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lunes, 18 de abril de 2011

Oscar Alfaro, príncipe de la poesía para niños -- EL CANTOR DE LA RAZA NEGRA






EL CANTOR DE LA RAZA NEGRA
La orquesta sinfónica de pájaros ofrecía s concierto de todas las tardes en el teatro
redondo del cielo, que estaba repleto de luces.
Un pájaro rojo, con el copete erizado con trazas de director, dio la señal convenida y
todos los ejecutantes rompieron a tocar sus instrumentos.
Aquel hermoso teatro estaba decorado por hermosas fuentes y jardines al natural.
Nada de lo pintado artificialmente podía igualar a la belleza de aquellos paisajes vivos.
—Necesito un solista para el segundo acto —dijo el pájaro maestro, cuando la
última melodía se perdió en el atardecer—. Quiero una voz jamás oída y digna de
recordarse por todas las generaciones de pájaros músicos.
—¡Aquí estoy yo! —dijo el canario, y comenzó a trinar con toda la armonía de que era
capaz. Pero el maestro lo interrumpió.
—Ya se sabe que tú cantas bien, pero eres demasiado conocido y yo preciso algo
nuevo.
—Pues entonces yo seré el solista —dijo el jilguero y lanzó al aire sus gorjeos
mágicos, pero el maestro también lo interrumpió.
—Tú eres tan conocido como el canario.
—Yo cantaré —dijo el ruiseñor—. Mi voz y mi figura se han lucido en los palacios de
la China, del Egipto y del Japón, como lo prueban las historias que sobre mi se han escrito.
Mi linaje de artistas se pierde en la tradición y en los siglos...
—Y por lo mismo no me sirves, porque eres más conocido que nadie.
—Entonces canto yo... —dijo el tordo. Pero su estampa y su color hicieron reír a
todos los pájaros.
—Qué pretensiones las de este negro insolente —dijo el canario.
—¿Cómo es posible que tú, salvaje ignorante, quieras rivalizar con nosotros, que
somos los príncipes del arte? —dijo el ruiseñor.
—¿De dónde sales tú? ¿Qué ascendientes ilustres tienes? ¿Quién te conoce en la
Sociedad de Artistas? —inquirió el jilguero.
—Este pájaro viene de los bosques —explicó el maestro—. Su linaje es tan obscuro
como sus plumas. Pero un artista no vale por lo que fueron sus antepasados sino por lo
que es él mismo. De manera que dejémoslo cantar.
Y por primera vez en la historia se oyó el canto del tordo. El maestro lo escuchó con
los ojos cerrados. Cuando terminó de cantar lo abrazó con las alas y le dijo, todo
emocionado:
—Tú serás el solista. ¡Tienes la voz más armoniosa que he conocido! Eres un digno
cantor de la raza negra.
Y desde aquella tarde, el tordo inició triunfalmente su carrera artística y llegó a ser
famoso en todo el mundo.

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