida, obtuvo su refugio.
Y he aquí el resultado: cuando los hombres
cumplen el tiempo que Zeus les dio, son puros y buenos; cuando llegan a los
años pedidos al caballo, son intrépidos y orgullosos; cuando están en los del
buey, se dedican a mandar; y cuando llegan a usar el tiempo del perro, al final
de su existencia, se vuelven irascibles y malhumorados.
Describe
esta fábula las etapas del hombre: inocente niñez, vigorosa juventud, poderosa
madurez y sensible vejez.
108 – El caballo y el palafrenero.
Había un palafrenero que robaba y
llevaba a vender la cebada de su caballo; pero en cambio, se pasaba el día
entero limpiándole y peinándole para lucirlo de lo mejor.
Un día el caballo le dijo:
-- Si realmente quieres que me vea
hermoso, no robes la cebada que es para mi alimento.
Ten
cuidado de quien mucho te adule o alabe, pues algo busca quitarte a cambio.
109 – El caballo y el asno.
Un hombre tenía un caballo y un asno. Un día que ambos
iban camino a la ciudad, el asno, sintiéndose cansado,
le dijo al caballo:
iban camino a la ciudad, el asno, sintiéndose cansado,
le dijo al caballo:
--
Toma una parte de mi carga si te interesa mi vida.
El caballo haciéndose el sordo no dijo nada y el asno
cayó víctima de la fatiga, y murió allí mismo. Entonces el dueño echó toda la
carga encima del caballo, incluso la piel del asno.
Y el caballo, suspirando dijo:
Y el caballo, suspirando dijo:
--
¡Qué mala suerte tengo! ¡Por no haber querido cargar con un ligero fardo ahora
tengo que cargar con todo, y hasta con la piel
del asno encima!
del asno encima!
Cada
vez que no tiendes tu mano para ayudar a tu prójimo que honestamente te lo
pide, sin que lo notes en ese momento, en realidad te estás perjudicando a ti
mismo.
110 – El caballo y el soldado.
Un soldado, durante una guerra, alimentó con cebada
a su caballo, su compañero de esfuerzos y peligros.
Pero, acabada la guerra, el caballo fue empleado
en trabajos serviles y para transportar pesados bultos,
siendo alimentado únicamente con paja.
a su caballo, su compañero de esfuerzos y peligros.
Pero, acabada la guerra, el caballo fue empleado
en trabajos serviles y para transportar pesados bultos,
siendo alimentado únicamente con paja.
Al
anunciarse una nueva guerra, y al son de la trompeta, el dueño del caballo lo
aparejó, se armó y montó encima. Pero el caballo exhausto se caía a cada
momento. Por fin dijo a su amo:
-- Vete mejor entre los infantes, puesto que
de caballo que era me has convertido en asno.
¿Cómo quieres hacer ahora de un asno un caballo?
de caballo que era me has convertido en asno.
¿Cómo quieres hacer ahora de un asno un caballo?
En
los tiempos de bienestar, es cuando debemos prepararnos para las épocas críticas.
111 – La mula.
Henchida de cebada, una mula (producto del
cruce de asno y yegua) se puso a saltar, diciéndose a sí misma:
-- Mi padre es un caballo veloz en la
carretera, y yo me parezco en todo a él.
Pero
llegó la ocasión en que la mula se vio obligada a correr. Terminada la carrera,
muy contrariada, se acordó de pronto
de su verdadero padre: el sereno asno.
de su verdadero padre: el sereno asno.
Siempre
debemos reconocer nuestras raíces, respetando nuestras herencias y las ajenas.
112 – El camello que estercoló en el río.
Atravesaba un camello un río de aguas
rápidas. Sintió la necesidad de estercolar, y viendo enseguida que pasaba
delante de él su excremento, arrastrado por el río, exclamó:
-- ¿Cómo sucede esto? ¡Lo que estaba
detrás de mí, ahora lo veo pasar adelante!
Es
como en algunos estados o empresas, donde los incapaces y los corruptos pasan a
ocupar los primeros lugares, en lugar de los más sensatos, honestos y capaces.
Si llegas a tener puestos de mando, promueve siempre a los mejores.
113 – El camello, el elefante y el mono.
Votaban
los animales para elegir un rey. El camello y
el elefante se pusieron en fila disputándose los sufragios,
ya que esperaban ser preferidos sobre los demás gracias
a su tamaño y su fuerza.
el elefante se pusieron en fila disputándose los sufragios,
ya que esperaban ser preferidos sobre los demás gracias
a su tamaño y su fuerza.
Pero llegó el mono y los declaró a los dos
incapacitados para reinar.
incapacitados para reinar.
-- El camello no sirve -- dijo --, porque no se
encoleriza contra los malhechores, y el elefante tampoco nos sirve porque
tendremos
que estar temerosos de que nos ataque un marrano,
animal a quien teme el elefante.
que estar temerosos de que nos ataque un marrano,
animal a quien teme el elefante.
La
fortaleza más grande, siempre se mide en el punto más débil.
114 – El camello visto por primera vez.
Cuando
los humanos vieron por primera vez al camello, se asustaron, y atemorizados por
su gran tamaño
emprendieron la huída.
emprendieron la huída.
Pero pasado el tiempo y viendo que era
inofensivo, se envalentonaron y se acercaron a él.
Luego viendo poco a poco que el animal
no conocía la
cólera, llegaron a domesticarle hasta el punto de colocarle
una brida, dándoselo a los niños para conducirlo.
cólera, llegaron a domesticarle hasta el punto de colocarle
una brida, dándoselo a los niños para conducirlo.
Es
natural que lo desconocido lo tratemos siempre con recelo y prudencia. Después
de varias observaciones podremos tener un juicio mejor.
115 – El camello bailarín.
Obligado
por su dueño a bailar, un camello comentó:
-- ¡Que cosa! No sólo carezco de gracia andando,
sino que bailando soy peor aun.
sino que bailando soy peor aun.
Usa
siempre cada cosa para el propósito con el que fue creado.
116 – El camello y Zeus.
Sentía el camello envidia por los cuernos
del toro, y quiso obtener los suyos propios.
Para esto fue a ver a Zeus, pidiéndole
le regalara a él unos semejantes.
Pero Zeus, indignado de que no se contentara
de su gran
tamaño y fuerza, no sólo le negó el darle los cuernos,
sino que además le cortó una parte de las orejas.
tamaño y fuerza, no sólo le negó el darle los cuernos,
sino que además le cortó una parte de las orejas.
La
envidia no es buena consejera. Cuando quieras mejorar en algo, hazlo con tu
esfuerzo y por tu deseo de progresar, no porque tu vecino lo tenga.
117 – La cabra y el cabrero.
Llamaba un cabrero a sus cabras para llevarlas al
establo.
Una de ellas, al pasar por un rico pasto se detuvo, y
el cabrero le lanzó una piedra, pero con tan mala suerte que le rompió un
cuerno. Entonces el cabrero le suplicó a la cabra que no se lo contara al
patrón, a lo que la cabra respondió:
-- ¡Quisiera yo quedarme callada, mas no podría! ¡Bien
claro está a la vista mi cuerno roto!.
Nunca
niegues lo que bien se ve.
118 – La cabra y el asno.
Una cabra y un asno comían al mismo tiempo
en el establo.
La cabra empezó a envidiar al asno
porque creía que él estaba mejor alimentado, y le dijo:
-- Entre la noria y la carga, tu vida sí
que es un tormento
inacabable. Finge un ataque y déjate caer en un
foso para que te den unas vacaciones.
inacabable. Finge un ataque y déjate caer en un
foso para que te den unas vacaciones.
Tomó el asno el consejo, y dejándose
caer se lastimó todo
el cuerpo. Viéndolo el amo, llamó al veterinario y le pidió un
remedio para el pobre. Prescribió el curandero que necesitaba
una infusión con el pulmón de una cabra, pues era muy efectivo para devolver el vigor. Para ello entonces degollaron a la
cabra y así curar al asno.
el cuerpo. Viéndolo el amo, llamó al veterinario y le pidió un
remedio para el pobre. Prescribió el curandero que necesitaba
una infusión con el pulmón de una cabra, pues era muy efectivo para devolver el vigor. Para ello entonces degollaron a la
cabra y así curar al asno.
En
todo plan de maldad, la víctima principal siempre es su propio creador.
119 – Las cabras monteses y el cabrero.
Llevó un cabrero a pastar a sus cabras y
de pronto vio que las acompañaban unas cabras monteses. Llegada la noche, llevó
a todas a su gruta.
A la mañana siguiente estalló una fuerte
tormenta y
no pudiendo llevarlas a los pastos, las cuidó dentro.
Pero mientras a sus propias cabras sólo les daba
un puñado de forraje, a las monteses les servía mucho
más, con el propósito de quedarse con ellas. Terminó
al fin el mal tiempo y salieron todas al campo, pero las
cabras monteses escaparon a la montaña. Las acusó
el pastor de ingratas, por abandonarle después de
haberlas atendido tan bien; mas ellas le respondieron:
no pudiendo llevarlas a los pastos, las cuidó dentro.
Pero mientras a sus propias cabras sólo les daba
un puñado de forraje, a las monteses les servía mucho
más, con el propósito de quedarse con ellas. Terminó
al fin el mal tiempo y salieron todas al campo, pero las
cabras monteses escaparon a la montaña. Las acusó
el pastor de ingratas, por abandonarle después de
haberlas atendido tan bien; mas ellas le respondieron:
-- Mayor razón para desconfiar de ti,
porque si a nosotras recién llegadas, nos has tratado mejor que a tus viejas y
leales esclavas, significa esto que si luego vinieran otras cabras, nos
despreciarías a nosotras por ellas.
Nunca
confíes en quien pretende tu nueva amistad a cambio de abandonar a las que ya
tenía.
120 – El buey y la becerra.
Viendo a un buey trabajando, una becerra que sólo
descansaba y comía, se condolió de su suerte, alegrándose de la de ella.
Pero
llegó el día de una solemnidad religiosa, y mientras al buey se le hacía a un
lado, cogieron a la becerra para sacrificarla.
Viendo lo sucedido, el buey sonriendo dijo:
--
Mira becerra, ya sabes por qué tú no tenías que trabajar:
¡es que estabas reservada para el sacrificio!
¡es que estabas reservada para el sacrificio!
No
te ufanes de la ociosidad, pues nunca sabes que mal trae oculto.
121
– Los bueyes y el eje de la carreta.
Arrastraban unos bueyes una carreta cuyo
eje chirriaba ruidosamente. Se volvieron aquellos a la carreta diciendo:
-- Oye amiga --, somos nosotros quienes
llevamos la carga.
¿y eres tú quien se queja?
¿y eres tú quien se queja?
En
la vida encontrarás a muchos que se fingen cansados de ver trabajar a otros.
122 – El buey y el mosquito.
En el cuerno de un buey se posó un mosquito.
Luego de permanecer allí largo rato, al irse a su
vuelo preguntó al buey si se alegraba que por fin se marchase.
El buey le respondió:
--
Ni supe que habías venido. Tampoco notaré cuando te vayas.
Pasar
por la vida, sin darle nada a la vida, es ser insignificante.
123 – La víbora y la zorra.
Arrastraba la corriente de un río a una
víbora enroscada
en una maraña de espinas.
en una maraña de espinas.
La vio pasar una zorra que descansaba y
exclamó:
-- ¡Para tal clase de barco, tal piloto!
Personas
perversas siempre conectan con situaciones perversas.
124 – La víbora y la lima.
A un taller de un herrero entró una víbora, pidiéndole caridad a las
herramientas. Después de recibir algo de todas, faltando sólo la lima, se le
acercó y le suplicó que le diera alguna cosa.
-- ¡Bien engañada estás -- repuso la lima -- si crees
que te daré algo. Yo que tengo la costumbre, no de dar, sino de tomar algo de
todos!
Nunca
debes esperar obtener algo de quien sólo ha vivido de quitarle a los demás.
125 – La víbora y la culebra de agua.
Una
víbora acostumbraba a beber agua de un manantial, y una culebra de agua que
habitaba en él trataba de impedirlo, indignada porque la víbora, no contenta de
reinar en su campo, también llegase a molestar su dominio.
A tanto llegó el enojo que convinieron en librar un
combate: la que consiguiera la victoria entraría en posesión de todo.
Fijaron el día, y las ranas, que no querían a la
culebra,
fueron donde la víbora, excitándola y prometiéndole
que la ayudarían a su lado.
fueron donde la víbora, excitándola y prometiéndole
que la ayudarían a su lado.
Empezó
el combate, y las ranas, no pudiendo hacer otra cosa, sólo lanzaban gritos.
Ganó la víbora y llenó de reproches a las ranas, pues
en vez de ayudarle en la lucha, no habían hecho más que dar gritos.
Respondieron las ranas:
-- Pero compañera, nuestra ayuda no está en
nuestros brazos, sino en las voces.
nuestros brazos, sino en las voces.
En
la lucha diaria tan importante es el estímulo como la acción.
126 – El cisne tomado por ganso.
Un hombre muy rico alimentaba a un ganso
y a un cisne juntos, aunque con diferente fin a cada uno: uno era para el canto
y el otro para la mesa.
Cuando llegó la hora para la cual era
alimentado el ganso, era de noche, y la oscuridad no permitía distinguir entre
las dos aves.
Capturado el cisne en lugar del ganso, entonó su bello
canto preludio de muerte. Al oír su voz, el amo lo reconoció y su
canto lo salvó de la muerte.
canto lo salvó de la muerte.
Antes
de tomar una acción sobre alguien o algo, ya sea que le beneficie o perjudique,
primero debemos asegurarnos de su verdadera identidad.
127 – El cisne y su dueño.
Se dice que los cisnes cantan justo antes de morir. Un hombre vio en
venta a un cisne, y habiendo oído que era un animal muy melodioso, lo compró.
Un día que el hombre daba una cena, trajo al cisne y
le rogó que cantara durante el festín. Mas el cisne mantuvo el silencio.
Pero un día, pensando el cisne que ya iba a morir,
forzosamente lloró de antemano su melodía. Al oírle, el dueño dijo:
--Si
sólo cantas cuando vas a morir, fui un tonto rogándote que cantaras en lugar de
inmolarte.
Muchas veces sucede que tenemos que
hacer a la fuerza lo que no quisimos hacer de voluntad.
128 – El gato y las ratas.
Había una casa invadida de ratas. Lo supo un gato y
se fue a ella, y poco a poco iba devorando las ratas.
Pero ellas, viendo que rápidamente eran cazadas,
decidieron guardarse en sus agujeros.
se fue a ella, y poco a poco iba devorando las ratas.
Pero ellas, viendo que rápidamente eran cazadas,
decidieron guardarse en sus agujeros.
No pudiendo el gato alcanzarlas, ideó una
trampa para que salieran. Trepó a lo alto de una viga, y colgado de ella se hizo
el muerto. Pero una de las ratas se asomó, lo vio y le dijo:
-- ¡Oye amiguito, aunque fueras un saco
de harina,
no me acercaría a ti!
no me acercaría a ti!
Los malvados, cuando no pueden dañar a sus víctimas directamente,
buscan un atrayente truco para lograrlo. Cuídate siempre de lo que te ofrecen
como muy lindo y atrayente.
129 – Los ratones y las comadrejas.
Se hallaban en continua guerra los ratones
y
las comadrejas. Los ratones, que siempre eran
vencidos, se reunieron en asamblea, y pensando
que era por falta de jefes que siempre perdían,
nombraron a varios estrategas. Los nuevos jefes
recién elegidos, queriendo deslumbrar y distinguirse
de los soldados rasos, se hicieron una especie de
cuernos y se los sujetaron firmemente.
las comadrejas. Los ratones, que siempre eran
vencidos, se reunieron en asamblea, y pensando
que era por falta de jefes que siempre perdían,
nombraron a varios estrategas. Los nuevos jefes
recién elegidos, queriendo deslumbrar y distinguirse
de los soldados rasos, se hicieron una especie de
cuernos y se los sujetaron firmemente.
Vino la siguiente gran batalla, y como siempre, el
ejército de los ratones llevó las de perder. Entonces todos los ratones huyeron
a sus agujeros, y los jefes, no pudiendo entrar a causa de sus cuernos, fueron
apresados y devorados.
Cuando adquieras puestos de alto nivel, no
te vanaglories, pues mucho mayor que la apariencia del puesto, es la
responsabilidad de cumplir lo encomendado.
130 – El ratón campesino y el ratón cortesano.
Un
ratón campesino tenía por amigo a otro de la corte, y lo invitó a que fuese a
comer a la campiña. Mas como sólo podía ofrecerle trigo y yerbajos, el ratón
cortesano le dijo:
-- ¿Sabes amigo, que llevas una vida de hormiga? En
cambio yo poseo bienes en abundancia. Ven conmigo y a tu
disposición los tendrás.
disposición los tendrás.
Partieron ambos para la corte. Mostró el ratón ciudadano
a su amigo trigo y legumbres, higos y queso, frutas y miel. Maravillado el
ratón campesino, bendecía a su amigo de todo corazón y renegaba de su mala
suerte. Dispuestos ya a darse un festín, un hombre abrió de pronto la puerta.
Espantados
por el ruido los dos ratones se lanzaron
temerosos a los agujeros. Volvieron luego a buscar higos
secos, pero otra persona incursionó en el lugar, y al verla,
los dos amigos se precipitaron nuevamente en una rendija para esconderse. Entonces el ratón de los campos, olvidándose de su hambre, suspiró y dijo al ratón cortesano:
temerosos a los agujeros. Volvieron luego a buscar higos
secos, pero otra persona incursionó en el lugar, y al verla,
los dos amigos se precipitaron nuevamente en una rendija para esconderse. Entonces el ratón de los campos, olvidándose de su hambre, suspiró y dijo al ratón cortesano:
-- Adiós amigo, veo que comes hasta hartarte y que
estás
muy satisfecho; pero es al precio de mil peligros y constantes temores. Yo, en cambio, soy un pobrete y vivo mordisqueando la cebada y el trigo, mas sin congojas ni temores hacia nadie.
muy satisfecho; pero es al precio de mil peligros y constantes temores. Yo, en cambio, soy un pobrete y vivo mordisqueando la cebada y el trigo, mas sin congojas ni temores hacia nadie.
Es tu
decisión escoger el disponer de ciertos lujos y ventajas que siempre van unidos
a congojas y zozobras, o vivir un poco más austeramente pero con más serenidad.
131 – El ratón y la rana.
Un ratón de tierra se hizo amigo de una rana, para
desgracia suya.
La rana, obedeciendo a desviadas intenciones de burla,
ató la pata del ratón a su propia pata. Marcharon entonces primero por tierra
para comer trigo, luego se acercaron a la orilla del pantano. La rana, dando un
salto arrastró hasta el fondo al ratón, mientras que retozaba en el agua
lanzando sus conocidos gritos.
El desdichado ratón, hinchado de agua, se ahogó,
quedando a flote atado a la pata de la rana. Los vio un milano que por ahí
volaba y apresó al ratón con sus garras, arrastrando con él a la rana encadenada,
quien también sirvió de cena al milano.
Toda acción que se hace con intenciones de
maldad, siempre termina en contra del mismo que la comete.
132 – El milano que quiso relinchar.
Tuvo antiguamente el milano otra voz, una voz
penetrante.
Pero oyó un día a un caballo relinchar
admirablemente, y lo quiso imitar. Pero a pesar de todos sus intentos, no logró
adoptar exactamente la voz del caballo y perdió además su propia voz.
Así, quedó sin la voz del caballo y sin su voz
antigua.
Nunca
te dispongas a imitar las cualidades ajenas si no tienes la preparación y
condiciones adecuadas para hacerlo, so pena de quedar como un vulgar y
fracasado envidioso.
133 – El milano y la culebra.
Raptó un milano a una culebra, elevándose
por los aires. La culebra se volvió y le mordió, cayendo ambos desde lo alto a
un precipicio, y el milano murió. Dijo entonces la culebra:
-- ¡Insensato! ¿Por qué has querido hacer mal a quien
no te lo hacía? En justicia has sido castigado por haberme raptado sin razón.
Nunca busques dañar a tu prójimo, no
vaya a ser que sin que lo notes, sea más fuerte que tú, y te haga pagar tus
injusticias.
134 – El milano y la gaviota.
Tragó
una gaviota un pez demasiado grande y le estalló la garganta, quedando muerta a
la orilla de la playa. La vio un milano y dijo:
-- Tienes tu merecido, porque sabiendo de tu
capacidad, abusaste de lo que te estaba permitido.
Sabiendo cuales son tus capacidades,
nunca intentes sobrepasarlas si no te has preparado para ello.
135 – El alción.
Este
pájaro gusta de la soledad y vive siempre a orillas y sobre el mar. Se dice que
para huir de los hombres que le dan caza, hace su nido en las rocas de la
orilla.
Un día un alción que iba a poner, se encaramó a un
montículo, y divisando un peñasco erecto dentro del mar, hizo en él su nido. Al
otro día que salió en busca de comida, se levantó el mar por una borrasca,
alcanzó al nido y ahogó a los pajarillos. Al regresar el alción y ver lo
sucedido, exclamó:
-- ¡Desdichado de mí, huyendo de los peligros
conocidos de la tierra, me refugié dentro
del mar y me fue peor!
conocidos de la tierra, me refugié dentro
del mar y me fue peor!
Si
tienes que adentrarte en lo desconocido, ten en cuenta la llegada de sorpresas
agradables y desagradables.
Nunca te confíes a ciegas de lo que no conoces. En terrenos nuevos anda con paso sereno y ojos bien abiertos.
Nunca te confíes a ciegas de lo que no conoces. En terrenos nuevos anda con paso sereno y ojos bien abiertos.
136 – El tordo.
Picoteaba un tordo los granos de un
bosquecillo de mirlos, y complacido por el placer de sus pepitas no se decidía
a abandonarlo.
Un cazador de pájaros observó que el
tordo se acostumbraba
al lugar y lo cazó.
al lugar y lo cazó.
Viendo
el tordo su próximo fin, dijo:
-- ¡Oh desgraciado!, ¡por el placer de
comer, me he privado de la vida!
Nunca
te excedas de lo que encuentres placentero, no vaya a ser causa de tu desgracia.
137 – La paloma y la hormiga.
Obligada por la sed, una hormiga bajó a
un manantial, y arrastrada por la corriente, estaba a punto de ahogarse.
Viéndola en esta emergencia una paloma,
desprendió de un árbol una ramita y la arrojó a la corriente, montó encima a la
hormiga salvándola.
Mientras tanto un cazador de pájaros se
adelantó con su arma preparada para cazar a la paloma. Le vio la hormiga y le
picó en el talón, haciendo soltar al cazador su arma. Aprovechó el momento la
paloma para alzar el vuelo.
Siempre
corresponde en la mejor forma a los favores que recibas. Debemos ser
siempre agradecidos.
138 – La golondrina y el hijo pródigo.
Un hijo pródigo, habiendo derrochado su
patrimonio, sólo le quedaba un manto.
patrimonio, sólo le quedaba un manto.
De
repente vio a una golondrina que se había adelantado a la estación. Creyendo
que ya llegaba la primavera, y que por lo tanto no necesitaría más del manto,
fue también a venderlo.
Pero regresó el mal tiempo y el aire se puso más frío.
Entonces, mientras se paseaba, halló a la golondrina muerta de frío.
--
¡Desgraciada! -- le dijo -- nos has dañado a los dos al mismo tiempo.
Toma
nota de si es la hora correcta antes de ejecutar una decisión. Una acción a
destiempo puede ser desastrosa.
139 – La gaviota, el espino y el murciélago.
Se asociaron una gaviota, un murciélago y
un espino para dedicarse juntos al comercio.
El murciélago buscó dinero, el espino
unas telas, y la gaviota, una cantidad de cobre. Hecho lo cual aparejaron un
barco.
Pero surgió una tremenda borrasca hundiéndose la barca
y perdiéndose la carga; sólo salvaron sus vidas.
Por eso desde entonces la gaviota
revolotea siempre al acecho en las orillas para ver si el mar arroja en alguna
playa su cobre; el murciélago, huyendo de sus acreedores, sólo sale de noche
para alimentarse; y el espino, en fin, apresa la ropa de los viajeros tratando
de reconocer sus telas.
Siempre
volvemos a lo que es de nuestro verdadero interés.
140 – El murciélago y las comadrejas.
Cayó un murciélago a tierra y fue apresado por una
comadreja. Viéndose próximo a morir, imploró el murciélago por su vida. Le dijo
la comadreja que no podía soltarle porque de nacimiento era enemiga de los
pájaros. El murciélago replicó que no era un pájaro sino un ratón, librándose
con esta astucia.
Algún tiempo después volvió a caer de nuevo en las
garras
de otra comadreja, y le suplicó que no lo devorara. Contesto
esta comadreja que odiaba a todos los ratones. El murciélago le afirmó que no era ratón sino pájaro. Y se libró así por segunda vez.
de otra comadreja, y le suplicó que no lo devorara. Contesto
esta comadreja que odiaba a todos los ratones. El murciélago le afirmó que no era ratón sino pájaro. Y se libró así por segunda vez.
Sepamos
siempre adaptarnos a las circunstancias del momento si deseamos sobrevivir, en
cualquier rama de la vida que actuemos.
141 – El murciélago y el jilguero.
Un jilguero encerrado en una jaula colgada
en una ventana cantaba de noche. Oyó un murciélago desde lejos su voz, y
acercándosele, le preguntó por qué cantaba sólo de noche.
-- No es sin razón -- repuso -- porque de
día cantaba cuando me atraparon, pero desde entonces aprendí a ser prudente.
-- ¡Pues no es ahora cuando debías serlo,
pues ya estás bien enjaulado, sino debió haber sido antes de que te capturaran!
-- replicó el murciélago.
La
prudencia es para vivirla antes de caer en el error, no para después de la
desgracia.
142 – El asno y la perrita faldera.
Un
granjero fue un día a sus establos a revisar sus bestias de carga: entre ellas
se encontraba su asno favorito, el cual siempre estaba bien alimentado y era
quien cargaba a su amo.
Junto con el granjero venía también su perrita faldera,
la cual bailaba a su alrededor, lamía su mano y saltaba
alegremente lo mejor que podía. El granjero revisó su bolso
y dio a su perrita un delicioso bocado, y se sentó a dar
ordenes a sus empleados. La perrita entonces saltó al
regazo de su amo y se quedó ahí, parpadeando sus ojos
mientras el amo le acariciaba sus orejas.
la cual bailaba a su alrededor, lamía su mano y saltaba
alegremente lo mejor que podía. El granjero revisó su bolso
y dio a su perrita un delicioso bocado, y se sentó a dar
ordenes a sus empleados. La perrita entonces saltó al
regazo de su amo y se quedó ahí, parpadeando sus ojos
mientras el amo le acariciaba sus orejas.
El
asno celoso de ver aquello, se soltó de su jáquima y
comenzó a pararse en dos patas tratando de imitar el baile
de la perrita. El amo no podía aguantar la risa, y el asno arrimándose a él, puso sus patas sobre los hombros del
granjero intentando subirse a su regazo.
comenzó a pararse en dos patas tratando de imitar el baile
de la perrita. El amo no podía aguantar la risa, y el asno arrimándose a él, puso sus patas sobre los hombros del
granjero intentando subirse a su regazo.
Los empleados del granjero corrieron inmediatamente
con palos y horcas, enseñándole al asno que las toscas actuaciones
no son cosa de broma.
no son cosa de broma.
No
nos dejemos llevar del mal consejo que siempre dan los injustificados celos.
Sepamos apreciar los valores de los demás.
Sepamos apreciar los valores de los demás.
143 – El oso y la zorra.
Se jactaba un oso de amar a los hombres vivos por la
razón de que no le gustaban los cadáveres. La zorra le replicó:
-- ¡Quisieran los dioses que destrozaras
a los muertos y no a los vivos!
a los muertos y no a los vivos!
Nunca
pienses en destruir lo que es útil. Si quieres mejorar algo que funciona,
tómalo como base inicial, sin dañarlo, y no como material de desecho.
144 – La alondra moñuda
Una alondra moñuda cayó en una trampa y
se dijo suspirando:
-- ¡Desgraciada alondra! A nadie has
robado ni oro ni plata,
ni cosa valiosa alguna; pero llevarse un insignificante granito
de trigo ajeno será la causa de tu muerte.
ni cosa valiosa alguna; pero llevarse un insignificante granito
de trigo ajeno será la causa de tu muerte.
Nunca
te expongas a un gran peligro por un mezquino beneficio.
145 – Los caracoles.
El
hijo de un labrador se hallaba tostando unos caracoles.
Oyéndoles crepitar dijo:
--
¡Ah miserables animalejos, están sus casas ardiendo, y aún cantan!
Hacer
las cosas fuera del tiempo o lugar que les corresponde, no es nada inteligente.
146 – Las liebres y las ranas.
Se reunieron un día las liebres y se
lamentaban entre sí de llevar una vida tan precaria y temerosa, pues, en
efecto, ¿No eran víctimas de los hombres, de los perros, de las águilas, y
otros muchos animales? ¡Más valía morir de una vez que vivir en el terror!
Tomada esta resolución, se lanzaron
todas al mismo tiempo a un estanque para morir en él ahogadas.
Pero las ranas, que estaban sentadas alrededor del
estanque, en cuanto oyeron el ruido de su carrera, saltaron asustadas al agua. Entonces una de las liebres, la que parecía más inteligente que las demás, dijo:
estanque, en cuanto oyeron el ruido de su carrera, saltaron asustadas al agua. Entonces una de las liebres, la que parecía más inteligente que las demás, dijo:
-- ¡Alto compañeras! ¡No hay que apurarse
tanto, pues ya veis que aún hay otros más miedosos que nosotras!
El
consuelo de los desgraciados es encontrar y ver a otros en peores condiciones.
147 – La comadreja y la lima.
Se introdujo una comadreja en el taller de un herrero y se puso a lamer
una lima que ahí se encontraba.
Al cabo de un rato su lengua arrojaba sangre en
abundancia, y la comadreja se puso muy feliz pensando que había arrancado algo
al hierro, hasta que acabó por perder su propia lengua.
Piensa
siempre que si haces un daño, tarde o temprano éste regresará contra ti.
148 – El cerdo y los carneros.
Se metió un cerdo dentro de un rebaño de
carneros, y pacía con ellos. Pero un día lo capturó el pastor y el cerdo se
puso a gruñir y forcejear.
Los carneros lo regañaban por gritón diciéndole:
-- A nosotros también nos echa mano
constantemente y nunca nos quejamos.
-- Ah sí -- replicó el cerdo --, pero no
es con el mismo fin. A ustedes les echan mano por la lana, pero a mí es por mi
carne.
Perder
lo recuperable no nos debe preocupar, pero sí el perder lo que es irreparable.
149 – El atún y el delfín.
Viéndose un atún perseguido por un
delfín, huía con gran estrépito. A punto de ser cogido, la fuerza de su salto
le arrojó sin darse cuenta, sobre la orilla. Llevado por el mismo impulso, el
delfín también terminó en el mismo sitio. Se volvió el atún y vio al delfín
exhalando el último suspiro.
-- No me importa morir -- dijo --, porque veo morir
conmigo al causante de mi muerte.
conmigo al causante de mi muerte.
Sufrimos
con menos dolor las desgracias que nos hacen padecer, cuando las vemos
compartidas con quienes nos las causan.
150 – La mosca.
Cayó una mosca en una olla llena de carne. A punto de
ahogarse en la salsa, exclamó para sí misma:
-- Comí, bebí y me bañé; puede venir la muerte, no me
importa ahora.
Al
irresponsable no le importa el fracaso si su llegada a él le depara buenos
momentos.
151 – Las moscas.
De un panal se derramó su deliciosa
miel, y las moscas
acudieron ansiosas a devorarla. Y era tan dulce que no
podían dejarla. Pero sus patas se fueron prendiendo en la
miel y no pudieron alzar el vuelo de nuevo. Ya a punto
de ahogarse en su tesoro, exclamaron:
acudieron ansiosas a devorarla. Y era tan dulce que no
podían dejarla. Pero sus patas se fueron prendiendo en la
miel y no pudieron alzar el vuelo de nuevo. Ya a punto
de ahogarse en su tesoro, exclamaron:
-- ¡Nos morimos, desgraciadas nosotras,
por quererlo tomar
todo en un instante de placer!
todo en un instante de placer!
Toma
siempre las cosas más bellas de tu vida con serenidad, poco a poco, para que
las disfrutes plenamente. No te vayas a ahogar dentro de ellas.
152 – La hormiga.
Dice una leyenda que la hormiga actual era en otros
tiempos un hombre que, consagrado a los trabajos
de la agricultura, no se contentaba con el producto
de su propio esfuerzo, sino que miraba con envidia
el producto ajeno y robaba los frutos a sus vecinos.
tiempos un hombre que, consagrado a los trabajos
de la agricultura, no se contentaba con el producto
de su propio esfuerzo, sino que miraba con envidia
el producto ajeno y robaba los frutos a sus vecinos.
Indignado Zeus por la avaricia de este hombre,
le transformó en hormiga.
le transformó en hormiga.
Pero aunque cambió de forma, no le cambió el carácter,
pues aún hoy día recorre los campos, recoge el trigo y la
cebada ajenas y los guarda para su uso.
pues aún hoy día recorre los campos, recoge el trigo y la
cebada ajenas y los guarda para su uso.
Aunque
a los malvados se les castigue severamente, difícilmente cambian su naturaleza
desviada.
153 – La hormiga y el escarabajo.
Llegado el verano, una hormiga que rondaba
por el campo recogía los granos de trigo y cebada, guardándolos para
alimentarse durante el invierno.
La vio un escarabajo y se asombró de
verla tan ocupada
en una época en que todos los animales, descuidando sus
trabajos, se abandonan a la buena vida. Nada respondió la
hormiga por el momento; pero más tarde, cuando llegó el
invierno y la lluvia deshacía las boñigas, el escarabajo
hambriento fue a pedirle a la hormiga una limosna de
comida. Entonces sí respondió la hormiga:
en una época en que todos los animales, descuidando sus
trabajos, se abandonan a la buena vida. Nada respondió la
hormiga por el momento; pero más tarde, cuando llegó el
invierno y la lluvia deshacía las boñigas, el escarabajo
hambriento fue a pedirle a la hormiga una limosna de
comida. Entonces sí respondió la hormiga:
-- Mira escarabajo, si hubieras
trabajado
en la época en que yo lo hacía y tú te burlabas
de mí, ahora no te faltaría el alimento.
en la época en que yo lo hacía y tú te burlabas
de mí, ahora no te faltaría el alimento.
Cuando
te queden excedentes de lo que recibes con tu trabajo, guarda una porción para
cuando vengan los tiempos de escasez.
154 – Los dos escarabajos.
Pacía
un toro en una pequeña isla, y dos escarabajos
se alimentaban de su boñiga. Llegado el invierno, uno de ellos
dijo al otro que iba a cruzar el mar a fin de que su compañero
tuviera suficiente alimento, mientras él pasaría el invierno
en tierra firme. Agregó que si encontraba comida
en abundancia le traería a él también.
se alimentaban de su boñiga. Llegado el invierno, uno de ellos
dijo al otro que iba a cruzar el mar a fin de que su compañero
tuviera suficiente alimento, mientras él pasaría el invierno
en tierra firme. Agregó que si encontraba comida
en abundancia le traería a él también.
Cuando el escarabajo llegó al continente,
encontró en él muchas y frescas boñigas, por lo que se estableció allí y se
alimentó abundantemente. Pasó el invierno y volvió a la isla. Al verle su
compañero gordo y saludable, le reprochó que no le hubiera llevado nada de lo
prometido.
-- No me culpes a mí -- repuso --, sino
a la naturaleza del lugar, porque se puede encontrar con qué vivir en él, pero
es
imposible alzar vuelo con tanta carga.
imposible alzar vuelo con tanta carga.
Siempre
encontrarás supuestos amigos muy buenos para adular y prometer, pero no pasan
de ahí, negándose a la hora real, de hacer un favor.
155 – Los delfines, la ballena y la caballa.
Delfines
y ballenas libraban entre sí una batalla. Como la lucha se prolongaba con
encarnizamiento, una caballa (que es un pez pequeño) salió a la superficie y
quiso reconciliarlos. Pero un delfín tomó la palabra y dijo:
-Nos humilla menos combatirnos y morir los unos por
los otros,
que tenerte a ti por mediador.
que tenerte a ti por mediador.
Hay
personas sin valor alguno, que en épocas de confusión, se llegan a creer
grandiosas.
156 – La langosta de mar y su madre.
-
No andes atravesada y no roces tus costados
contra la roca mojada, - decía una langosta marina a su hija.
contra la roca mojada, - decía una langosta marina a su hija.
-Madre, - repuso ésta,- tú, que quieres instruirme,
camina derecha y yo te miraré y te imitaré.
camina derecha y yo te miraré y te imitaré.
Antes
de dar un consejo con tu palabra, primero dalo con tu ejemplo.
157 – El tordo.
Un tordo picoteaba los granos de un
bosquecillo de
mirlos y, complacido por la dulzura de sus pepitas,
no se decidía a abandonarlo.
mirlos y, complacido por la dulzura de sus pepitas,
no se decidía a abandonarlo.
Un cazador de pájaros observó que el
tordo se
acostumbraba al lugar y lo cazó con liga.
acostumbraba al lugar y lo cazó con liga.
Entonces
el tordo, viendo próximo su fin, dijo:
-¡Desgraciado! ¡Por el placer de comer me
he privado de la vida!
-¡Desgraciado! ¡Por el placer de comer me
he privado de la vida!
Nunca
dejes que un momentáneo placer te cierre las puertas de por vida.
158 – El castor
El castor es un animal que vive en los
pantanos. Ciertas de sus partes sirven, según dicen, para curar algunas
enfermedades.
Por eso cuando se ve descubierto y
perseguido para
cortarle las partes, sabiendo por qué le persiguen, huye hasta alguna distancia, sirviéndose de la rapidez de sus pies para conservarse intacto; pero cuando se ve perdido, él mismo
corta sus partes, las arroja y salva de este modo su vida.
cortarle las partes, sabiendo por qué le persiguen, huye hasta alguna distancia, sirviéndose de la rapidez de sus pies para conservarse intacto; pero cuando se ve perdido, él mismo
corta sus partes, las arroja y salva de este modo su vida.
A
veces deshacerse de algunas fortunas puede significar evitarse una tragedia.
159 – El sol y las ranas.
Llegó
el verano y se celebraban las bodas del Sol.
Se regocijaban todos los animales de aquel acontecimiento,
faltando poco para que también las ranas fueran de la partida;
pero una de ellas exclamó:
Se regocijaban todos los animales de aquel acontecimiento,
faltando poco para que también las ranas fueran de la partida;
pero una de ellas exclamó:
-¡Insensatas! ¿Qué motivo tenéis para regocijaros?
Ahora que es él solo, seca todos los pantanos; si toma mujer y tiene un hijo
como él ¿qué nos quedará por sufrir?
como él ¿qué nos quedará por sufrir?
Antes
de celebrar un acontecimiento, primero ve sus futuras posibles consecuencias.
160 – Los árboles que querían rey.
Decididos un día los árboles a elegir un rey que
los gobernara, dijeron al olivo:
-Reina en nosotros.
los gobernara, dijeron al olivo:
-Reina en nosotros.
Y
el olivo contestó:
-¿Renunciar yo al líquido aceite que tanto aprecian
en mí los dioses y los hombres, para ir a reinar entre los árboles?
-¿Renunciar yo al líquido aceite que tanto aprecian
en mí los dioses y los hombres, para ir a reinar entre los árboles?
Y los árboles buscaron a la higuera pidiéndole:
-Ven a reinar entre nosotros.
-Ven a reinar entre nosotros.
Y
la higuera respondió igualmente:
-¿Renunciar yo a la dulzura de mis frutos para ir a reinar entre vosotros?
-¿Renunciar yo a la dulzura de mis frutos para ir a reinar entre vosotros?
Entonces los árboles dijeron al espino:
-Ven a reinar en nosotros.
-Ven a reinar en nosotros.
Y el espino respondió a los árboles:
-Si en verdad queréis ungirme para reinar entre
vosotros, venid a poneros bajo mi amparo, o si no
que surja el fuego de la espina y devore los
cedros del Líbano!
-Si en verdad queréis ungirme para reinar entre
vosotros, venid a poneros bajo mi amparo, o si no
que surja el fuego de la espina y devore los
cedros del Líbano!
Quien
no tiene buenos frutos que dar, lo malo que dé será para sufrimiento de los que
le rodean.
161 – El nogal.
Un nogal que había crecido al pie de un camino y al
cual los caminantes herían a pedradas para tomar sus frutos, dijo para sí
suspirando:
-¡Infeliz de mí que por mi bondad todos los años me
atraigo injurias y dolores!
atraigo injurias y dolores!
Hay
quienes pagan con mal hasta los mejores bienes recibidos.
Seamos siempre agradecidos y no causemos daño.
Seamos siempre agradecidos y no causemos daño.
162 – El abeto y el espino.
Disputaban entre sí el abeto y el
espino. Se jactaba el abeto diciendo:
-Soy hermoso, esbelto y alto, y sirvo para
construir las naves y los techos de los templos. ¿Cómo tienes la osadía de
compararte a mí?
-¡Si recordaras-replicó el espino- las
hachas y las sierras que te cortan, preferirías la suerte del espino!
Busca
siempre la buena reputación pues es una gran honra, pero sin jactarte por ello,
y también cuídate de los que quieren aprovecharse de ella para su propio
provecho.
163 – La lámpara.
Borracha de aceite una lámpara y lanzando una luz poderosa,
se jactaba de ser más brillante que el sol. Pero en eso sopló un fuerte viento y se apagó enseguida. Alguien volvió a encenderla
y le dijo:
se jactaba de ser más brillante que el sol. Pero en eso sopló un fuerte viento y se apagó enseguida. Alguien volvió a encenderla
y le dijo:
-Ilumina,
lámpara, pero cállate: el resplandor de los astros nunca se eclipsa tan
fácilmente como el tuyo.
Nunca
nos jactemos como si nos perteneciera, de aquello que no depende de nosotros.
164 – La bruja.
Una bruja tenía como profesión vender
encantamientos y fórmulas para aplacar la cólera de los dioses; no le faltaban
clientes y ganaba de este modo ampliamente la vida. Pero fue acusada por ello
de violar la ley, y, llevada ante los jueces, sus acusadores la hicieron
condenar a muerte.
Viéndola salir del tribunal, un observador
le dijo:
-Tú, bruja, que decías poder desviar la
cólera de los dioses,
¿cómo no has podido persuadir a los hombres?
¿cómo no has podido persuadir a los hombres?
Nunca
creas en los que prometen hacer maravillas en lo que no se ve, pero son
incapaces de hacer cosas ordinarias.
165 – La esclava fea y Afrodita.
Una esclava fea y mala gozaba del amor de su amo.
Con el dinero que éste le daba, la esclava se embellecía con brillantes adornos, rivalizando con su propia señora.
Con el dinero que éste le daba, la esclava se embellecía con brillantes adornos, rivalizando con su propia señora.
Para agradecer a Afrodita que la hiciera bella, le
hacía frecuentes sacrificios; pero la diosa se le apareció en sueños y dijo a
la esclava:
-No me agradezcas el hacerte bella, si lo hago es
porque estoy furiosa contra ese hombre a quien pareces hermosa.
No te
ciegues por lo crees tu tesoro, no vaya a ser que sólo sea una carencia en tus
vecinos.
166 – La mujer y la gallina.
Una mujer viuda tenía una gallina que le
ponía un huevo
todos los días.
todos los días.
Pensó que si le daba más cebada pondría
dos huevos, y aumentó su ración.
dos huevos, y aumentó su ración.
Pero la gallina engordó y ya no pudo poner ni una vez
al día.
Si
sin control ni sabiduría forzas lo que ya te está sirviendo para que te dé más,
sólo obtendrás que perderás lo que ya tienes.
167 – La mujer y el marido borracho.
Tenía
una mujer un marido borracho. Para librarle de este vicio imaginó la siguiente
treta.
Esperando el momento en que su marido se quedaba
insensible como un muerto a causa de la embriaguez, cargó con él sobre sus
espaldas, lo llevó al cementerio y allí lo dejó. Cuando juzgó que ya se le
había pasado la mona, volvió y llamó a la puerta del cementerio.
-¿Quién llama ahí?-dijo el borracho.
-Soy
yo, que traigo la comida a los muertos - contestó la mujer.
-No me traigas comida;
prefiero que me traigas de beber -
replicó el borracho.
Y la mujer, golpeándose el pecho, exclamó:prefiero que me traigas de beber -
replicó el borracho.
-¡Qué
desdichada soy! Ni siquiera mi treta ha hecho sobre ti el menor efecto, marido
mío, pues no sólo no te has corregido, sino que te has agravado, convirtiéndose
tu vicio en una segunda naturaleza.
No
dejes que una conducta equivocada domine tu vida. Pon tu razón sobre la
equivocación.
168 – La vieja y el médico.
Una vieja enferma de la vista llamó con la
promesa de pagarle, a un médico. Este se presentó en su casa, y cada vez que le
aplicaba el ungüento no dejaba, mientras la vieja tenía los ojos cerrados, de
robarle los muebles poco a poco.
Cuando ya no quedaba nada, terminó
también la cura,
y el médico reclamó el salario convenido. Se negó a pagar
la vieja, y aquél la llevó ante los jueces. La vieja declaró que,
en efecto, le había prometido el pago si le curaba la vista,
pero que su estado, después de la cura del médico
había empeorado.
y el médico reclamó el salario convenido. Se negó a pagar
la vieja, y aquél la llevó ante los jueces. La vieja declaró que,
en efecto, le había prometido el pago si le curaba la vista,
pero que su estado, después de la cura del médico
había empeorado.
-Porque
antes - dijo - veía todos los muebles que
había en mi casa, y ahora no veo ninguno.
había en mi casa, y ahora no veo ninguno.
A
los malvados, sus mismos actos los delatan.
169 – La viuda y las criadas.
Una viuda muy laboriosa tenía unas jóvenes
criadas a las
que despertaba por la noche al canto del gallo para
empezar el trabajo. Ellas, extenuadas siempre de fatiga,
resolvieron matar el gallo de la casa por ser él a sus ojos
el causante de su desgracia, puesto que despertaba a su
señora antes de que abriese el día.
que despertaba por la noche al canto del gallo para
empezar el trabajo. Ellas, extenuadas siempre de fatiga,
resolvieron matar el gallo de la casa por ser él a sus ojos
el causante de su desgracia, puesto que despertaba a su
señora antes de que abriese el día.
Mas
ejecutado el propósito se encontraron con que habían agravado su mal, porque su
señora, no teniendo el gallo que le indicaba la hora, las hacía levantar antes
para ir al trabajo.
Nunca
creas que la causa de tus problemas es lo que primero se atraviesa ante tus
ojos. Piensa en qué sucedería si eliminas lo que estás viendo como posible
causa.
170 – El adivino.
Instalado en la plaza pública, un adivino se entregaba
a su oficio. De repente se le acercó un quídam, anunciándole que las puertas de
su casa estaban abiertas y que habían robado todo lo que
había en su interior.
había en su interior.
Se
levantó de un salto y corrió, desencajado y suspirando, para ver lo que había
sucedido. Uno de los que allí se encontraban, viéndole correr, le dijo:
-Oye, amigo: tú que te picas de prever lo que ocurrirá
a los otros, ¿por qué no has previsto lo que te sucedería a ti?
Siempre
hay personas que pretenden dirigir lo que no les corresponde, pero no pueden
manejar sus propios asuntos.
171 – El apicultor.
Un ladrón se introdujo en casa de un apicultor durante
su ausencia, robando miel y panales. A su regreso, el apicultor, viendo vacías
las colmenas, se detuvo a examinarlas.
En esto, las abejas, volviendo de libar y encontrándole allí, le picaron
con sus aguijones y le maltrataron horriblemente.
-iMalditos bichos -les dijo el apicultor-, dejaron marchar
sin castigo al que les había robado los panales, y a mí que
les cuido con cariño, me hieren de un modo implacable!
sin castigo al que les había robado los panales, y a mí que
les cuido con cariño, me hieren de un modo implacable!
Muchas
veces sucede que vemos con desconfianza a nuestros amigos, pero por ignorancia
le tendemos la mano a quien es nuestro enemigo.
172 – El astrónomo.
Tenía un astrónomo la costumbre de pasear todas las
noches estudiando los astros. Un día que vagaba por las afueras de la ciudad,
absorto en la contemplación del cielo, cayó inopinadamente en un pozo.
Estando
lamentándose y dando voces, acertó a pasar
un hombre, que oyendo sus lamentos se le acercó para
saber su motivo; enterado de lo sucedido, dijo:
un hombre, que oyendo sus lamentos se le acercó para
saber su motivo; enterado de lo sucedido, dijo:
-¡Amigo mío! ¿quieres ver lo que hay en el cielo y
no ves lo que hay en la tierra?
no ves lo que hay en la tierra?
Está
bien mirar y conocer a nuestro alrededor, pero antes hay que saber donde se
está parado.
173 – El semidiós.
Un hombre tenía en su casa un semidiós, al
que ofrecía ricos sacrificios.
Como no cesaba de gastar en estos
sacrificios sumas considerables, el semidiós se le apareció por la noche y le
dijo:
-Amigo mío, deja ya de dilapidar tu
riqueza, porque si te gastas todo y luego te ves pobre, me echarás a mí la
culpa.
Si
gastas tus riquezas en cosas innecesarias, no le eches luego la culpa de tus
problemas a nadie más.
174 – Los dos enemigos.
Dos hombres que se odiaban entre sí
navegaban en la misma nave, uno sentado en la proa y otro en la popa.
Surgió una tempestad, y hallándose el
barco a punto de hundirse, el hombre que estaba en la popa preguntó al piloto
que cuál era la parte de la nave que se hundiría primero.
-La proa - dijo el piloto.
-Entonces repuso este hombre - no espero
la muerte con tristeza, porque veré a mi enemigo morir antes que yo.
Muy
mezquina actitud es preferir ver sufrir a los enemigos que inquietarse por el
daño que irremediablemente se está a punto de recibir.
175 – El anciano y la muerte.
Un día un anciano, después de cortar leña, la cargó a
su espalda. Largo era el camino que le quedaba.
Fatigado por la marcha, soltó la carga y llamó a la
Muerte. Esta se presentó y le preguntó por qué la llamaba; contestó el viejo:
-Para que me ayudes a cargar la leña...
Por
lo general, el impulso por la vida es más fuerte que su propio dolor.
176 – El bandido y la morera.
Un bandido que había asesinado a un
hombre en un camino, al verse perseguido por los que allí se encontraban,
abandonó a su víctima ensangrentada y huyó.
Pero viéndole unos viajeros que venían en
sentido contrario,
le preguntaron por qué llevaba las manos tintas; a lo que
respondió que acababa de descender de una morera.
Entretanto llegaron sus perseguidores, se apoderaron de
él y le colgaron en la morera. Y el árbol dijo:
le preguntaron por qué llevaba las manos tintas; a lo que
respondió que acababa de descender de una morera.
Entretanto llegaron sus perseguidores, se apoderaron de
él y le colgaron en la morera. Y el árbol dijo:
-No
me molesta servir para tu suplicio, puesto que eres
tú quien ha cometido el crimen, limpiando en mí la sangre.
tú quien ha cometido el crimen, limpiando en mí la sangre.
A
menudo ocurre que personas bondadosas, al verse denigrados por los malvados, no
tienen duda en mostrarse también malvados contra ellos.
177 – El cazador miedoso y el leñador.
Buscando un cazador la pista de
un león, preguntó a un leñador si había visto los pasos de la fiera y dónde
tenía su cubil.
-Te señalaré el león mismo. -dijo el leñador.
-No, no busco el león, sino sólo la pista-
repuso el cazador pálido de miedo
y castañeteando los dientes.
repuso el cazador pálido de miedo
y castañeteando los dientes.
Si
quieres ser atrevido en las palabras, con más razón debes ser valiente con los
actos.
178 – El cazador de pájaros y el aspid.
Un cazador de pájaros cogió la liga y
las ramitas
untadas y partió para la caza. En el camino vio a un
tordo encaramado en un árbol elevado y se propuso cazarlo,
para lo cual ajustó las varitas como suelen hacerlo y, mirando fijamente, concentró en el aire toda su atención.
untadas y partió para la caza. En el camino vio a un
tordo encaramado en un árbol elevado y se propuso cazarlo,
para lo cual ajustó las varitas como suelen hacerlo y, mirando fijamente, concentró en el aire toda su atención.
Mientras alzaba la cabeza, no advirtió que
pisaba un áspid dormido, el cual, revolviéndose, le mordió. Y el cazador,
sintiéndose morir, exclamó para sí:
- ¡Desdichado! Quise atrapar una presa,
y no advertí que
yo mismo me convertía en presa de la muerte.
yo mismo me convertía en presa de la muerte.
Cuando
pensamos en dañar a nuestro prójimo, no nos damos cuenta de nuestra propia
desgracia.
179 – El enfermo y su doctor.
Habiéndole preguntado un médico a un
enfermo por su estado, contestó el enfermo que había sudado más que de
costumbre.
-Eso va bien dijo el médico.
-Eso va bien dijo el médico.
Interrogado una segunda vez sobre su
salud, contestó el enfermo que temblaba y sentía fuertes escalofríos.
-Eso va bien -dijo el médico.
-Eso va bien -dijo el médico.
Vino a verle el médico por tercera vez y
le preguntó por su enfermedad. Contestó el enfermo que había tenido diarrea.
-Eso va bien -dijo el médico, y se marchó.
-Eso va bien -dijo el médico, y se marchó.
Vino un pariente a ver al enfermo y le
preguntó que cómo iba.
-Me muero -contesto- a fuerza de ir bien.
-Me muero -contesto- a fuerza de ir bien.
Por
lo general, quienes nos rodean nos juzgan por las apariencias y nos consideran
felices por cosas que en realidad nos producen profundo dolor.
180 – El médico ignorante.
Un médico ignorante trataba a un enfermo; los demás
médicos habían asegurado que, aunque no estaba en peligro, su mal sería de
larga duración; únicamente el médico ignorante le dijo que tomara todas sus
disposiciones porque no pasaría del día siguiente.
Al cabo de algún tiempo, el enfermo se levantó y
salió, pálido y caminando con dificultad. Nuestro médico le encontró y le dijo:
-¿Cómo
están, amigos, los habitantes del infierno?
- Tranquilos - contestó -, porque han bebido el agua
del Lecteo. Pero últimamente Hades y la Muerte proferían terribles amenazas
contra los médicos porque no dejan morir a los enfermos, y a todos los
apuntaban en su libro. Iban a apuntarte a ti también, pero yo me arrojé a sus
pies jurándoles que no eras un verdadero médico y diciendo que te habían
acusado sin motivo.
Ten
cuidado con los que pretenden arreglar tus problemas sin tener preparación para
ello.
181 – El eunuco y el sacerdote.
Un
eunuco fue en busca de un sacerdote y le pidió que hiciera un sacrificio en su
favor a fin de que pudiera ser padre.
Y el sacrificador le dijo:
Observando
el sacrificio, pido que tú seas padre; pero viendo tu persona, ni siquiera me
pareces un hombre.
No
debemos pretender lo que bien sabemos que no estamos en condiciones de obtener.
182 – El hombre y el león de oro.
Un avaro que también era de ánimo apocado
encontró un león de oro, y púsose a decir:
-¿Qué
hacer en este trance? El espanto paraliza mi razón; el ansia de riqueza por un
lado y el miedo por otro me desgarran. ¿Qué azar o qué dios ha hecho un león de
oro? Lo que me sucede llena mi alma de turbación; quiero el oro, y temo la obra
hecha con oro; el deseo me empuja a cogerlo, y mi natural a dejarlo.
¡Oh fortuna que ofrece y que no permite
tomar! ¡Oh tesoro que no da placer! ¡Oh favor de un dios que es un suplicio!
¿Qué haré para que venga a mis manos? Volveré con mis esclavos para coger el
león con esta tropa de amigos, mientras yo miro desde lejos.
No
es correcto acaparar riquezas para no usarlas nosotros ni dejarlas usar a los
demás. Aprovechémoslas para ponerlas al servicio de todos, incluidos nosotros
mismos.
183 – El hombre y el león viajeros.
En cierta ocasión viajaban juntos un
hombre y un león. Iban disputando que quién era más, cuando al pie del camino
encontraron una estela de piedra que representaba a un hombre estrangulando a
un león.
-Ahí ves cómo somos más fuertes que
vosotros dijo el hombre enseñándosela al león.
-Si los leones supieran esculpir -
respondió el león con una sonrisa-, verías a muchos más hombres entre las
garras del león.
No
nos jactemos con palabras vanas de lo que la experiencia desmiente con
claridad.
184 – El hombre y el sátiro.
Se dice que en otro tiempo un hombre concertó un pacto
de amistad con un sátiro. Llegó el invierno y con él el frío;
el hombre arrimaba las manos a la boca y soplaba
en ellas. Le preguntó el sátiro por qué lo hacía.
Repuso que se calentaba la mano a causa del frío
de amistad con un sátiro. Llegó el invierno y con él el frío;
el hombre arrimaba las manos a la boca y soplaba
en ellas. Le preguntó el sátiro por qué lo hacía.
Repuso que se calentaba la mano a causa del frío
Se
sirvieron luego la comida y los alimentos estaban muy calientes, y el hombre,
cogiéndolos a trocitos, los acercaba a la boca y soplaba en ellos. Le preguntó
otra vez el sátiro por qué lo hacia. Contestó que enfriaba la comida porque
estaba muy caliente.
-¡Pues escucha-exclamó el sátiro, renuncio a tu
amistad
porque lo mismo soplas con la boca lo que está frío
que lo que está caliente!
porque lo mismo soplas con la boca lo que está frío
que lo que está caliente!
No
nos confundamos con aquellos que nos presentan o aparentan incertidumbre en sus
actos.
185 – El hombre y la estatua.
Un
pobre tenía una estatuita de un dios, al que
suplicaba que le diera la fortuna; pero como su
miseria no hacía más que aumentar, se enojó, y
cogiendo al dios por un pie, le golpeó contra la
pared. Rompióse la cabeza del dios, desparramando
monedas de oro. El hombre las recogió y exclamó:
suplicaba que le diera la fortuna; pero como su
miseria no hacía más que aumentar, se enojó, y
cogiendo al dios por un pie, le golpeó contra la
pared. Rompióse la cabeza del dios, desparramando
monedas de oro. El hombre las recogió y exclamó:
-Por lo que veo, tienes las ideas al revés, además de
ser un ingrato, porque cuando te adoraba, no me has
ayudado, y ahora que acabo de tirarte, me contestas
colmándome de riqueza.
ser un ingrato, porque cuando te adoraba, no me has
ayudado, y ahora que acabo de tirarte, me contestas
colmándome de riqueza.
Nada
ganamos elogiando a los ingratos o malvados, más se consigue castigándolos.
186 – El estómago y los pies.
El estómago y los pies discutían sobre su
fuerza.
Los pies repetían a cada momento que su
fuerza era de tal modo superior, que incluso llevaban al estómago.
A lo que éste respondió:-Amigos míos, si
yo no
les diera el alimento, no me podrían llevar.
les diera el alimento, no me podrían llevar.
Veamos
siempre con atención dónde se inicia realmente la cadena de sucesos. Demos el
mérito a quien realmente es la base de lo que juzgamos.
187 – El médico y el paciente que murió.
Un médico tenía en tratamiento a un
enfermo.
Este murió, y el médico decía a las
personas del acompañamiento:
-Si este hombre se hubiera abstenido del
vino y se hubiese puesto lavativas, no hubiera muerto.
Las
correcciones debemos hacerlas siempre en el momento oportuno y no dejarlas sólo
para mencionarlas cuando ya es tarde.
188 – El náufrago y el mar.
Arrojado
un náufrago en la orilla, se durmió de fatiga; mas no tardó en despertarse, y
al ver al mar, le recriminó por seducir a los hombres con su apariencia
tranquila para luego, una vez que los ha embarcado sobre sus aguas, enfurecerse
y hacerles perecer.
Tomó el mar la forma de una mujer y le dijo:
-No
es a mí sino a los vientos a quienes debes dirigir tus reproches, amigo mío;
porque yo soy tal como me ves ahora! y son los vientos los que, lanzándose
sobre mí de repente, me encrespan y enfurecen.
Nunca
hagamos responsable de una injusticia a su ejecutor cuando actúa por orden de
otros, sino a quienes tienen autoridad sobre él.
189 – Los ladrones y el gallo.
Entraron unos ladrones en una casa y
sólo encontraron
un gallo; se apoderaron de él y se marcharon.
un gallo; se apoderaron de él y se marcharon.
A punto de ser inmolado por los ladrones,
les rogó el gallo que le perdonaran alegando que era útil a los hombres,
despertándolos por la noche para ir a sus trabajos.
-Mayor
razón para matarte, exclamaron los ladrones-, puesto que despertando a los
hombres nos impides robar.
Nada
hay que aterrorice más a los malvados que todo aquello que es útil para los
honrados.
190 – Los leñadores y el pino.
Rendían
unos hacheros un pino y lo hacían con gran facilidad gracias a las cuñas que
habían fabricado con su propia madera.
Y el pino les dijo:
-No odio tanto al hacha que me corta como a
las cuñas nacidas de mí mismo.
las cuñas nacidas de mí mismo.
Es
más duro el sufrimiento del daño que nace de uno mismo que del que proviene de
afuera.
191 – Los hijos desunidos del labrador.
Los hijos de un labrador vivían en
discordia y desunión. Sus exhortaciones eran inútiles para hacerles mudar de
sentimientos, por lo cual resolvió darles una lección con la experiencia.
Les llamó y les dijo que le llevaran una
gavilla de varas. Cumplida la orden, les dio las varas en haz y les dijo que
las rompieran; mas a pesar de todos sus esfuerzos, no lo consiguieron. Entonces
deshizo el haz y les dio las varas una a una; los hijos las rompieron
fácilmente.
- ¡Ahí tienen! les dijo el padre-. Si
también ustedes, hijos míos, permanecen unidos, serán invencibles ante sus
enemigos; pero estando divididos serán vencidos uno a uno con facilidad.
Nunca
olvides que en la unión se encuentra la fortaleza.
192 – El carnicero y los dos jóvenes.
Hallábanse
dos jóvenes comprando carne en el mismo establecimiento. Viendo ocupado al
carnicero en otro sitio, uno de los muchachos robó unos restos y los arrojó en
el bolsillo del otro.
Al volverse el carnicero y notar la falta de los
trozos,
acusó a los dos muchachos.
acusó a los dos muchachos.
Pero
el que los había cogido juró que no los tenía, y el que los tenía juró que no
los había cogido. Comprendiendo su argucia, les dijo el carnicero:
-Podéis escapar de mí por un falso juramento,
pero no escaparéis ante los dioses.
pero no escaparéis ante los dioses.
Los
falsos juramentos no dejan de serlo aunque se disfracen de verdad.
193 – Los pescadores y las piedras.
Tiraban unos pescadores de una red y como
la sentían muy cargada, bailaban y gritaban de contento, creyendo que habían
hecho una buena pesca. Arrastrada la red a la playa, en lugar de peces sólo
encontraron piedras y otros objetos, con lo que fue muy grande su contrariedad,
no tanto por la rabia de su chasco, como por haber esperado otra cosa.
Uno de los pescadores, el más viejo,
dijo a sus compañeros:
-Basta de afligirse, muchachos, puesto
que según parece la alegría tiene por hermana la tristeza; después de habernos
alegrado
tanto antes de tiempo, era natural que tropezásemos
con alguna contrariedad.
tanto antes de tiempo, era natural que tropezásemos
con alguna contrariedad.
Es
rutina de la vida que a buenos tiempos siguen unos malos y a los malos tiempos
le suceden otros buenos. Estemos siempre preparados a estos inesperados
cambios.
194 – El pescador y los peces pequeños y
grandes.
Un pescador al tirar de la red sacó a
tierra los peces grandes, pero no a los pequeños que se le escaparon al mar
escurriéndose entre las mallas.
Las
personas de poca importancia pueden pasar desapercibidas sin problema, pero las
de mucha fama no se escapan del juicio de sus semejantes.
195 – El pescador y el pececillo.
Un pescador, después de lanzar al mar su red, sólo
cogió un pececillo. Suplicó éste al pescador que le dejara por el momento en
gracia de su pequeñez.
-
Cuando sea mayor, podrás pescarme de nuevo, y entonces seré para ti de más
provecho -, terminó el pececillo.
-¡Hombre-replicó el pescador-, bien tonto sería
soltando la presa que tengo en la mano para contar con la presa futura,
por grande que sea!
por grande que sea!
Más
vale una moneda en la mano, que un tesoro en el fondo del mar.
Un pescador que también tocaba hábilmente
la flauta,
cogió juntas sus flautas y sus redes para ir al mar;
y sentado en una roca saliente, púsose a tocar la flauta,
esperando que los peces, atraídos por sus dulces sones,
saltarían del agua para ir hacia él
cogió juntas sus flautas y sus redes para ir al mar;
y sentado en una roca saliente, púsose a tocar la flauta,
esperando que los peces, atraídos por sus dulces sones,
saltarían del agua para ir hacia él
Mas cansado al cabo de su esfuerzo en
vano, dejó la flauta a su lado, lanzó la red al agua y cogió buen número de
peces. Viéndoles brincar en la orilla después de sacarlos de la red, exclamó el
pescador flautista:
-¡Malditos animales: cuando tocaba la
flauta no
tenían ganas de bailar, y ahora que no lo hago
parece que les dan cuerda!
tenían ganas de bailar, y ahora que no lo hago
parece que les dan cuerda!
Muchas
veces no actuamos de acuerdo a las circunstancias que nos rodean, sino
desatiempados o desubicados. Procuremos siempre estar bien situados.
197 – El pescador y el río revuelto.
Pescaba un pescador en un río, atravesándolo con su
red de una a otra orilla; luego, con una piedra atada al extremo de una cuerda
de lino, agitaba el agua para que los peces, aturdidos, cayeran
al huir entre las mallas de la red.
al huir entre las mallas de la red.
Lo vio proceder así un vecino y le reprochó el
revolver el río, obligándoles a beber el agua turbia; más él respondió:
-¡Si
no revuelvo el río, tendré que morirme de hambre!
Igual
sucede con las naciones: entre más discordia siembren los agitadores entre la
gente, mayor será el provecho que obtendrán. Forma siempre tu propia opinión y
no vayas a donde te quieran empujar otros sin que lo hayas razonado.
198 – El tocador de cítara.
Un tocador de cítara sin talento cantaba
desde la mañana a la noche en una casa con las paredes muy bien estucadas.
Como las paredes le devolvían el eco, se
imaginó que tenía
una voz magnífica, y tanto se lo creyó, que resolvió presentarse
en el teatro; pero una vez en la escena cantó tan mal, que lo arrojaron a pedradas.
una voz magnífica, y tanto se lo creyó, que resolvió presentarse
en el teatro; pero una vez en la escena cantó tan mal, que lo arrojaron a pedradas.
No
seamos nosotros jueces de nosotros mismos, no vaya a ser que nuestra
parcialidad nos arruine.
199 – El orador Demades.
El orador Demades hablaba un día a los
ciudadanos de Atenas, mas como no prestaban mucha atención a su discurso, pidió
que le permitieran contar una fábula de Esopo. Concedida la demanda, empezó de
este modo:
-Demeter, la golondrina y la anguila
viajaban juntas un día; llegaron a la orilla de un río; la golondrina se elevó
en el aire, la anguila desapareció en las aguas.. -y aquí se detuvo el orador.
-Y ¿Demeter..?-le gritaron-. ¿Qué
hizo...?
-Demeter montó en cólera contra vosotros-
replicó, porque descuidáis los asuntos de Estado para entreteneros con las
fábulas de Esopo.
fábulas de Esopo.
Eso
sucede entre la gente: prefieren darle atención únicamente al placer dejando de
lado las cosas realmente necesarias. Cuidémonos de no caer en ese error.
Compartamos equilibradamente el deber y el placer.
200 – Bóreas y el sol.
Bóreas y el Sol disputaban sobre sus poderes, y
decidieron conceder la palma al que despojara a un viajero de sus vestidos.
Bóreas
empezó de primero, soplando con violencia; y apretó el hombre contra sí sus
ropas, Bóreas asaltó entonces con más fuerza; pero el hombre, molesto por el
frío, se colocó otro vestido. Bóreas, vencido, se lo entregó al Sol.
Este empezó a iluminar suavemente, y el hombre se
despojó de su segundo vestido; luego lentamente le envió el Sol sus rayos más
ardientes, hasta que el hombre, no pudiendo resistir más el calor, se quitó sus
ropas para ir a bañarse en el río vecino.
Es
mucho más poderosa una suave persuasión que un acto de violencia.
201 – Los viandantes y el cuervo.
Viajaban
unas gentes para cierto asunto,
cuando encontraron a un cuervo que había perdido un ojo.
cuando encontraron a un cuervo que había perdido un ojo.
Volvieron hacia el cuervo sus miradas, y uno de los
viandantes aconsejó el regreso, pues en su opinión hacerlo era lo que
aconsejaba el presagio. Pero otro de los caminantes tomó la palabra y dijo:
-¿Cómo podría este cuervo predecirnos el Futuro si él
mismo
no ha podido prever, para evitarlo, la pérdida de su ojo?
no ha podido prever, para evitarlo, la pérdida de su ojo?
Quien no puede cuidar de sí mismo,
menos indicado está para aconsejar al prójimo.
202 – Los viandantes y el hacha.
Caminaban dos hombres en compañía.
Habiendo encontrado uno de ellos un hacha, el otro dijo:
-Hemos encontrado un hacha.
-No digas -repuso el primero-
"hemos encontrado",
sino: "has encontrado".
"hemos encontrado",
sino: "has encontrado".
Instantes
después fueron alcanzados por el hombre que había perdido el hacha; y el que la
llevaba, al verse perdido,
dijo a su compañero:
dijo a su compañero:
-Estamos perdidos.
-No digas -replicó éste- "estamos
perdidos",
sino: "estoy perdido", porque cuando encontraste
el hacha no me has admitido como parte en tu hallazgo.
sino: "estoy perdido", porque cuando encontraste
el hacha no me has admitido como parte en tu hallazgo.
Si no estamos dispuestos a compartir
nuestros éxitos, tampoco esperemos que nos soporten en la desgracia.
203 – Los viandantes y el oso.
Marchaban dos amigos por el mismo camino.
De repente se les apareció un oso.
Uno se subió rápidamente a un árbol
ocultándose en él; el otro, a punto de ser atrapado, se tiró al suelo,
fingiéndose muerto.
Acercó el oso su hocico, oliéndole por
todas partes, pero el hombre contenía su respiración, por que se dice que el
oso no toca a un cadáver.
Cuando se hubo alejado el oso, el hombre
escondido en el árbol bajó de éste y preguntó a su compañero qué le había dicho
el oso al oído.
-Que no viaje en el futuro con amigos que
huyen ante el peligro- le respondió.
La verdadera amistad se comprueba en los
momentos de peligro.
204 – Los sacerdotes de Cibeles.
Unos sacerdotes de Cibeles tenían un asno
al que cargaban con sus bultos cuando se ponían en viaje.
Un día por fatiga se murió el asno, y
desollándolo, hicieron con su piel unos tambores, de los cuales se sirvieron.
Habiéndoles encontrado otros sacerdotes de Cibeles,
les preguntaron que dónde estaba su asno.
-Muerto - les dijeron -; pero recibe más
golpes ahora que los que recibió en su vida.
Mucha
gente dice haberse retirado de su hábito, pero no se da cuenta de que su hábito
no se retiró nunca de él.
205 – El jardinero y el perro.
El perro de un jardinero había caído en un pozo.
El jardinero, por salvarle, descendió también.
Creyendo el perro que bajaba para hundirlo más todavía, se volvió y le mordió.
El
jardinero, sufriendo con la herida, volvió a salir del pozo, diciendo:
-Me está muy bien empleado; ¿quién me llamaba para
salvar a un animal que quería suicidarse?
salvar a un animal que quería suicidarse?
Cuando
te veas en peligro o necesidad, no maltrates la mano de quien viene en tu
ayuda.
206 – El jardinero y las hortalizas.
Un hombre se detuvo cerca de un jardinero que
trabajaba con sus legumbres, preguntándole por qué las legumbres silvestres
crecían lozanas y vigorosas, y las cultivadas flojas y desnutridas.
-Porque la tierra-repuso el jardinero-, para unos es
dedicada madre y para otros descuidada madrastra.
Del
interés que se ponga en un asunto, así se desarrollará y así será el fruto que
se recoja.
207 – Diógenes de viaje.
Yendo de viaje, Diógenes el cínico llegó
a la orilla de un
río torrencial y se detuvo perplejo. Un hombre acostumbrado
a hacer pasar a la gente el río, viéndole indeciso, se acercó
a Diógenes, lo subió sobre sus hombros y lo pasó
complaciente a la otra orilla.
río torrencial y se detuvo perplejo. Un hombre acostumbrado
a hacer pasar a la gente el río, viéndole indeciso, se acercó
a Diógenes, lo subió sobre sus hombros y lo pasó
complaciente a la otra orilla.
Quedó allí Diógenes, reprochándose su
pobreza que le
impedía pagar a su bienhechor. Y estando pensando en
ello advirtió que el hombre, viendo a otro viajero que
tampoco podía pasar el río, fue a buscarlo y lo transportó
igualmente. Entonces Diógenes se acercó al hombre y le dijo:
impedía pagar a su bienhechor. Y estando pensando en
ello advirtió que el hombre, viendo a otro viajero que
tampoco podía pasar el río, fue a buscarlo y lo transportó
igualmente. Entonces Diógenes se acercó al hombre y le dijo:
-No tengo que agradecerte ya tu servicio, pues veo
que no lo haces por razonamiento, sino por manía.
que no lo haces por razonamiento, sino por manía.
Cuando
servimos por igual a personas de buen agradecimiento, así como a personas
desagradecidas, sin duda que nos calificarán, no como buena gente, sino como
ingenuos o tontos. Pero no debemos desanimarnos por ello, tarde o temprano, el
bien paga siempre con creces.
208 – Diógenes y elcalvo.
Diógenes, el filósofo cínico, insultado
por un hombre que era calvo, replicó:
-¡Los dioses me libren de responderte con
insultos! ¡Al contrario, alabo los cabellos que han abandonado ese cráneo
pelado!
Si
regalamos un insulto, no esperemos de regreso un regalo menor.
209 – El labrador y el águila
Encontró
un labrador un águila presa en su cepo, y, seducido por su belleza, la soltó y
le dio la libertad.
El águila, que no fue ingrata con su bienhechor,
viéndole
sentado al pie de un muro que amenazaba derrumbarse,
voló hasta él y le arrebató con sus garras la cinta con que
se ceñía su cabeza.
sentado al pie de un muro que amenazaba derrumbarse,
voló hasta él y le arrebató con sus garras la cinta con que
se ceñía su cabeza.
Se levantó el hombre para perseguirla. El águila dejó
caer
la cinta; la tomó el labriego, y al volver sobre sus pasos
halló desplomado el muro en el lugar donde antes
estaba sentado, quedando muy sorprendido y
agradecido de haber sido pagado así por el águila.
la cinta; la tomó el labriego, y al volver sobre sus pasos
halló desplomado el muro en el lugar donde antes
estaba sentado, quedando muy sorprendido y
agradecido de haber sido pagado así por el águila.
Siempre debemos ser agradecidos con
nuestros bienhechores y agradecer un favor con otro.
210 – El labrador y el árbol.
En el campo de un labriego había un árbol estéril que
únicamente servía de refugio a los gorriones y a las
cigarras ruidosas.
únicamente servía de refugio a los gorriones y a las
cigarras ruidosas.
El
labrador, viendo su esterilidad, se dispuso a abatirlo y descargó contra él su hacha.
Suplicáronle los gorriones y las cigarras que no
abatiera
su asilo, para que en él pudieran cantar y agradarle a él mismo.
Más sin hacerles caso, le asestó un segundo golpe, luego un tercero.
su asilo, para que en él pudieran cantar y agradarle a él mismo.
Más sin hacerles caso, le asestó un segundo golpe, luego un tercero.
Rajado
el árbol, vio un panal de abejas y probó y gustó su miel, con lo que arrojó el
hacha, honrando y cuidando desde entonces el árbol con gran esmero, como si
fuera sagrado.
Mucha gente hay que hace un bien sólo si de
él recoge beneficio, no por amor y respeto a lo que es justo. Haz el bien por
el bien mismo, no porque de él vayas a sacar provecho.
211 – El labrador y la fortuna.
Removiendo un labrador con su pala el suelo, encontró
un paquete de oro. Todos los días, pues, ofrendaba a la Tierra un presente,
creyendo que era a ésta a quien le debía tan gran favor.
Pero se le apareció la Fortuna y le dijo:
- oye, amigo: ¿por qué agradeces a la Tierra los dones que yo te he dado para enriquecerte? Si los tiempos cambian y el oro pasa a otras manos, entonces echarás la culpa a la Fortuna.
- oye, amigo: ¿por qué agradeces a la Tierra los dones que yo te he dado para enriquecerte? Si los tiempos cambian y el oro pasa a otras manos, entonces echarás la culpa a la Fortuna.
Cuando
recibamos un beneficio, veamos bien de donde proviene antes de juzgar
indebidamente.
212 – El labrador y la serpiente.
Una serpiente se acercó arrastrándose a
donde
estaba el hijo de un labrador, y lo mató.
estaba el hijo de un labrador, y lo mató.
Sintió el labrador un dolor terrible y,
cogiendo un hacha, se puso al acecho junto al nido de la serpiente, dispuesto a
matarla tan pronto como saliera.
Asomó la serpiente la cabeza y el
labrador abatió su hacha,
pero falló el golpe, partiendo en dos a la vecina piedra.
pero falló el golpe, partiendo en dos a la vecina piedra.
Temiendo después la venganza de la
serpiente, dispúsose a reconciliarse con ella; más ésta repuso:
-Ni yo puedo alimentar hacia ti buenos
sentimientos
viendo el hachazo de la piedra, ni tú hacia mí
contemplando la tumba de tu hijo.
viendo el hachazo de la piedra, ni tú hacia mí
contemplando la tumba de tu hijo.
No
es tarea fácil deshacer grandes odios.
213 – El labrador y la víbora.
Llegado el invierno, un labrador encontró una víbora
helada de frío. Apiadado de ella, la recogió y la guardó en
su pecho. Reanimada por el calor, la víbora, recobró sus
sentidos y mató a su bienhechor, el cual, sintiéndose
morir, exclamó:
helada de frío. Apiadado de ella, la recogió y la guardó en
su pecho. Reanimada por el calor, la víbora, recobró sus
sentidos y mató a su bienhechor, el cual, sintiéndose
morir, exclamó:
-¡Bien me lo merezco por haberme
compadecido de un ser malvado!
No
te confíes del malvado, creyendo que haciéndole un favor vas a cambiarle su
naturaleza.
214 – El labrador y los perros.
Aprisionó el mal tiempo a un labrador en
su cuadra.
No pudiendo salir para buscar comida, empezó por
devorar
a sus carneros; luego, como el mal tiempo seguía,
comió también a las cabras; y en fin, como
no paraba el temporal, acabó con sus propios bueyes.
Viendo entonces los perros lo que pasaba se dijeron entre ellos:
a sus carneros; luego, como el mal tiempo seguía,
comió también a las cabras; y en fin, como
no paraba el temporal, acabó con sus propios bueyes.
Viendo entonces los perros lo que pasaba se dijeron entre ellos:
-Larguémonos de aquí, pues, si el amo ha
sacrificado los bueyes que trabajan con él, ¿cómo nos perdonaría a nosotros?
Cuídate muy en especial de aquellos que no
temen en maltratar a sus mejores amigos.
215 – El labrador y sus hijos.
A punto de acabar su vida, quiso un
labrador dejar experimentados a sus hijos en la agricultura.
Así, les llamó y les dijo:
-Hijos míos: voy a dejar este mundo; buscad lo que he escondido en la viña, y lo hallaréis todo.
-Hijos míos: voy a dejar este mundo; buscad lo que he escondido en la viña, y lo hallaréis todo.
Creyendo sus descendientes que había
enterrado un tesoro, después de la muerte de su padre, con gran afán removieron
profundamente el suelo de la viña.
Tesoro no hallaron ninguno, pero la
viña, tan bien removida
quedó, que multiplicó su fruto.
quedó, que multiplicó su fruto.
El
mejor tesoro siempre lo encontrarás en el trabajo adecuado.
216 – Hércules y Atenea.
Avanzaba Hércules a lo largo de un estrecho camino.
Vio por tierra un objeto parecido a una
manzana e intentó aplastarlo. El objeto duplicó su volumen. Al ver esto,
Hércules lo pisó con más violencia todavía, golpeándole además con su maza.
Pero el objeto siguió creciendo, cerrando con su gran volumen el camino. El
héroe lanzó entonces su maza, y quedó plantado presa del mayor asombro.
En esto se le apareció Atenea y de dijo:
-Escucha, hermano; este objeto es el
espíritu de la disputa y de la discordia; si se le deja tranquilo, permanece
como estaba al principio; pero si se le toca, ¡mira cómo crece!
La
disputa y la discordia son causa de grandes males a la humanidad. Nunca las
estimules.
217 – Hércules y Plutón.
Recibido
Hércules entre los dioses y admitido a la mesa de Zeus, saludaba con mucha
cortesía a cada uno de los dioses.
Llegó Plutón de último, y Hércules, bajando la vista
al suelo,
se alejó de él.
se alejó de él.
Sorprendido Zeus por su actitud, le preguntó por qué
apartaba los ojos de Plutón después de haber saludado
tan amablemente a todos los otros dioses.
apartaba los ojos de Plutón después de haber saludado
tan amablemente a todos los otros dioses.
-Porque,
-contestó Hércules- en los tiempos en que yo me encontraba entre los hombres,
casi siempre le veía en compañía de los bribones; por eso aparto la mirada de
él.
No
hagas amistad con quien conoces que no ha actuado correctamente.
218 – Hermes y el leñador.
Un leñador que a la orilla de un río
cortaba leña, perdió su hacha. Sin saber que hacer, se sentó llorando a la
orilla.
Compadecido Hermes de su tristeza, se arrojó al río y
volvió con un hacha de oro, preguntando si era esa la que había perdido. Le
contestó el leñador que no, y volvió Hermes a sumergirse, regresando con una de
plata. El leñador otra vez dijo que no era suya, por lo que Hermes se sumergió
de nuevo, volviendo con el hacha perdida. Entonces el hombre le dijo que sí era
esa la de él.
Hermes, seducido por su honradez, le dio
las tres hachas.
Al volver con sus compañeros, les contó
el leñador su aventura. Uno de ellos se propuso conseguir otro tanto. Dirigióse
a la orilla del río y lanzó su hacha en la corriente, sentándose luego a
llorar.
Entonces Hermes se le apareció también
y, sabiendo el motivo de su llanto, se arrojó al río y le presentó igualmente
un hacha de oro, preguntándole si era la que había perdido.
El bribón, muy contento exclamó:
El bribón, muy contento exclamó:
-¡Sí, ésa es!
Pero el dios horrorizado por su
desvergüenza, no sólo se quedó con el hacha de oro, sino que tampoco le
devolvió la suya.
La
divinidad no sólo ayuda a quien es honrado, sino que castiga a los deshonestos.
219 – La carreta de Hermes y los malvados.
Conducía Hermes un día por toda la tierra
una carreta cargada de mentiras, engaños y malas artes, distribuyendo en cada
país una pequeña cantidad de su cargamento.
Más al llegar al país de los malvados, los astutos y
los aprovechados, la carreta, según dicen, se atascó de pronto, y los
habitantes del país, como si se tratara de una carga preciosa, saquearon el
contenido de la carreta, sin dejar a Hermes seguir a los otros pueblos,
dejándose para ellos todo su contenido.
Por
eso los malvados, los astutos y los aprovechados son los mayores mentirosos de
la tierra.
220 – Hermes y el escultor.
Quiso
Hermes saber hasta dónde le estimaban los hombres, y, tomando la figura de un
mortal, se presentó en el taller de un escultor.
Viendo una estatua de Zeus, preguntó cuánto valía.
-Un dracma-le respondieron.
-Un dracma-le respondieron.
Sonrió y volvió a preguntar:
¿Y la estatua de Hera cuánto?
-Vale más-le dijeron.
¿Y la estatua de Hera cuánto?
-Vale más-le dijeron.
Viendo luego una estatua que le representaba a él
mismo,
pensó que, siendo al propio tiempo el mensajero de Zeus y
el dios de las ganancias, estaría muy considerado entre los hombres; por lo que preguntó su precio.
pensó que, siendo al propio tiempo el mensajero de Zeus y
el dios de las ganancias, estaría muy considerado entre los hombres; por lo que preguntó su precio.
El escultor contestó:
-No te costará nada. Si compras las otras dos, te regalaré ésta.
-No te costará nada. Si compras las otras dos, te regalaré ésta.
Nuestra
propia vanidad siempre nos lleva a pasar por terribles desilusiones.
221 – Hermes y la tierra.
Modeló Zeus al hombre y a la mujer y
encargó a Hermes que los bajara a la Tierra para enseñarles dónde tenían que
cavar el suelo a fin de procurarse alimentos.
Cumplió Hermes el encargo; la Tierra, al
principio, se resistió; pero Hermes insistió, diciendo que era una orden de
Zeus.
-Esta bien dijo la Tierra-; que caven
todo lo que quieran. ¡Ya me lo pagarán con sus lágrimas y lamentos!
No
hay frutos ni recompensa si no hay sacrificio y esfuerzo.
222 – Hermes y Tiresias.
Hermes quiso comprobar si el arte adivinatorio de
Tiresias
era verdadero; para lo cual le robó sus bueyes en el campo
y luego, bajo la figura de un mortal, se fue a la ciudad y
entró en la casa de Tiresias.
era verdadero; para lo cual le robó sus bueyes en el campo
y luego, bajo la figura de un mortal, se fue a la ciudad y
entró en la casa de Tiresias.
Cuando supo la pérdida de su yunta, Tiresias se trasladó
a las afueras con Hermes para observar un augurio en el vuelo de las aves, rogando a Hermes le dijera el pájaro que apareciese.
a las afueras con Hermes para observar un augurio en el vuelo de las aves, rogando a Hermes le dijera el pájaro que apareciese.
Hermes vio un águila que pasaba volando de izquierda
a derecha y se lo dijo. Respondió Tiresias que ese
pájaro no les importaba.
a derecha y se lo dijo. Respondió Tiresias que ese
pájaro no les importaba.
A
la segunda vez, vio el dios una corneja encaramada
en un árbol que ora alzaba los ojos al cielo, ora se inclinaba
hacia la Tierra, y así se lo dijo. Entonces el adivino contestó:
en un árbol que ora alzaba los ojos al cielo, ora se inclinaba
hacia la Tierra, y así se lo dijo. Entonces el adivino contestó:
-¡Esa corneja jura por el cielo y por la tierra que
depende
de ti que vuelva a encontrar mis bueyes!
de ti que vuelva a encontrar mis bueyes!
El
ladrón gusta volver a visitar el lugar de su robo.
223 – Zeus juez.
Decidió Zeus en pasados tiempos que Hermes grabase en
conchas las faltas de los hombres, depositando estas conchas
a su lado en un cofre para hacer justicia a cada uno.
conchas las faltas de los hombres, depositando estas conchas
a su lado en un cofre para hacer justicia a cada uno.
Pero las conchas se mezclaron unas con otras, y unas que llegaron
después que otras, pasaron antes por manos de Zeus para sufrir sus justas
sentencias.
Por eso no nos incomodemos cuando los
malhechores no reciben pronto su merecido castigo. Tarde o temprano les llegará
su turno.
224 – Zeus y Apolo.
Disputaban Zeus y Apolo sobre el tiro al
arco.
Tendió Apolo el suyo y disparó su flecha; pero Zeus
extendió la pierna tan lejos como había Apolo lanzado su flecha, haciendo ver
que no llegó más allá de donde se encontraba él.
Cuando
competimos con rivales mucho más poderosos, no sólo no los pasaremos, sino que
además se burlarán de nosotros.
225 – Zeus y el pudor.
Cuando
Zeus modeló al hombre, le dotó en el acto de todas las inclinaciones pero
olvidó dotarle del pudor.
No sabiendo por dónde introducirlo, le ordenó que
entrara
sin que se notara su llegada. El pudor se revolvió contra la
orden de Zeus, mas al fin, ante sus ruegos apremiantes, dijo:
sin que se notara su llegada. El pudor se revolvió contra la
orden de Zeus, mas al fin, ante sus ruegos apremiantes, dijo:
Está bien, entraré; pero a condición de que Eros no
entre donde yo esté; si entra él, yo saldré enseguida.
entre donde yo esté; si entra él, yo saldré enseguida.
Desde
entonces a Eros y el pudor no se les volvió a ver juntos.
226 – Zeus y el tonel de los bienes.
Encerró Zeus todos los bienes en un
tonel, dejándolo entre las manos de un hombre.
Este hombre, que era un curioso, levantó
la tapa del tonel porque quería saber lo que había dentro, y al hacerlo, todos
los bienes volaron hacia los dioses, menos la Esperanza.
De
ahí que la esperanza sea la satisfacción de los humanos, que les promete el
regreso de los bienes desaparecidos.
227 – Zeus y la serpiente.
Anunciadas
las bodas de Zeus, todos los animales le honraron con presentes, cada uno según
sus medios.
La
serpiente subió hasta Zeus arrastrándose, con una rosa en la boca. Más al verla
dijo Zeus:
-De todos acepto sus presentes, pero no los quiero de
tu boca.
No
debemos confiarnos de las aparentes bondades de los malvados.
228 – Zeus y la tortuga.
Para celebrar sus bodas, Zeus invitó a
todos los animales. Sólo faltó la tortuga.
Intrigado por su ausencia, le preguntó
al día siguiente:
- ¿Cómo solamente tú entre todos los
animales
no viniste a mi festín?
-¡Hogar familiar, hogar ideal!-respondió
la tortuga.
Zeus, indignado contra ella, la condenó
a llevar
eternamente la casa a cuestas.
eternamente la casa a cuestas.
No
nos encerremos en nuestro pequeño mundo. Ampliemos nuestro horizonte
compartiendo sanamente con nuestro alrededor.
229 – Zeus y la zorra.
Admirado Zeus de la inteligencia y
finura de la zorra,
le confirió el reinado sobre los animales.
le confirió el reinado sobre los animales.
Quiso, no obstante, saber si al cambiar de
fortuna había mudado también de inclinaciones, y, hallándose el nuevo rey de
paseo en su litera, dejó Zeus caer un escarabajo ante sus ojos.
Entonces la zorra, incapaz de
contenerse, viendo al
escarabajo revolotear alrededor de su litera, saltó fuera de ésta y, despreciando las conveniencias, intentó atrapar al escarabajo.
escarabajo revolotear alrededor de su litera, saltó fuera de ésta y, despreciando las conveniencias, intentó atrapar al escarabajo.
Molesto Zeus por su conducta, volvió a la
zorra a su antiguo estado.
La
naturaleza, o modo de ser de las personas, no se cambian al cambiar de título.
230 – Zeus y las abejas.
Envidiosas las abejas a causa de la miel que les
arrebataban los hombres, fueron en busca de Zeus y le
suplicaron que les diera fuerza bastante para matar con las punzadas de su aguijón a los que se acercaran a sus panales.
arrebataban los hombres, fueron en busca de Zeus y le
suplicaron que les diera fuerza bastante para matar con las punzadas de su aguijón a los que se acercaran a sus panales.
Zeus, indignado al verlas envidiosas, las condenó a
perder su dardo cuantas veces hirieran a alguno y a morir ellas mismas después.
La
envidia no es buena consejera, más bien nos puede llevar a perder lo que ya
poseemos.
231 – Zeus y los hombres.
Zeus,
después de modelar a los hombres, encargó a Hermes que les distribuyera la
inteligencia.
Hermes partió la inteligencia en partes iguales para
todos y vertió a cada uno la suya.
todos y vertió a cada uno la suya.
Sucedió con esto que los hombres de poca estatura,
llenos por su porción, fueron hombres sesudos, mientras
que a los hombres de gran talla, debido a que la
porción no llegaba a todas las partes de su cuerpo,
les correspondió menos inteligencia que a los otros.
llenos por su porción, fueron hombres sesudos, mientras
que a los hombres de gran talla, debido a que la
porción no llegaba a todas las partes de su cuerpo,
les correspondió menos inteligencia que a los otros.
No
es la apariencia de grandeza lo que confiere grandeza, es lo que está por
dentro y no se aparenta lo que nos hace ser lo que realmente somos.
232 – Zeus y los robles.
Quejábanse los robles a Zeus en estos
términos:
-En vano vemos la luz, pues estamos
expuestos, más que todos los demás árboles, a los golpes brutales del hacha.
-Vosotros
mismos sois los autores de vuestra desgracia respondió Zeus-; si no dierais la
madera para fabricar los mangos,
las vigas y los arados, el hacha os respetaría.
las vigas y los arados, el hacha os respetaría.
Antes
de culpar a otros de nuestros males, veamos antes si no los causamos nosotros
mismos.
233 – Zeus, Prometeo, Atenea y Momo
Zeus hizo un toro, Prometeo un hombre,
Atenea una casa, y llamaron a Momo como juez.
Momo, celoso de sus obras, empezó a decir
que Zeus había cometido un error al no colocar los ojos del toro en los
cuernos, a fin de que pudiera ver dónde hería, y Prometeo otro al no suspender
el corazón del hombre fuera de su pecho para que la maldad no estuviera
escondida y todos pudieran ver lo que hay en el espíritu.
En cuanto a Atenea, que debía haber
colocado su casa sobre ruedas, con objeto de que si un malvado se instalaba en
la vecindad, sus moradores pudieran trasladarse fácilmente.
Zeus, enojado por su envidia, arrojó a
Momo del Olimpo.
Cualquier
obra que se haga, por más perfecta que parezca, siempre alguien encontrará
alguna razón para criticarla. Así que nunca nos desanimemos por lo que juzguen
de nuestras obras; nunca faltará quien le encuentre defectos.
234 – Afrodita y la gata.
Se había enamorado una gata de un hermoso joven,
y rogó a Afrodita que la hiciera mujer. La diosa,
compadecida de su deseo, la transformó en una bella
doncella, y entonces el joven, prendado de ella, la invitó a su casa.
y rogó a Afrodita que la hiciera mujer. La diosa,
compadecida de su deseo, la transformó en una bella
doncella, y entonces el joven, prendado de ella, la invitó a su casa.
Estando ambos descansando en la alcoba nupcial,
quiso saber Afrodita si al cambiar de ser a la gata
había mudado también de carácter, por lo que soltó
un ratón en el centro de la alcoba.
quiso saber Afrodita si al cambiar de ser a la gata
había mudado también de carácter, por lo que soltó
un ratón en el centro de la alcoba.
Olvidándose
la gata de su condición presente, se levantó
del lecho y persiguió al ratón para comérselo. Entonces
la diosa, indignada, la volvió a su original estado.
del lecho y persiguió al ratón para comérselo. Entonces
la diosa, indignada, la volvió a su original estado.
El
cambio de estado de una persona, no la hace cambiar de sus instintos.
235 – Los bienes y los males.
Prevaliéndose
de la debilidad de los Bienes, los Males los expulsaron de la Tierra, y los
Bienes entonces subieron a los Cielos.
Una vez estando allí preguntaron a Zeus cuál debía ser
su
conducta con respecto a los hombres. Les respondió el
dios que no se presentaran a los mortales todos
en conjunto, sino uno tras otro.
conducta con respecto a los hombres. Les respondió el
dios que no se presentaran a los mortales todos
en conjunto, sino uno tras otro.
Esta
es la razón por la que los Males, que viven continuamente
entre los hombres, los asedian sin descanso, mientras que
los Bienes, como descienden de los cielos, sólo se les
acercan de vez en cuando.
entre los hombres, los asedian sin descanso, mientras que
los Bienes, como descienden de los cielos, sólo se les
acercan de vez en cuando.
Tengamos
siempre presente que estamos continuamente acechados por los males para su
acción inmediata, mientras que para recibir los bienes, debemos tener
paciencia.
236 – El canoso y sus dos pretendientes.
Un hombre ya canoso tenía dos
pretendientes,
una joven y otra más vieja.
una joven y otra más vieja.
Apenada la de mayor edad de tratar con
un hombre
más joven que ella, cada vez que él la visitaba le
quitaba los cabellos negros.
más joven que ella, cada vez que él la visitaba le
quitaba los cabellos negros.
A su vez la más joven, no queriendo tener
por amante a
un hombre viejo, le arrancaba los cabellos canos.
un hombre viejo, le arrancaba los cabellos canos.
Con esto sucedió que el hombre, pelado
alternativamente
por una y por la otra, se quedó completamente calvo.
por una y por la otra, se quedó completamente calvo.
Lo
que mal se distribuye, mal se retribuye.
237 – El batanero y el carbonero.
Un carbonero que hacía su trabajo en
cierta casa visitó a un batanero que trabajaba no muy lejos de él, invitándole
a trabajar en un mismo local, pues de este modo, además de mayor amistad
vivirían con menos gastos al usar solamente una casa. Pero le respondió el
batanero:
-Eso para mí es imposible, pues todo lo
que yo blanqueara, tú lo ennegrecerías de hollín al instante.
No
debemos asociar actividades de naturalezas contradictorias.
238 – El guerrero y los cuervos.
Partió un hombre para la guerra, pero en el camino,
oyendo graznar a los cuervos, tiró sus armas al suelo y se detuvo.
oyendo graznar a los cuervos, tiró sus armas al suelo y se detuvo.
Las tomó al rato nuevamente y prosiguió su marcha; más
otra vez graznaron los cuervos. De nuevo se detuvo y entonces les dijo:
-¡Pueden gritar cuanto les venga en gana, pero no
tendrán un banquete con mi carne!
Cuando
no se tiene determinación en las acciones, éstas nunca se llegan a realizar.
239 – Las gallinas y la comadreja.
Supo una comadreja de que en un corral
había unas
gallinas enfermas, y disfrazándose de médico, cogió los instrumentos del oficio y se acercó al gallinero. Ya en la puerta, preguntó a las gallinas que cómo les iba con su salud.
gallinas enfermas, y disfrazándose de médico, cogió los instrumentos del oficio y se acercó al gallinero. Ya en la puerta, preguntó a las gallinas que cómo les iba con su salud.
-¡Mucho mejor si tú te largas!- le
respondieron.
Si
somos precavidos, podremos descubrir las falsas poses de los malvados.
240 – El deudor ateniense.
Un
ateniense endeudado, apremiado por su acreedor
para que le pagara su deuda, le pidió a éste que le
concediera un corto plazo con el pretexto de que se
hallaba en apuro; mas no logrando convencerle,
trajo la única marrana que poseía, disponiéndose
a venderla en presencia de su acreedor.
para que le pagara su deuda, le pidió a éste que le
concediera un corto plazo con el pretexto de que se
hallaba en apuro; mas no logrando convencerle,
trajo la única marrana que poseía, disponiéndose
a venderla en presencia de su acreedor.
Llegó un comprador preguntando si la marrana era
fecunda.
-Tan fecunda es - respondió el deudor-
que hasta es extraordinaria: en los Misterios
pare hembras y en las Panateneas pare machos.
que hasta es extraordinaria: en los Misterios
pare hembras y en las Panateneas pare machos.
-¡No
te asombres tanto aún, porque esta marrana, además,
te dará cabritos en las Dionisíacas!
te dará cabritos en las Dionisíacas!
La
desesperación es causa de grandes mentiras.
241 – Dos hombres disputando acerca de los
dioses.
Se encontraban disputando dos hombres
sobre cuál
de los dioses, Hércules o Teseo era el más grande.
de los dioses, Hércules o Teseo era el más grande.
Pero los dioses, irritados contra ellos,
se vengaron
cada uno en el país del otro.
cada uno en el país del otro.
Cuando
los inferiores disputan sobre sus superiores, no tardarán éstos en reaccionar
contra ellos.
242 – El ciego.
Érase
una vez un ciego muy hábil para reconocer al tacto cualquier animal al alcance
de su mano, diciendo de qué especie era. Le presentaron un día un lobezno, lo
palpó y quedó indeciso.
-No
acierto - dijo, si es hijo de una loba, de una zorra o de otro animal de su
misma cualidad; pero lo que sí sé es que no ha nacido para vivir en un rebaño
de corderos.
La
naturaleza de la maldad se puede notar en una sola de sus características.
243 – El homicida.
Un hombre que había cometido un
homicidio era
perseguido por los familiares de la víctima.
perseguido por los familiares de la víctima.
Despertó la liebre ante los ruidos de la
persecución,
y no esperando más, emprendió su huída.
y no esperando más, emprendió su huída.
Pero llegando a orillas de un río,
tropezó con un lobo,
y huyéndole, se subió a un árbol de la orilla; y cuando
estaba allí subido miró una serpiente que trepaba hacia él,
por lo que optó por tirarse al río, donde terminó en la
boca de un cocodrilo.
y huyéndole, se subió a un árbol de la orilla; y cuando
estaba allí subido miró una serpiente que trepaba hacia él,
por lo que optó por tirarse al río, donde terminó en la
boca de un cocodrilo.
La
naturaleza es enemiga de los malvados.
244 – El embustero.
Un hombre enfermo y de escasos recursos
prometió a los dioses sacrificarles cien bueyes si le salvaban de la muerte.
Queriendo probar al enfermo, los dioses le ayudaron
a recobrar rápidamente la salud, y el hombre se levantó
del lecho. Mas como no poseía los cien bueyes comprometidos,
los modeló con sebo y los llevó a sacrificar a un altar, diciendo:
Queriendo probar al enfermo, los dioses le ayudaron
a recobrar rápidamente la salud, y el hombre se levantó
del lecho. Mas como no poseía los cien bueyes comprometidos,
los modeló con sebo y los llevó a sacrificar a un altar, diciendo:
-¡Aquí tienen, oh dioses, mi ofrenda!
Los dioses decidieron también burlarse
entonces a su vez del embustero, y le enviaron un sueño que le instaba a
dirigirse a la orilla del mar, donde inmediatamente encontraría mil monedas de
plata.
No pudiendo contener su alegría, el
hombre corrió a la playa,
pero allí cayó en manos de unos piratas que luego lo vendieron.
Y fue así como encontró las mil monedas de plata.
pero allí cayó en manos de unos piratas que luego lo vendieron.
Y fue así como encontró las mil monedas de plata.
Quien
trata de engañar, al final termina engañado.
245 – El hombre negro.
Cierto
patrón llevó a trabajar a su propiedad a un hombre negro, pensando que su color
provenía a causa de un descuido de su anterior propietario.
Una vez en su casa, probó todas las jabonadas posibles,
intentó toda clase de trucos para blanquearlo, pero
de ninguna manera pudo cambiar su color y terminó
poniendo enfermo al negro a fuerza de tantos intentos.
intentó toda clase de trucos para blanquearlo, pero
de ninguna manera pudo cambiar su color y terminó
poniendo enfermo al negro a fuerza de tantos intentos.
Lo
que la naturaleza diseña, se mantiene firme.
246 – El pícaro.
Un pícaro se comprometió a demostrar que
el oráculo de Delfos mentía.
Llegó el día señalado y el pícaro tomó un
pajarito y, escondiéndolo bajo de su manto, se dirigió al templo.
Encarándose ante el oráculo preguntó si lo
que tenía en la mano era un ser vivo o era inanimado.
Si el dios decía «inanimado», el hombre
mostraría al pajarito vivo; si decía «vivo», lo enseñaría muerto, después de
haberlo ahorcado.
Pero el dios, viendo de lo que se trataba
con esa malvada intención, respondió:
Deja tu engaño, pícaro, pues bien sabes
que de ti depende que lo que tienes en la mano se muestre muerto o vivo.
El
poder divino no es para llevarle al engaño.
247 – El fanfarrón.
Un atleta, que era muy conocido de sus conciudadanos
por su debilidad, partió un día para tierras lejanas.
Volvió después de algún tiempo, anunciando que había
llevado a cabo grandes proezas en distintos países; contaba con especial esmero
haber hecho en Rodas un salto que nunca antes ninguno de los atletas coronados
en los juegos olímpicos había sido capaz de realizar, agregando además que
presentaría los testigos de su hazaña si algunos de los que allí se hallaban
presentes venían alguna vez a su tierra.
Uno de los oyentes tomó la palabra y dijo:
-Oye, amigo: si eso es cierto, no necesitamos
testigos; esto es Rodas, da el salto y muéstralo.
Si
no puedes probar con los hechos lo que dices, no estás diciendo nada.
248 – Hércules y el boyero.
Conducía un boyero una carreta hacia una
aldea, y la carreta se despeñó a un barranco profundo.
El boyero, en lugar de ayudar a los bueyes
a salir de aquel trance, se quedó allí cruzado de brazos, invocando entre todos
los dioses a Hércules, que era el de su mayor devoción. Llegó entonces Hércules
y le dijo:
-¡Toma una rueda, hostiga a los bueyes y
no invoques a
los dioses si no hay esfuerzo de tu parte!
los dioses si no hay esfuerzo de tu parte!
- Si no lo haces así, nos invocarás en
vano.
La
oración debe acompañarse siempre previamente de la acción.
249 – El hombre y la hormiga.
Se fue a pique un día un navío con todo y
sus pasajeros, y un hombre, testigo del naufragio, decía que no eran correctas
las decisiones de los dioses, puesto que, por castigar a un solo impío, habían
condenado también a muchos otros inocentes.
Mientras
seguía su discurso, sentado en un sitio plagado de hormigas, una de ellas lo
mordió, y entonces,
para vengarse, las aplastó a todas.
para vengarse, las aplastó a todas.
Se le apareció al momento Hermes, y
golpeándole con
su caduceo, le dijo:
su caduceo, le dijo:
-Aceptarás ahora que nosotros juzgamos a
los hombres del mismo modo que tu juzgas a las hormigas.
Antes
de juzgar el actuar ajeno, juzga primero el tuyo.
250 – Zeus, los animales y los hombres.
Dicen
que Zeus modeló a los animales primero y que les concedió la fuerza a uno, a
otro la rapidez, al de más allá las alas; pero al hombre lo dejó desnudo y éste
dijo:
- ¡Sólo a mí me has dejado sin ningún favor!
-No te das cuenta del presente que te he hecho -
repuso Zeus-, y es el más importante, pues has recibido la razón, poderosa
entre los dioses y los hombres, más poderosa que los animales más poderosos,
más veloz que las aves más veloces.
Entonces
el hombre, reconociendo el presente recibido de Zeus se alejó adorando y dando
gracias al dios.
Que
las grandezas que observamos en las criaturas de la naturaleza, no nos hagan
olvidar que fuimos obsequiados con la mayor de todas ellas.
251
– El mercader de estatuas.
Un hombre hizo una estatuilla de un Hermes en madera y
la llevó a la plaza para su venta.
Como nadie llegaba a comprarla, se le
ocurrió llamar la atención anunciando que vendía un dios que obsequiaba
bondades y beneficios. Entonces uno de los curiosos le dijo:
- Oye, si tan bueno es, ¿por qué la
vendes y no te aprovechas
de su ayuda?
de su ayuda?
- Porque yo, contestó aquél- necesito la
ayuda inmediatamente, y él nunca se apura en conceder sus beneficios.
Nunca
dejes que el momentáneo interés material predomine sobre el espíritu.
252 – La mujer intratable.
Tenía un hombre una esposa siempre malhumorada con
todas las gentes de su casa. Queriendo saber si sería
de igual humor con los criados de su padre, la envió
a casa de éste con un pretexto cualquiera.
todas las gentes de su casa. Queriendo saber si sería
de igual humor con los criados de su padre, la envió
a casa de éste con un pretexto cualquiera.
De
regreso después de unos días, le preguntó el marido cómo la habían tratado los
criados en casa de su padre, y ella respondió:
-Los pastores y los boyeros sólo me miraban de reojo.
-Pues si tan mal te miraban, los que salen con
los rebaños al despuntar el día y no vuelven hasta
el empezar la noche, ¿cómo te mirarían todos
aquellos con quienes pasabas el día entero?
los rebaños al despuntar el día y no vuelven hasta
el empezar la noche, ¿cómo te mirarían todos
aquellos con quienes pasabas el día entero?
Pequeños
signos nos señalan grandes cosas, y débiles luces nos muestran secretos
ocultos.
253 – El náufrago.
Navegaba un rico ateniense en una nave
junto con otros pasajeros. De pronto, a causa de una súbita y violenta
tempestad, empezó rápidamente a hacer agua el navío.
Y mientras los demás pasajeros, con su
esfuerzo, trataban de salvarse a nado, el rico ateniense, invocando a cada
instante a la diosa Atenea, le prometía efusivamente toda clase de ofrendas si
por su medio lograba salvarse.
Uno de los náufragos que lo oía a su
lado le dijo:
-Pide a Atenea, pero también a tus
brazos.
Cuando
pidas ayuda en tus problemas, primero demuestra que ya estás trabajando para
solucionarlos.
254 – Los pescadores y el
atún.
Salieron a pescar al mar unos pescadores y
luego de largo rato sin coger nada, se sentaron en su barca, entregándose a la
desesperación.
De pronto, un atún perseguido y que huía
ruidosamente, saltó y cayó por error a su barca; lo tomaron entonces los
pescadores y lo vendieron en la plaza de la ciudad.
Existen
extraños momentos en que por circunstancias del azar, obtenemos lo que no se
pudo con el arte.
255 – Prometer lo
imposible.
Un
hombre pobre se hallaba gravemente enfermo. Viendo que no podrían los médicos
salvarle, se dirigió a los dioses, prometiendo ofrendarles una hecatombe y
consagrarles múltiples exvotos si lograba restablecerse.
Le oyó su mujer, que lo acompañaba a su lado, y le
preguntó:
-¿Y de dónde sacarás tanto dinero para cubrir todo
eso?
-¿Y crees tú que los dioses me lo van a reclamar si me
restableciera?-repuso el enfermo.
Nunca
hagas promesas que de antemano ya sabes que será imposible cumplirlas.
256
– La liebre y la tortuga.
Cierto día una liebre se burlaba de las
cortas patas y lentitud al caminar de una tortuga. Pero ésta, riéndose, le
replicó:
-Puede que seas veloz como el
viento, pero yo te ganaría en una competencia.
Y la liebre, totalmente segura
de que aquello era
imposible, aceptó el reto, y propusieron a la zorra que
señalara el camino y la meta.
imposible, aceptó el reto, y propusieron a la zorra que
señalara el camino y la meta.
Llegado el día de la carrera, arrancaron
ambas al mismo tiempo. La tortuga nunca dejó de caminar y a su lento paso pero
constante, avanzaba tranquila hacia la meta. En cambio, la liebre, que a ratos
se echaba a descansar en el camino, se quedó dormida.
Cuando despertó, y moviéndose
lo más veloz que pudo,
vio como la tortuga había llegado de primera al final
y obtenido la victoria.
vio como la tortuga había llegado de primera al final
y obtenido la victoria.
Con
seguridad, constancia y paciencia, aunque a veces parezcamos lentos,
obtendremos siempre el éxito.
257 – El viajero y su
perro.
Un
viajero listo para salir de gira, vio a su perro en el portal de su casa
estirándose y bostezando. Le preguntó con energía:
-¿Por
qué estás ahí vagabundeando?, todo está listo menos tú, así que ven conmigo al
instante.
El
perro, meneando su cola replicó:
- Oh
patrón, yo ya estoy listo, más bien es a ti a quien yo estoy esperando.
El
perezoso siempre culpa de los retrasos a sus seres más cercanos.
258 – El niño ciego y su
madre.
Un
niño ciego de nacimiento, dijo una vez a su madre:
- ¡Yo estoy seguro de que puedo ver!
- ¡Yo estoy seguro de que puedo ver!
Y con
el deseo de probarle a él su error, su madre puso delante de él unos granos de
aromoso incienso y le preguntó:
- ¿Qué es eso?
- ¿Qué es eso?
El
niño contestó:
- Una piedra.
- Una piedra.
A lo
que su madre exclamó:
- Oh mi hijo, temo que no sólo estás ciego, sino que tampoco tienes olfato.
- Oh mi hijo, temo que no sólo estás ciego, sino que tampoco tienes olfato.
No nos engañemos creyendo que nuestras
ilusiones son realidades, pues podríamos luego encontrar que nuestra
situación era peor de lo supuesto.
259 – La granada, el
manzano y el espino.
La granada y el manzano
disputaban sobre
quien de ellos era el máximo.
quien de ellos era el máximo.
Cuando la discusión estaba en
lo más ardiente, un espino,
desde su vecindad alzó su voz diciendo severamente:
desde su vecindad alzó su voz diciendo severamente:
- Por favor, mis amigos, en mi presencia,
al menos déjense de esas vanas discusiones.
Quien tiene el poder de castigar, termina
siendo el máximo.
260 – El labrador y la
cigüeña.
Un Labrador colocó trampas en
su terreno recién sembrado y capturó un número de grullas que venían a comerse
las semillas. Pero entre ellas se encontraba una cigüeña, la cual se había
fracturado una pata en la trampa y que insistentemente le rogaba al labrador le
conservara la vida:
- Te ruego me liberes, amo –
decía, - sólo por esta vez. Mi quebradura exaltará tu piedad, y además, yo no
soy grulla, soy una cigüeña, un ave de excelente carácter, y soy muy buena
hija. Mira también mis plumas, que no son como las de esas grullas.
El labrador riéndose dijo:
- Será todo como lo dices,
pero yo sólo sé esto:
Te capturé junto con estas ladronas, las grullas, y por lo tanto te corresponde morir junto con ellas.
Te capturé junto con estas ladronas, las grullas, y por lo tanto te corresponde morir junto con ellas.
Quien se asocia con el malvado, con él
perece.
261 – El joven y el escorpión.
Un joven andaba cazando saltamontes. Ya
había
capturado un buen número cuando trató de
tomar a un escorpión equivocadamente.
capturado un buen número cuando trató de
tomar a un escorpión equivocadamente.
Y el escorpión, mostrándole su ponzoña le dijo:
- Si me hubieras tocado, me hubieras
perdido,
pero tú también a todos tus saltamontes.
pero tú también a todos tus saltamontes.
Cuando hayas hecho un capital con tu
trabajo, cuida de no perderlo por tratar de tomar lo que no debes.
262 – El plumaje de la golondrina y el cuervo.
La golondrina y el cuervo discutían acerca de su plumaje.
El cuervo terminó la discusión alegando:
El cuervo terminó la discusión alegando:
- Tus plumas serán muy bonitas en el
verano,
pero las mías me cobijan contra el invierno.
pero las mías me cobijan contra el invierno.
Lo que sólo sirve para presumir, no es
valioso en realidad.
263 – El asno y la zorra encuentran al león.
El asno y la zorra, habiéndose unido para
su
mutua protección, salieron un día de caza.
mutua protección, salieron un día de caza.
No anduvieron mucho cuando encontraron un león.
La zorra, segura del inmediato peligro, se
acercó al león y le prometió ayudar a capturar al asno si le daba su palabra de
no dañarla a ella.
Entonces, afirmándole al asno que no sería
maltratado,
lo llevó a un profundo foso diciéndole que se guareciera allí.
lo llevó a un profundo foso diciéndole que se guareciera allí.
El león, viendo que ya el asno estaba asegurado, inmediatamente agarró a
la zorra, y luego atacó al asno a su antojo.
Nunca traiciones a tu amigo por temor al
enemigo, pues al final, tú también saldrás traicionado.
264 – La tortuga y el águila.
Una tortuga que se recreaba al sol, se
quejaba a
las aves marinas de su triste destino, y de que nadie le había querido enseñar a volar.
las aves marinas de su triste destino, y de que nadie le había querido enseñar a volar.
Un águila que paseaba a la deriva por ahí, oyó su lamento y le preguntó
con qué le pagaba si ella la alzaba y la llevaba por los aires.
- Te daré – dijo – todas las riquezas del
Mar Rojo.
- Entonces te enseñaré al volar – replicó
el águila.
Y tomándola por los pies la llevó casi hasta las nubes, y soltándola de
pronto, la dejó ir, cayendo la pobre tortuga en una soberbia montaña,
haciéndose añicos su coraza. Al verse moribunda, la tortuga exclamó:
- Renegué de mi suerte natural.
¿Qué tengo yo que ver con vientos y nubes,
cuando con dificultad apenas me muevo sobre la tierra?
¿Qué tengo yo que ver con vientos y nubes,
cuando con dificultad apenas me muevo sobre la tierra?
Si fácilmente adquiriéramos todo lo que
deseamos, fácilmente llegaríamos a la desgracia.
265 – El labrador y las grullas.
Algunas grullas escarbaban sobre terrenos recién sembrados con trigo.
Durante algún tiempo el labrador blandía una honda vacía, ahuyentándolas por el
pánico que les producía.
Pero cuando las aves se dieron cuenta del
truco, ya no se alejaban de su comida. El labrador, viendo esto, cargó su honda
con piedras y mató muchas de las grullas.
Las supervivientes inmediatamente abandonaron
el lugar, lamentándose diciendo unas a otras:
-Mejor nos vamos a Liliput, pues este
hombre
ya no contento con asustarnos, ha empezado a
mostrarnos lo que realmente puede hacer.
ya no contento con asustarnos, ha empezado a
mostrarnos lo que realmente puede hacer.
Cuando las palabras no dan a entender, la
acción sí lo hará.
266 – El perro en el pajar.
Un perro metido en un pajar gruñía y ladraba impidiendo a los bueyes comerse
la paja que había sido colocada para ellos.
– ¡Que egoísta perro!- Dijo un buey a sus
compañeros -
- Él no come de esa paja, y todavía pretende que los que sí comemos, no
lo hagamos.
Respeta siempre los derechos ajenos,
para que así puedas exigir el respeto a los tuyos.
267 – La paloma sedienta.
Una paloma, incómoda por la molesta sed,
vio una charca de agua pintada sobre un rótulo.
vio una charca de agua pintada sobre un rótulo.
Pero sin darse cuenta de que sólo era un dibujo, voló hacia ella a toda
velocidad e inevitablemente chocó contra el rótulo, hiriéndose lastimosamente.
Habiéndose quebrado las alas por el
golpe, cayó a tierra
donde fue capturada por uno de los transeúntes.
donde fue capturada por uno de los transeúntes.
No dejes que el fervor, entusiasmo o
necesidad nublen tu discreción.
268 – El avaro y el oro.
Un avaro vendió todo lo que tenía de más y
compró una pieza de oro, la cual enterró en la tierra a la orilla de una vieja
pared y todos los días iba a mirar el sitio.
Uno de sus vecinos observó sus frecuentes visitas
al lugar y decidió averiguar que pasaba. Pronto
descubrió lo del tesoro escondido, y cavando,
tomó la pieza de oro, robándosela.
al lugar y decidió averiguar que pasaba. Pronto
descubrió lo del tesoro escondido, y cavando,
tomó la pieza de oro, robándosela.
El avaro, a su siguiente visita encontró
el hueco vacío y jalándose sus cabellos se lamentaba amargamente.
Entonces otro vecino, enterándose del
motivo
de su queja, lo consoló diciéndole:
de su queja, lo consoló diciéndole:
- Da gracias de que el asunto no es tan
grave. Ve y trae una piedra y colócala en el hueco. Imagínate entonces que el
oro aún está allí. Para ti será lo mismo el que aquello sea o no sea oro, ya
que
de por sí no harías nunca ningún uso de él.
de por sí no harías nunca ningún uso de él.
Valora las cosas por lo que sirven, no
por lo que aparentan
269 – El niño y los dulces.
Un niño metió su mano en un recipiente lleno de dulces. Y tomó lo más
que pudo, pero cuando trató de sacar la mano, el cuello del recipiente no le
permitió hacerlo.
Como tampoco quería perder aquellos
dulces,
lloraba amargamente su desilusión.
lloraba amargamente su desilusión.
Un amigo que estaba cerca le dijo: -
Confórmate solamente con la mitad y podrás sacar la mano con los dulces-.
Nunca trates de abarcar más de lo debido,
pues te frenarás.
270 – El lobo con piel de oveja.
Pensó un día un lobo cambiar su apariencia
para
así facilitar la obtención de su comida. Se metió entonces
en una piel de oveja y se fue a pastar con el rebaño,
despistando totalmente al pastor.
así facilitar la obtención de su comida. Se metió entonces
en una piel de oveja y se fue a pastar con el rebaño,
despistando totalmente al pastor.
Al atardecer, para su protección, fue llevado junto con todo
el rebaño a un encierro, quedando la puerta asegurada.
el rebaño a un encierro, quedando la puerta asegurada.
Pero en la noche, buscando el pastor su
provisión de
carne para el día siguiente, tomó al lobo creyendo que
era un cordero y lo sacrificó al instante.
carne para el día siguiente, tomó al lobo creyendo que
era un cordero y lo sacrificó al instante.
Según hagamos el engaño, así recibiremos el
daño.
271 – Los jóvenes y las ranas.
Varios jóvenes, jugando cerca de un estanque, vieron un grupo de ranas
en el agua y comenzaron a apedrearlas.
Habían matado a varias, cuando una de las
ranas, sacando su cabeza gritó:
- Por favor, paren muchachos, que lo que
es diversión
para ustedes, es muerte y tristeza para nosotras.
para ustedes, es muerte y tristeza para nosotras.
Antes de tomar una acción que creas te
beneficia, ve primero que no perjudique a otros.
272 – El ciervo enfermo y sus acompañantes.
Yacía un ciervo enfermo en una esquina de
su terreno de pastos.
Llegaron entonces sus amigos en gran número a preguntar
por su salud, y mientras hablaban, cada visitante
mordisqueaba parte del pasto del ciervo.
por su salud, y mientras hablaban, cada visitante
mordisqueaba parte del pasto del ciervo.
Al final, el pobre ciervo murió, no por su
enfermedad sino
porque no ya no tenía de donde comer.
porque no ya no tenía de donde comer.
Más vale estar solo que mal acompañado.
273 – El mercader de sal y el asno.
Llevó un mercader a su asno a la costa para comprar sal.
En el camino de regreso a su pueblo
pasaban por un río,
en el cual, en un hueco, el asno resbaló mojando su carga.
Cuando se levantó sintió aliviado su peso considerablemente,
pues bastante de la sal se había diluido.
en el cual, en un hueco, el asno resbaló mojando su carga.
Cuando se levantó sintió aliviado su peso considerablemente,
pues bastante de la sal se había diluido.
Retornó el mercader de nuevo a la costa y
cargó más sal que la vez anterior.
cargó más sal que la vez anterior.
Cuando llegaron otra vez al río y el asno se tiró de propósito en el
mismo hoyo en que había caído antes, y levantándose de nuevo
con mucho menos peso, se enorgullecía triunfantemente de haber obtenido lo que buscó.
con mucho menos peso, se enorgullecía triunfantemente de haber obtenido lo que buscó.
Notó el comerciante el truco del asno, y
por tercera vez
regreso a la costa, donde esta vez compró una
carga de esponjas en vez de sal.
regreso a la costa, donde esta vez compró una
carga de esponjas en vez de sal.
Y el asno, tratando de jugar de nuevo a lo
mismo, se tiro en el hueco del río, pero esta vez las esponjas se llenaron de
agua y aumentaron terriblemente su peso.
Y así el truco le rebotó al asno, teniendo que cargar ahora en su
espalda más del doble de peso.
Tratar de evitar el deber haciendo
trucos, sólo nos dañara a nosotros mismos.
274 – Los bueyes contra los carniceros.
Decidieron un día los bueyes destruir a
los carniceros,
quienes, decían los bueyes, estaban acabando con su gremio.
quienes, decían los bueyes, estaban acabando con su gremio.
Se reunieron entonces para llevar a cabo su objetivo, y afilaron
finamente sus cuernos.
Pero uno de ellos, el más viejo, un
experimentado arador
de tierras, les dijo:
de tierras, les dijo:
- Esos carniceros, es cierto, nos matan y destrozan, pero lo hacen con
manos preparadas, y sin causarnos dolor. Si nos deshacemos de ellos, caeremos
en manos de operadores inexpertos y entonces sí que sufriríamos una doble
muerte. Y les aseguro, que aunque ya no haya ni un solo carnicero, los humanos
seguirán buscando nuestra carne.
Nunca trates de cambiar un mal por otro
peor.
275 – El niño y el gusano de ortiga.
Un niño fue herido por un gusano de
ortiga.
Corrió a su casa y dijo a su madre:
Corrió a su casa y dijo a su madre:
- Me ortigó fuertemente, pero yo solamente
lo toqué con suavidad.
- Por eso te ortigó – dijo la madre -, la
próxima vez
que te acerques a un gusano de esos, agárralo con decisión,
sin caricias, y entonces será tan suave como seda,
y no te maltratará de nuevo.
que te acerques a un gusano de esos, agárralo con decisión,
sin caricias, y entonces será tan suave como seda,
y no te maltratará de nuevo.
Al insolente, irrespetuoso, o delincuente,
debe demostrársele siempre que la autoridad
prevalece sobre él.
prevalece sobre él.
276 – La lecherita.
La hija de un granjero llevaba un
recipiente lleno de leche a vender al pueblo, y empezó a hacer planes futuros:
-Cuando venda esta leche, compraré trescientos huevos.
Los huevos, descartando los que no nazcan, me darán al
menos doscientos pollos. Los pollos estarán listos para mercadearlos cuando los precios de ellos estén en lo más alto,
de modo que para fin de año tendré suficiente dinero para comprarme el mejor vestido para asistir a las fiestas donde todos
los muchachos me pretenderán, y yo los valoraré uno a uno.-
Los huevos, descartando los que no nazcan, me darán al
menos doscientos pollos. Los pollos estarán listos para mercadearlos cuando los precios de ellos estén en lo más alto,
de modo que para fin de año tendré suficiente dinero para comprarme el mejor vestido para asistir a las fiestas donde todos
los muchachos me pretenderán, y yo los valoraré uno a uno.-
Pero en ese momento tropezó con una
piedra,
cayendo junto con la vasija de leche al suelo, regando su
contenido. Y así todos sus planes acabaron en un instante.
cayendo junto con la vasija de leche al suelo, regando su
contenido. Y así todos sus planes acabaron en un instante.
No te ilusiones con lo que aún no
tienes.
277 – Los ratones poniendo el cascabel al gato.
Un hábil gato hacía tal matanza de ratones, que apenas veía uno, era
cena servida. Los pocos que quedaban, sin valor para salir de su agujero, se
conformaban con su hambre. Para ellos, ese no era un gato, era un diablo
carnicero. Una noche en que el gato partió a los tejados en busca de su amor,
los ratones hicieron una junta sobre su problema más urgente.
Desde el principio, el ratón más
anciano,
sabio y prudente, sostuvo que de alguna
manera, tarde o temprano, había que idear un
medio de modo que siempre avisara la presencia
del gato y pudieran ellos esconderse a tiempo.
Efectivamente, ese era el remedio y no había otro.
Todos fueron de la misma opinión, y nada
les pareció más indicado.
sabio y prudente, sostuvo que de alguna
manera, tarde o temprano, había que idear un
medio de modo que siempre avisara la presencia
del gato y pudieran ellos esconderse a tiempo.
Efectivamente, ese era el remedio y no había otro.
Todos fueron de la misma opinión, y nada
les pareció más indicado.
Uno de los asistentes propuso
ponerle un cascabel
al cuello del gato, lo que les entusiasmó muchísimo y decían sería una excelente solución. Sólo se presentó una dificultad: quién le ponía el cascabel al gato.
al cuello del gato, lo que les entusiasmó muchísimo y decían sería una excelente solución. Sólo se presentó una dificultad: quién le ponía el cascabel al gato.
-- ¡Yo no, no
soy tonto, no voy!
-- ¡Ah, yo no sé cómo hacerlo!
-- ¡Ah, yo no sé cómo hacerlo!
En fin,
terminó la reunión sin adoptar ningún acuerdo.
Nunca
busques soluciones imposibles de realizar.
278 – La viña y la cabra.
Una viña se encontraba exuberante en los días de la cosecha con hojas y
uvas. Una cabra que pasaba por ahí mordisqueó sus zarcillos y tiernas hojas. La
viña le reclamó:
-¿Por qué me maltratas sin causa y comes mis hojas? ¿No ves que hay
zacate suficiente? Pero no tendré que esperar demasiado por mi venganza, pues
si sigues comiendo mis hojas y me maltratas hasta la raíz, yo proveeré el vino
que echarán sobre ti cuando seas la víctima del sacrificio.
Los maltratos hechos con intención, tarde
o temprano regresan a quien los hizo, muchas veces bajo otra vestidura.
279 – Zeus y la mona madre.
Hizo Zeus una proclama a todos los animales
prometiendo una recompensa a quien su hijo
sea juzgado como el más guapo.
prometiendo una recompensa a quien su hijo
sea juzgado como el más guapo.
Vino entonces la señora mona junto con los
demás
animales y presentó, con toda la ternura de madre,
un monito con nariz chata, sin pelo, y enfermizo,
como su candidato para ganar el premio.
animales y presentó, con toda la ternura de madre,
un monito con nariz chata, sin pelo, y enfermizo,
como su candidato para ganar el premio.
Una gran risa fue el saludo general en su
presentación.
Y ella orgullosamente dijo:
Y ella orgullosamente dijo:
-Yo no sé si Zeus pondrá su premio sobre
mi hijo, pero sí sé muy bien, de que al menos en mis ojos, los de su madre, él
es el más querido, el más guapo y bello de todos.
Debemos estar siempre orgullosos de lo
que amamos, y no tener pena en publicarlo.
280 – El joven pastor anunciando al lobo.
Un joven pastor, que cuidaba un rebaño de
ovejas cerca de una villa, alarmó a los habitantes tres o cuatro veces
gritando
-¡El lobo, el lobo!
Pero cuando los vecinos llegaban a
ayudarle, se reía
viendo sus preocupaciones. Mas el lobo, un día de tantos,
sí llegó de verdad. El joven pastor, ahora alarmado él mismo,
gritaba lleno de terror:
viendo sus preocupaciones. Mas el lobo, un día de tantos,
sí llegó de verdad. El joven pastor, ahora alarmado él mismo,
gritaba lleno de terror:
- Por favor, vengan y ayúdenme;
el lobo está matando a las ovejas.
el lobo está matando a las ovejas.
Pero ya nadie puso atención a sus gritos,
y mucho menos
pensar en acudir a auxiliarlo. Y el lobo, viendo que no había razón para temer mal alguno, hirió y destrozó a su antojo todo el rebaño.
pensar en acudir a auxiliarlo. Y el lobo, viendo que no había razón para temer mal alguno, hirió y destrozó a su antojo todo el rebaño.
Al mentiroso nunca se le cree, aun cuando
diga la verdad.
281 – Androcles y el león.
Un esclavo llamado Androcles tuvo la
oportunidad de
escapar un día y corrió hacia la foresta.
escapar un día y corrió hacia la foresta.
Y mientras caminaba sin rumbo llegó a donde yacía un león, que gimiendo
le suplicó:
-Por favor te ruego que me ayudes, pues
tropecé con
un espino y una púa se me enterró en la garra y me
tiene sangrando y adolorido.
un espino y una púa se me enterró en la garra y me
tiene sangrando y adolorido.
Androcles lo examinó y gentilmente extrajo la espina, lavó y curó la
herida. El león lo invitó a su cueva donde compartía con él el alimento.
Pero días después, Androcles y el león
fueron encontrados
por sus buscadores. Llevado Androcles al emperador
fue condenado al redondel a luchar contra los leones.
por sus buscadores. Llevado Androcles al emperador
fue condenado al redondel a luchar contra los leones.
Una vez en la arena, fue suelto un león, y
éste
empezó a rugir y buscar el asalto a su víctima.
Pero a medida que se le acercó reconoció a su
benefactor y se lanzó sobre él pero para lamerlo
cariñosamente y posarse en su regazo como
una fiel mascota. Sorprendido el emperador por lo
sucedido, supo al final la historia y perdonó al
esclavo y liberó en la foresta al león.
empezó a rugir y buscar el asalto a su víctima.
Pero a medida que se le acercó reconoció a su
benefactor y se lanzó sobre él pero para lamerlo
cariñosamente y posarse en su regazo como
una fiel mascota. Sorprendido el emperador por lo
sucedido, supo al final la historia y perdonó al
esclavo y liberó en la foresta al león.
Los buenos actos siempre son recompensados.
282 – El pastor y el joven lobo.
Encontró un pastor un joven lobo y se lo
llevó. Enseguida le enseñó como robar ovejas de los rebaños vecinos. Y el lobo,
ya crecido y demostrándose como un excelente alumno, dijo al pastor:
-Puesto que me has enseñado muy bien a
robar, pon buena atención en tu vigilancia, o perderás parte de tu rebaño
también.
Quien enseña a hacer el mal, tiene que
cuidarse de sus propios discípulos.
283 – El padre y sus dos hijas.
Un padre tenía dos hijas. Una casó con un
hortelano y
la otra con un fabricante de ladrillos. Al cabo de un
tiempo fue a visitar a la casada con el hortelano,
y le preguntó sobre su situación. Ella dijo:
la otra con un fabricante de ladrillos. Al cabo de un
tiempo fue a visitar a la casada con el hortelano,
y le preguntó sobre su situación. Ella dijo:
-Todo está de maravilla conmigo, pero sí tengo un
deseo especial: que llueva todos los días con abundancia
para que así las plantas tengan siempre suficiente agua.
deseo especial: que llueva todos los días con abundancia
para que así las plantas tengan siempre suficiente agua.
Pocos días después visitó a su otra hija,
también
preguntándole sobre su estado. Y ella le dijo:
preguntándole sobre su estado. Y ella le dijo:
-No tengo quejas, solamente un deseo especial: que los días se mantengan
secos, sin lluvia, con sol brillante, para que así los ladrillos sequen y
endurezcan muy bien.
El padre meditó: si una desea lluvia, y la
otra tiempo seco,
¿a cual de las dos le adjunto mis deseos?
¿a cual de las dos le adjunto mis deseos?
No trates nunca de complacer y quedar bien
con todo el mundo. Te será imposible.
284 – La golondrina, la serpiente y la Corte.
Una golondrina que retornaba de su largo viaje, se encontraba
feliz de convivir de nuevo entre los hombres.
feliz de convivir de nuevo entre los hombres.
Construyó entonces su nido sobre el alero
de una pared
de una Corte de Justicia y allí incubó y cuidaba a sus polluelos.
Pasó un día por ahí una serpiente, y acercándose al nido
devoró a los indefensos polluelos. La golondrina al encontrar
su nido vacío se lamentó:
de una Corte de Justicia y allí incubó y cuidaba a sus polluelos.
Pasó un día por ahí una serpiente, y acercándose al nido
devoró a los indefensos polluelos. La golondrina al encontrar
su nido vacío se lamentó:
-Desdichada de mí, que en este lugar donde protegen
los derechos de los demás, yo soy la única que debo
sufrir equivocadamente.
los derechos de los demás, yo soy la única que debo
sufrir equivocadamente.
No todo lo que beneficia a otros lo
beneficia a uno.
285 – El ladrón y su madre.
Un joven adolescente robó un libro a uno
de sus compañeros
de escuela y se lo mostró a su madre. Ella no solamente se
abstuvo de castigarlo, sino más bien lo estimuló. A la siguiente oportunidad se robó una capa y se la llevó a su madre
quien de nuevo lo alabó.
de escuela y se lo mostró a su madre. Ella no solamente se
abstuvo de castigarlo, sino más bien lo estimuló. A la siguiente oportunidad se robó una capa y se la llevó a su madre
quien de nuevo lo alabó.
El joven creció y ya adulto fue robando
cada vez cosas de
más valor hasta que un día fue capturado en el acto,
y con las manos atadas fue conducido al cadalso
para su ejecución pública.
más valor hasta que un día fue capturado en el acto,
y con las manos atadas fue conducido al cadalso
para su ejecución pública.
Su madre lo siguió entre la multitud y se
golpeaba violentamente su pecho de tristeza. Al verla el ladrón dijo:
-Deseo decirle algo a mi madre en su oído.
Ella acercó su oído a él, y éste
rápidamente mordió
su oreja cortándosela. Su madre le reclamó que era
un hijo desnaturalizado, a lo que él replicó:
su oreja cortándosela. Su madre le reclamó que era
un hijo desnaturalizado, a lo que él replicó:
-¡Ah! Si me hubieras reprendido en mi
primer
robo del libro aquel, nunca hubiera llegado a
esto y ser condenado a una ingrata muerte.
robo del libro aquel, nunca hubiera llegado a
esto y ser condenado a una ingrata muerte.
Al nuevo árbol se le endereza tierno para
que crezca derecho.
286 – Los dos recipientes.
Arrastraba un río en sus aguas a dos
recipientes, uno de barro cocido y otro de bronce. El de barro le dijo al de bronce:
-Por favor mantente a distancia de mí,
pues si me tocas aunque sea suavemente, me haré pedazos. Y además, de ninguna
manera deseo estar cerca de ti.
La amistad no se consolida fácilmente entre
disímiles.
287 – El cazador y el pescador.
Regresaba un cazador con sus perros y su producto, cuando topó con un
pescador que también regresaba de su pesca, ambos con sus cestas llenas.
Deseó el cazador tener los peces, y el dueño de los peces, las carnes.
Pronto convinieron en intercambiarse las cestas. Los dos quedaron tan
complacidos de su trato que durante mucho tiempo lo siguieron haciendo día a
día.
Finalmente un vecino les aconsejó:
-Si siguen así, llegará el momento en por tan frecuente intercambio,
arruinarán el placer de ello, y cada uno deseará quedarse solamente con lo que
obtuvo.
Varía y alterna tus actividades para
disfrutar mejor.
288 – La anciana y el recipiente de vino.
Una anciana encontró un recipiente vacío que había sido llenado con el
mejor de los vinos y que aún retenía la fragancia de su antiguo contenido.
Ella insaciablemente lo llevaba su nariz,
y acercándolo y
alejándolo decía:
alejándolo decía:
-¡Que delicioso aroma¡ ¡Qué maravilloso
debió haber sido
el vino que dejó en su vasija tan encantador perfume¡
el vino que dejó en su vasija tan encantador perfume¡
La memoria de todo lo bueno es
perdurable.
289 – El ciervo en el pesebre de los bueyes.
Un ciervo perseguido por la jauría y ciego por el terror del peligro en
que se encontraba llegó a una granja y se escondió entre unas pajas en un
cobertizo para bueyes. Un buey amablemente le dijo:
-¡Oh, pobre criatura! ¿Por qué de esa forma, has decidido arruinarte, y
venir a confiarte a la casa de tu enemigo?
Y replicó el ciervo:
-Permíteme amigo, quedarme donde estoy, y yo esperaré la mejor oportunidad para escapar.
-Permíteme amigo, quedarme donde estoy, y yo esperaré la mejor oportunidad para escapar.
Al final de la tarde llegó el arriero a alimentar el ganado, pero no vio
al ciervo. Y aún el administrador de la finca pasó con varios de sus empleados
sin notar su presencia. El ciervo congratulándose a sí mismo por su seguridad
comenzó a agradecer a los bueyes su gentileza por la ayuda en los momentos de
necesidad. Uno de los bueyes de nuevo le advirtió:
-Realmente deseamos tu bienestar, pero el peligro no ha terminado.
Todavía falta otro hombre de revisar el establo, que pareciera que tiene cien
ojos, y hasta tanto, no puedes estar seguro.
Al momento ingresó el dueño, y quejándose de que no habían alimentado
bien a los bueyes fue al pajar y exclamó:
-¿Por qué falta paja aquí? ¡Ni siquiera hay para que se echen!
-¡Y esos vagos ni siquiera limpiaron las telarañas!
-¡Y esos vagos ni siquiera limpiaron las telarañas!
Y mientras seguía examinando todo, vio sobresalir de entre la paja las
puntas de una cornamenta. Entonces llamando a sus empleados, ordenó la captura
del ciervo y su posterior sacrificio.
Nunca te refugies en los terrenos del
enemigo.
290 – Las palomas, el milano y el halcón.
Unas palomas, aterrorizadas por la presencia de un milano, llamaron al
halcón para que las defendiera.
Inmediatamente él aceptó.
Cuando ya ellas lo habían admitido dentro
de su palomar, se dieron cuenta que hacía mucho más estragos y matanzas en un
día,
que lo que haría un milano en un año.
que lo que haría un milano en un año.
Evita los remedios que son peores que la
enfermedad.
291 – La viuda y su oveja.
Una pobre viuda tenía una única oveja. Al
tiempo de la trasquila,
y deseando tomar su lana en forma económica, la trasquiló ella misma, pero usaba la herramienta en tan mala forma que junto
con la lana le cortaba también la carne. La oveja acongojada
y con dolor, le dijo:
y deseando tomar su lana en forma económica, la trasquiló ella misma, pero usaba la herramienta en tan mala forma que junto
con la lana le cortaba también la carne. La oveja acongojada
y con dolor, le dijo:
-¿Por qué me maltratas así, ama? ¿En que
te puede
beneficiar el agregar mi sangre a la lana? Si quieres mi carne,
llama al carnicero quien me matará al instante sin sufrimiento, pero si lo que deseas es mi lana, ahí está el esquilador, quien me esquilará sin herirme.
beneficiar el agregar mi sangre a la lana? Si quieres mi carne,
llama al carnicero quien me matará al instante sin sufrimiento, pero si lo que deseas es mi lana, ahí está el esquilador, quien me esquilará sin herirme.
Antes de ejercer una actividad,
prepárate y entrénate adecuadamente para ejecutarla bien.
292 – El pastor y el mar.
Un pastor que cuidaba su rebaño en las
costas,
veía al mar muy calmado y suave, y planeaba
con hacer un viaje de comercio.
veía al mar muy calmado y suave, y planeaba
con hacer un viaje de comercio.
Entonces vendió todo su rebaño y lo invirtió en un cargamento de
dátiles, y se echó a la mar. Pero vino una fuerte tempestad, y estando en
peligro de hundirse la nave, tiro por la borda toda la mercancía, y escasamente
escapó con vida en la barca vacía.
No mucho tiempo después cuando
alguien pasaba y observaba la ordenada
calma del mar, él le interrumpía y le decía:
alguien pasaba y observaba la ordenada
calma del mar, él le interrumpía y le decía:
-De nuevo está el mar deseando dátiles y por eso luce calmado.
Nunca generalices conclusiones basándote en
un solo suceso.
293 – El asno, el gallo y el león.
Estaban un gallo y un asno en un pastizal cuando llegó un hambriento
león. Y ya iba el león a tirarse encima del asno, cuando el gallo, cuyo cantar
se dice que aterroriza a los leones, gritó fuertemente, haciendo salir
corriendo al león tan rápido como pudo.
El asno al ver el impacto que un simple
canto del gallo realizaba, se llenó de coraje para atacar al león, y corrió
tras de él con ese propósito.
No había recorrido mayor distancia cuando
el león se volvió,
lo atrapó y lo seccionó en pedazos.
lo atrapó y lo seccionó en pedazos.
Ten siempre presente que las cualidades
de tu prójimo no son necesariamente las tuyas.
294 – Los ríos y el mar.
Se juntaron los ríos para quejarse ante el
mar diciéndole:
-¿Por qué si nosotros te entregamos agua
dulce y potable,
haces tal trabajo, que conviertes nuestras aguas en saladas
e imposibles de beber?
haces tal trabajo, que conviertes nuestras aguas en saladas
e imposibles de beber?
El mar, percibiendo que querían echarle la culpa del asunto, dijo:
- Por favor, dejen de darme agua y
entonces ya no
volverán a salarse sus aguas.
volverán a salarse sus aguas.
Antes de culpar a otros, fíjate primero si
no eres el verdadero culpable.
295 – El asno juguetón.
Un asno se subió al techo de una casa y brincando allá arriba,
resquebrajó el techado. Corrió el dueño tras de él y lo bajó de inmediato,
castigándolo severamente con un leño. Dijo entonces el asno:
-¿Por qué me castigan, si yo vi ayer al
mono hacer exactamente
lo mismo y todos reían felizmente, como si les
estuviera dando un gran espectáculo?
lo mismo y todos reían felizmente, como si les
estuviera dando un gran espectáculo?
Trabaja siempre para lo que te has
preparado, no hagas lo que no es de tu campo.
296 – Los tres protectores.
Una gran ciudad estaba siendo sitiada, y sus habitantes se reunieron
para considerar el mejor medio de protegerse.
Un ladrillero acaloradamente recomendaba a
los ladrillos como la mejor adquisición para la más efectiva resistencia.
Un carpintero, con igual entusiasmo,
proponía la madera como un método preferible para la defensa.
En eso un curtidor de cueros se levantó y dijo:
-Compañeros, yo difiero de todos ustedes,
y advierto que por nada cambiaré de opinión. Les afirmo que están muy
equivocados: para resistir, no existe nada mejor que el cubrirse con pieles, y
para eso nada tan bueno como los cueros.
Los irresponsables, los ignorantes, y
los agitadores, nunca aceptan que otros puedan tener la razón, y defienden
siempre intransigentemente sólo su punto de vista, aunque no tengan el menor
conocimiento del tema, sin importarles las consecuencias del momento o del
futuro.
297 – El lobo y los pastores cenando.
Un lobo que pasaba cerca de un palenque,
vio allí a
unos pastores que cenaban las carnes de un cordero. Acercándoseles, les dijo:
unos pastores que cenaban las carnes de un cordero. Acercándoseles, les dijo:
-¡Qué escándalo habría ya si fuera yo
quien estuviera haciendo
lo que ustedes hacen!
lo que ustedes hacen!
Una cosa es lo que el dueño con todo derecho
decida sobre su propiedad, y otra lo que haga el ladrón con lo que no le
pertenece.
298 – El asno que cargaba una imagen.
Una vez le correspondió a un asno cargar una imagen de un dios por las
calles de una ciudad para ser llevada a un templo. Y por donde él pasaba, la
multitud se postraba ante la imagen.
El asno, pensando que se postraban en
respeto hacia él, se erguía orgullosamente, dándose aires y negándose a dar un
paso más.
El conductor, viendo su decidida parada, lanzó su látigo sobre sus
espaldas y le dijo:
-¡Oh, cabeza hueca, todavía no ha llegado
la hora en que los hombres adoren a los asnos!
Nunca tomes como tuyos los méritos
ajenos.
299 – El viejo perro cazador.
Un viejo perro cazador, que en
sus días de juventud y fortaleza jamás se rindió ante ninguna bestia de la
foresta, encontró en sus ancianos días a un jabalí en una cacería. Y lo agarró
por la oreja, pero no pudo retenerlo por la debilidad de sus dientes,
de modo que el jabalí escapó.
de modo que el jabalí escapó.
Su amo, llegando rápidamente, se mostró muy
disgustado, y groseramente reprendió al perro.
El perro lo miró lastimosamente
y le dijo:
-Mi amo, mi espíritu está tan
bueno como siempre, pero no
puedo sobreponerme a mis flaquezas del cuerpo.
Yo prefiero que me alabes por lo que he sido, y
no que me maltrates por lo que ahora soy.
puedo sobreponerme a mis flaquezas del cuerpo.
Yo prefiero que me alabes por lo que he sido, y
no que me maltrates por lo que ahora soy.
Respeta siempre a tus ancianos, que aunque
ya no puedan hacer de todo, dieron lo mejor de su vida para tu beneficio.
300 – Las liebres y los leones.
Las liebres arengaban en la asamblea y argüían que todos deberían ser
iguales. Los leones entonces replicaron:
-Sus palabras, señoras liebres, son buenas, pero carecen de garras y
colmillos como los que tenemos nosotros.
Acepta que todos tenemos diferentes
cualidades para diferentes circunstancias.
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